Pablo enfrenta una hostil toma de poder
Ministros y congregaciones tienen una larga historia de no llevarse bien. El primer caso registrado es de Pablo y la iglesia que inició en Corinto. El apóstol la planta como una semilla, luego se queda por dos años y la alimenta. Finalmente sale para iniciar otras iglesias. Allí es cuando se inician los problemas.
Surgen discusiones en Corinto acerca de quién tiene la autoridad, cómo se deben comportar los cristianos, y cómo deben adorar. Pablo enfoca estos problemas por correo a la distancia, y por una visita personal. Entonces, en el mismo año, se levanta otra crisis. Otros que afirman ser apóstoles llegan a Corinto y empiezan a captar cabecillas del liderazgo del apóstol. Segunda Corintios no dice exactamente lo que enseñan esos falsos apóstoles, pero Pablo acusa a los intrusos de reempacar el evangelio con «otro Jesús», «otro espíritu», y «otro evangelio» (11.4).
El apóstol se niega a echarse atrás. Lucha por los corazones y las mentes de los corintios. Él sabe que podría perder la batalla. Si le preocupara su orgullo personal y su reputación, retrocedería y dedicaría todas sus energías a las muchas otras iglesias que lo aprecian más. Pero a Pablo le interesa el pueblo corintio. Está dispuesto a soportar cualquier dolor de cabeza y humillación para volverlos al verdadero Jesús, al verdadero Espíritu, y al verdadero evangelio.
Frases célebres
«Dios ama al dador alegre» (9.7).
«Un aguijón en mi carne» (12.7). Desconcertante descripción de Pablo de un problema no identificado que lo atormentaba.
Tras bastidores de 2 Corintios
Papeles protagónicos
Pablo, destacado ministro al mundo no judío, y fundador de la iglesia en Corinto, Grecia (1.1) Tito, compañero de Pablo que lleva a Corinto una carta que trata de reparar la relación dañada entre el apóstol y la congregación (2.13)
Trama
Poco después que los corintios cristianos reciben la carta de Pablo conocida por nosotros como 1 Corintios, llegan algunos fuereños. El apóstol no dice quiénes son estos individuos, pero es claro que su apreciación del evangelio difiere de la de él. Pablo llama a los intrusos «falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo» (11.13). Según parece representaban al cristianismo judío, pero 2 Corintios no dice nada acerca de observar tales asuntos judíos como circuncisión, restricciones alimentarias, y fiestas religiosas.
La relación entre Pablo y los corintios ya era muy tirante. La iglesia misma se había iniciado dividida en camarillas, y discutían sobre estilos de vida y prácticas de adoración. Después de escribir 1 Corintios, Pablo visita la iglesia. Pero esto solo agrava la tensión.
Intrusos alertan.
Dotados del arte de la persuasión, los intrusos recién llegados lanzan por lo alto acusación tras acusación sobre Pablo. Lo único que sabemos de las acusaciones es lo que podemos deducir de la defensa del apóstol, preservada en 2 Corintios. Pero los intrusos parecen atacar su autoridad y sus motivos. En respuesta, Pablo se presenta como un sincero y honesto ministro de Cristo que se preocupa profundamente por los corintios.
Qué buscar
Ataques verbales contra Pablo. Llegan a la ciudad maestros religiosos afirmando ser cristianos. Rápidamente muestran que se oponen a Pablo, porque empiezan a poner a la iglesia contra su ministro fundador.
He aquí los que parecen ser los principales puntos de ataque, junto con extractos de la defensa del apóstol:
1. Pablo es un apóstol autonombrado, no uno comisionado personalmente por Jesús, como fueron los apóstoles originales. «Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros» (12.12).
2. Pablo se está promoviendo. «No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor» (4.5).
3. No se puede confiar en Pablo, puesto que no vino a Corinto cuando dijo que lo haría. El apóstol contesta diciendo que su última visita fue tan dolorosa que decidió que era necesario un período de calma. «Esto, pues, determiné para conmigo, no ir otra vez a vosotros con tristeza. […] Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande es el amor que os tengo» (2.1, 4).
4. Pablo se está echando al bolsillo dinero recolectado para los creyentes de Jerusalén, golpeados por la pobreza. «A diferencia de muchos, nosotros no somos de los que trafican con la palabra de Dios» (2.17, NVI). Pablo insinúa que los intrusos buscan donaciones para ellos mismos de parte de los corintios. El apóstol se había negado a hacer esto (12.13). En vez de eso, se ganaba la vida trabajando como fabricante de carpas (Hechos 18.3).
5. Pablo vocifera valientemente en sus cartas, pero en persona es un cobarde que no tiene nada digno qué decir (10.10). «Así como somos en la palabra por cartas, estando ausentes, lo seremos también en hechos, estando presentes» (10.11).
Renuencia de Pablo a jactarse de sus sufrimientos. Expertos bíblicos denominan a 11.16—12.13 el «discurso del jactancioso», porque Pablo dice «para que yo también me gloríe un poquito» (11.16). El apóstol se siente incómodo al jactarse de cualquier cosa que no sea el Señor. Sin embargo, siente que está contra la pared y que su ministerio en Corinto se acabará si no habla.
El discurso del jactancioso podría parecer jactancia defensiva, pero no lo es. Es una parodia de antiguos discursos y cartas de elogio. Esta es una técnica defensiva adecuada porque los críticos-intrusos en Corinto han llegado con cartas de recomendación.
En un sarcástico cambio total de típicas recomendaciones, Pablo empieza a jactarse acerca de las experiencias que lo muestran como víctima: un perdedor por las normas del mundo. El apóstol informa el padecimiento de una tragedia tras otra… todo porque está haciendo la voluntad de Dios, y defendiendo a los corintios.
Lo menos que pueden hacer los lectores es recordar cómo Jesús sufrió por la misma razón. Es probable que este discurso haya generado en muchos corintios un renovado sentimiento de gratitud por lo que Pablo y Jesús han soportado a favor de ellos.
El «aguijón en la carne» de Pablo. Al describir lo que ha sufrido en todo su ministerio, Pablo habla de un «aguijón en la carne» que lo atormenta y le impide engreírse (12.7).
El apóstol se muestra débil en eso, aunque pide tres veces a Dios que le quite el «aguijón», el Señor no lo hace. Jesús también pide ser libre del sufrimiento de la cruz. Puesto que Jesús sufrió, Pablo está dispuesto a hacer lo mismo, aunque esto lo haga ver débil a los ojos del mundo.
Pablo no dice qué es el «aguijón». Expertos bíblicos tienen muchas teorías, que incluyen alguna clase de problema físico como malaria o mala vista (él escribe en letras grandes, Gálatas 6.11), sus interminables persecuciones, o su rechazo por los corintios.
¿Sabía usted?
• Según parece la congregación corintia superó finalmente sus peleas. En las décadas finales del primer siglo cristiano el dirigente romano de la iglesia, Clemente, los felicitó en una carta. Escribió que los corintios «no se tienen malas intenciones mutuas. Toda sedición y toda escisión les fue abominable».
• Pablo escribió a los corintios al menos cuatro cartas: (1) una carta mencionada en 1 Corintios 5.9, en que advierte a los creyentes que se alejen de personas con inmoralidad sexual; (2) 1 Corintios; (3) la severa carta de reprimenda que se menciona en 2 Corintios 2.4; y (4) 2 Corintios.
Información personal acerca de Pablo. Esta carta revela más información autobiográfica acerca del apóstol que cualquiera de sus otras cartas. Mucha de esta viene en los capítulos once y doce, donde habla de cómo sufrió como ministro: golpes, encarcelamientos, naufragios, apedreamiento, humillación pública. La lista continúa. También describe lo que parece una visión o una experiencia fuera del cuerpo, en la cual puede ver la vida después de la vida (12.1–6).
Una carta vehemente de recaudación de fondos. Es sorprendente que Pablo pida dinero en esta carta en que se incluye una defensa contra acusaciones de que predica para sacar provecho.
No obstante, el dinero no es para él. En realidad hace caer en cuenta a los corintios que durante los dos años que vivió entre ellos no aceptó su dinero. La ofrenda que ahora está pidiendo es para cristianos de Jerusalén acosados por la pobreza. Esta es una ofrenda especial que Pablo ha estado recogiendo de iglesias en todo el oriente del Mediterráneo.
El apóstol aplica un poco de presión suave al decir a los corintios que él se ha jactado de la generosidad de ellos. «Conozco vuestra buena voluntad, de la cual yo me glorío entre los de Macedonia, que Acaya está preparada desde el año pasado; y vuestro celo ha estimulado a la mayoría. Pero he enviado a los hermanos, para que nuestro gloriarnos de vosotros no sea vano en esta parte» (9.2–3).
Autor y fecha
La carta es de «Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios», junto con su compañero Timoteo.
Pablo la escribió unos pocos meses después de escribir 1 Corintios, durante su tercer y último viaje misionero. Recurriendo a claves del texto, algunos expertos bíblicos especulan que él escribió 1 Corintios en la primavera mientras estaba en Éfeso, y luego 2 Corintios en el invierno cuando estaba en Macedonia.
Ubicación
Igual que 1 Corintios, la carta de Pablo está dirigida a cristianos en una joven iglesia que él inició unos cuantos años antes en Corinto, Grecia. Ubicada al sur de Atenas, Corinto está cerca de una franja de tierra de seis kilómetros que separa el Mar Egeo en el este del Mar Adriático en el oeste. (Vea mapa en 1 Corintios.) Aparentemente Pablo supone que en otras iglesias de la región leerán copias de la carta, pues también se dirige a «todos los santos que están en toda Acaya», la provincia romana que hoy día es Grecia.
Escenas extraordinarias de 2 Corintios
Pablo comienza su emocional misiva diciendo cuán contento está de que Dios siempre nos consuele cuando sufrimos. Esta es una introducción adecuada, porque el apóstol va a pasar gran parte del resto de su carta hablando del tormento que ha soportado de parte de la iglesia de Corinto y de otros.
Pablo dice que los seguidores de Cristo en esta generación—y especialmente ministros—deben esperar dificultades, oposición y rechazo porque esto fue lo que Cristo tuvo. Para ilustrar dos extremos en la manera en que la gente reacciona al evangelio, el apóstol recurre a una imagen conocida para ciudadanos de grandes ciudades en el imperio romano. Es la escena de una procesión: soldados que marchan en un desfile de victoria después de la guerra. A la vista de todos están los prisioneros que serán ejecutados para el placer del emperador, o que serán vendidos como esclavos. A lo largo del camino los ciudadanos ovacionan y llenan el aire con el dulce aroma de incienso ardiendo. Esta fragancia perfumada es aromática y bienvenida para los conquistadores. El olor significa muerte para los cautivos.
Entonces Pablo pinta una imagen de sí mismo y de otros ministros cristianos que marchan en un desfile de victoria dirigido por Jesús. «Para Dios nosotros somos el aroma de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden. Para estos somos olor de muerte que los lleva a la muerte; para aquellos, olor de vida que los lleva a la vida» (2.15–16, NVI).
Algunos individuos reciben bien al evangelio y sus mensajeros. Pero muchos rechazan ambos y los resisten con venganza.
Conquistadores romanos en una marcha triunfal
(2.14–17)
APablo le asombra que Dios confiara un mensaje tan importante como el evangelio a frágiles seres humanos.
«Tenemos este tesoro en vasos de barro—asegura el apóstol—. Estamos atribulados en todo, mas no angustiados. […] Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús» (4.7–11).
Pablo no siente un miedo descomunal a morir porque cree que lo único que muere será el cuerpo, el cual Dios reemplazará con uno eterno.
«Sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos» (5.1).
Los cuerpos humanos son como tabernáculos: temporales
(5.1–10)
Atoda parte que va Pablo, la tormenta lo acecha a como un depredador. Muchos cristianos judíos, por ejemplo, discrepan vehementemente con la decisión del concilio de Jerusalén de permitir que creyentes no judíos se unan a la iglesia sin tener que observar leyes judías vigentes como las de circuncisión, alimentos limpios y fiestas religiosas (Hechos 15). Por eso siguen a Pablo, quien es famoso como ministro a los no judíos, e intentan deshacer los daños que, según ellos, ha ocasionado la predicación del apóstol.
Para controlar esta tensión, Pablo intenta unir las facciones judías y no judías de la iglesia con una tangible expresión de preocupación: recoge una ofrenda de sus iglesias predominantemente no judías para los cristianos judíos de Jerusalén acosados por la pobreza. En realidad, Pablo dice que esta idea no es suya, sino que viene de la reunión del concilio de Jerusalén (Gálatas 2.10). Sin embargo, el apóstol apoya por completo la insinuación y promueve la ofrenda en todos sus viajes, como muestran referencias en Hechos, 1 y 2 Corintios, y Romanos.
La Biblia no dice cómo se empobrecieron los creyentes de Jerusalén. Una teoría es que el espíritu de generosidad que empezó en Pentecostés alentó a muchos creyentes a dar casi todo lo que tenían (Hechos 4.32–37). Otra sugerencia que insinúan las Escrituras es que una hambruna asoló la región poco después de que Pablo comenzara su primer viaje misionero, allá por el año 46 d.C., y antes de la muerte del emperador Claudio en el 54 d.C. (Hechos 12.27–30). Sin embargo, otra razón podría ser porque los judíos mayores a menudo se iban a Jerusalén para pasar sus últimos días en la ciudad santa y ser enterrados en ella. Quizás la iglesia tuvo que sufrir al cuidar mujeres cuyos maridos las precedieron en la muerte.
Cualquiera que sea la razón de la pobreza, la ofrenda para Jerusalén es importante para Pablo; este suplica a los corintios que sean generosos.
«Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre» (9.7).
Más tarde Pablo entrega personalmente la ofrenda, consciente por completo que podría ser arrestado y acusado de herejía por el mismo cuerpo legislativo judío que sentenció a Jesús. En realidad lo arrestan y finalmente lo transportan a Roma para enjuiciarlo en la corte del emperador. Eso es lo que la Biblia dice del apóstol. Escritores cristianos de fin del siglo informan que Pablo fue ejecutado.
Una colecta para los pobres de Jerusalén
(8.1—9.15)
En los últimos capítulos de su carta, Pablo lucha con el mayor problema que ahora amenaza a la iglesia corintia: «Falsos apóstoles» que han llegado con cartas de recomendación y que están tomando el control de la iglesia (11.13).
Pablo tiene un enfoque increíblemente creativo para recuperar su congregación. En vez de jactarse de su poder espiritual y de sus influencias—como han hecho los intrusos—el apóstol escribe una parodia sarcástica de autopromoción; se jacta de sus debilidades y de las humillaciones que ha sufrido.
El apóstol admite que una vez debió salir de Damasco como un criminal, y que lo bajaron por el muro de la ciudad en una canasta. Esto se llevó a cabo poco después de su conversión. Los judíos habían apostado guardias en la entrada de la ciudad, y habían planeado matarlo como traidor religioso cuando saliera (Hechos 9.20–25).
Pablo muestra en esta humillante letanía los grandes peligros y dificultades que ha soportado por amor hacia Dios y los corintios.
«De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos» (11.24–26).
El punto culminante de esta parodia llega cuando Pablo revela que Jesús también sufrió terriblemente a causa del mensaje del evangelio. El apóstol dice que «aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios» (13.4).
Los corintios deben ver cómo solamente Pablo—no quienes llegan tarde, y lo hacen para agradar a multitudes—cumple con el patrón establecido por Jesús, y es por tanto su apóstol verdadero.
Pablo escapa de Damasco en una canasta
(11.16–33)
Reseña
Pablo no era muy bien parecido. La Biblia solo da escasas insinuaciones del físico de Pablo, pero esas insinuaciones armonizan con la descripción más antigua que se conserva de él, preservada en un libro del siglo segundo.
En los Hechos de Pablo, el escritor cristiano describe a Pablo como «un hombre de mediano tamaño, cabello escaso, piernas un poco chuecas, y rodillas separadas; tenía ojos enormes y cejas unidas, además la nariz era un tanto grande».
Pablo dijo que sus críticos decían de él: «Las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil» (10.10). La NVI traduce «débil» como «no impresiona», mientras que otras versiones traducen «es poca cosa». Cualquiera que signifique la descripción, no era un cumplido.
Pablo no niega que parecía débil a la gente que lo evaluaba por valores del mundo. Por el contrario, lo admitía, y luego lo agregó al recordar a los corintios que Jesús fue crucificado en debilidad.
«Aunque [Jesús] fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios. Pues también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con él por el poder de Dios para con vosotros» (13.4).
En otras palabras, el Señor tiene una capacidad extraordinaria para convertir la debilidad en poder. «Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades» (12.9).
Más de una carta. Algunos eruditos dicen que 2 Corintios es una obra cortada y pegada, extraída de dos o más cartas de Pablo.
La misiva es cualquier cosa menos literatura de flujo suave, que armonice perfectamente un tema con el próximo. Leerla es como dar un paseo en un vehículo de tracción en las cuatro ruedas. En cierto momento su chofer va a velocidad constante por la autopista, conversando con usted acerca de cuán satisfactorio le es el trabajo. Al momento siguiente se ha metido a un maizal y de repente habla de política.
Súbitos desvíos del tema, cambios de tonos agradables a tonos duros, y la variedad de temas—reprimendas, colecta de dinero, sarcasmo (por nombrar solo unos pocos)—llevan a algunos expertos bíblicos a concluir que 2 Corintios es una composición de dos o más epístolas. Según una teoría, la intensa y desgarradora carta que Pablo menciona en 2.4 se preserva al menos en parte en los capítulos diez al trece, y que se ha añadido a la misiva que llegó después de ella: 2 Corintios 1—9.
Sin embargo, otros eruditos ven a 2 Corintios como una sola epístola que enfoca problemas de muchas facetas. Estas personas sugieren que el tono suave del apóstol al principio, seguido del tono severo al final, demuestra que él estaba tratando de poner puentes antes de pasar a confrontar el gran problema: falsos apóstoles que intentaban tomar el control de la iglesia.
Los líderes de la iglesia primitiva trataron a 2 Corintios como una sola carta. Además, ninguno de los manuscritos griegos más antiguos muestra evidencia de que la carta fuera la unión de pedazos.
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Filipenses es otra misiva en que el tono suave del apóstol cambia de repente. En fuerte lenguaje condena a las personas que sostienen que los no judíos deben observar el rito de la circuncisión.