DELIRIO
Thi Mau («Maravillosa») era una joven doncella, la hija de la familia más rica del pueblo. Con frecuencia visitaba el monasterio con su madre para ofrecer incienso y prosternarse ante Buda. La primera vez que vio al novicio Kinh Tam, Mau quedó sorprendida. ¿Cómo podía alguien ser tan elegante y gentil, con un rostro tan vívido y deslumbrante? Aunque Kinh Tam llevaba la cabeza afeitada y vestía la humilde túnica monástica, el novicio tenía un aspecto muy refinado. Durante su vida laica, a Kinh Tam se le atribuía una belleza exquisita y unos modales cultivados; sin embargo, increíblemente, tras afeitarse la cabeza y tomar los votos, su belleza se multiplicó. Desde la perspectiva de Mau, sus ojos brillaban más, su complexión era más lozana, y la pureza y la bondad emanaban de su rostro radiante. Una persona infeliz no podría exhibir jamás una sonrisa tan espontánea, un rostro tan puro, unos ojos tan risueños. Todos los que miraban a Kinh Tam se sentían inmediatamente reconfortados e inspirados. Y así fue como la joven doncella Mau se enamoró del novicio.
Por desgracia, el amor de Mau pronto se convirtió en un anhelo obsesivo. Al regresar a casa después de visitar el templo de la Nube del Dharma, Mau padecía muchas noches de insomnio. Vivía constantemente obsesionada por la belleza del novicio; ¿era ésa la razón por la que pensaba en él y lo amaba en secreto? Verdaderamente no podía ser sólo por eso. Había conocido a muchos jóvenes guapos y nunca había reaccionado así. Entre los numerosos jóvenes que le habían presentado propuestas de matrimonio a través de sus padres, muchos eran bastante atractivos, pero Mau no había experimentado este tipo de anhelo hacia ninguno de ellos. Mau era incapaz de resistirse a este extraño amor. Sabía que Kinh Tam era un monje y que debía dejarlo en paz, pero, sencillamente, no podía suprimir el deseo que sentía hacia él.
Al pertenecer a una familia rica y estar dotada de gran belleza, Mau tendía a ser un tanto vanidosa. Era muy difícil obtener una invitación para conocerla. Si alguien no le gustaba, se negaba en redondo a verlo. Jamás imaginó que habría alguien que no quisiera reunirse con ella y conocerla. Sin embargo, en esta ocasión, las proposiciones de Mau fueron rechazadas. Ardía en deseos de ver y estar con Kinh Tam, pero el novicio siempre encontraba diversas razones para evitar estar con ella. Y no porque le disgustara la joven. Kinh Tam estaba plenamente comprometido con la observancia de los preceptos y buenas costumbres de los monjes novicios, que incluían no entablar amistad ni conversar con mujeres en lugares apartados.
A medida que pasaba el tiempo, Mau solía cruzarse en el camino del novicio, tanto en el templo como en los polvorientos senderos que bajaban al pueblo. Kinh Tam siempre aducía una u otra excusa para no iniciar una conversación privada con ella. El novicio le había dicho que era bienvenida a unirse a otros jóvenes, hombres y mujeres, que a menudo acudían al templo para escuchar y aprender el Dharma. Pero lo que Mau soñaba era poder estar a solas con él y declararle su amor.
Pronto Kinh Tam fue consciente del propósito de Mau. Después de todo, la chica no dominaba precisamente el arte de la sutileza. El novicio se desviaba de su camino para evitar la posibilidad de acabar en una situación a todas luces imposible. El deseo más profundo del novicio era continuar con sus prácticas de monje. Este tipo de deseo se conoce como bodhicitta, la mente de los bodhisattvas o seres despiertos: la mente del amor. Es un amor que contiene el espíritu de la bondad, la compasión, la alegría y la ecuanimidad; no es un tipo de amor sentimental, trágico, obsesivo o sensual. Amar, según las enseñanzas de Buda, es manifestar compasión y aliviar las desgracias de quienes sufren, desgracias debidas a los deseos sensuales, el odio, la ignorancia, la envidia, la arrogancia y la duda.
Mau amaba al novicio. Pero el hecho de que Kinh Tam no la buscara, no suplicara su especial atención, no mostrara ninguna señal de desearla, hería profundamente su orgullo. Nunca antes ningún joven la había tratado de esa forma. Todos sus pretendientes estaban dispuestos a perseguirla y coquetear con ella, mendigando las más ínfimas migajas de su cariño. El comportamiento del novicio Kinh Tam era tan puro y noble que ni el prestigio de su familia, ni su belleza, ni su riqueza podían someterlo a su voluntad. Así que empezó a sentir rencor hacia el novicio, a pesar de seguir anhelando su abrazo.
Era la noche de luna llena del noveno mes lunar. El satélite brillaba más rutilante que nunca. Mau estaba sola en casa, pues sus padres aún no habían regresado del servicio conmemorativo anual consagrado a sus abuelos maternos. La profunda noche de otoño era fría e inhóspita. Mau no podía soportar la amarga soledad que invadía todo su ser. Esa mañana, muy temprano, había acudido al templo para ofrecer incienso, acompañada por un joven criado llamado Thuong, que transportaba diversos paquetes con las ofrendas. Mau pidió al novicio Thanh Tam que transmitiera el mensaje de que deseaba reunirse en privado con Kinh Tam, pues tenía muchas preguntas que plantearle. Pero el joven novicio pidió a su hermano mayor que le dijera que tenía demasiadas tareas que cumplir en el salón de meditación y que no tenía tiempo para reunirse con ella.
Humillada e iracunda, regresó a casa; ni siquiera se quedó, como solía hacer, a escuchar las enseñanzas del abad. Sentada en la terraza, junto a los arbustos de té, Mau rompió a llorar, ocultando el rostro entre sus manos. Pensó en Kinh Tam, anhelando que él la tomara entre sus brazos. El cielo estaba despejado, la luna brillaba intensamente, pero el corazón de Mau estaba completamente desolado.
De pronto, la muchacha advirtió la presencia de alguien. Una sombra apareció en el patio iluminado por la luz de la luna. Reconoció a Thuong, el criado de la familia. Thuong la miraba con lástima. Mau parecía examinar a Thuong como si viera al novicio en su lugar. Alzó ambos brazos e hizo señales para que se acercara. Lo atrajo junto a sí y a continuación llevó al criado a su dormitorio. Mau se encontraba en un estado de delirio, completamente abrumada por la fuerza de su anhelo sensual, su abatimiento y su orgullo herido.
Mau llevó a Thuong a su cama y dejó que la naturaleza siguiera su curso, mientras imaginaba que estaba con Kinh Tam. Abrazó apasionadamente al novicio imaginario y lo besó ardientemente, como si estuviera poseída.
Todo el episodio duró apenas cinco minutos. Inmediatamente después, Mau golpeó reiteradamente a Thuong y lo expulsó de su habitación. Cubriéndose la cabeza con las manos, el criado huyó, consciente de que había cometido un error fatal. Sin duda sería condenado a muerte si su amo llegaba a conocer este incidente; y sus padres, que vivían en el campo, también se verían implicados. En cuanto a Mau, vivió los días siguientes en un estado de agonía, atrapada entre el terror y el remordimiento.
Una mañana, Mau despertó con una sensación de gran incomodidad física; y a partir de varios indicios cayó en la cuenta de que estaba embarazada. Su temor adquirió una intensidad pavorosa. Se preocupó por sí misma, por sus padres y por Thuong. Ahora los cuatro serían víctimas de su obsesión, sus deseos sensuales, su orgullo herido y su deseo de venganza. Tras confirmar que estaba embarazada, Mau hizo algunos arreglos para conseguir una gran suma de dinero. Se la entregó a Thuong y le pidió que huyera del país y no regresara nunca, ni siquiera al hogar de sus padres en Nhat Nam. Era muy consciente del carácter violento de su padre. Sin duda haría la vida imposible a los padres de Thuong.
Con lágrimas en los ojos, el joven Thuong tomó el dinero y partió ese mismo día. Algunos meses después, los padres de Mau advirtieron los cambios en su cuerpo y supieron que había sucedido lo peor. Interrogaron a su hija para conocer los detalles, pero ella se negó rotundamente a responder. Estaba avergonzada. No podía reconocer la verdad, ni siquiera ante quienes le habían dado la vida. No podía decirles que se había acostado con un criado. Ella misma no podía aceptarlo, ni lo aceptarían las personas de su clase social. La pareja interrogó a su amada hija durante tres días y tres noches, pero Mau guardó silencio. Se limitó a decir que se sentía indispuesta, eso era todo. Al cuarto día, mientras los tres comían en el salón principal, el alguacil del pueblo pidió a Thi Mau —la disoluta joven que se había quedado embarazada fuera del matrimonio, la hija de la familia más rica de la clase alta— que se presentara en el ayuntamiento del pueblo y explicara sus actos, tras lo cual el consejo del pueblo proclamaría su sentencia.
La rica pareja se sintió avergonzada y humillada más allá de lo que podía expresar. Gozaban de un estatus elevado en el pueblo, y siempre se les ofrecían los asientos de honor y les servían los platos más deliciosos. Al encontrarse con ellos, todos tenían que inclinarse profundamente y desearles lo mejor. Pero ahora le exigían a su hija que respondiera por el crimen de haber quedado embarazada sin estar casada. ¿Cómo podrían volver a mirar a la cara a la gente del pueblo?
El padre de Mau acompañó y presentó a su hija al consejo del pueblo. Mirándolos a ambos, el presidente del consejo dijo:
—Thi Mau, querida niña, has cometido la estupidez de quedarte embarazada. Deberías contar lo que ha sucedido para que todo el pueblo lo sepa. Si dices la verdad, el consejo del pueblo dispondrá lo necesario para que te cases con ese hombre. ¡Sin embargo, si pronuncias siquiera la más ínfima de las mentiras, tu padre no podrá redimir tus actos ni siquiera pagando con nueve búfalos y treinta vacas!
El presidente clavó su mirada en Mau, y los otros miembros del consejo estudiaron su rostro atentamente. El padre de Mau también la observaba con la mirada fija. La muchacha evitó todas las miradas bajando los ojos y pensó: «No puedo decir la verdad. Si lo hago traeré una vergüenza inimaginable a mis padres y a todo mi linaje. Muchas familias de buena posición me han ofrecido propuestas de matrimonio. Las rechacé todas sólo para acabar acostándome con un criado. Aunque dijera la verdad, nadie me creería, sobre todo ahora que Thuong ha huido. ¿Por qué no digo que me acosté con el novicio Kinh Tam, el único a quien en verdad amo? El presidente del consejo ha prometido que, según las normas que rigen en el pueblo, me casaré con Kinh Tam si digo que es él...».
Cuando sus pensamientos alcanzaron este punto, Mau miró al presidente y dijo:
—He sido una estúpida. Me acosté con Kinh Tam, un novicio que practica en el templo de la Nube del Dharma. Lo hice porque lo amo. No pude resistirme. Pido perdón a todo el pueblo y solicito vuestra ayuda para casarnos.
Todos los presentes lanzaron un grito de sorpresa. ¡Increíble! ¿Cómo era posible que un novicio tan recto como Kinh Tam cometiera un acto semejante?
—¿Dónde te acostaste con el novicio y concebiste este bebé? —preguntó el presidente
—Hace unos meses nos encontramos detrás del stupa del patriarca, en el templo. Eran casi las seis de la tarde —respondió Mau rápidamente.
El presidente se volvió e impartió una orden a los dos guardias presentes:
—Vosotros dos, presentaos en el templo y traed al venerable abad y al novicio Kinh Tam para que sean interrogados por el consejo del pueblo.
Antes de que hubiera transcurrido una hora llegó el abad del templo de la Nube del Dharma. El novicio Kinh Tam estaba con él. También se presentaron los novicios mayores, Chi Tam y Thanh Tam.
Tras invitar a tomar asiento al venerable abad, el presidente dirigió la mirada al novicio Kinh Tam y preguntó:
—Novicio, has tomado los votos monásticos y te has comprometido a llevar la vida célibe del monje. ¿Por qué los has transgredido acostándote con esta joven doncella y dejándola embarazada? —El presidente señaló a Mau y continuó—: Thi Mau lo ha contado todo al consejo. Novicio, si confiesas tu acto imprudente, el consejo mostrará clemencia permitiendo que abandones la vida monástica y te cases con Thi Mau. Pero si lo niegas y mientes deliberadamente, el consejo decretará el castigo pertinente en función de las leyes establecidas en el pueblo.