Melisa
Tuvimos que irnos pronto porque la hermana de Blanca se había dejado las llaves de casa y necesitaba su bolsa de patinaje para el entrenamiento. Creedme si os digo que pensaba que no había nadie más despistada que yo hasta que ella me robó el puesto. No puedo afirmar cuantos planes se han visto truncados por sus despistes o por sus interrupciones. Es solo un año menor que nosotras, pero si mis hermanas consideran que yo vivo en los mundos de Yupi, ella se queda corta.
En fin, que no me enfado porque no suelo hacerlo nunca, vivir tanto a mi bola me ha enseñado a canalizar mis emociones y no descontrolarme sin necesidad. Si le preguntáis a mis hermanas, no estarán de acuerdo con esa afirmación, pero como os lo cuento yo, lo hago a mi manera. Dejando este apunte de lado, solo pude deleitarme con su rostro durante una hora. Creo que nuestras miradas se cruzaron en más de una ocasión. No es la primera vez que intuía que estaban hablando de nosotras, pero seguía reuniendo el valor para acercarme. Yo, que soy directa por naturaleza o, dejémoslo, en medio directa, un mix de Prieto 1 y Prieto 2. Sin embargo, con este chico, me paralizo.
He visto chicos guapos o hombres, mejor dicho. Sin ir más lejos, la fiesta de final de verano parecía la pasarela de moda. Y porque me quedaban demasiado grandes, Lorena me vigilaba como un halcón y los Ramírez los tenían a todos advertidos, que si no, me hubiese compinchado con Chloé para conocer a alguno más a fondo. No tengo problemas con la edad. Vale que solo tengo dieciocho años y tan solo hace un año que perdí la virginidad. Sí, con mi mejor amigo y aunque no me arrepiento de ello, tampoco fue lo placentero que esperaba, así que no me siento muy orgullosa. Suerte que luego he tenido algún que otro polvo que me ha demostrado que se puede disfrutar de lo lindo. Pero esa noche solo podía mirar sin catar y, perfectamente, mojé bragas con más de uno.
Lo sé, lo sé, me estoy volviendo a ir por las ramas, pero, en el fondo, todo tiene su conexión y su lógica, solo es cuestión de paciencia. Esto venía a que he tenido hombres y no chicos o niños, guapos, maduros, sexis, que te quitan el hipo, que te hacen mojar las bragas con una sonrisa…, todos ellos delante de mí y sin ponerme nerviosa o comportarme como una estúpida. Incluso conviví con Lucas, Sergio y Pablo una temporada y fui lo más natural que podría ser. En esas circunstancias no tenía otra y no estaba preparada para esa invasión de mi intimidad. Lo que no entiendo, que después de toda esa experiencia, de los consejos o clases particulares para enfrentarse a la vida, como le suele gustar a Chloé llamar a nuestras charlas —esas de las que últimamente tenemos de más y en alguna que otra sumamos la presencia de Lucas que no deja de decir que ni caso a mi hermana, que le falta un hervor— no pueda acercarme a un chico guapo.
Y no os creáis que no lo he intentado, la semana pasada, incluso, me levanté de la mesa y me acerqué bastante decidida, a mi parecer, solo que, cuando me quedaban dos pasos, decidí que me haría pis encima si no cambiaba la ruta hacia el baño. Por lo que no quedó más remedio que acudir al aseo, soy una señorita y debo cubrir mis necesidades donde tocan. A todo esto, que sepáis que no he hablado de ello con ninguna de mis hermanas, sé que una me diría que estoy acosando al chico y que no debería actuar así, y la otra se lamentaría de tener una hermana a la que le faltan agallas. Mi única confidente es Blanca.
—Estaría bien que la semana que viene te atrevieses a decirle algo, antes de la fiesta de Navidad —me suelta cuando nos hemos sentado en su sofá.
—Estaría bien que dejarás de hacer ver que tú me acompañas y no miras a Biel como si lo quisieras desnudar. —Que yo no me chupo el dedo tampoco.
Sabemos que se llama así porque este es de nuestra era, como la gente normal tiene redes sociales y lo hemos podido investigar. El resto de la troupe son Arnau, Thiago y Roc y aunque Biel tiene su atractivo, yo me quedaría con el sin nombre y con Roc con los ojos cerrados. Tienen un aire a malotes que me va. Será que, como Chloé, he desarrollado una conexión con los que sé que me pueden dar caña. Y sí, lo voy a tener que llamar sin nombre hasta nuevo aviso, porque estando como está, no es naturaleza humana como tal, encima no tiene manera de que lo localicemos. Tal vez deliro más de la cuenta, y si no fuese porque Blanca me dijo la primera vez que lo vimos que tenía toda la razón en que estaba jodidamente bueno, pensaría que se trata de una ilusión óptica.
—¿Qué tal si dejamos de hacer el tonto y nos presentamos las dos? —Esa idea ya me gusta más.
—Es que sería un poco demasiado arriesgado presentarse tal cuál en su mesa. —A veces me sale la vena Lorena y tengo que medir las consecuencias—. No sé a cuantos habremos echado de nuestra mesa en noches de marcha, pues imagínate en una comida y en un bar cualquiera… ¿Y si piensan que somos unas crías?
—No por favor —se queja—. No voy a volver a escuchar ese discurso lleno de excusas baratas. Voy a tener que llamar a tu hermana para que te espabile, y créeme, no te va a gustar.
—Será mejor que no la interrumpas, hoy tienen cena en casa de Lucas y me temo que debe estar en proceso de cocinado y no precisamente la comida.
—Si antes de Navidad no le has entrado te juro que me chivo a toda tu familia el día de las uvas. —La muy cabrona sabe jugar sucio.
— ¿Es una amenaza? —Recordad que yo he tenido siempre muy buenos maestros—. Vas a lamentar haber dicho eso.
—Mel, olvidas que te conozco más que tú, y más te vale no planear jugar al juego de mi amiga está interesada en tu amigo, porque no te va a quedar mundo para correr.
—Pues mataríamos dos pájaros de un tiro. —Es cierto, yo hablaría con el mío y conseguiría que el otro se fijara en ella.
—¿Quieres que lo hagamos al revés?
—Mejor no. —Esa opción no me atrae tanto, ya no tengo cinco años para que hablen por mí—. Puedes poner Los Bridgerton.
Mejor centrarse en una serie que seguir hablando como besugos, porque esta conversación es eso, no vamos a sacar nada de ella. Tengo que decirle algo y lo tengo claro, nunca me han faltado agallas y no puede ser tan difícil. Me acerco le pregunto su nombre, me intereso por algo, porque acercarse sin un tema de conversación preparado podría hacerme parecer una psicópata, y luego espero que la conversación fluya, o lo que no sea conversación. Siendo sincera es justo lo que busco, la falta de conversación entre los dos. Ya podría habérmelo encontrado de fiesta en alguna ocasión. Investigando los otros perfiles dimos con que a principios de octubre coincidimos en la misma fiesta y a mediados de noviembre estábamos en el mismo local. Sí, sé lo que estáis pensando, que estoy puto desesperada, y es cierto. Creo que, cuando me obsesiono con algo, es más fácil sacarme la cabeza que la idea y me obsesioné con él cuando lo vi en ese bar. Aunque no le estoy guardando el luto, solo faltaría, que bien sé que ese grupito no lleva sin mojar desde que llegaron al mundo y yo soy de las pro igualdad en todo, si ellos disfrutan, yo también.
Solo me queda idear un plan para la semana que viene, algo que sea convincente, lo suficiente para acordar tomar una copa en la fiesta de Navidad del fin de semana y tener el polvo de despedida del año con un dios del sexo. Vale, que tampoco sé si lo es porque no lo he catado, pero imagino que no soy la única que cuando ve un ser como ese piensa: tiene que ser un increíble empotrador. Y yo quiero pensar que hay un 0,000001 % de posibilidades de equivocarme. Bueno, eso si consigo probarlo, si no, espero que sea porque es nefasto, porque no rinde, porque no sabe dar placer o porque le gusta el otro bando; por suerte o por desgracia, en la vida me han impedido caer en el trago de tener que fingir.
Deseadme suerte, porque o hago el ridículo o mi amiga se chiva, no hay otra opción posible.