Lucrecia estaba con Tatiana tomando el té. Su celular sonó estridentemente. La mujer lo tomó y leyó el mensaje. Luego se encogió de hombros.

-¿Quien te mandó un mensaje?- Preguntó la rusa.

-Esteban.

-¿Y qué te dice?

-También embarazó a su negra.

-Es realmente un padrillo ese polaco. Tiene a dos mujeres preñadas al mismo tiempo.

Lucrecia apartó su cara y Tatiana adivinó que estaba por llorar, lo que nunca había ocurrido antes en su ya larga relación.

-¿Pero eso no es todo, verdad?

Lucrecia no respondió y le entregó su celular. Allí la rusa leyó el mensaje completo.

“Cuando te escribo este mensaje Valentina está sentada sobre mí. Hemos tenido una sesión de “sumisión extrema”, recordarás el término. Ha aprendido muy rápido y tiene todos los instintos que tiene que tener. Además ha quedado embarazada.”

Tatiana se enterneció y abrazó a su pupila.

-Lo siento. Ves que el muchacho en quien tenías tan grandes expectativas se te aleja. Yo te había prevenido que podía ocurrir.

-Ya no me afecta. Tengo a ese muchacho rosarino de que te hablé.

-¿Qué edad tiene?

-Veinte años.

-Habrá visto que estás embarazada.

-No le importa. Lo tengo bien sujeto.

-Y siempre me tienes a mí.- Agregó Tatiana.

-Siempre te tengo a ti.  

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Nota del autor: aún en las relaciones más complejas y retorcidas, todos pueden quedar felices...a su manera.