TOQUE DE CERA

Bueno, todo empezó porque mis hermanitos querían …

¡Oye! No me empujes, Carolina. Tengo que empezar así todas las mañanas, si no no entiende. Y no me digas que soy un estúpido tampoco. Yo soy el que gritó, así es que tengo que explicarlo a mi modo. Y no te desesperes. Puedes suspirar todo lo que quieras si el supervisor no nos deja entrar de nuevo, ¿de acuerdo?

Así es que, señor, tengo que contarle acerca de mis hermanos, ¿de acuerdo? Entonces le podré explicar por qué grité tan fuerte —y ¡oye! Qué si yo hubiera sido una anciana en vez de un joven, y me hubiera dado un ataque al corazón …

¡Chitón! Carolina, ya se ve bien enojado. ¡Deja de estar de entrometida!

Sí, señor. Puedo hablar más rápido. Bueno, es que mis hermanitos querían nadar en la alberca del motel hoy, pero yo y Carolina queríamos hacer otra cosa. Así es que Mamá encontró este museo de cera en un mapa del centro, y sólo estaba a tres cuadras del motel. Papá nos encaminó, y dijo que volvería en dos horas.

Así es que pagamos doce dólares cada una —de hecho, señor, eso es muuuucho más de lo que cuesta cualquier otro museo que visitamos durante esta excursión. En todo caso, Carolina y yo entramos y ¡híjole! Vimos un montón de cosas bien suaves. Queríamos saltar los lazos de terciopelo que ustedes tienen puestos por todos lados, pero éramos nosotras, las niñas, y no nuestros tontos hermanitos, así es que estaban de suerte. No saltamos ningún lazo ni nada. No rompimos ninguna de esas reglas.

¡Tiene que admitirlo! Digo, las estatuas de cera parecían ser el verdadero Freddy Kruger y el presidente Obama y Selena en su brillante vestido blanco y todo …

—¿Cómo los hacen ver tan reales? —Le dije a mi hermana cuando vi a Selena—. Eh, no crees que haya una señora muerta allí adentro, ¿o sí?

Vi House of Wax, la primera, ¿sabe? A mi Papá Grande le encanta que veamos películas en blanco y negro. Papá Grande no cree en el cable, pero le encanta enseñarnos videos. Bueno, en la película hay un asesino que esconde los cadáveres debajo de capas de cera y nadie lo sabe. Hay una muchacha que está a punto de que la enceren —y bueno, no es como la cera caliente que te ponen en un lavado de carros— porque puedes ver que está desnuda, y tú esperas a ver si la van a mostrar como lo hacen en los shows del cable …

¡Basta, Carolina! Si me vuelves a empujar, voy a

Disculpe, ¿en qué estaba? A sí, sobre la muchacha y la cera. Bueno, justo en el momento cuando se le va a ver algo, el tipo la rescata. Le tira su saco encima del cuerpo justo en el momento en el que la cámara podría haber mostrado su cuerpo desnudo —¿cómo?

También vio la película, ¿verdad?

¿En serio? ¿Venden la película en la tienda de regalitos?

Bueno, pero le voy a decir la verdad. Desde que vi la película he querido ir a un museo de cera. Pero no tenemos algo así en Seguin. Por eso les rogamos a Mamá y Papá que nos dejaran venir.

Sí, señor, soy lo suficientemente grande como para leer los anuncios sobre la tierra y los aceites del cuerpo —y no tocar— sí, leí todo, pero no importa porque todas las estatuas están detrás de los lazos, o encima de los techos, o detrás de cercas de madera. Pero tiene que entendernos —bueno, a mí— estaba pensando en House of Wax y estaba viendo todas las estatuas de cera que parecían gente de verdad, y me preguntaba si habría un cadáver adentro …

Y no, Carolina, no tienes que decirle al hombre que quiero ser una actriz de cine y que me gusta escribir cuentos en mi diario en vez de hacer matemáticas —porque no tiene que saberlo, ¡es por eso!

Señor, simplemente estoy tratando de explicarle por qué no me pude contener. Vi la estatua de cera que no estaba acordonada o encerrada con cercas. Estaba solita en una esquina, y vestida de zombi. Yo estaba a punto de explotar.

¿Cómo se sentirían esos cadáveres de cera?

Tenía que saberlo.

Así es que cuando vi que el zombi estaba parado contra una pared, ¡sabía que ésa era mi oportunidad!

Me adelanté a mi hermana y estiré un dedo. Luego me detuve. Podía sentir el aliento de mi hermana en mi espalda.

¡Admítelo! ¡Tú también querías tocarlo! ¡Está bien, como quieras!

Está bien, fui sólo yo. Todo fue mi culpa. Y sí, yo soy quien se acercó hasta el rostro de cera. Digo, estaba completamente solo.

Ahí fue cuando contuve la respiración. Lentamente acerqué mi dedo hasta la nariz de cera. Así, ¿ve?

De repente, el tipo dice —¡Buenos días, niñas!

Grité y ¡Carolina también! El zombi empezó a reírse de nosotros. Se estaba riendo de nosotros, ¿verdad, Carolina?

Entonces llegó usted, vestido como el Zorro, pero es el supervisor. Y nos sacó al vestíbulo. Pero no habíamos hecho nada malo, no tenían que corrernos.

Sí, tenías razón, Carolina. No es justo que toda la gente que trabaja en este lugar use disfraces.

Señor Zorro, pagamos la entrada, pero no hemos visto la Cámara de Secretos todavía. Es que el zombi nos asustó, por eso gritamos. Hasta el zombi empezó a reírse. No estaba enojado como usted.

Así es que, ¿podríamos entrar otra vez? Espere, ¿qué? ¿Qué fue lo que dijo?

Sí, Carolina, lo escuché. Ningún zombi trabaja en este museo.