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Protocolo NBAM (Nonverbal Behavior Analysis Matrix)

RAFAEL LÓPEZ PÉREZ

FERNANDO GORDILLO LEÓN

JUAN ENRIQUE SOTO CASTRO

1. INTRODUCCIÓN

Presentamos a continuación el protocolo de análisis de comportamiento no verbal denominado NBAM (Nonverbal Behavior Analysis Matrix). Al igual que en el resto de protocolos presentados en este manual, hemos decidido identificarlo por su nombre en inglés porque incorpora el término nonverbal behavior, que es el más ampliamente utilizado en el ámbito científico y, por tanto, el que se utilizará para búsquedas en bases de datos científicas. Por otro lado, es el único protocolo de análisis global de conducta no verbal publicado hasta la fecha; por ello es necesario dotarle de una identificación que permita su proyección internacional.

La incorporación del término matrix se debe a que la estructura del protocolo se asemeja a una matriz en la cual se cruzan diferentes fuentes de datos. Partiendo de la matriz inicial de datos, y tras un proceso que explicaremos en las próximas páginas, se obtendrán las conclusiones del análisis.

Al igual que los anteriores protocolos, el protocolo NBAM está desarrollado por la confluencia de investigadores procedentes del ámbito académico y del ámbito profesional, en concreto del policial. Este hecho ha propiciado la creación de una herramienta eminentemente práctica que, en la actualidad, se está utilizando con éxito por parte de la Sección de Análisis de Conducta del Cuerpo Nacional de Policía de España. No obstante, a lo largo de los últimos años, el NBAM ha sido aplicado en infinidad de campos aparte del de la investigación judicial o policial, tales como el análisis de spots televisivos, el entrenamiento de líderes políticos, el entrenamiento de empresarios y directivos, los recursos humanos, el análisis de congruencia emocional en programas de televisión, el análisis de personajes públicos de la crónica social, etc.

Para entender la herramienta es necesario abordar de manera inicial varios conceptos de vital importancia: el proceso típico de percepción de un estímulo, la existencia de diferencias individuales y la existencia de canales expresivos no verbales.

Entendemos que una vez llegados a este capítulo del manual no es necesario profundizar en aspectos teóricos que ya han sido abordados anteriormente. Pasaremos a continuación a abordar brevemente estos conceptos a los que nos hemos referido, entendiendo que alguno de ellos ya se ha tratado con mayor profundidad en capítulos precedentes.

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Figura 9.1.—Conceptos incorporados a la herramienta.

2. PROCESO EMOCIONAL

El protocolo NBAM parte de la existencia de determinados tipos de comportamiento que están asociados con la percepción consciente o inconsciente de un estímulo. De esta manera podemos establecer una primera clasificación de tipos de conducta según ésta sea intencionada o no intencionada (automática) (Palmero y Mestre, 2004). Adicionalmente, el sujeto podrá inhibir o controlar su conducta. La inhibición total de la conducta no será observable y el control de la misma, si está bien ejecutado, tampoco. Ahora bien, existen situaciones en las cuales salta una conducta automática que el sujeto intenta controlar pero el intento es fallido, apareciendo escapes conductuales que permiten observar ese intento de control. Este caso concreto de intento de control fallido es de especial interés para el analista, ya que supone que el sujeto tiene intención de que esa determinada conducta no sea observable. Por este motivo lo recogemos como caso especial, derivándose de lo anteriormente expuesto que los elementos relativos a la conducta que podremos observar en un análisis serán:

Conducta intencionada.

Conducta automática.

Control fallido de conducta.

Ausencia de conducta.

En la figura 9.2 presentamos al lector una adaptación del esquema elaborado por Palmero y Mestre (2004) que muestra el proceso emocional, iniciado con la aparición de un estímulo hasta llegar a una determinada conducta. En el gráfico presentado se representan los diferentes conceptos con tres colores: blanco, gris y negro.

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Figura 9.2.—Proceso emocional de percepción consciente y no consciente de un estímulo presentado por Palmero y Mestre (Palmero y Mestre, 2004). Adaptación del esquema presentado por los autores para la mejor comprensión del protocolo.

En este primer diagrama presentamos el gráfico completo (percepción consciente y no consciente). Dado que no afecta al interés del presente capítulo, a efectos didácticos, en adelante nos referiremos al proceso eliminando la percepción no consciente (cuadros con fondo negro). De esta manera, simplificamos el esquema y no afecta al objetivo didáctico concreto de este capítulo.

Lo presentado en fondo blanco son procesos no observables que, en todo momento, nuestras conclusiones acerca de ellos serán inferencias. Por ejemplo, podemos observar una determinada expresión facial reactiva fruto de la emoción de tristeza. En este caso, lo observado será una determinada expresión facial automática. El hecho de decir que esa expresión significa que el sujeto está triste, es una inferencia, porque la tristeza en sí misma no es observable, sólo es observable la expresión de ésta. La base de esta herramienta es precisamente entender claramente que lo único observable es la conducta o su ausencia (intencionada, automática o intento fallido de control). El comportamiento es aquello que, sin llegar a serlo al 100 %, será objetivo.

En fondo gris se presenta aquello que podrá ser observado. Fruto de la motivación del sujeto y de sus procesos cognitivos, podrá desarrollar una determinada conducta intencionada. Producto de su experiencia emocional y de la propia evaluación/valoración, podrá aparecer una conducta automática (no controlada). Fruto de su experiencia emocional y los procesos cognitivos, podrá realizar un intento de control de conducta que resulte fallido.

De manera adicional, de la percepción se desprenderá una determinada respuesta fisiológica que también podrá ser observable en algunos casos, por ejemplo, cuando la persona comienza a sudar y esa sudoración es perceptible con la vista.

Se puede observar que, en el esquema, el estímulo aparece marcado tanto en blanco como en gris. Esto es debido a que podrán existir situaciones en las cuales el estímulo sea observable y otras en las que no. Por ejemplo, en el desarrollo de un interrogatorio, ante una pregunta comprometida, el sujeto podría realizar una determinada conducta (girar su cuerpo hacia la puerta, una determinada expresión facial, etc.). En este caso, el investigador puede comprobar que el estímulo que ha desencadenado esta conducta ha sido su pregunta, el estímulo está presente y es observable. En otros casos podremos observar una conducta fruto de un estímulo que ya no está presente o que es interior del propio sujeto (por ejemplo, un recuerdo espontáneo).

A modo de síntesis, es importante remarcar que lo único observable será la conducta: automática, intencionada y el intento fallido de control de la conducta; algunos aspectos, si son evidentes, de la respuesta fisiológica, y, en algunos casos, el estímulo. Como se refleja en la figura 9.3, esto establece una diferencia clara entre dos niveles de análisis: el nivel de datos observables y el nivel de inferencias.

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Figura 9.3.—Nivel de datos observables y nivel de inferencias.

Vamos a realizar un rápido viaje a través de los elementos que aparecen, desde la inicial percepción del estímulo hasta el desarrollo de un determinado comportamiento.

La percepción puede ocurrir de dos modos: conscientemente y no conscientemente. Podemos aludir a los referidos por Palmero y Mestre (2004), según los cuales, en el primero de los casos el sujeto notará la presencia de un estímulo que capta su atención. En la percepción consciente se producirá la influencia de una serie de filtros que modulan la percepción: variables cognitivas, como las creencias, los juicios, etc., que el sujeto posee acerca del estímulo en cuestión; los condicionantes biológicos (entre ellos la propia personalidad, tratada en el capítulo 7) y el estado afectivo actual del sujeto en esos momentos.

Por su parte, la percepción no consciente del estímulo no captará la atención consciente del sujeto, pero sí se producirá un cierto procesamiento de la estimulación. Éste puede dar lugar a los siguientes pasos del proceso emocional. Puede suceder también que el estímulo exija una respuesta inmediata, caso en el cual se pueden activar los subsiguientes pasos del proceso emocional. En la percepción no consciente también influyen los filtros mencionados.

Una vez percibido el estímulo con suficiente fuerza, el sujeto pasará a evaluarlo y valorarlo conscientemente. Es el paso previo a la experiencia de una emoción que, a su vez, determinará la emoción experimentada. La evaluación se refiere a la interpretación, y la valoración se refiere a la estimación de la repercusión personal. Simplificando mucho, podemos decir que evaluar será medir diferentes parámetros del estímulo y valorar será determinar cómo afecta la situación a los objetivos en términos de beneficio o perjuicio para el sujeto, en términos de especificidad del beneficio o perjuicio y en términos de probabilidad subjetiva de controlar la situación.

Los filtros mencionados influyen también de forma apreciable en la evaluación-valoración, sesgando e individualizando este proceso.

Como consecuencia de este proceso, se desencadenará la experiencia subjetiva de la emoción (emoción, sentimiento), una respuesta fisiológica, una motivación concreta respecto del estímulo percibido y una determinada cognición.

Respecto al concepto de emoción, ampliamente tratado en los capítulos anteriores, tan sólo presentamos a continuación la definición aportada por Fernández-Abascal, Jiménez y Martín (2003): «Emoción es el conjunto de efectos producidos por un proceso multidimensional encargado de analizar situaciones especialmente significativas, interpretarlas de manera subjetiva en función de la historia personal, expresarlo a los demás, preparar para la acción y generar cambios en la actividad fisiológica». Recomendamos al lector que lea detenidamente esta definición y la interiorice, ya que será una base imprescindible para el análisis de la conducta de un sujeto.

Por otro lado, como vimos en el capítulo 1, el concepto de cognición hace referencia al procesamiento de la información a partir de la percepción y el conocimiento, según el cual se representa el entorno, se recibe información y se actúa conforme a ella.

Por último, siguiendo la figura presentada, tenemos que detenernos brevemente en el concepto de motivación. La motivación debería referirse a un proceso adaptativo, que es el resultado de un estado interno de un organismo que le impulsa y le dirige hacia una acción en un sentido determinado. Es decir, es influenciado por factores externos e internos que activan al organismo y dirigen su conducta hacia la consecución de objetivos o metas gratificantes (Fernández-Abascal et al., 2003). Se involucran los conceptos de energía, dirección y mantenimiento.

3. LÍNEA BASAL

El hecho de que la percepción, la evaluación y la valoración estén influidas por los filtros personales hace imprescindible que debamos tener en cuenta las diferencias individuales que se incorporan al proceso típico de percepción-conducta. Tal y como reflejan las líneas de color gris de la figura 9.4, los filtros mencionados (disposiciones biológicas, juicios, creencias y estado afectivo) afectarán, por tanto, de manera indirecta a la conducta.

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Figura 9.4.—Individualización de la conducta.

Esto supone la necesidad de establecer un patrón base de conducta, una línea basal sobre la cual podamos establecer cambios conductuales que sean interesantes para el objetivo del análisis. Por ejemplo, en el caso de estudiar un interrogatorio o una entrevista será interesante estudiar la individualidad de cada sujeto estableciendo su línea base. De esta manera podremos comparar el comportamiento en diferentes momentos del tiempo, permitiendo observar cambios que planteen preguntas como:

¿Por qué ha modificado su comportamiento?

¿Qué procesos emocionales, motivacionales o cognitivos han provocado el cambio?

El estímulo que provoca el cambio de comportamiento, ¿es interno o, por el contrario, se debe a una reacción frente a un estímulo presente en el entorno?

El estímulo que provoca el cambio, ¿es una de las preguntas del interrogador?

El patrón base de comportamiento debería realizarse, de manera ideal, mediante el análisis de material audiovisual del sujeto en otro momento diferente en el tiempo, idealmente en varios momentos diferentes. De esta manera se establecerá cómo se comporta el individuo en situaciones diferentes a la analizada, pudiendo inferir el origen de los cambios comportamentales. Dado que esto es difícil en la mayoría de las ocasiones, una solución apropiada para el caso de interrogatorios será establecer una conversación banal con el sujeto a analizar en la cual observemos su conducta y la comparemos con la situación en la cual exista una alta implicación emocional.

La existencia de estos filtros y el hecho de que afectan a la conducta implica que también se puedan realizar inferencias sobre ellos a través de la conducta. Tal y como vimos en el capítulo 7, los filtros de personalidad podrán ser inferidos a través de la mera observación.

4. CANALES EXPRESIVOS

Otro elemento fundamental del protocolo es el establecimiento de una serie de canales expresivos no verbales que se analizan extrayendo datos conductuales. Así, los canales expresivos son: expresión facial (EF), gestos (G), posturas, orientación y movimiento (P), paralenguaje o prosodia emocional (PA), proxémica (PR), háptica (H), apariencia (A), oculésica (O) y el necesario canal verbal (V), que nos servirá para realizar análisis de contenido lingüístico y para establecer la sincronía entre la conducta verbal y la no verbal (figura 9.5). Todos ellos han sido analizados de manera pormenorizada en los capítulos precedentes.

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Figura 9.5.—Canales expresivos.

Hasta aquí se han planteado los tres elementos básicos que suponen la base teórica del protocolo, de los cuales se desprende que:

a)Lo único observable será la conducta (automática, intencionada o intento fallido de control), algunas respuestas fisiológicas y, en algunos casos, el estímulo.

b)A partir de estas conductas, el analista deberá inferir los estados emocionales, cognitivos y motivacionales del sujeto objeto de análisis.

c)Existen filtros (biológicos, estados de ánimos, valores y creencias) que individualizan la conducta y, por tanto, es necesario establecer un patrón base de comportamiento.

d)Será necesario realizar el análisis a través de cada uno de los canales expresivos.

5. PROCEDIMIENTO-TABLAS

Llegados ya a la forma práctica de aplicar el protocolo, lo primero que debemos establecer son los diferentes niveles de análisis. La herramienta NBAM se estructura a lo largo de cinco niveles, numerados desde el nivel 0 hasta el nivel 4, que siguen el siguiente proceso:

Nivel 0. Patrón base.

Nivel 1. Análisis de datos conductuales observables.

Nivel 2. Establecimiento de inferencias basadas en los datos observados.

Nivel 3. Establecimiento de hipótesis de trabajo.

Nivel 4. Último nivel, en el cual se produce una llamada a la acción. Esta llamada bien podría ser el establecimiento de propuestas de actuación, propuestas de mejora, etc., y ello dependerá del ámbito profesional en el cual se esté utilizando el protocolo (véase figura 9.6).

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Figura 9.6.—Proceso del protocolo NBAM.

Veamos a continuación la manera de realizar cada uno de los niveles planteados. Puede que con la única lectura de las líneas que vienen a continuación el lector tenga dificultades para comprender la realización práctica del protocolo. Es lógico, pero estamos convencidos de que, tras la visualización de un caso práctico como el que presentamos en el próximo capítulo, estas dudas quedarán despejadas.

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Figura 9.7.—Tabla de línea basal.

5.1. Nivel 0. Línea basal

En este nivel debemos intentar por todos los medios establecer la manera en que el sujeto objeto de análisis se comporta en situaciones normales. En su defecto, tal y como hemos apuntado, estableceremos el patrón mediante la realización de preguntas de control. Debemos establecer patrones base en cada uno de los canales expresivos, de manera que quedarán recogidas las particularidades conductuales del sujeto en cada uno de ellos.

Cada dato se codificará incluyendo la letra B (de línea basal), seguido del código del canal y finalizando con el número de la observación, de manera que, por ejemplo, las observaciones basales sobre expresión facial se codificarán como B-EF-1 hasta B-EF-n, donde B corresponde a la línea basal, EF a la expresión facial y n al número de la última observación de ese canal (las observaciones se numerarán correlativamente iniciándose con la número 1). Cada observación se recogerá en una fila de la tabla, añadiendo todas las que sean necesarias. Igualmente, si para alguno de los canales no existe ninguna observación, podrá prescindirse de él. Es decir, no se incluirán filas con canales en blanco para los cuales no existe observación conductual.

5.2. Nivel 1. Datos

En este nivel recogeremos, en cada canal expresivo, cada una de las conductas que consideremos de interés. Se irán añadiendo tantas filas para cada canal como sean necesarias. Es decir, podremos tener varias filas para datos de expresión facial, varias para gestos, y así sucesivamente. Cada dato se numerará de la siguiente manera.

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Figura 9.8.—Tabla de nivel de datos.

Cada dato se codificará incluyendo la letra D (dato), seguida del código del canal y finalizando con el número de la observación, de manera que, por ejemplo, las observaciones de datos sobre expresión facial se codificarán como:

D-EF-1 hasta D-EF-n, donde D corresponde al dato, EF a la expresión facial y n al número de la última observación.

Este nivel es de suma importancia, ya que es la base del protocolo. Si se realiza correctamente este nivel, de manera objetiva, sin incluir nuestra opinión sobre lo observado, puede servir de base objetiva para compartir con diversos analistas. Si varios analistas llegan a las mismas hipótesis, éstas serán significativas y deberán tenerse en cuenta.

En cada dato se especificará el fotograma asociado a la conducta, la verbalización que el sujeto hacía en el momento de realizar la conducta concreta y una descripción de la misma.

5.3. Nivel 2. Inferencias

En este nivel, el analista planteará las inferencias respecto de la emoción, la cognición y la motivación del sujeto para la realización de la conducta reflejada. En este nivel ya se unen todos los canales en inferencias, las cuales se codificarán con la letra I (inferencia) seguida de un número correlativo para cada una de ellas.

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Figura 9.9.—Tabla de inferencias (versión para el analista y versión para informes).

Junto a la inferencia, entre paréntesis, se recogerán los datos de los cuales procede esa inferencia concreta, de manera que, junto a ella, se podrán leer los datos de origen de la inferencia.

Posteriormente se contará el número de datos de los cuales procede la inferencia y el número de canales distintos. Se procederá a multiplicar el número de datos por el número de canales, reflejando el resultado en el cuadro correspondiente, de manera que se producirá una ponderación que otorgará una puntuación mayor a aquellos canales con muchos datos, procedentes de varios canales distintos. Esta ponderación se basa en que una inferencia sobre motivación, cognición o emoción, si llega a través de varios canales simultáneamente, tiene más probabilidades de ser fiable. Por este motivo se otorgará una mayor fiabilidad a las inferencias que hayan obtenido un alto valor. Es necesario tener en cuenta que este valor numérico es una ayuda para el analista, el cual deberá valorar si existe alguna inferencia que, aun teniendo un valor bajo, posea características que la hagan ser de gran importancia para el establecimiento de las hipótesis. Por ejemplo, una inferencia que refleje que una persona siente ira, tendrá un mayor valor si procede de datos de diferentes canales que si procede de un solo canal. Cuando una persona pretenda simular, pondrá atención en uno de los canales (o en un número reducido de ellos), pero le resultará complicado hacerlo sobre la totalidad de ellos. Por ello, en este protocolo partimos de que una inferencia que venga por un número amplio de canales es más fiable. Ahora bien, una simple expresión facial veraz de sorpresa presentada en el rostro de una persona ante una información que supuestamente conocía podría ser considerada de gran importancia aunque sólo proceda de uno de los canales expresivos.

Por este motivo reiteramos que la valoración numérica otorgada a la inferencia es de carácter orientativo para el analista, y, por tanto, en caso de emitir un informe pericial, este valor no aparecerá en la tabla.

5.4. Nivel 3. Hipótesis

En este nivel, el analista establece sus hipótesis finales. Todas ellas deben estar basadas en las inferencias realizadas. Junto a la hipótesis, entre paréntesis, se recogerán los códigos de las inferencias de las cuales procede esa hipótesis concreta.

Se deberán recoger todas las hipótesis posibles siempre y cuando tengan su base en inferencias previas.

5.5. Nivel 4. Propuestas de intervención/sugerencias operativas

Éste es el nivel que cierra el protocolo. En él, el analista hace una llamada a la acción. En función del ámbito para el cual se haya realizado el análisis, este nivel puede establecer una propuesta de intervención o sugerencia operativa como «debe tomarse nuevamente declaración al sujeto», si el ámbito de trabajo es la investigación judicial, o «la persona analizada debe mejorar su gesticulación con las manos», si se usa el protocolo para asesorar a un personaje público. En el caso de haberse solicitado el informe para la realización de una vigilancia, el nivel 4 puede recoger las pautas de comportamiento futuro que se estiman en el sujeto objeto de análisis.

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Figura 9.10.—Tabla de hipótesis.

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Figura 9.11.—Tabla de propuestas de intervención.

6. USO EN TIEMPO REAL

Muchas han sido las situaciones en las cuales no se disponía de material audiovisual para realizar los análisis. En entornos tan particulares como la inteligencia, en los cuales la mera grabación de una interacción con otros colegas o informadores puede ser un grave problema, no queda más remedio que recurrir al análisis en tiempo real. Necesitamos realizar un análisis «sobre la marcha» que nos permita analizar los diferentes canales y realizar las inferencias e hipótesis precisas.

Éste será un trabajo realmente complicado en el cual sólo podrá salirse airoso si previamente se ha entrenado a un equipo humano en el cual una de las personas conduzca la entrevista verbal y otra u otras analicen las interacciones no verbales. Evidentemente, el entrenamiento de este equipo debe ser intenso, iniciándose con una formación profunda en el uso de esta herramienta y una posterior puesta en ejecución en un entrenamiento en tiempo real. El equipo deberá iniciarse en el análisis de material audiovisual, para pasar posteriormente a un entrenamiento intensivo en análisis en tiempo real, trabajando con actores que simulen diferentes situaciones, para pasar por último a una fase de puesta en práctica en un entorno real.

La unidad mínima del equipo debería ser un binomio de dos personas entrenadas que trabajen juntas de manera estable y entre las cuales exista una buena relación personal. Ésta es la única manera fiable de enfrentarse a un análisis de tiempo real. Incluso sería de interés crear un macroequipo formado por diferentes binomios que pongan en común sus experiencias acerca de la aplicación del protocolo en tiempo real.

Tal y como apuntamos anteriormente, uniendo el planteamiento teórico de este capítulo con la aplicación práctica mostrada en el capítulo siguiente, el lector podrá aplicar de manera exacta el protocolo NBAM.