Un segundo gran escape
De las cenizas y los montones de piedras de la aniquilada nación judía emerge un Israel restaurado.
Este es un milagro que recuerda al éxodo. Pero en vez de confrontar a un faraón testarudo y resistente que se niega de manera déspota a dejar salir a los judíos—como ocurrió en los días de Moisés—leemos de tres reyes persas que animan a los exiliados judíos a regresar a casa, además les dan regalos y los liberan de pagar impuestos como incentivo añadido.
Por consiguiente, casi mil años después del gran éxodo, la nación judía inicia un segundo éxodo. Este se lleva a cabo durante varias décadas, a medida que ola tras ola de exiliados recogen las familias que han levantado en tierra extranjera y empiezan la larga caminata de casi mil seiscientos kilómetros hacia el norte, junto al fértil valle del Río Éufrates en lo que hoy día es Irak, luego hacia el sur a lo largo de la costa mediterránea, a través del Líbano y al interior de Israel.
Durante el exilio judío se habían establecido colonizadores en la tierra. Para ellos los judíos que regresaban eran intrusos pocos gratos.
Pero los judíos se impusieron con el apoyo de reyes paganos, a quienes consideraron como instrumentos de Dios.
El resultado es una historia que inspira valor y perseverancia en cualquiera que enfrenta el reto intimidador de reconstruir su vida, su hogar o su fe desde el fondo hacia arriba.
Frases célebres
• «Que se reconstruya el templo» (6.3, NVI). Declaración del rey persa acerca del templo de los judíos que los babilonios habían destruido.
• «Bendito Jehová Dios de nuestros padres, que puso tal cosa en el corazón del rey [de Persia], para honrar la casa de Jehová que está en Jerusalén» (7.27). Reacción del sacerdote Esdras ante la noticia de que el rey autorizaba a los tesoreros reales a contribuir con plata y otros regalos para reconstruir el templo. Además, los trabajadores del templo estarían exentos de impuestos.
Tras bastidores de Esdras
Papeles protagónicos
Esdras, sacerdote que predica en contra de que judíos se casen con no judíos (7.1) Ciro, rey persa que libera a exiliados judíos (1.1)
Trama
Después de cincuenta años de vivir en el exilio, los judíos están libres para ir a su patria. Persia ha derrotado a Babilonia y el rey persa Ciro ha decretado que todos los judíos cautivos pueden regresar a su tierra natal. Además, el rey anima a los judíos a reconstruir su templo. Incluso devuelve al templo el mobiliario que los babilonios habían sacado del templo de Salomón antes de arrasarlo.
Muchos judíos regresan e inician la reconstrucción del templo en Jerusalén. La obra se detiene debido a oposición local. Pero comienza de nuevo ante la exhortación de los profetas Esdras y Zacarías que llegan después. El segundo templo de Jerusalén se termina en el 516 a.C., setenta años después que fuera destruido el templo de Salomón.
Al llegar el sacerdote Esdras empieza a enseñar al pueblo las leyes de Moisés. Sus sermones generan arrepentimiento nacional, y súbitamente se acaban los matrimonios de muchos judíos con mujeres no judías.
¿Sabía usted?
• Aunque Esdras predica un fuerte sermón en contra de que judíos se casen con no judíos, incluso con gente de Moab en lo que hoy es Jordania, la bisabuela del rey David fue Rut, una moabita. Aunque los extranjeros tendían a alejar a Israel de Dios y a llevarlos a la idolatría, Dios aceptó a no judíos que lo adoraban, como lo hacía Rut.
Qué buscar
Dios obra por medio de personas que no lo adoran. Observe que el escritor dice que el templo se reconstruye debido al apoyo de tres monarcas paganos. (1) El rey persa Ciro emite un decreto oficial en que invita a los judíos a regresar a Jerusalén y reconstruir el templo. (2) Décadas después el rey persa Darío aleja la oposición no judía al proyecto constante de reconstrucción, y dice a los judíos que terminen su obra. (3) Aun otro rey persa, Artajerjes, anima a regresar a casa a los judíos que han permanecido en Babilonia. Ofrece dinero y provisiones a todo aquel que desee ir.
Copias de cartas oficiales. La mayor parte del libro, como la mayoría del Antiguo Testamento, se escribió en hebreo. Pero Esdras incluye algunos mensajes oficiales persas escritos en arameo, el lenguaje usado en el exilio. Un ejemplo es el memorando del rey Darío en 6.3–12. Estas cartas se incluyen como evidencia de que los judíos tuvieron aprobación del rey para hacer lo que estaban realizando. Unas décadas atrás algunos eruditos bíblicos pensaron que estos documentos fueron inventados. Pero hace poco se descubrieron pergaminos persas que revelan que las cartas están alineadas con las políticas persas y que están escritas en el lenguaje de la región usando el tono oficial de los decretos reales.
Autor y fecha
No se conoce el escritor. La antigua tradición judía dice que el libro lo escribió Esdras, un sacerdote y maestro que regresó del exilio más o menos sesenta años después que el templo fuera reconstruido. Muchos creen que el autor de Esdras también escribió 1 y 2 Crónicas y Nehemías.
Esdras y Nehemías eran un libro en las primeras ediciones de la Biblia. El primer escritor conocido en hablar de ellos como separados fue el erudito cristiano Orígenes, quien vivió en el siglo segundo de nuestra era. Él los llamó 1 y 2 Esdras.
Igual que los dos libros de Crónicas, es probable que Esdras se escribiera a principios del siglo quinto a.C., aproximadamente cien años después que muchos de los judíos regresaran del exilio y reconstruyeran el templo.
El autor escribió el libro para preservar las buenas nuevas acerca de lo sucedido cuando los judíos exiliados fueron finalmente libres para volver a su patria. Lo que sucedió es que con la reconstrucción del templo comenzaron a reconstruir su nación. También hicieron un serio intento de distanciarse de la adoración de ídolos extranjeros, lo que podía socavar su fe en Dios.
Ubicación
La historia se desarrolla en dos localidades: Primero en Babilonia (el moderno Irak), donde judíos exiliados se disponen a regresar a casa; luego en Jerusalén, donde empiezan a reconstruir el templo. Zorobabel y el primer grupo del exilio regresó a Jerusalén entre el 538 y el 537 a.C. Los muros de la ciudad no se reconstruyeron hasta que Esdras y Nehemías dirigieron el regreso de un segundo grupo de judíos ochenta años después.
Escenas extraordinarias de Esdras
Después que Persia conquista el Imperio Babilónico, el rey persa Ciro emite un magnánimo decreto en que permite a los judíos regresar a su tierra. Además, los anima a reconstruir su templo y ordena a otros a donar provisiones. Incluso devuelve el mobiliario sagrado del templo, robado por los babilonios cincuenta años antes.
Como cuarenta y dos mil judíos deciden regresar, aunque quizás la mayoría ha nacido en el exilio y nunca ha visto la tierra que Dios les prometió.
Una vez en Jerusalén, levantan una colecta entre ellos para comenzar a reconstruir el templo. Recogen como media tonelada de oro y casi tres toneladas de plata… una fracción de las casi cuatro mil toneladas de oro y cuarenta mil toneladas de plata que David separó para que su hijo Salomón construya el templo.
Los judíos empiezan a reconstruir el altar para poder así renovar rápidamente su costumbre de adorar a Dios ofreciendo sacrificios de animales y de cosechas.
Los judíos regresan del exilio
(capítulos 1—2)
Con el sistema expiatorio restaurado, los judíos inician la dura tarea de sacar los escombros del templo anterior y poner la base de uno nuevo. Cuando se completa la base, el pueblo se reúne en un culto de adoración a Dios. Muchos gritan con regocijo y entonan cánticos que el rey David había escrito centenares de años antes.
Pero entre quienes celebran lloran en voz alta «ancianos que habían visto la casa primera». Según parece, ellos se dan cuenta de que no hay esperanza de que el nuevo templo iguale la gloria del primero. Lo que no comprenden, sin embargo, es que aunque el nuevo templo será más pequeño y menos elegante que el de Salomón, durará casi un siglo más: Alrededor de quinientos años.
Reconstrucción del templo
(3.7–13; 6.13–18)
Pioneros que se habían establecido en la tierra mientras los judíos estaban lejos habían comenzado a adorar a Dios, pero solo como el dios local de la tierra, no como el único Dios de la creación. Ellos ofrecen ayudar a reconstruir el templo, pero los judíos rechazan el ofrecimiento.
Ofendidos, los lugareños empiezan a causar problemas, amenazando a los trabajadores y tratando de sabotear sus esfuerzos. Entonces, cuando un nuevo rey llega al trono persa, le escriben una carta en que manifiestan que los judíos casi están reconstruyendo la ciudad. Cuando eso suceda, la carta acusa, «no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será menoscabado». Además, agregan, los judíos tienen antecedentes de rebeldía… una realidad que según ellos el rey puede corroborar al revisar los registros de los antepasados judíos.
El rey revisa los registros y descubre que los judíos sí tienen grandes antecedentes de rebeldía. Por consiguiente ordena que se detenga la obra.
Durante casi una década los judíos no hacen nada por reconstruir el templo. Luego, a instancias de profetas recién llegados, reanudan su trabajo. Cuando los lugareños presentan de nuevo sus quejas a quien se ha convertido en otro rey persa—Darío—el monarca busca el decreto original de Ciro y permite que continúe la reconstrucción. Más o menos cuatro años después, en el 516 a.C., el templo se ha terminado y dedicado.
Los lugareños se las arreglan para que la obra se detenga
(4.1–24)
Al llegar a Jerusalén, Esdras descubre que muchos de los hombres judíos han hecho caso omiso de la ley en contra de casarse con mujeres no judías. Incluso algunos de los sacerdotes y trabajadores del templo han roto esta ley. Esdras va al patio del templo y empieza a orar y a llorar en favor del pueblo. Él sabe que fue la asociación de Israel con no judíos lo que llevó a la idolatría, lo cual provocó el exilio. Además teme que Dios castigue a la nueva nación, así como había castigado a Judá.
Una multitud de adoradores se reúne uno a uno alrededor de Esdras. Cuando oyen sus oraciones, también se ponen a llorar. A los tres días se ha reunido allí una gran asamblea. Cuando cae lluvia en el patio, Esdras se pone de pie para hablar.
«Hemos pecado contra nuestro Dios—dice el sacerdote—, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra. Ahora, pues, hagamos pacto con nuestro Dios, que despediremos a todas las mujeres y los nacidos de ellas».
La congregación está de acuerdo.
Esdras condena el matrimonio de judíos con no judíos
(9.1—10.17)
Resenñas
Ciro en los registros. Inscripciones de la época del rey persa Ciro confirman que él era tolerante con las religiones de los pueblos conquistados, y que su política era dejar que los cautivos regresaran a su patria y reanudaran su fe. Según parece él esperaba que esto le granjeara el cariño tanto del pueblo como de sus dioses.
En una de sus inscripciones pide: «Que todos los dioses a quienes he reestablecido en sus ciudades sagradas pidan diariamente a Bel y Nebo [dos dioses babilonios] una larga vida para mí, y que me recomienden ante Marduc (el principal dios babilónico)».
Los reyes persas que le sucedieron siguieron la misma política.
Los números no cuadran. Esdras tiene dos listas de exiliados que regresaron, mientras Nehemías tiene siete. Ambos dicen que la cantidad total de personas es 42.360. Pero la lista de Esdras asciende a 29.818 y la de Nehemías a 31.089.
No hay una explicación satisfactoria para la aparente discrepancia.
Tal vez en cada libro se dieron tiempo para registrar solo una lista parcial y agregaron mujeres no identificadas para alcanzar el total.
No obstante, muchos eruditos bíblicos creen que los escribas que preservaron el libro siglo tras siglo, copiándolo de rollos gastados a rollos nuevos, cometieron algunos errores con los números. Quizás algunas de las cantidades en los rollos antiguos eran demasiado difíciles de leer.
¿Por qué abandonar esposas no judías? Ante lo que parece ser la insistencia del pueblo, Esdras predicó un categórico sermón contra matrimonios de judíos con no judíos, luego dio instrucciones de que todos los hombres judíos con esposas no judías se separaran de ellas y las despidan con sus hijos (vea 10.3).
Los judíos decidieron tomar esta dolorosa medida porque Esdras les recordó que la ley de Dios prohibía tales matrimonios. Refiriéndose a las naciones vecinas, la ley decía: «No emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo. Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto» (Deuteronomio 7.3–4).
Esdras recordó a los ex exiliados que esto es exactamente lo que sucedió. Y aparentemente los judíos concluyeron que podría volver a ocurrir. Por tanto, en vez de pensar de cambiar en el futuro, trataron de enmendar el pasado.
Tal vez esta no habría sido la manera en que Dios querría que los judíos manejaran el asunto, pero con seguridad parece ser lo que ello creían que el Señor esperaba de ellos. Quizás creían que era demasiado arriesgado hacer algo menos que esto. Después de todo, la desobediencia había exterminado recientemente a su nación. No querían ninguna ocasión de repetir tal circunstancia.
Libros afines
• Para continuar la siguiente etapa de la historia, lea Nehemías, que originalmente fue la segunda parte del libro de Esdras.
• Para comparar el segundo templo menos espléndido de la época de Esdras con el primero de la época de Salomón, lea 1 Crónicas 28—29 y 2 Crónicas 2—7.
• Para leer las palabras de profetas que inspiraron a los exiliados a reconstruir el templo y a volver a comprometerse con Dios, vaya a los libros de Hageo y Zacarías.