—¿Estás seguro? —preguntó Casey a Tate. Se encontraban en el pequeño camerino de ella, que se estaba cambiando otra vez de vestido—. ¿Lo he hecho bien?
—Has estado magnífica. Excepcional. Me has impresionado. Cuando has rechazado mi propuesta de matrimonio me ha dolido de verdad.
—¡Como si no lo hubieras planeado tú! ¿Cómo has sacado la copa de mi casa sin que me diera cuenta?
—De ninguna manera. Te la dejaste en el coche.
Casey se estaba poniendo horquillas para sujetar algunos mechones caídos.
—Es verdad, pero es que tenía mucha prisa por empezar con lo del duelo interpretativo. —Se puso seria—. ¿Has hablado con Rowan?
—No. No habla con nadie más que con Kit. La última vez que los he visto estaban discutiendo. Creo que Rowan quiere esposar a Haines ahora mismo y que la obra se vaya al traste.
Casey lo miró por el espejo.
—Casi siento pena por Devlin. Lori nos mintió a todos sobre su edad, así que seguramente también le mintió a él. Supongo que podría decirse que ella le engañó.
—No creo que eso suponga ninguna diferencia. Legalmente, la edad es lo que cuenta, y si además la retuvo contra su voluntad... Me gustaría oír la versión de Lori. —Hizo una pausa—. Lo que más me molestó durante el divorcio de mi hermana es que Haines nunca tenía que pagar las consecuencias de sus mentiras. Siempre acababa ganando. A Nina le hizo cosas terribles, pero no eran ilegales y no se le podía acusar de nada.
—Y tú acabaste pagando sus facturas —dijo Casey.
—¡Oye! ¿Por qué estamos hablando de él? Tenemos tiempo antes de que tengas que volver a escena. Hagamos otra cosa. —Tate la abrazó y empezaron a besarse. Tate la guiaba hacia la pared, deslizando una mano por su pierna desnuda, cuando la puerta se abrió de golpe.
Lori, vestida para actuar, irrumpió en el camerino, cerró de un portazo y se apoyó en la puerta.
—¡No le importa a nadie! —dijo—. Nadie se ha dado cuenta siquiera de que me había ido.
Tate soltó a Casey, que se acercó a la chica y la condujo hasta la silla del tocador, donde la sentó y le tendió unos pañuelos de papel.
—¡Nadie me ha dicho nada desde que he vuelto! La abuela está en primera fila, pero parece borracha. —Miró a Tate con ojos suplicantes—. Sé que es familia de Devlin, y sé que son grandes amigos, pero no sé con quién más puedo hablar. Dice que la abuela no es pariente mía porque adoptó a mi madre, y que eso lo convierte a él en mi tutor legal. A través de usted. Y del señor Kit, que creo que es mi abuelo. Quizá. No sé, porque no entiendo nada, pero... —Se interrumpió y se tapó la cara con las manos—. Devlin dice que tengo que irme con él después de la obra.
Tate tuvo que tragar saliva un par de veces para poder hablar.
—No soy pariente suyo ni amigo, y no vas a volver a ir a ninguna parte con él. Quiero saberlo todo, incluyendo lo que significaba la nota que dejaste.
—¿Qué nota? —Lori se sonó la nariz.
Casey se sentó y tomó la mano de la chica entre las suyas.
—Tu abuela no está borracha. La han atiborrado de calmantes porque estaba histérica de preocupación por ti.
—¿Ah, sí?
—Dime por qué te fuiste con él —pidió Tate, de pie junto a ella.
—Devlin me invitó a una fiesta en Richmond que dijo que estaría llena de estrellas de cine. Dijo que estaría incluso Taylor Swift y que era amiga suya. Yo le creí, porque forma parte de ese mundo y las estrellas se conocen entre sí. —Lori miró a Casey—. Fue por culpa de las chicas. Solo he ido al instituto de Summer Hill seis semanas, pero tenía muchas amigas. Nos divertíamos juntas. Luego anunciaron la obra y todas dijimos que haríamos la prueba. Pero sabíamos que le darían el papel de Lydia a Ashley.
—Déjame adivinar —pidió Casey—. Era la primera chica que hizo la prueba para Lydia. La animadora.
—Sí, es ella. Ha sido la protagonista de todas las obras escolares desde pequeña. Su padre es el dueño del Banco de Summer Hill. Es muy popular.
—Pero te dieron el papel a ti —dijo Tate.
Lori se sorbió los mocos.
—Yo no quería quitarle el papel a Ashley, pero no sé qué me pasó. Simplemente pensé en cómo era Lydia y fue como convertirme en ella.
—Se llama talento —dijo Tate—. Un gran talento natural.
—¿Eso cree? —preguntó Lori.
—Sí, lo creo —le aseguró Casey—. Imagino que después tus supuestas amigas se volvieron desagradables.
—Dijeron que había traicionado a Ashley y dejaron de hablarme, luego dijeron unas mentiras horribles sobre mí en internet. No podía contarle nada a la abuela porque se preocupa demasiado, así que, así que... —Miró a Casey.
—Devlin estaba allí y escuchaba todo lo que le contabas —dijo Casey.
—Al principio no, pero de repente se convirtió en mi mejor amigo. Al menos eso pensé yo. Cuando me invitó a ir con él a una fiesta que estaría llena de estrellas de cine, pensé que sería la solución para todos mis problemas. Si conseguía unos CD autografiados para las chicas, a lo mejor me perdonarían y podríamos volver a ser amigas. No quería ir con Devlin porque en realidad no lo conocía, pero él me dijo que éramos familia, así que no pasaba nada. Luego la abuela empezó a decir que pasaba demasiado tiempo con la gente del teatro y nos peleamos y... —Lori tenía una expresión desvalida—. Estaba tan enfadada que dejé de pensar con claridad. Metí unas cuantas cosas en una bolsa y me fui. Fui una estúpida. Muy, muy estúpida.
Tate se arrodilló junto a ella, le tomó la otra mano y la miró a los ojos.
—Todos hacemos cosas que no son muy inteligentes. Forma parte del proceso de madurar. Ahora lo que debes hacer es contarnos todo lo que pasó después de que te fueras con él.
—Devlin dijo que necesitaría el pasaporte para demostrar que era mayor de edad y poder entrar en la fiesta para adultos, pero no podía dejar que se diera cuenta de que había mentido. ¿Sabían que Taylor Swift y yo tenemos exactamente la misma estatura? Mis amigas dicen que a los chicos no les gustan las chicas altas y que por eso no saldré nunca con ningún chico.
—Lori —dijo Tate, poniéndose en pie—, a los chicos heterosexuales les gustan todas las chicas. Y yo te conseguiré una cita con una estrella del pop de uno noventa si nos dices qué pasó.
—Oh —dijo Lori, y parpadeó un par de veces—. Devlin me llevó a un motel. Dijo que teníamos que esperar a que llegaran los demás, pero no vino nadie. Le dije que quería volver a casa, pero él me dijo que no podía irme. ¡No dejaba que me fuese! Me vigilaba constantemente. Me...
—¿Te tocó de algún modo? —le preguntó Casey, volviendo a tomar su mano.
—No —respondió Lori—. Creo que quería hacerlo. La primera noche se tumbó a mi lado en la cama, pero yo empecé a quejarme. Le dije que estaba en esos días del mes. Yo nunca he hecho... ya saben, con un chico, y él es muy mayor. Demasiado mayor para hacer eso. Lo siento, señor Landers, ya sé que son de la misma edad.
—No pasa nada —dijo Tate, sonriendo—. ¿Qué hay de la nota que le dejaste a tu abuela?
—No escribí ninguna nota. Quería hacerlo, pero Devlin dijo que no debía. Dijo que si me iba, le demostraría a mi abuela que soy una persona independiente y que estoy harta de que me trate como a una niña pequeña. —Se miró las manos—. Las chicas decían en internet que soy una niña mimada, así que Devlin me decía exactamente lo que yo quería oír. Me dijo que me fuera con un vestido de fiesta y un biquini, que no necesitaba nada más. Yo metí muchas más cosas en la maleta, pero cuando llegamos al motel me quitó el móvil y el portátil. No me dejaba hablar con nadie. Intenté usar el teléfono de la habitación, pero él cortó el cable. El segundo día yo ya le tenía mucho miedo. —Se echó de nuevo a llorar.
Casey la abrazó y miró a Tate.
—Lori —dijo él—, escúchame. ¿Has visto a esos hombres con traje que hay entre bastidores? Son agentes del FBI, y están ahí porque Haines te raptó. No es pariente tuyo, no es tutor tuyo en absoluto. —Miró a Casey—. Creo que has tenido suficiente. Ahora iremos a hablar con el FBI.
—¿Pero qué hay de la obra? —preguntó Lori.
—Olvídala —dijo Tate—. No puedes seguir aguantando esto.
—¡No! —exclamó Lori, poniéndose en pie—. No puedo hacerle eso a la gente. Todo el pueblo estaba esperando ver esta obra. Y están las obras benéficas y...
—Y si tú eres la causa de que la obra se interrumpa, las chicas te matan —dijo Casey, y Lori asintió con la cabeza.
—Además —dijo Tate, esbozando una media sonrisa—, te encantan los focos, ¿verdad? Te gusta oír los aplausos.
—Sí —dijo ella, mirándolo como si lo retara a recriminárselo.
—Si alguien lo entiende soy yo —dijo Tate—. Bueno, esto es lo que vamos a hacer. Durante la próxima hora y media vas a ser una actriz profesional. Vas a ser Lydia. No serás Lori con sus problemas, sino Lydia. ¿Lo entiendes?
Ella asintió.
—Cuando termine la obra —prosiguió Tate—, van a hacerte un montón de preguntas. Cientos. Y tú vas a ser fuerte y a responder a todo con sinceridad. —Puso las manos sobre los hombros de la chica—. Puede que te ayude a imaginar que estás interpretando un papel. Es una serie de policías y tú eres una chica de quince años que se ha escapado del hombre mayor que la había secuestrado. ¿Crees que podrás hacerlo?
—Creo que sí.
—¡Cinco minutos para subir el telón! —gritó la directora de escena fuera del camerino—. ¡Todo el mundo a escena ahora mismo!
Tate no soltó los hombros de Lori.
—Quiero que recuerdes que eres una actriz nata. Lo llevas en la sangre por tu abuela Olivia, y tienes que estar a la altura de tu talento. No más mentiras, nada de seguir sintiéndote culpable. No has hecho nada malo ni eres una estúpida. ¿Lo entiendes?
Lori volvió a asentir y Tate se apartó.
—Ahora salid las dos. Os veré en escena.
Casey secó la cara de Lori para eliminar los últimos vestigios de lágrimas y luego abrió la puerta para que pasara delante.
—¿El señor Landers es realmente mi primo? —preguntó Lori mientras caminaban por el pasillo—. ¿Cree que podría presentarme a Taylor Swift?
Desde el umbral de la puerta, Tate puso los ojos en blanco, pero se alegraba de que no hubieran abusado sexualmente de ella. Fue en busca de Rowan.