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Carta a Mumia Abu-Jamal

ABRIL DE 1999

Para: Mumia Abu-Jamal. Unión Americana.

Señor Mumia:

LE ESCRIBO A NOMBRE de los hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional para felicitarlo por el 24 de abril, que es el día de su cumpleaños.

Tal vez usted ha escuchado hablar de nosotros. Somos mexicanos, mayoritariamente indígenas, y nos alzamos en armas el primero de enero de 1994 demandando voz, rostro y nombre para los olvidados de la tierra.

Desde entonces, el gobierno mexicano nos hace la guerra y nos persigue y acosa buscando nuestra muerte, nuestra desaparición o nuestro silencio definitivo. ¿La razón? Estos suelos son ricos en petróleo, uranio y maderas preciosas. El gobierno las quiere para las empresas transnacionales. Nosotros las queremos para todos los mexicanos. El gobierno ve en nuestras tierras un negocio. Nosotros vemos la historia escrita en nuestro suelo. Para defender nuestro derecho (y el de todos lo mexicanos) a vivir con libertad, democracia, justicia y dignidad nos hicimos ejército y tomamos así nombre, voz y rostro.

Tal vez usted se pregunte cómo nos hemos enterado de usted, de su cumpleaños, y el por qué tratamos de tenderle este largo puente que va desde las montañas del sureste mexicano hasta la prisión de Pennsylvania que lo tiene encerrado injustamente. De usted nos han hablado gentes buenas de varias partes del mundo, por ellas nos hemos enterado de la emboscada que le tendió la policía norteamericana en diciembre de 1981, de las mentiras que construyeron en el proceso en contra suya, y de la sentencia de muerte en 1982.

De su cumpleaños supimos por las movilizaciones internacionales que, con el nombre de “Millions for Mumia”, se prepara para este 24 de abril.

Del puente que ahora proponen estas líneas que le escribo es más complicado hablar. Podía decirle que, para el gobierno y los poderosos de México, el ser indígena (o parecerlo) es motivo de desprecio, de asco, de desconfianza y de odio. El racismo que puebla hoy los palacios del Poder en México llega al extremo de llevar adelante una guerra de exterminio, un etnocidio, en contra de millones de indígenas. Estoy seguro de que usted encontrará semejanzas con lo que el Poder en Estados Unidos hace con la llamada “gente de color” (africano-americano, chicanos, portorriqueño, asiáticos, indios norteamericanos y cualquier otra raza que no tenga el color insípido del dinero).

Nosotros somos también “gente de color” (justo como de nuestro hermanos de sangre mexicana que viven y luchan en la Unión Americana). Somos de color “café” porque es el color de la tierra y de ella tomamos historia, fuerza, sabiduría y esperanza. Pero para luchar sumamos otro color a nuestro color café: el negro. Nosotros usamos pasamontañas negros para mostrarnos, sólo así somos vistos y escuchados. El color negro de nuestras máscaras fue escogido por consejo de un anciano indígena maya que nos explicó lo que el color negro representaba.

El nombre de este sabio indígena es el Viejo Antonio. Él murió en tierras rebeldes zapatistas en marzo de 1994, víctima de una tuberculosis que le mordió los pulmones y el aliento. Nos dijo el Viejo Antonio que el negro se hace luz y que de él se nacieron las luces que pueblan los cielos del mundo. Nos contó la historia de que, hace mucho tiempo (en los tiempos en los que el tiempo no se contaba), los más primeros dioses se dieron a la tarea de nacer el mundo. En una de sus reuniones vieron que era necesario que el mundo tuviera vida y movimiento, y que para eso se necesitaba la luz. Entonces pensaron de hacer el sol para que así se movieran los días y hubiera día y hubiera noche y hubiera tiempo para la lucha y tiempo para el amor y, caminando con los días y las noches, se caminaría el mundo. Hicieron los dioses su reunión de acuerdo, en torno a una fogata muy grande, y supieron que era necesario que uno de ellos se sacrificara arrojándose al fuego para así convertirse en el fuego mismo y volarse hasta el cielo. Pensando los dioses que el trabajo de ser sol era de color negro, dijo que él sí estaba dispuesto y se arrojó al fuego y se hizo sol. Y el mundo tuvo entonces luz y movimiento, y hubo tiempo para la lucha y tiempo para el amor, y en el día los cuerpos se trabajaban para hacer el mundo y en la noche los cuerpos se amaban para sacarle destellos a la oscuridad.

Así nos dijo el Viejo Antonio y ésa es la razón por la que usamos el pasamontañas de color negro. Así que somos de color café y de color negro. Pero también somos de color amarillo, porque nos contaron que los primeros hombres que anduvieron estas tierras fueron hechos de maíz para que así fueran verdaderos. Y somos también rojos porque así manda la sangre digna, y somos azules también por el cielo que volamos, y verdes por la montaña que es nuestra casa y fortaleza. Y somos blancos también porque papel somos para que mañana escriba su historia.

Así que somos los 7 colores porque 7 fueron los primeros dioses que se nacieron el mundo.

Esto nos lo platicó el Viejo Antonio hace tiempo y ahora yo se lo cuento para que usted pueda entender el por qué de este puente de papel y tinta que le llega a usted desde las montañas del sureste mexicano.

Y también para que usted comprenda por qué en este puente también van pedacitos de saludos y abrazos para Leonard Peltier (que está en la prisión de Leavenworth, Kansas), y para los más de 100 presos políticos en USA que son víctimas de la injusticia, la estupidez y el autoritarismo.

Y camina también en esta carta-puente un saludo a los indios “Dine” (Navajo) que, en Big Mountain, Arizona, luchan en contra de las violaciones que sufre la religión tradicional “Dine” por parte de quienes prefieren los grandes negocios en lugar del respeto a la libertad religiosa de los pueblos indios, y que quieren destruir las tierras sagradas y los sitios ceremoniales (como es el caso de la Peadbody Western Coal Company que quiere apropiarse de tierras que por razón, historia y derecho pertenecen al pueblo “Dine” y sus generaciones futuras).

Pero no sólo van en este puente-carta historias de resistencia en contra de la injusticia norteamericana. También indígenas, pero en el extremo sur de nuestro continente, en Chile, las mujeres Mapuches del Centro Pewenche del Alto Bío-Bío resisten en contra de la estupidez. Dos mujeres indígenas, Berta y Nicolasa Quintreman están acusadas de “maltratar” a elementos de las fuerzas armadas gubernamentales de Chile. Y ahí tiene usted que una unidad militar armada con rifles, palos y bombas lacrimógenas, y protegida con chalecos antibalas, cascos y escudos, acusa a dos mujeres indígenas de “maltrato”. Pero Berta tiene 74 años de edad y Nicolasa tiene 60.

¿Cómo es posible que dos personas mayores de edad se enfrenten a un “heroico” grupo de militares fuertemente armados? Por la razón que asiste a las Mapuches. La historia aquí es parecida a la de los hermanos “Dine” de Arizona, y es la misma que se repite en toda América: una empresa (ENDESA)1 quiere las tierras de los Mapuches y, a pesar de que la ley protege a los indígenas, el gobierno está del lado de los empresarios. Los estudiantes Mapuches han señalado que el gobierno y la empresa hicieron un “estudio” de inteligencia militar sobre las comunidades indígenas Mapuches y llegaron a la conclusión de que eran incapaces de pensar, de defenderse, de resistir y de construirse un futuro mejor. Parece que ese estudio se equivocó.

Y ahora se me ocurre que, tal vez, los poderosos de Norteamérica también mandaron hacer un estudio de “intelegencia militar” (lo que es una franca contradicción ya que los militares no somos inteligentes, si lo fuéramos no seríamos militares) sobre el caso de los indios “Dine” de Arizona, sobre el caso de Leonard Peltier, sobre el caso de los otros presos políticos, y sobre su caso, señor Mumia. Tal vez hicieron ese estudio y llegaron a la conclusión de que podrían hacerlo y nadie diría nada. Los indios “Dine” verían impávidos la destrucción de las cosas más sagradas de su historia, Leonard Peltier quedaría solo, y usted, señor Mumia, sería silenciado (ahora recuerdo que usted dijo “No sólo quieren mi muerte, quieren mi silencio”).

Pero parece que esos estudios se equivocaron. ¡Feliz equivocación! Los indios “Dine” resisten en contra de quienes quieren matarles la memoria, Leonard Peltier está acompañado por todos los que demandamos su libertad, y usted, señor Mumia, habla y grita ahora con todas las voces que celebran su cumpleaños como deben celebrarse los cumpleaños, es decir, luchando.

No conozco bien el sistema judicial norteamericano, pero anexa a este puente va una carta dirigida a la Corte Suprema de Pennsylvania y al gobernador Tom Ridge. En ella les demando justicia, no perdón ni misercordia. Porque los hombres que viven con dignidad no necesitan ni el perdón ni la misericordia de ninguna autoridad, sólo necesitan justicia y por ella luchan. Espero en verdad que esa carta no complique su situación judicial, así que usted vea si es conveniente o no que se hagan públicas o se hagan llegar o no a sus destinatarios. Incluso le estoy mandando otra copia de este puente-carta sin este párrafo para que usted decida lo que más le convenga.

Señor Mumia:

NO TENEMOS NADA GRANDE que regalarle en su cumpleaños, pues es poco y pobre lo que tenemos, pero todos le mandamos un abrazo.

Esperamos que, cuando usted salga libre, pueda venir a visitarmos. Entonces le haremos una fiesta de cumpleaños y, si no es un 24 de abril, pues entonces será una fiesta de “no-cumpleaños”.

Habrá música, baile y palabras, que son los medios con los que los hombres de todos los colores se entienden, se conocen y hacen los puentes sobre los cuales caminan, juntos, la historia y el mañana.

¡Feliz Cumpleaños!

Vale. Salud y que la justicia y la verdad encuentren su lugar.

Desde las montañas del sureste mexicano.

SUBCOMANDANTE INSURGENTE MARCOS.

P.D.

HE LEÍDO EN ALGUNA parte que usted es padre y abuelo. Así que aquí le mando un regalo para sus hijos o nietos. Es un cochecito de madera con zapatistas que llevan pasamontañas color negro.

Dígale usted a sus nietos o hijos que es un regalo que les mandamos nosotros, los zapatistas, y explíqueles por favor que hay gentes de todos los colores que, como usted, quieren la justicia, la libertad y la democracia para todos los colores.

NOTA

1. La Empresa Nacional de Electricidad Sociedad Anónima (ENDESA) es una empresa de electricidad en Sudamérica de gran importancia.