AGRADECIMIENTOS

A Diego Arguindeguy, por compartir su sabiduría infinita y calmar todas mis dudas.

A Gustavo Béliz, por su eterna generosidad.

A Luciano Olivera, por su ayuda en los asuntos camperos.

A mi editora Mercedes Güiraldes, por su escucha permanente.

Y en especial a Nacho Iraola, por confiar, confiar y confiar.