La menopausia

 

 

La menopausia empieza entre los 45 y los 50 años. Una mujer de cada tres la teme, en especial teme que provoque un aumento de peso más o menos importante. La menopausia no tiene, no obstante, nada característico de una enfermedad: es un estado fisiológico muy natural.

Se habla mucho de los trastornos que pueden acompañarla (sofocos, sudores nocturnos, insomnio, irritabilidad, sequedad de la piel y de las mucosas, piernas pesadas, osteoporosis, trastornos cardiovasculares…); pero también es cierto que muchas mujeres viven la menopausia y también las fases anterior y posterior (premenopausia y posmenopausia, respectivamente) sin conocer ninguno de esos trastornos.

 

 

¿En qué se distinguen la premenopausia, la menopausia y la posmenopausia?

 

Los ovarios segregan dos tipos de hormonas: la progesterona y los estrógenos. La premenopausia se caracteriza por una insuficiencia cada vez más marcada de la secreción de progesterona. La menstruación, no obstante, todavía puede ser normal y, a menudo, se vuelve muy abundante o disminuye singularmente. Es un periodo en el que el 40-50 % de las mujeres aumenta dos o tres kilos. También puede manifestarse una cierta irritabilidad, con ansiedad o sin ella.

La menopausia propiamente dicha se caracteriza por la detención de la menstruación. La secreción de progesterona es prácticamente nula, y la de estrógenos, muy débil. Algunas mujeres sienten un gran alivio; otras ven con pena la marca de la vejez. Es en ese momento en el que pueden aparecer sofocos, pesadez de las extremidades, insomnio… Pero, como ya se ha indicado, muchas mujeres no sienten ninguno de esos síntomas.

La posmenopausia dura hasta el final de la vida y los estrógenos disminuyen cada vez más sus niveles. Esto provoca a veces modificaciones del estado de las mucosas genitales, así como reacciones inflamatorias. Algunas mujeres padecen entonces prolapso vesical, relaciones sexuales dolorosas o cistitis. Tres o cuatro años después de la desaparición de la menstruación, se puede empezar a instalar la osteoporosis, con una disminución del tejido óseo esponjoso.

Las mujeres que poseen un buen capital cálcico deben temer menos la osteoporosis, al igual que las mujeres un poco gruesas: el tejido adiposo de estas fabrica estrona, que palia, en parte, la carencia en hormonas sexuales. Este aporte ayudará a absorber mejor el calcio y disminuirá también los riesgos de padecer estos síntomas.

 

¿Entrañan algún peligro los tratamientos hormonales sustitutivos?

 

Los tratamientos hormonales de la menopausia presentan ventajas e inconvenientes. Evitan los síntomas desagradables a las que podrían padecerlos. En la fase posmenopáusica, tendrán una acción beneficiosa contra la osteoporosis, así como sobre la musculatura y el aspecto de la piel del rostro. Estos tratamientos pueden tener efectos secundarios, aumentando a veces el nivel de triglicéridos en la sangre (relacionados con los problemas de colesterol) y la tensión arterial. Por ello los médicos no dejan de proceder a realizar los exámenes necesarios antes de prescribir un tratamiento hormonal sustitutivo.

Actualmente se estudia la posibilidad de sustituir estas hormonas de síntesis por extractos de plantas que tendrían efectos similares pero sin sus inconvenientes. La planta más estudiada en ese sentido es el yam o el ñame salvaje, originario de América central. Pero los ácidos grasos poliinsaturados (aceite de soja…) también son aconsejables. Actúan en sinergia con la vitamina B6 (que se encuentra sobre todo en las carnes, pescados, verduras de hojas verdes y legumbres) y B12 (en la carne).

 

 

¿Se puede evitar el aumento de peso durante la menopausia?

 

Las estadísticas comparadas de todo el mundo demuestran que la mayoría de mujeres ganan 6-10 kg entre los 20 y los 50 años.

Pero las variaciones de peso no se manifiestan sólo en la menopausia. Parece ser que el metabolismo femenino no funciona siempre a la misma velocidad: durante la segunda mitad del ciclo menstrual, su actividad aumenta, así como el apetito, pero, si la mujer come más, quema entonces más calorías, por lo tanto eso no afecta verdaderamente a su peso.

Las hormonas femeninas tienen una función en este proceso y sus mínimas fluctuaciones modifican, pues, el metabolismo y el apetito. Cuando estas hormonas ya no están en equilibrio (como pasa en la premenopausia), la mujer padece hinchazones abdominales y quema con menos eficacia las calorías que le aporta su alimentación; incluso si no come más, puede acumular, poco a poco, algunos kilos suplementarios.

Este sobrepeso está relacionado con el estrés de una menopausia mal aceptada. La consulta con un psicólogo ayudará a vivir mejor este periodo.

Si se llega a un sobrepeso excesivo (que se puede moderar mediante la elección de alimentos de fuerte densidad nutricional y movimiento), quizás sea conveniente aceptar algunos kilitos de más. Así, como se ha visto más arriba, este aumento de peso podría ser una respuesta del organismo a una reorganización del funcionamiento del sistema hormonal. Un ligero revestimiento sería favorable tanto al estado óseo de la mujer como a su bienestar fisiológico, ahorrándole los malestares mencionados más arriba.

 

 

¿Hay que dejar de tomar la píldora anticonceptiva aunque no se siga un tratamiento hormonal sustitutivo?

 

No debe en absoluto dejar de tomar la píldora sin prescripción médica. Las dosificaciones permitirán saber cuándo ya no será útil tomarla. De todos modos, incluso si es preciso continuar tomándola durante un cierto tiempo, será una píldora diferente a la utilizada anteriormente.

 

 

¿La menopausia es el primer signo inexorable del envejecimiento?

 

No debe confundirse efecto y causa. La detención de la función ovárica es un efecto del envejecimiento entre otros, y no su causa. Otras manifestaciones del envejecimiento pueden además aparecer antes que la menopausia: disminución de la vista, del oído, de la memoria… Manifestaciones que los hombres también conocen, aunque su función genital se preserve. El envejecimiento es un fenómeno complejo y multifactorial, cuyos orígenes pueden ser tanto genéticos como psicológicos, sociales y ambientales.

Conservando una buena higiene de vida, la salud general sigue siendo buena tras la menopausia; esta no está relacionada con una disminución del deseo sexual ni de las capacidades intelectuales, y se ha constatado que las mujeres privadas muy jóvenes de sus ovarios con una operación quirúrgica no envejecen más deprisa que las demás. Sin embargo, pueden sentir durante algún tiempo trastornos parecidos a los que sienten algunas mujeres en la menopausia: sofocos, ligero aumento de peso, momentos de irritabilidad. Con un buen seguimiento, la mujer joven con menopausia quirúrgica encuentra con bastante rapidez un nuevo equilibrio.

La menopausia natural es un trastorno hormonal parecido a la pubertad, pero se tiene tendencia a considerarlo como un final, más que como un principio. Muchas adolescentes sienten también su evolución hormonal como el fin de la infancia más que como las primicias de su vida adulta.

Se comprueba a menudo que cuanto menos se tema el acercamiento de la menopausia, mejor se vivirá.

 

 

SEXUALIDAD Y ENVEJECIMIENTO

 

Existen pocas razones médicas que exijan limitar la sexualidad de las personas mayores. No obstante, se constata una disminución de la libido. Algunas dificultades «mecánicas» se manifiestan a veces después de la menopausia. Una terapia hormonal local, bajo vigilancia médica, puede atenuar o eliminar completamente los problemas debidos a la menopausia. Según los especialistas, cuando se rodea de ternura y dulzura, la relación sexual contribuye al bienestar, sea cual sea la edad.

 

 

¿Cómo se mantienen las piernas en forma?

 

Al menos la mitad de las mujeres sufren dolor en las piernas debido a trastornos circulatorios. Su actividad hormonal las predispone a ello: menstruación, embarazo (sobre todo), luego menopausia están relacionadas con la aparición o la acentuación de la pesadez de las piernas, y a veces, de las varices. Durante el embarazo, a la influencia de las hormonas se añade el peso del útero que, apoyándose en los troncos venosos, interfiere en la circulación.

Las mujeres ven también (mucho más a menudo que los hombres) que sus piernas se hinchan por múltiples razones: exceso de actividad, estrés y, sobre todo, estar de pie de forma prolongada. En estas condiciones, la linfa, que normalmente circula por vasos pegados a lo largo de las venas, se estanca en algunos lugares de las piernas, se escapa en parte de los vasos linfáticos y se infiltra en los tejidos vecinos.

Si se llega a la menopausia sin jamás haber tomado ninguna precaución necesaria para preservar las piernas, es urgente empezar a hacerlo.

Es preciso evitar sentarse con las piernas cruzadas y cuando se trabaja sentada levantarse todas las horas para caminar un poco. Huir de la calefacción del suelo en el coche y sobre todo en casa; en el primer caso, haga funcionar mejor otro sistema de calefacción, y en casa, aislarse de la calefacción del suelo con zapatos o zuecos de suelas anchas de madera.

También deberán evitarse: los colchones de plumas, las botellas de agua caliente en los pies, las mantas calientes, los baños demasiado calientes, los zapatos y botas de tacón alto o sin tacón en absoluto (2 o 3 cm es la altura adecuada) y las bebidas fuertemente alcohólicas.

Al contrario, deberán favorecerse las duchas templadas sobre las piernas efectuadas de abajo a arriba, el paseo (al menos media hora diaria), cinco minutos de pedaleado de las piernas tumbada sobre la espalda. Los remedios médicos (especialmente en homeopatía y fitoterapia) no faltan para mejorar los trastornos de la circulación sanguínea y linfática. Es posible, también, para prevenirlos, seguir curas termales o en los balnearios.

 

 

Hidroterapia, talasoterapia y balneoterapia: ¿el agua es un buen medio contra el envejecimiento?

 

El agua es más indispensable porque la deshidratación celular empieza pronto: parece que es constante a partir de los 40 años, pero varía de un individuo a otro. Se acelera en verano con el sol y con los grandes fríos en invierno. El agua es benefactora tanto en su uso interno como externo.

No repetiremos nunca bastante las ventajas de la ducha, que, mejor que el baño, elimina del cuerpo las impurezas gracias a la potencia del chorro, y que además procura un ligero masaje a las terminaciones nerviosas que se encuentran bajo la epidermis.

En función de la temperatura del agua, la ducha puede ser estimulante o relajante. Por la mañana, como antes de una velada que se anuncia larga, tome una ducha tónica, un poco templada, a chorro potente. Para preparar una buena noche de sueño, regule la temperatura del agua para que esté templada, casi caliente, y ajuste el chorro para que sea suave, con el fin de que se deslice tranquilamente a lo largo de la columna vertebral; los músculos de la nuca y de la espalda se sentirán más relajados.

En invierno, cuando apetece que la ducha de la mañana tenga una temperatura más caliente que fresca, termine con un chorro de agua casi fría (o fría) de algunos segundos sobre los tobillos para que no se hinchen.

La ducha escocesa (que alterna varias veces el agua caliente y el agua fría en todo el cuerpo) no es conveniente para todo el mundo y puede incluso presentar algunos peligros por su acción espasmogénica. Está particularmente desaconsejada después de los 50 años.

En su uso interno, es preciso ingerir aproximadamente 3 litros de agua al día, la mitad en forma de bebida, la otra mitad con los alimentos. Es preferible repartir las cantidades de agua absorbidas durante el día: un vaso por la mañana en ayunas, otro antes de comer y otro durante la cena, otro a media mañana, luego a media tarde y medio vaso por la noche antes de acostarse. Escoja una agua poco mineralizada y sin residuos indeseables, ni cloro. Ingerir agua correctamente reduce los riegos de cálculos urinarios y combate el estreñimiento.

 

 

¿Cómo se previenen las arrugas?

 

A pesar de la impresión que se pueda tener, es raro que las arrugas aparezcan de repente en el rostro desde la llegada de la menopausia. Si se ven más, es sin duda porque se observa más el rostro y se inspecciona con más atención cada huella del tiempo. De hecho, en materia de arrugas, como en muchas otras, lo más eficaz es la prevención.

Ya se ha visto que la exposición al sol acelera el envejecimiento de la piel. Se manifiesta bajo la forma de numerosas pero muy finas arrugas.

Las grandes arrugas que pueden aparecer en la frente o entre las cejas, o en la comisura de los labios, son arrugas de expresión. Se forman y se incrustan cuando algunos gestos del rostro son muy acentuados y se repiten mucho.

También existen las arrugas directamente relacionadas con el lento envejecimiento natural del organismo: la epidermis se deshidrata, pierde su elasticidad y se dobla progresivamente. Esas arrugas se formarán más pronto en una piel seca y fina que en una piel grasa y espesa. Nunca es demasiado pronto para proteger la piel en función de su naturaleza, cuidados que deben seguirse después de la menopausia.

Sin embargo, no sueñe: cuando las arrugas se han instalado en nuestro rostro, sólo podremos atenuarlas. Para suprimirlas, es preciso recurrir a un peeling (para las arrugas de expresión), cuyo efecto dura de 1 a 2 años, o a la cirugía estética, con un lifting, cuyo efecto puede prolongarse de 5 a 7 años, según la edad a la que se efectúa y el número de liftings ya padecidos.

Para mantener los músculos del rostro, algunos métodos preconizan realizar movimientos con la mandíbula; estos pueden ser eficaces pero son un poco violentos, y pueden crear nuevas arrugas. Son preferibles los masajes ligeros que se indican en la página 108. Es mejor prevenir que curar y, para conservar lo máximo posible la elasticidad de la dermis y la firmeza de los músculos que la sostienen, es preciso evitar primero todos los abusos de cansancio, sedentarismo, sol, hipnóticos, alcohol, tabaco… y respetar una buena higiene de vida global.

 

 

¿De dónde vienen las manchas de la piel de las manos?
¿Se pueden eliminar?

 

Estas manchas parduscas no están directamente relacionadas con la menopausia; aparecen también en los hombres. Son una huella del envejecimiento debido esencialmente al adelgazamiento de la piel; se harán visibles minúsculos vasos subcutáneos en forma de pequeñas manchas. Sólo un dermatólogo puede tratarlas para atenuarlas.

 

¿Se envejece menos deprisa conservando el ritmo y las actividades habituales o es preferible dedicar más tiempo al descanso?

 

En resumen, se podría decir que el movimiento es la vida. Sin exagerar, es bueno conservar a lo largo de toda la vida actividades, bien adaptadas a las posibilidades y al placer que producen. Por lo tanto, nada obligatorio, sólo lo posible y lo agradable.

Después de los 50 años, un ejercicio físico practicado tres veces a la semana, durante unos veinte minutos, parece lo ideal para algunos gerontólogos.

Otros aconsejan, desde los 40 años, rechazar los deportes de competición, desconfiar de los deportes de equipo, los que se practican con los brazos levantados, o en salas cerradas o en apnea (como el tenis o el squash). Recomiendan decantarse por el paseo en bicicleta, la natación, la pesca, el paseo a pie o la danza.

Muchos gerontólogos proclaman hoy en día que la vida empieza a los 60 años, pues, ante sí, quedan muchos años por vivir, ya que la juventud no se ve sólo en el estado de las arterias, sino que se situaría también en la cabeza y el corazón. Cuando se ha sabido preservar el organismo lo máximo posible, no cabe más que seguir guardando la autoestima y los múltiples pequeños placeres de la vida o reencontrarlos. La menopausia puede ser un momento en el que se pueda aprender a no vivir de lamentos sino de proyectos.