25

Adam

—O vienes esta noche para que te vean entrar en mi casa con una sonrisa o la declaración que haga mañana será diferente, Adam.

Esas fueron las últimas palabras de Adeline cuando me colgó.

—¿Qué pasa? —preguntó Dan, tratando de mantener la voz baja. Me llegaban los murmullos de Lucy hablando con Aiden mientras empezaban a levantar el fuerte que Lucy le había prometido. Comprobé la hora; eran las diez: hacía mucho rato que había pasado la hora de acostarse de Aiden.

—Quiere que haga una declaración con ella; básicamente, insinuar que vamos a volver a estar juntos.

La cara de Dan se volvió más dura.

—¿Y si no lo haces?

—Si no lo hago, hablará sobre Aiden.

—Ni siquiera ella haría eso —repuso Dan, a pesar de que frunció el ceño—. ¿Acaso no se da cuenta de que eso se volvería contra ella?

Noté un nudo en la garganta al tratar de tragarme la ira, cuando todo lo que quería hacer era lanzar el teléfono contra la pared y estar con mi hijo y con Lucy. Escuché que Lucy fingía un gruñido, y las risas de Aiden llenaron la casa.

—Tengo que irme —dije bruscamente, mirando a Dan mientras las carcajadas de Lucy y Aiden resonaban en mis oídos—. Se siente acorralada. No piensa con claridad, y no puedo arriesgarme a que cometa un error de ese calibre.

—Te llevaré allí.

Asentí con la cabeza mientras Dan abría la puerta y salía.

—Pon el coche en marcha; voy ahora mismo.

Encontré a Aiden de pie frente al televisor, riéndose de Lucy mientras trataba de salvarse del ataque de una sábana sobre su cabeza.

—Te atraparé, pequeño humano —gruñó ella, y se acercó a Aiden. Él gritó hasta esconderse detrás de mis piernas.

—Aiden, ¿por qué no pones también las almohadas de mi habitación?

Inclinó la cabeza a un lado para mirarme.

—¿Podemos cogerlas todas?

—Por supuesto. Si vamos a hacer un fuerte, más vale que sea cómodo, ¿no crees?

Asintió con entusiasmo y salió corriendo, y me volví para encontrar a Lucy mirándome con una expresión de comprensión mientras se colocaba la sábana con trenes de Aiden sobre los hombros.

—Tienes que marcharte.

Cerré la distancia entre nosotros y la cogí entre mis brazos, respirando su suave aroma para calmarme. La sábana se le deslizó por los hombros y revoloteó hasta el suelo mientras ella movía las manos sobre mi pecho, entendiendo de forma instintiva lo que necesitaba de ella.

—Tengo que hablar con ella. Quiere… Si no lo hago, va a cometer un gran error.

Se apartó y me miró a los ojos durante unos segundos.

—Lo comprendo.

Sonreí. No podía entenderlo. No podía saber cuánto le dolería a Aiden que Adeline dijera algo estúpido delante de las cámaras solo para desviar la atención de ella misma.

—No creo que puedas, pero prometo explicarte todo algún día.

En el momento en que esas palabras salieron de mi boca, supe que había cometido un error, incluso antes de ver cómo retrocedía. Y se apartó por completo.

—Dijiste que hablaríamos, es cierto. Ya lo haremos algún día.

—Lucy, no. —Le acaricié la cara, y me consoló ver que no se iba—. Esto…, lo que sea que está pasando en la vida de Adeline, no nos afecta en absoluto. No vas a huir de mí.

Aiden regresó con dos almohadas contra su pecho, más grandes que su pequeño cuerpo, y tuve que soltar a Lucy. Le cogí las almohadas a mi hijo, lo levanté en brazos y le di un beso en la frente.

—Tengo que ir a ver a tu madre, pero volveré tan pronto como pueda. ¿Vale?

—¿Y Lucy se queda? —Sus ojos revoloteaban entre Lucy y yo.

—Sí. Lucy se queda contigo. Empezad a ver la película y me pondré al día cuando vuelva, ¿de acuerdo?

—¿Vas a conseguir que mamá no llore más? He tratado de darle un abrazo, pero ella no quería.

Lo abracé un poco más fuerte.

—Cuidaré de tu madre. No te preocupes por nada, hijo. ¿Vas a hacerme caso?

Me abrazó el cuello y asintió con la cabeza.

Le di las gracias a Lucy y bajé a Aiden para que pudiera volver a construir el fuerte con su amiga. Antes de que pudiera darse la vuelta, le robé un beso rápido a Lucy que no duró lo suficiente y me marché.

Cuando el asistente me abrió la puerta, Adeline estaba andando por el salón, donde estaban todas las cortinas echadas. Yo tenía razón: la calle estaba repleta de paparazzi que parecieron volver a la vida tan pronto como vieron aparecer mi coche por la esquina.

—Dejadnos a solas —ordenó Adeline a su asistente y a Dan.

Aunque Dan ya sabía todo lo que había que saber sobre nosotros, preferí mantener esa conversación con Adeline en privado..

—Tenemos que hacer una declaración —empezó a decir mientras se encendía un cigarrillo—. No me mires así —espetó antes de que pudiera hacer cualquier tipo de comentario—. Es solo por el estrés. No voy a empezar a fumar de nuevo.

Me quedé en silencio. Por lo que a mí concernía, podía fumar hasta morir.

—Tenemos que hacer una declaración —repitió—. Los dos juntos. No sé qué diremos exactamente, al menos no lo sé todavía, pero tienes que estar frente a las cámaras a mi lado, dándome la mano. Neil y tu madre están de acuerdo conmigo.

—¿Mi madre? ¿Sigues en contacto con ella?

Exhaló un poco de humo, y me encontré tratando de fijar exactamente cuándo todo había empezado a ir mal para nosotros. ¿Había ido bien alguna vez?

—Me dijo que no respondías a sus llamadas. Esto… esta situación también les afecta a ellos. No quieren que el nombre de la familia se vea relacionado con nada así.

—¿Se han olvidado de que ya no formas parte de la familia?

Aplastó el cigarrillo en un cenicero con movimientos bruscos y sacó otro del paquete mientras alzaba la cabeza hacia mí.

—¿No soy la madre de Aiden, Adam? ¿No me convierte eso en parte de tu familia para siempre? Y puede que prefieras no hablar con ellos, pero, aun así, yo los considero mi familia.

Por supuesto que sí. Encajaba perfectamente con ellos.

Apreté los puños y miré hacia las ventanas que daban a una pequeña casa de huéspedes y al jardín trasero.

—Yo también lo pienso así. Neil cree que la única razón por la que no han mencionado con quién estoy en el vídeo es porque le han cortado la cara. Por las fotos que están filtrando, no parece que tengan un mejor ángulo, y podemos usar eso a nuestro favor. Podemos publicar una declaración o conseguir que Neil nos entreviste al respecto, u otra persona si quieres. Él cree que la mejor manera de llevar esto es decir que lo filmaron sin nuestro conocimiento y que no sabíamos nada al respecto.

Pensé que me había perdido algo.

—¿Perdón? ¿Qué quieres decir con «sin nuestro conocimiento»?

—Tenemos que decir que es un vídeo nuestro. La fecha coincide. La única razón por la que todos están tan obsesionados es porque creen que te engañé y que es la razón de nuestro divorcio. Si les decimos que eres tú, perderán el interés. Has venido aquí esta noche… —Hizo un gesto hacia fuera con el cigarrillo entre los dedos—. Te han visto al entrar, eso ayudará. Después de todo, si te hubiera engañado, no habrías venido.

—Pero esa no es la razón por la que estoy aquí, ¿verdad?

Dio una calada profunda al cigarrillo y sopló el humo hacia el techo.

—No, no es así. Y como te he dicho por teléfono, no quiero hacer una declaración sobre Aiden, pero, si me obligas, para salvarme a mí misma, a mi carrera, lo haré. Después del divorcio, esto es todo lo que tengo, Adam. Si no hubieras pedido la custodia, quizá no habría ocurrido nada, pero ha pasado todo a la vez. No puedo permitir que un vídeo con contenido sexual me destroce la vida.

Nos miramos fijamente en el silencio que siguió a sus palabras. Me obligué a sonreír y aplaudí su actuación.

—Y cuando nos eches a los leones, ¿agregarás que fue idea tuya desde el principio?

Sonrió; la tensión se disipó de sus rasgos, y eso la hizo parecer tierna y dulce.

—Por supuesto que lo haré. No lo querías después de todo. Yo fui la que tuve que convencerte. No puedes negarlo, ¿verdad?

—¿Qué ha pasado, Adeline? ¿Qué te ha pasado? —pregunté, ya asumidos el shock y el disgusto.

Apagó el cigarrillo y se acercó a mí.

—Quiero a Aiden, Adam. Lo quiero. Por favor, no me hagas hacerle daño. No ha salido nada como yo quería, pero lo he hecho lo mejor que he podido. Intenté ser tu esposa con todas mis fuerzas, y no me merezco esto. Todo lo que pido es tu ayuda. Nada más. Podemos actuar como si pensáramos en volver a estar juntos. Fingiremos que esto nos ha unido de nuevo, y cuando las aguas se calmen y yo empiece a filmar regularmente, te cederé la custodia exclusiva…

La puerta del salón se abrió de golpe, sobresaltándonos a los dos.

—Dan, ¿qué ha pasado…?

—Tenemos que irnos. Tenemos que irnos ahora mismo.