El trigal se ha entregado a la muerte.
Ya las hoces cortan las espigas.
Cabecean los chopos hablando
con el alma sutil de la brisa.
El trigal sólo quiere silencio.
Se cuajó con el sol, y suspira
por el amplio elemento en que moran
los ensueños dispertos.
El día,
ya maduro de luz y sonido,
por los montes azules declina.
¿Qué misterioso pensamiento
conmueve a las espigas?
¿Qué ritmo de tristeza soñadora
los trigales agita? . . .
¡Parecen las espigas viejos pájaros
que no pueden volar!
We must blind our eyes with light from beyond.
We have to show our face
in the shadow of our bosom,
and tear out the stars that Satan planted in us.
We must be like the tree,
which is always praying,
like the water in the channel,
attentive to eternity.
We must scratch our soul with claws of sadness
so that the flames of the astral
horizon may enter!
In the shadow of worm-eaten love there would well up
a fountain of dawn,
tranquil and maternal.
Cities would vanish in the wind
and we’d see God
passing by on a cloud.