Danica entró en las oficinas de Ruby Hawk con un nudo en el estómago. ¿Qué iba a decirle a Luke después del beso de la noche anterior? Y, más importante aún, ¿qué iba a decirle Luke a ella?
Era poco profesional besar al jefe; sobre todo, cuando ese jefe era Luke Dallas, enfant terrible de Silicon Valley, conocido por sus innumerables aventuras amorosas con modelos, actrices y demás famosas. No, no solo era poco profesional, también era vergonzante.
«Pero él también te besó». Luke había sido el primero en abrir la boca, la había invitado con la lengua. Danica no conseguía recordar cómo había llegado a su casa ni cómo se había metido en la cama, de lo único que se acordaba era de la boca de él, ni demasiado dura ni demasiado blanda, perfecta; de las manos de él en su espalda…
Consiguió llegar a su mesa de trabajo sin torcerse un tobillo y encendió el ordenador. Al instante, vio en su correo que tenía un mensaje de Luke. Lo abrió. Era un mensaje escueto y directo:
Creo que dispones de la información necesaria para encontrar posibles candidatas. Voy de camino a Tokio, espero una lista completa para cuando aterrice.
Un mensaje frío y profesional. Y ella respondió:
Gracias por la cena. Tendré en cuenta todo lo que me has dicho.
Envió el mensaje inmediatamente. Era lo mejor que podía haber pasado. Seguía siendo empleada de Luke y recibiría el dinero que él le había ofrecido. Pero cuando llegó la hora del almuerzo, el único mensaje que recordaba de los que había recibido era el de Luke.
Pasó las dos semanas siguientes trabajando. Luke fuera de la ciudad. No obstante, hacía caso a lo que ella le había dicho sobre la necesidad de comunicarse y respondía a todos sus mensajes.
Al comenzar el trabajo el lunes de la tercera semana Danica lanzó un suspiro de satisfacción. Por fin, dos de las candidatas cumplían todos los requisitos. Luke se citó con una al regresar a California e, inmediatamente, le pidió otra cita. Mientras esperaba a que Luke le informara sobre el segundo encuentro, ella se adelantó y lo arregló todo para que conociera a la segunda candidata. Solo necesitaba encontrar una tercera para completar su trabajo y salir por las puertas de esa empresa con un sustancioso cheque en la mano y su integridad profesional intacta.
Solo había un problema con completar su trabajo. El éxito significaba que ya no volvería a ver a Luke. Mejor olvidarse de ese beso, a pesar de que ocupaba sus más eróticos sueños.
Abrió el correo electrónico y escribió un mensaje a Luke:
Todo arreglado para esta noche. Felicity Sommers se reunirá contigo a las siete de la tarde en la sede de la Sociedad Península para recaudación de fondos en Atherton. Le he dicho que es para ocupar el puesto de trabajo vacante y que quieres reunirte allí con ella con el fin de que podáis hablar de cómo enfocar el trabajo.
Hacía tiempo que Danica se había dado cuenta de que necesitaba una excusa para su investigación. No podía decirles a las candidatas, de buenas a primeras, que estaba buscándole una esposa a Luke Dallas; sobre todo, si quería que los medios de comunicación no se enterasen. Por lo tanto, decía a las posibles candidatas que estaba buscando a alguien para ocupar el puesto de director de una sociedad con fines benéficos patrocinada por Ruby Hawk. El puesto de trabajo estaba vacante, así que no era todo mentira.
El resto era asunto de Luke. Aunque pensar en él caminando hacia el altar con una de las mujeres que ella había seleccionado le producía náuseas.
En ese momento, recibió la respuesta a su mensaje:
Perfecto. Confirmo la cita con Felicity. Y prescinde de Jayne Chung.
Danica frunció el ceño. Jayne era la primera candidata con la que Luke había accedido a citarse. En principio, era perfecta: educada en Harvard, licenciada en planificación urbanística y desarrollo, y ahora estaba trabajando para en una empresa con fines benéficos dedicada a crear espacios ajardinados en lugares donde no había ninguno. Ah, y se había pagado los estudios desfilando como modelo de alta costura en Nueva York y París durante las vacaciones.
Creía que el primer encuentro con ella había ido bien. ¿Ha pasado algo? ¿No te ha dejado anonadado?
Él ignoró la broma.
No es la persona apropiada.
Jayne no era la persona apropiada…
Más input, por favor.
Pero no obtuvo respuesta. Se recostó en el respaldo de la silla. Normalmente, Luke le contestaba, aunque fuera una respuesta escueta y cortante.
Danica suspiró y cerró la ventana con el correo. El motivo por el que Luke no le había contestado era sencillo: dirigía una empresa de tecnología punta multimillonaria y ella era una empleada contratada para realizar una única tarea, nada más.
Y dada la negativa a considerar a Jayne, imaginaba que tendría que ponerse a buscar a una tercera candidata inmediatamente. Al principio, le había gustado Felicity, la mujer con la que se había citado Luke ese día; pero ahora ya no estaba tan segura. Había algo que no le gustaba nada de esa mujer.
El teléfono sonó. Se miró el reloj, las siete menos cuarto. Era hora de volver a casa, ya no podía hacer nada más ese día. Luke, vestido con un esmoquin, estaría dándole al aparcacoches las llaves de su vehículo delante de la entrada de la sala en la que iba a celebrarse la fiesta para la recaudación de fondos. Al imaginar esos anchos hombros enfundados en un esmoquin el teléfono estuvo a punto de caérsele de las manos.
–¿Sí?
–¡Danica! Menos que has contestado.
–¡Aisha! –su investigadora preferida parecía asustada. Y Aisha McKee nunca se asustaba–. ¿Qué pasa?
–Felicity Sommers. Tenemos un problema.
–¿Qué problema?
Aisha suspiró.
–Hoy me he enterado,por uno de los medios de comunicación, que Felicity está prometida. Se prometió con su novio hace un mes, pero aún no se lo han dicho a sus padres.
–¿Qué? ¡Eso es terrible!
–Y aún no te he dicho lo peor. Su prometido es Cinco Jackson –declaró Aisha.
–Cinco Jackson… Espera, creo que he oído ese nombre… –Danica abrió otra ventana en el ordenador y buscó la página web de la revista Silicon Valley Weekly. Al cabo de unos segundos, cerró los ojos apretando los párpados con fuerza–. Es el periodista responsable de los últimos artículos sobre Ruby Hawk.
–Exacto –Aisha suspiró–. Siento mucho no haberme dado cuenta antes. Al parecer, aún no se lo han dicho a los padres de Felicity porque uno de los artículos de Cinco Jackson hizo mucho daño a un amigo del padre de Felicity. Esto me lo ha contado una de las amigas de facultad de Felicity.
Danica rememoró la conversación que había tenido con Felicity. No, esta no le había mencionado que iba a casarse. Tenía que advertirle de ello a Luke. Si él se confiaba en ella y Felicity se lo contaba a Jackson…
–Tengo que dejarte –Danica apagó el ordenador portátil–. Gracias por llamarme para contármelo. Te llamaré pronto.
Danica marcó inmediatamente el número de Luke, pero no obtuvo respuesta. Solo le quedaba una opción. Pidió un coche por teléfono.
Reinaba un animado bullicio en Aylward–Hopkins, la mansión en la que se había reunido la alta sociedad de la zona de la bahía para celebrar la Noche de Montecarlo, la fiesta anual de la Sociedad de la Península.
Aunque era una noche dedicada al juego pero solo se apostaba con dinero falso, se esperaba recaudar unos quinientos mil dólares para las obras de beneficencia de la organización.
Luke estaba en la entrada, donde se había montado uno de los bares. Desde allí podía vigilar la llegada de los invitados y también las mesas de juegos próximas a la entrada. Unas puertas de cristales abiertas en la pared opuesta dejaban entrar el cálido aire de la noche proveniente del jardín.
Habría preferido quedarse en su casa en vez de estar ahí disfrazado con ese estúpido esmoquin; al fin y al cabo, ser miembro de la junta directiva de esa sociedad con fines benéficos debería ser más que suficiente para demostrar su apoyo a dicha sociedad. No obstante, sabía que la asistencia a ese tipo de eventos sociales era fundamental para lograr el éxito en los negocios, tan importante como tener un buen producto.
Una camarera con un vestido negro escotado le ofreció una copa de champán. El aceptó la copa y ella le sonrió y le guiñó un ojo.
En cualquier otro momento, Luke podía haber mostrado interés en ella. Pero, entre otras cosas, estaba allí para reunirse con… ¿cómo se llamaba? Sí, Felicity.
Una pena que no fuera Danica.
Ese beso…Y ese cuerpo, pegado al suyo, las suaves curvas ajustándose a él…Y ese gemido, grave y sentido…
Debía andarse con cuidado si no quería dejar la fiesta rápidamente para darse una ducha fría.
En ese momento, una bonita pelirroja cruzó la puerta de la entrada. Al verle, la pelirroja le saludó con la mano y él asintió.
Tenía que reconocer que Danica había hecho bien su trabajo. Felicity parecía una candidata perfecta. Llevaba un vestido de noche azul, elegante y sencillo, muy apropiado para la ocasión. Tenía una bonita sonrisa, le estrechó la mano con firmeza y le sostuvo la mirada con unos ojos marrones verdosos.
Los ojos de Danica eran verdes con motas doradas. Cuando se enfadaba, sus ojos se tornaban verde esmeralda. Y al besarle aquella noche…
Con un sobresalto, se dio cuenta de que Felicity le estaba hablando.
–Muchas gracias por invitarme a esta fiesta. Había oído hablar mucho de la Noche de Montecarlo.
Luke se aclaró la garganta.
–Gracias por aceptar la invitación –Luke capturó la mirada de la camarera que le había dado la copa de champán–. ¿Te apetece beber algo?
Felicity titubeó antes de contestar.
–Mañana por la mañana, temprano, tengo una reunión. No debería… Pero bueno, sí, gracias –Felicity aceptó la copa de champán que la camarera le ofreció con una falsa sonrisa–. Es la primera vez que me ofrecen champán durante una entrevista de trabajo –Felicity lanzó una carcajada–. Aunque también es la primera vez que tengo una entrevista de trabajo durante una fiesta.
–Es poco ortodoxo, ya lo sé. Pero el puesto de trabajo también es inusual –el repentino brillo que vio en los ojos de Felicity le hizo contenerse–. Háblame de tu trabajo en Friedmann Adams. ¿Qué es lo que más te gusta de trabajar ahí?
Luke resistió la tentación de mirarse el reloj para ver cuánto tiempo más debía permanecer allí. No podía marcharse antes de tiempo, eso no le ayudaría a lograr los objetivos que se había propuesto. Si Felicity acababa no gustándole, Danica solo estaba obligada a proporcionarle una candidata más antes de cumplir con lo establecido en su contrato.
Danica…
Luke sonrió al recordar la conversación que habían tenido durante aquella cena y lo indignada que se había mostrado Danica después de que él le dijera que no creía en el amor. Por supuesto, comprendía que Danica creyera en los cuentos de hadas y en el amor para toda la vida. Era algo enraizado en la sociedad. Pero también era pura manipulación sentimental. Algo sin fundamento.
Al contrario que el sexo, un fenómeno físico. Algo que se podía estudiar científicamente. De poder estudiarlo con Danica…
–¡Y esa es la diferencia entre un pesimista, un optimista y un consejero financiero! –Felicity se echó a reír–. En resumen, eso es lo que yo hago.
Luke no había prestado atención. ¿Qué demonios le ocurría?
–Fascinante.
Felicity se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y paseó la mirada por el improvisado casino. Las mesas de juego se estaban llenando.
–No, me he dado cuenta de que no te lo parece en absoluto.
Le habían pillado infraganti.
–Hay mucho ruido aquí –dijo él–. Vamos a algún sitio más tranquilo.
–Buena idea –Felicity le dedicó una amplia sonrisa.
Felicity tenía unos bonitos labios, pero no sentía ningún deseo de besarlos. No le apetecía averiguar su sabor. Solo quería besar a una mujer…
De repente, de soslayo, vio a alguien agitando los brazos, tratando de atraer su atención. ¿Danica?
Durante unos segundos, temió que el subconsciente le estuviera jugando una mala pasada, pero entonces la vio sonreír y supo que era ella.
Y los ojos de Danica eran tal y como los recordaba. Brillaban con contenida emoción. ¿Se alegraba de verle? O… No, no era eso, algo pasaba. Al llegar a su lado, él le lanzó una interrogante mirada, pero ella, a modo de respuesta, sacudió la cabeza ligeramente y le ofreció la mano a Felicity.
–¡Hola! –exclamó Danica en voz animada y con una falsa sonrisa–. Me alegro de volver a verte.
Felicity le estrechó la mano al tiempo que arrugaba el ceño.
–Lo mismo digo. No sabía que fueras a venir aquí.
–¡Naturalmente que sí! No me perdería esta fiesta por nada del mundo.
Felicity paseó los ojos por el atuendo de Danica. Arrugó la nariz, como si algo no le gustara, lo que era completamente ridículo. Danica estaba preciosa. En vez de la falda y la blusa que vestía en el trabajo, llevaba un vestido negro sencillo con botones en la parte delantera, como si fuera la camisa de un hombre, y un cinturón.
–Entiendo –dijo Felicity.
Entonces, Danica se volvió a él.
–Bueno, ¿de qué habéis estado hablando? –Danica abrió desmesuradamente los ojos, como si intentara enviarle un mensaje.
–Felicity me ha contado un chiste sobre la diferencia entre los optimistas, los pesimistas y los consejeros financieros –respondió él. Al menos, creía que se había tratado de un chiste.
–Ya me lo contarás en otro momento –dijo Danica manteniendo la mirada fija en él–. ¿Habéis hablado del puesto de trabajo vacante?
–No –respondió Felicity. Y Luke volvió la cabeza en su dirección. Casi se le había olvidado que Felicity estaba allí–. No, no hemos hablado de eso. De hecho, me gustaría hacer unas preguntas al respecto.
–Sí, no me cabe la menor duda –dijo Danica apartando por fin los ojos de él–. Por eso he venido realmente, para ayudar a aclarar cualquier duda que puedas tener. Pero… –Danica se interrumpió y miró a un lugar a espaldas de Felicity–. Vaya, ¿no es ese Cinco Jackson, el que está en el bar? Sabes quién es, ¿no? Es el periodista que trabaja en la revista Silicon Valley Weekly. Me encanta cómo escribe.
Danica agitó la mano en dirección al periodista, que la ignoró.
¿Qué demonios estaba haciendo Danica? ¿Por qué quería llamar la atención de ese periodista? ¿Y a qué había ido allí? De repente, se dio cuenta de que, desde el beso, Danica y él no habían vuelto a hablar. Necesitaban hacerlo.
–Danica, podríamos hablar un momento…
Danica le dio un pisotón. Menos mal que no llevaba tacones, sino unos sencillos zapatos planos de salón negros.
–Mmm, no nos ha visto. Me encantaría conocerle. Supongo que tú no le conoces, ¿no, Felicity?
Felicity enrojeció visiblemente.
–La verdad es que sí, le conozco.
–¡Qué suerte! –exclamó Danica–. A través de la amiga de una amiga, ya sabes cómo son estas cosas, me he enterado de que está prometido. No puedes imaginar lo celosa que estoy.
¿Celosa? ¿Qué…? Luke abrió la boca para hablar, pero Danica volvió a darle con el pie.
–Felicity, ¿te pasa algo? –preguntó Danica–. ¿Se te ha atragantado el champán?
–¿Prometido? –balbuceó Felicity–. ¿Quién te ha dicho eso? Nadie sabe…
Al instante, Felicity cerró la boca, sin completar la frase.
Danica se llevó una mano al pecho y, fingiendo asombro, agrandó enormemente los ojos.
–¿Es verdad? Pero… ¿cómo es que tú…? ¡Oh, Dios mío, tú debes ser su prometida!
Luke logró apartar el pie antes de que Danica volviera a pisárselo.
–Supongo que habrá que felicitarte –dijo Luke, lanzando una mirada de advertencia a Danica, pensando que debía dejar de mostrar tanto entusiasmo.
Aunque no parecía que Felicity se hubiera dado cuenta de que Danica estaba exagerando. La pelirroja parecía un pez que, demasiado tarde, se había dado cuenta de que había picado el anzuelo.
–Yo… no voy a confirmar semejante cosa.
Danica le puso una mano en el brazo a Felicity.
–No te preocupes, no diremos nada a nadie.
–Pero yo no he…
–No tienes que decirlo –le interrumpió Danica–. No has dejado de mirar a Cinco Jackson desde que lo he mencionado.
–Yo… –Felicity apartó los ojos del periodista y se encogió de hombros–. Sí, es verdad. Y esta es la entrevista de trabajo más extraña de mi vida.
–Sí, es poco usual –concedió Danica con una radiante sonrisa.
–Así somos en Ruby Hawk –interpuso Luke–. Nuestros métodos de trabajo son muy poco ortodoxos. Quizá esta empresa no sea apropiada para ti.
–Sí, desde luego, es una empresa muy poco ortodoxa –apuntó dánica.
–¿Ha sido esto una prueba? –quiso saber Felicity.
–Luke, constantemente, se ve interpelado por gente que quiere sonsacarle información confidencial. Necesitábamos ver cómo reaccionarías en ese tipo de situaciones –dijo Danica hábilmente–. ¿Alguna cosa más que quieras saber?
Felicity lanzó una carcajada.
–Montones, pero no sobre el trabajo. Creo que los tres sabemos que he fallado –Felicity se encogió de hombros–. De hecho es un alivio. Supongo que ahora ya puedo decíroslo: Cinco ha aceptado un trabajo en Nueva York y nos vamos a vivir allí dentro de unos meses.
La sonrisa de Danica se desvaneció.
–En ese caso, ¿por qué decidiste presentarte para este trabajo?
–Me sentí halagada. No todos los días se recibe una oferta de trabajo para dirigir una fundación. Si la oferta hubiera sido demasiado buena para rechazarla… ¡Quién sabe lo que habría hecho!
Luke removió el champán en su copa.
–¿No te pidió Jackson que aceptaras la entrevista con la esperanza de que obtuvieras información sobre Ruby Hawk?
Felicity se mordió el labio inferior.
¡Menos mal! Danica había impedido que cayera en una trampa. Buscó la mano de ella y se la apretó con agradecimiento.
Danica se sobresaltó, pero no apartó los ojos de Felicity.
–¿Por qué no vas con tu novio a disfrutar el resto de la velada?
–Sí, claro –respondió Felicity–. Ah, Luke, sé que a Cinco le encantaría hablar contigo…
–Lo tendremos en cuenta –interrumpió Danica–. Te deseamos lo mejor en tu carrera profesional –añadió ella sonriendo.
Felicity hizo una mueca.
–Sí, bueno, gracias. Gracias por todo.
Tan pronto como Felicity se fue a buscar a su novio, el rostro de Danica ensombreció.
–Lo siento mucho, Luke –se disculpó Danica–. No tenía ni idea de que era la novia de Cinco Jackson. Me he enterado hace un rato, cuando la investigadora que trabaja para mí me llamó para decírmelo. Espero que esto no te haya estropeado la fiesta.
Danica estaba ahí, en persona, pensó Luke. Y, de repente, sintió muchas ganas de ser sociable. Con ella.
–Me he quedado sin pareja en una fiesta formal.
–Sí, lo sé –respondió Danica bajando los ojos al suelo–. Buscaré a otra que sustituya a Felicity. Te debo dos candidatas más.
–Eso no soluciona el problema que tengo ahora.
–Si pudiera hacer algo… Pero…
–Estupendo. Eres mi pareja.