Adrien
El beso me supo a nada. Y no a nada porque no me entrasen ganas de devorarla entera, hacerla mía y no tuviese un sabor increíblemente bueno, sino porque se me quedo pobre. No me sirvió de una mierda. Me quedé como un completo pardillo, con la cara del peor de los idiotas y me di cuenta de que algo debía haber hecho terriblemente mal para que no quisiera venir conmigo. Tal vez tenía un poco de razón, no nos conocíamos de nada, o de poco; conversé con ella mucho más que con la mayoría, aunque no tenía por qué fiarse de mí. Pero a ver, sinceramente, me estuvo calentando toda la noche, sus miradas prácticamente me desnudaban y me encendían por igual, no podía ir de mojigata, que me pidió guerra en más de una ocasión. Y eso es hacerse la marrana, es de muy mala persona dejarme como me dejó, pero, incomprensiblemente, no puedo enfadarme porque necesito tener esa intimidad con ella y poder demostrarle que mi juego es mucho mejor. Al único al que me quiero cargar es a mi fiel amigo Roc y, de paso, a su querida Sabrina. No solo se rieron de mí durante toda la vuelta a casa, tuve que aguantar su gran maratón de sexo porque Sabrina nunca ha sido muy silenciosa y la noche tenía un plus añadido: el tocarme los cojones a mí. El domingo fui el gran payaso durante todo el día. Ninguno de los dos recordaba una chica que me haya dicho que no, y no es que lo diga yo, lo dicen ellos y por mucho que les diga que no me dijo que no, solo que lo pospusimos, no hay manera de que les entre en la chaveta. Con un beso de despedida como ese y el «sueña conmigo» que vino después, que escondía un «cáscatela pensando en mí», no puedo afirmar que me hubiese dicho que no, todo lo contrario. Solo necesito idear un escenario mejor, darle mi DNI si eso le da más confianza. Vamos, no me jodáis, sabe dónde encontrarme, ¿qué pensaba que iba a hacerle? Solo hubiera llegado hasta donde ella me hubiese dejado. Estoy muy concienciado en estos temas.
—¿Ayer dormiste mejor o tuviste pesadillas? —Se ríe de mí Roc mientras nos sentamos a tomar el café antes de primera hora.
—Pensé en cómo se lo comías a Sabrina y me dio lastima la pobre. —Si el lunes empieza así, mal vamos.
—Ambos sabemos que soy capaz de darte unas clases, siempre y cuando la chica no te deje a medias…
—Roc no estoy para bromitas, no necesito mojar en todas las fiestas. —¿Eso lo digo para convencerme a mí o a él?
—¿Sabes que Biel quedó con Blanca ayer para tomar algo por la tarde? Tal vez sea él quien deba darte las clases.
—Y ¿por qué no sabía yo eso? ¿Tenéis un chat a parte?
—Me lo encontré al volver y no dijo nada porque Blanca aceptó con esa condición, cosas de chicas imagino.
—Cosas de crías. Anda, vámonos que al final llegamos tarde.
Su risa se oye en toda la cafetería, pero no voy a entrar a discutir. Es el hándicap de conocernos demasiado, que el muy cabrón sabe que me afecta no tener las cosas bajo control con una chica y que ha despertado demasiada curiosidad en mí. Porque tampoco voy a negarlo, tiene algo especial que me atrae de manera diferente. El sábado pude largarme con cualquiera, incluso Jana vino a ver si tomábamos algo más íntimamente y, conociéndonos, sabía que quería decir ese íntimamente. No me hubiese ido con ella porque estoy tratando de hacerle entender que no tendremos más que lo que teníamos, pero había otras candidatas. Y, sin embargo, no pude desviar los ojos de esa chica que parecía tenerme hipnotizado. Se mostraba muy abierta, risueña y relajada cuando estaba con los chicos, como si los conociera de toda la vida. A la vuelta, todos la alababan y me tocaron más los cojones. Me taladraron tanto la cabeza que prefiero no recordar. Ya con tener los huevos hinchados y casi tener que cascármela yo solo para bajar la excitación tras ese beso, fue suficiente. Pues bien, Melisa tiene algo y probablemente sea que no me lo está poniendo fácil y que le gusta tentarme y, una vez lo consiga, se me quite tanta tontería y obsesión. La putada es que el viernes me voy a París y a mi vuelta debo centrarme en los exámenes, no puedo estar jugando a los ligues ni conquistando a una chica, pero, sobre todo, no puedo estar perdiendo el tiempo pensando en nadie. Esto se complica, porque llevo un día entero recreando el beso y no hay manera de que mi cabeza me dé una pequeña tregua.
A medio día, mientras comemos antes de meternos en las prácticas, dejo de hacerme el pasota y suelto la pregunta que tanto me está carcomiendo por dentro.
—¿Qué tal ayer con Blanca? —le pregunto a Biel y me da igual que la conversación no fuese en esa dirección y que alguno de los presentes no lo sepa.
—De maravilla, esa chica me gusta. —Y yo me alegro que le guste, pero eso no es lo que me interesa saber—. Y no pienso joderla Adrien, no voy a meterla en un apuro.
—¿Qué clase de apuro? —A veces es mejor hacerse el inocente.
—No voy a tenderle una trampa para poner a Melisa en medio. —Vale, íbamos en la misma dirección.
— olo coméntalo con ella, tal vez te sorprenda y quiera ayudar. —Por nuestro primer intercambio de palabras, me parece estar en lo cierto, Blanca estaría de mi parte.
—Vamos a cenar hoy, no prometo nada. —Ya es un inicio.
—¿Tres días seguidos? —suelta entonces Roc y aprovecho para que no me taladren a mí y cambien su diana.
Pues sí que le ha dado fuerte con la chica. Yo me alegro por él, que yo no quiera atarme tan pronto no significa que ellos deban seguir mis pasos. Yo, mientras sean felices, no me opondré a nada. Por lo que cuenta ,ayer estuvieron muy bien y se pudieron conocer más ya que en la fiesta el ambiente era otro y estuvieron a otras cosas. Blanca es mucho de su estilo y tiene su mismo humor y, además, descubrieron que viven muy cerca así que no han cerrado puertas a verse durante la Navidad. Y yo teniendo que estar en otro puto país. Ya los veo a todos quedando para estudiar y yo sin poder acercarme a Melisa. Vale, no, esos no son los pensamientos que debería tener. Si ya lo digo yo, que estoy perdiendo un poco la chaveta.
A la salida de la universidad me cruzo con Jana, y por la cara que trae no está muy contenta. Algo que ni me va ni me viene, aunque tampoco me gustaría acabar mal con ella.
—¿En serio, con una de primero? —Directa.
—¿Qué te pasa? —No tengo que darle ninguna clase de explicación.
—¿En serio me rechazaste el sábado por una de primero? ¿Melisa Prieto? ¿De verdad?
—Me alegro de que sepas quien es. —A veces, hasta me asusta lo que son capaces de investigar cuando se lo proponen y no quiero más detalles que haya podido descubrir, prefiero hacerlo por mí mismo.
—¿Tan poco te importo?
—No es cuestión de que me importes o no Jana, nos lo pasamos bien, pero ambos sabíamos lo que teníamos, no sé qué películas te has montado, pero yo no iba a dar ningún paso más. —Siento ser duro, pero es la única manera de que logre entenderlo.
Y, sin esperarlo, se abalanza sobre mí. Me pilla totalmente desprevenido y sin quererlo le devuelvo el beso. A ver, es Jana y la jodida está bien buena y sabe lo que hace. Pero cuando soy consciente de lo que estoy haciendo, me separo. Yo iba dispuesto a largarme a casa, tengo trabajos que entregar esta semana y me urge más estar al día en mis estudios que estar lidiando con estos ataques de celos. Odio que la gente se ponga a jugar cuando no sabe. Si sabes que te vas a terminar pillando o vas a querer algo más de lo que se te propone, déjalo, no quieras hacerte el duro porque, luego, es peor.
—¿No has sentido nada? —me pregunta separándose.
—Una excitación de mil caballos, —vamos a decirle algo bueno para que se ablande un poco—, pero no lo que tú esperas que sienta. Lo siento Jana, yo fui claro contigo y no quiero que estemos mal, ahora tengo que irme. Además, no es la primera chica con la que me ves. —Caigo en la cuenta.
—He visto cómo la miras. —Lo que me faltaba, vaya frasecita más típica.
—Vuelvo a repetirte, no te montes películas. Nos vemos mañana.
No quiero seguir esta conversación, demasiado intensa para mí y para este momento. No generalizaré en que son cosas de chicas, porque también conozco chicos de este calibre, pero deberían dejar de ver tantas cursiladas por la tele o en los libros que luego lo transportan a la realidad y ni los Oscar estarían a la altura de la que se montan.
Por suerte recibo el mensaje que esperaba cuando me tumbo en la cama.
Biel: Blanca está con nosotros.