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Melisa

He releído el mensaje más de diez veces. Esto no puede estar pasando. Este chico es tonto. Le faltan neuronas. Se ha dado un golpe en la cabeza. París le ha dejado traspuesto. Yo qué sé. Necesito una explicación convincente. Tenía razón cuando ha dicho que no lo conozco, pero gracias a Chloé sé distinguir muy bien los chicos que son para divertirse, y él cumple todos los requisitos para formar parte de esa lista. Que sí, que hay muchos que parecen buenos chicos y, al final, son todo lo contrario, o al revés, pero si la gente no se mueve por estereotipos, miente. Ya habrá tiempo para salir con eso de que la excepción confirma la regla, de que no se pueden meter todos en el mismo saco y todas esas historias. Por el momento, me ciño a lo que conozco y con lo que me siento cómoda. Este chico solo busca diversión y punto.

De todas maneras, ¿debería contestarle? O sea, tendría que ser educada. Además de que, si Blanca y Biel siguen con su tontería, vamos a coincidir en más de una ocasión y quedaría un poco feo, ¿no? Aunque también podría pasar del tema, hacer como que no lo he visto. Claro, que si luego me sacara el tema cara a cara, mis problemas serían mayores porque se me tragaría la vergüenza. Así que solo se me ocurre una cosa.

Melisa: Sé que estáis muy ocupadas, tal vez ya estéis en el quinto o sexto orgasmo del día, pero mañana venid a desayunar, necesito vuestra ayuda.

Ellas no me fallan nunca, te pueden dejar en evidencia, reírse de ti o contigo o echarte la más grande de las broncas, pero siempre van a estar ahí. No me preocupo ni de que respondan, cenaré algo rápido y me meteré en la cama. Mis padres están en la montaña, vuelven el día 4 ya para organizar los Reyes, así que puedo saborear la tranquilidad antes de dormir. O de intentar dormir, ya que sería más fácil si, cada vez que cierro los ojos, no se me apareciera cierto rostro o cierto culo. Porque sí, hoy me he dedicado a analizarlo bien y no he visto cosa más perfecta nunca.

No sé cuándo me quedo dormida, pero lo hago, como tampoco sabría deciros con exactitud lo que he soñado porque lo tengo un poco confuso y prefiero no tener que analizar ciertas cosas. Recordad que estoy estudiando Psicología y no quiero pertenecer en ese grupo que dicen que los locos estudian a los locos. Yo me considero muy cuerda a pesar de que me falte algún tornillo, eso es culpa de mis hermanas, segurísimo. Cuando entro en la cocina, me las encuentro sentadas en ella preparando café y hasta Lorena ha traído pastas. Si es que, cuando quieren, son un amor.

—Que sepas que he renunciado a mi polvo mañanero por ti. —Esa, evidentemente, es Chloé, Lorena sería incapaz de hacer un comentario así en voz alta.

—Me han pedido una cita — uelto.

—¿Y eso es importante? Decías que necesitabas nuestra ayuda, creo que ninguna somos expertas en eso —se ríe Lorena, Jaime le está sentando bien.

—Yo tuve una y la cagué, mírame ahora. —Chloé hace ver que piensa—. No, realmente es lo mejor que me ha pasado. Pero, Mel, tienes dieciocho años, deberías estar pensando en…

—No te atrevas a decirlo —la amenaza Lorena—. Cuéntanos quien es él.

—Pues… es un chico de Odontología que conocí en un bar, a mediodía —puntualizo y omito ciertas informaciones de acoso aunque sé que Chloé sabe detalles—. Es amigo del novio de Blanca y hemos coincidido algún día, compartimos un café y teníamos otro pendiente, pero me ha enviado un mensaje diciendo que prefería una cita. —Es un breve resumen, por el momento no necesitan más.

—Los amigos de Biel me cayeron bien —dice Lorena.

—No estaba en la fiesta —aclaro, aunque tampoco estuvieron tanto rato con ellos como para saber quién es quién.

—Pues dile quedáis el treinta y uno de febrero —propone Chloé.

—Febrero no tiene treinta y uno —se desespera Lorena.

—Lo sé, idiota, pero tiene que hacerse la dura, además de que ahora tiene que centrarse en los exámenes —lo dice como si ella hubiese hincado codos en alguna ocasión.

—Como si tú te hubieses resistido mucho a Lucas. —Yo ya me he convertido en una mera espectadora en este partido de tenis.

— Ya he aclarado ese punto antes, y yo sabía que era el indicado para mí, no tardé tanto como tú.

—Nadie dice que este no lo sea para ella.

—Melisa tiene que disfrutar un poco, no todas nos quedamos con el que conocemos a los cinco años.

—Mejor le digo que le aviso cuando pueda —intervengo antes de que estas se tiren de los pelos.

—¡Nooo! —Se giran las dos a la vez.

Después de eso los ánimos se calman un poco. Dejadme aclarar que no es una disputa a malas, yo estoy tan acostumbrarlas a presenciarlas que no me preocupo nada. Les encanta tirarse ese tipo de pullas, pero luego se quieren a más no poder. Nada de lo que alarmarse. Y, en ocasiones, hasta es divertido. Sé que Chloé es de las que piensa que necesitas vivir un poco antes de encontrar a tu media naranja porque, hasta hace poco, consideraba que eso mataba a cualquiera. Ahora que ha encontrado la suya, le ha cambiado un poco el pensamiento, pero sigue bastante aferrada a que hay que experimentar con más de uno. Como si tuviésemos que besar a más de un sapo para encontrar a nuestro príncipe. Lorena es totalmente opuesta a ella, prefiere pensar que es el príncipe de primeras aunque luego resulte ser una rana, pero ella tampoco ha vivido tanto, siempre ha estado enamorada de la misma persona. Yo tengo claro que Adrien puede ser medio príncipe medio rana. Puede ayudarme a experimentar y a disfrutar, pero seguro que consigue penetrar un poco en mi corazón y es lo que me asusta. ¿Qué pasará después?

Tras de más de una hora en la que debaten sobre si debería decirle que quedemos un día concreto, si debería dejarlo en el aire o si debería darle el poder de que decida él, me planteo si ha sido buena idea traerlas aquí. Sé que no era un asunto de vida o muerte, pero pensaba que me dejarían las ideas un poco más claras y sabría si debo o no aceptar una cita. Parece hasta un asunto de estado.

Bueno que, a todo esto, he decido que le responderé después de Reyes y me aventuraré a ver que propone, tampoco quiero parecer desesperada y me parece un margen de tiempo razonable. Y vamos, que, si no le parece bien, problema suyo.

Como estamos las tres juntas, aprovechamos el día para ultimar los regalos para la familia, que estas están tan distraídas con sus relaciones que parece que se hayan olvidado del resto del mundo. Apunto han estado de llamar a Jaime y Lucas para que viniesen a dar su opinión. Incluso, Chloé ha sugerido que viniese Fer para que pudiera hacerme entrar en razón y ver que tenía que cambiar el rumbo y salir de fiesta a desmelenarme con el primero que me atrajese. ¡En pleno enero! ¡En pleno mes de exámenes! Podéis imaginaros la reacción de Lorena, así que la idea ha quedado en plan fallido.

Os dejo de dar la brasa, me temo que ha sido suficiente bombo por un simple mensaje y, al final, quedará todo en que dijo cita por no decir una cerveza y yo haciendo el cazurro. Si ya lo dicen, estas cosas nos atontan, y yo voy directa a volverme majareta. Pero es que si lo vierais…

Stop. Lo dejo, de verdad que lo dejo. Le enviaré el mensaje cuando acaben las Fiestas y ya entonces veremos qué pasa.