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Cuando Daniel y Nuria llegaron a la biblioteca, suspiraron aliviados al ver que estaba abierta y sin gente dentro. Cogieron unos libros al azar y se sentaron en el lugar más apartado posible de la puerta.

—Bueno, a ver, ¿qué me tenías que contar? —preguntó Nuria ansiosa.

—Esto es una misión del Equipo Nuni. Nuria, que yo creo que le gusto a Álex, pero no me atrevo a decirle nada, es que nunca he tenido pareja y yo qué sé, igual me estoy inventando todo, ¿tú qué crees?

—Ay, ay, ay, ¡qué emoción! ¿Pero cómo no le vas a gustar con lo majo que eres, por favor? Y siendo completamente objetiva, no estás nada mal, así que no veo por qué tienes dudas. A ver, cuéntamelo todo.

—Pues verás, desde el otro día en el club de lectura, nos hemos estado mandando muchos mensajes, nos quedamos hasta las tantas wasapeando…

—¿Mensajes guarros? —preguntó Nuria riéndose.

—No, tía, qué loca estás. La verdad es que hablamos un poco de todo, de cosas que nos gustan, de series, de pelis, de libros.

—Emmm, vaaaaale… pero con eso solo no puedes saber si le gustas, ¿no?

—Bueno, quizá también hayamos intercambiado poemas.

—Espera, espera, ¿me estás diciendo que escribes poesías y no me lo habías dicho?

—Es que son muy malas…

—Ajá, perdona, eso no eres tú el que lo decide. Sabiendo lo bien que escribes, seguro que las poesías son geniales.

—Si tú lo dices…

—Pues claro. Y, ¿las de él? ¿Qué te dicen?

—Pues son poemas de amor. Las mías al principio eran un poco sobre la soledad, sobre el miedo a no encontrar a nadie. Él me mandó entonces una preciosa sobre dos almas gemelas que están esperándose escondidas y, la verdad, no pude dejar de desear que se refiriese a nosotros.

—Bueno, pues entonces lo que se me ocurre, para que no sea tan brusco para ti decirle cómo te sientes. ¿Por qué no se lo escribes en un poema? Escribe uno que solo pueda referirse a él, que no deje lugar a dudas, pero que si por cualquier motivo a él no le gusta, que lo dudo, puedas decir algo así como que era para un compañero de otro instituto, etc.

—Vale, buena idea. Esta tarde me pongo a ello, a ver si se la puedo mandar hoy. ¡Qué nervios!

—Genial, y yo voy a seguir espiando, a ver si descubro por amigos comunes algo más. Luego te cuento. Bueno, vamos al patio, que me comería tres bocadillos de salchichas con queso del hambre que tengo.

Nuria miró a su amigo y no pudo evitar sonreír. Ella nunca había tenido novio tampoco, así que entendía los nervios que sentía en ese momento. Le hacía especial ilusión que confiase en ella, ya que al principio Daniel parecía no ser muy social y tenía un aire emo un tanto deprimente. Pero desde que Álex y él se habían hecho amigos, parecía mucho más feliz. Incluso aguantaba sus chácharas interminables sin quejarse ni ponerse los cascos para desconectar, como había hecho en alguna ocasión dejándola con la palabra en la boca.

Llegaron hasta la cafetería y allí se encontraron con sus amigos. Carlos les contó que Nasha no había salido todavía y estaban preocupados.

—Ah, tranquilos, se ha quedado en clase, es que no se encontraba muy bien —explicó Nuria.

—Madre mía, pues viendo de lo que estábamos hablando en clase cuando ha salido tan rápido, espero que no tenga que ver con ese tema —contestó Lucía, entristecida.

—Que no me entere yo, ¡qué horror! —exclamó Carlos. No podía imaginarse que la chica de la que se había enamorado había pasado por algo así. Aunque quizá eso explicase que cuando salían a pasear a Colate y hablaban de muchas cosas, nunca mencionase su vida anterior. Siempre hablaba de su niñez en Londres, pero nunca de su vida en España. La ira se empezó a acumular en su pecho—. Si es así, no saben con quién se las van a ver, no voy a dejarla sola ni un minuto.

—Carlos, tranquilo. Seguro que Nasha agradece tu caballerosidad, pero no creo que le pase nada que necesite resolverse con violencia —comentó Lucía.

Tocó el timbre y volvieron a clase. Nasha les esperaba allí, muy seria. Nuria apretó su mano para mostrarle su cariño, y Carlos, que se sentaba a su lado también, no paró toda la hora de hacerle dibujos graciosos en el cuaderno para hacerla reír. Funcionó tanto que acabó castigado en el pasillo, pero por ver la sonrisa de Nasha volvería a hacerlo mil veces más.