—¿No crees que la gente va a sospechar cuando desaparezcamos los dos a la hora de comer? —preguntó Tate. Estaban en la caseta del pozo, su escondrijo secreto, y acababan de hacer el amor sobre los cojines de Letty y Ace. Hacía casi una semana desde que habían hecho el amor por primera vez. Durante ese tiempo, Casey y Tate habían hecho todo lo posible por no mirarse, a menos que fuera para actuar en la obra. Pero en cuanto tenían un descanso, se encontraban en algún lugar previamente acordado, por lo general la caseta del pozo.
—Creo que la gente te considera inalcanzable. —Casey le pasó la mano por el pecho desnudo—. ¿Finalmente tienes que irte mañana?
Él le besó la punta de los dedos.
—Tengo que irme. No serán más que un par de días. Y, mientras estoy fuera, podréis ensayar en el teatro. Seguro que os alegraréis. No oiréis más chillidos de pavo real.
Casey no le dijo lo mucho que iba a echarlo de menos. Ni siquiera quería decírselo a sí misma.
—Seguramente te darán el papel protagonista en otra película de gran presupuesto y no regresarás. El pobre Josh tendrá que hacer de Darcy.
—Seguramente —replicó él con seriedad.
Casey lo miró, alarmada. Cuando vio que bromeaba, volvió a recostar la cabeza.
—Por lo que me ha explicado Stacy, el sobrino de Kit es un macizorro. Es muy posible que venga y podría hacer de Darcy.
—Por primera vez, me alegro de que no haya escenas de besos. —Riendo, empezaron a besarse, pegados los cuerpos.
—Será mejor que volvamos —dijo Casey con los labios junto a los suyos.
—Sin duda. —Pero no dejaron de besarse.
Algo golpeó el tejado del pequeño edificio y sobresaltó a Casey.
—¿Qué ha sido eso?
—Él —dijo Tate. Delante de la ventana vieron desplegada la punta de la cola del pavo real—. Adivina quién ha decidido intentar volar.
Casey se vestía rápidamente.
—Aún tenemos unos minutos más.
—Será mejor que me vaya.
Tate se incorporó a regañadientes.
—No entiendo por qué tenemos que actuar a escondidas. Me siento como un adolescente barriobajero y tú eres la buena chica que...
Casey dejó de abotonarse la camisa para mirarlo.
—¿Es la trama de alguna de tus películas?
—Soy demasiado mayor para hacer de adolescente, pero sí, es de un guion que rechacé. —Tate puso una mano sobre su brazo—. Quiero llevarte a cenar. Quiero que vayamos juntos al cine. Quiero que nos sentemos en el banco de un parque a comer helado.
—Provocarías un gran revuelo allá donde fueras.
Él no replicó, simplemente se la quedó mirando.
—Vale, sí, sabes disfrazarte bastante bien, pero... —No se le ocurría cómo acabar la frase. Durante la última semana, Tate le había hecho la misma pregunta todos los días, pero ella no le había dicho nunca la verdad. ¿Qué podía decirle? ¿«Quiero protegerme de lo que sé que me vas a hacer»? No quería pronunciar esas palabras en voz alta, porque entonces se produciría una discusión sobre el futuro. En septiembre, él regresaría a su propio mundo y ella se quedaría donde estaba.
¡Pero, oye, Jack le había ofrecido trabajo como cocinera, así que quizá Tate también se lo propusiera!
La broma no hizo sonreír a Casey. Quería comportarse como una mujer de mundo. Tenía una aventura de verano con un hombre muy atractivo. Que además fuera amable, divertido, considerado y un amante realmente bueno era algo valioso para recordar después.