Capítulo 10

Mientras manejaba su auto durante el viaje a su casa, el cerebro de Esteban funcionaba a todo ritmo. Esta vez no se trataba de manejar la frustración de su instinto sexual luego de un encuentro con Lucrecia, ya que todos sus deseos y los de la mujer habían sido saciados. Dejaba el análisis del cambio de comportamiento de Lucrecia para más adelante, ya que el mismo le resultaba asombroso y sabía que muy probablemente no obtendría explicación. Aún más bizarro e incomprensible era su propio comportamiento y la satisfacción obtenida por el castigo recibido. Pero ahora el problema era mucho más inmediato y requería decisiones y acciones urgentes.

Esteban había llegado a la conclusión que no podía ya exponer a Luz a la humillación de estar con un hombre que había caído donde él había caído, y que produciría a la muchacha innumerables dolores en caso de proseguir la relación. Esteban había decidido abandonar la casa en que Luz y Valentina vivían simplemente por no sentirse digno de su compañía. Se percataba de que se hallaba en ese momento en una tabla enjabonada de dirección descendente, y lo peor del caso era que su satisfacción se incrementaba a cada paso. Pero no podía ni quería asociar a las chicas en ese descenso sin fin, a ese torbellino hacia abajo.

Por ello había resuelto mudarse ya mismo a su apartamento, lo cual podía hacer sin escenas dolorosas porque las mujeres se hallarían ambas en sus respectivos trabajos. Le dejaría a Luz una nota explicando en forma sucinta sus motivos. Confiaba en que, a pesar del dolor inicial al verse abandonada, la muchacha superaría tras un tiempo sus cuitas y a la larga sería lo mejor para ella. En cuanto a Valentina...Valentina era un enigma para él  y súbitamente se dio cuenta de que sus sentimientos hacia la morena eran más hondos que hacia Luz.

“Pero en este momento Lucrecia llena todos mis pensamientos.” Pensó con desasosiego.

Lucrecia se movía con nerviosismo en su casa. La reunión con Esteban había hecho ciertas todas sus fantasías, que eran muchas y muy extravagantes; pero por primera vez en su vida aparecía un conjunto de factores que nunca habían estado presentes en su vida. La mujer analizaba que la había movido a permitir que Esteban la penetrara y completara el coito normal, algo que la mujer había prohibido a todos sus amantes para frustración de ellos. Lo había hecho siguiendo un impulso primitivo y no habitual. Al preguntarse sobre las razones profundas de esa decisión llegó a una única respuesta posible, y esa respuesta la dejó perpleja.

Valentina fue al refectorio del hospital en que trabajaba tres veces por semana como ayudante de nutrición, mientras completaba su carrera universitaria; la muchacha se admiraba del hecho que una inmigrante pobre nacida en un pueblo pesquero habitados sólo por negros en la costa del Pacífico y procedente de un país sospechado por narcotráfico pudiera ganar acceso en forma gratuita al nivel universitario sin haberse siquiera nacionalizado argentina. La única explicación que se le ofrecía era la que cualquier argentino precisamente le daría.

“País loco.”

En el refectorio se encontró con su amiga Lía, cada una portando su bandeja con el almuerzo. Las mujeres se sentaron juntas, como solían hacerlo.

Lía Gutiérrez era una psiquiatra nacida en la Provincia de Tucumán. Pequeña y delgada, su piel oscura denotaba rasgos indígenas. Se había diplomado con menciones de honor y a pesar de su juventud era considerada una profesional brillante por todos sus compañeros de trabajo y en especial por Valentina. Además ambas jóvenes eran confidentes. Valentina le había confiado que estaba enamorada de Esteban tan pronto ella misma se había percatado de ello; también le había dicho que consideraba que se trataba de un amor sin destino.

-Así que el ex novio de Luz se ha ido de la casa. ¿Y se conocen los motivos?

-Le dejó una carta a ella. Por lo que Luz me contó él le confesó ser una mala influencia que deshonra su amor por él, y que está en un proceso de decadencia en todo sentido.

-¿No será una excusa para deshacerse de ella?

-No lo creo. Comparto su juicio sobre su caída.

-¿Ustedes saben si consumía drogas o alcohol?

- No es el caso. En realidad no estaba habituado al alcohol y le hacía mal.

-¿Tienes una foto de él?

Valentina buscó una foto en su celular y se la mostró a Lía.

-Aquí nos tienes a los tres:

-Muy buen mozo. En realidad haría mejor pareja contigo que con Luz.

El rostro moreno de Valentina se sonrojó con el cumplido.

-Pues no será para ninguna de las dos.

-Por lo que me dices el tal Esteban está en una profunda crisis de autoestima. ¿Tienes idea que puede estar provocándolo?

-Con toda certeza, escucha...

Valentina contó a su amiga todas sus acciones desde el hallazgo de la tarjeta de visita de la abogada hasta la guardia que había estado haciendo frente a la casa de Palermo Soho, y le mostró las fotos sacadas a la abogada y a Esteban. En una ampliación del rostro del muchacho se veían los efectos del castigo, a pesar que la foto estaba un poco borrosa.

-También caminaba en forma vacilante, como si estuviera dolorido.

-Muéstrame de nuevo la foto de la mujer.

Luego de analizarla detenidamente Lía dijo.

-¿Has observado el traje de cuero negro de ella y las cadenas de metal que llevaba?

-Sí, una vestimenta ridícula y horrible, que sin embargo debe haberle costado una fortuna.

-No es eso sólo.-Dijo Lía y se llamó a silencio, como si no quisiera proseguir.

-¿Qué quieres decir? ¡Habla!

Lía hizo un silencio reflexivo mientras buscaba las palabras adecuadas, lo que denotaba su formación profesional. Luego sacudió su cabeza, como quien decide decirlo todo junto y sin ambages.

-Tu amado Esteban ha caído en las garras de una persona o grupo de tendencias sadomasoquistas. Debe tener el cuerpo lleno de hematomas y heridas, de allí su dificultad al caminar. En cuanto a la mujer, en esas fotos está disfrazada de dominatrix a algo así.

-Dominatrix. ¿Qué es eso?

- Son mujeres que adoptan el papel dominante de amas y soberanas en los rituales de BDSM.

-¿Y qué es eso?

-Dominación, sumisión, disciplina, en general de base sadomasoquista. Imponen su voluntad a sus víctimas, a quienes consideran sus esclavos y les hacen todo tipo de cosas degradantes. Mira Valentina la baja de autoestima que encuentras en Esteban debe tener su origen en la consciencia de su rol.

-¡Qué horror! Pobre Esteban. ¿Qué se puede hacer para arrancarlo de ese medio?

-¿Que pueden hacer Luz o tú?

-Luz ya está buscando otros horizontes, además no tiene el temple para lidiar con un tema como este. Si supiera en que está metido esteban seguramente trataría de alejarse lo más posible de él.

-Lo cual te deja el camino libre para rescatarlo a ti ¿No es verdad?- Lía había colocado su mano sobre el antebrazo de Valentina, quien asintió con un mohín.

- Escucha. No te puedo decir que debes hacer para rescatarlo, lo cual puede ser posible o no. Pero hay algo que debes tener en cuenta si vas a asumir la tarea.

-¿Qué es?

-Que el BDSM no depende sólo de la personalidad dominadora de la dominatrix, sino de cierta predisposición preexistente del dominado.

-¿Quieres decir que acepta su papel?

-No sólo que lo acepta, sino que lo desea. Es decir que una vez que lo ha probado, estará buscando ese rol, aunque desaparezca la dominatrix actual de la escena.

-¿Y entonces qué puedo hacer?

-Ocupar su lugar.