La iglesia que enfurece a Pablo
Este es el libro más cargado de emoción en la Biblia. A medida que usted lo lee, casi puede ver cómo brotan las gruesas venas moradas del cuello de Pablo mientras descarga su enojo sobre los equivocados cristianos de Galacia.
«Estoy maravillado», comienza el apóstol.
Pablo ha enseñado a los gálatas que Dios salva al confiar solo en Cristo, no haciendo cosas religiosas. Ahora corrobora que ellos ya no creen esto. Al contrario, creen a algunos misioneros recién llegados, quienes les enseñan que los cristianos deben obedecer las leyes judías.
Pablo es categórico en que, ahora que ha llegado Jesús, la ley nada tiene que ver con la salvación. Con ferviente emoción recuerda a los gálatas los milagros y los dones del Espíritu Santo que experimentaron cuando él aún estaba en la región. «¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois?» (3.2–3).
Sinceramente, es difícil entender la ira y la pasión que lleva a Pablo a decir lo que dice, y del modo en que lo hace. Este santo apóstol utiliza uno de los lenguajes más intensos en la Biblia. Sin embargo, de modo extrañamente conocido, cuando estalla su enojo sobre todos los gálatas y las personas que los llevan en dirección errónea, parece un padre enojado pero amoroso, que interpreta la acción alborotadora de un niño como si este acabara de hacer algo increíblemente insensato que casi lo mata.
En ocasiones el amor es silencioso. Pero a veces es un grito estridente para que alguien salga del borde del desastre.
Frases célebres
«Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (6.7).
«Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí» (2.20).
Tras bastidores de Gálatas
Papeles protagónicos
Pablo, apóstol famoso por su ministerio entre no judíos; ministro fundador de iglesias en toda Galacia (1.1)
Pedro, líder de los doce discípulos originales, quien provoca una fuerte reprimenda de Pablo por evitar a cristianos no judíos (1.18)
Trama
Mientras viajaba por Galacia, en el occidente de Turquía, Pablo había dicho a judíos y no judíos residentes de la región, que para convertirse en cristianos solo necesitaban fe en Jesús. Muchos habían aceptado sus enseñanzas, las cuales estaban respaldadas por milagros.
Ahora, varios años después, Pablo se entera que otros maestros cristianos han llegado a la región y lo están contradiciendo. Estos maestros, judíos que aceptan a Jesús como el Mesías, insisten en que todos los no judíos (gentiles) deben confiar en Jesús y obedecer las leyes dadas por Moisés. Este es un asunto controversial ya discutido con anterioridad, y supuestamente decidido a favor del apóstol en la reunión cumbre de dirigentes cristianos alrededor del año 49 d.C. (Hechos 15).
Pablo escribe una defensa elocuente, y a veces tremendamente dura, de su enseñanza y su autoridad como apóstol comisionado por Dios «para que yo le predicase entre los gentiles» (1.16). Habla de su milagrosa conversión mientras iba a arrestar cristianos, de haber visto a Jesús, y de las luchas que enfrentó al defender el evangelio. Pablo apela al ejemplo de Abraham, un hombre que vivió antes de las leyes judías, para mostrar que Dios acepta personas debido a su fe, no a la obediencia a reglas.
El apóstol Pablo sostiene que la ley judía pretendía servir solo hasta que llegara el Mesías (3.19). Con la muerte expiatoria de Jesús, Dios estableció un nuevo pacto que liberaba de la ley a la humanidad. En vez de la necesidad de seguir reglas, Pablo escribe: «Si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley» (5.18).
Qué buscar
Enojo. «¡Oh gálatas insensatos!» (3.1). Esas son palabras de Pablo. Él se enoja más en esta carta que en cualquier otra de las que escribe.
El apóstol está tan disgustado que se salta la nota de agradecimiento y elogio con la cual por lo general se inicia toda carta antigua, así como las misivas modernas empiezan con «Apreciado(a)». En vez de eso, Pablo rápidamente enfoca el caso de los gálatas: «Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo» (1.6–7).
El enojo de Pablo refleja más la seriedad del problema que la flaqueza de su ego. Si los gálatas se aferran al mensaje modificado del evangelio, no hay razón de que Jesús haya muerto (2.21).
En ciernes la mayor división en la iglesia. La primera escisión en la Iglesia cristiana llegó por el mismo asunto que estalló en Galacia. La pregunta divisiva fue: ¿Tiene la gente que volverse judía antes de poder convertirse en cristiana? Pablo dijo que no. Muchos otros cristianos judíos dijeron sí: todo el mundo debe obedecer las leyes de Moisés.
Si los judíos cristianos hubieran ganado la discusión, el cristianismo no se habría convertido en una importante religión mundial. Se habría vuelto solo otra rama o denominación del judaísmo. Además de las ramas judías reformadas (menos tradicionales), conservadoras y ortodoxas (más tradicionales), todo el cristianismo sería una facción de judíos que aceptan a Jesús como Mesías, pero que se sienten obligados a observar leyes judías acerca de circuncisión, alimentos limpios, y días de fiestas religiosas.
Pablo defiende su posición apostólica. El apóstol recuerda a los gálatas cómo Dios lo escogió para predicar en especial a los gentiles, y cómo los discípulos originales de Jesús lo aceptaron como ministro de igual autoridad. Los discípulos estuvieron de acuerdo en que Pablo y Bernabé «fuéramos a los gentiles y ellos a los judíos» (2.9, NVI).
Pablo discute con Pedro. Pablo está tan a la par con los discípulos originales que se siente libre de discutir con Pedro, líder de los doce, cuando este último comete una gran equivocación. Esto ocurre cuando Pedro visita la iglesia que Pablo y Bernabé están pastoreando en Antioquía, Siria. Sintiéndose presionado por judíos cristianos que aún observan las leyes de Moisés, Pedro deja de comer y de socializar con miembros gentiles de la iglesia. Según la ley judía, a los gentiles se les considera ritualmente impuros. Los judíos que se han contactado con ellos deben realizar rituales de limpieza antes de poder adorar a Dios en el templo.
La conducta de Pedro equivale a segregación dentro de la iglesia. Como mucho, ambos grupos se habrían considerado separados pero iguales. Sin embargo, lo más probable es que cada uno se haya considerado superior al otro.
Otros judíos siguen la guía de Pedro, hasta que Pablo lo confronta en público, diciendo: «Si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo» (2.21).
Principios de vida, en vez de leyes rígidas. Aunque los cristianos están libres de las reglas del Antiguo Testamento, Pablo dice que no obstante los creyentes deben vivir de manera piadosa. El apóstol explica que el Espíritu Santo aleja a las personas del mal. «El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza» (5.22–23).
¿Sabía usted?
• Anacoretas que giran a su alrededor, monjes musulmanes que danzan dando vueltas hasta entrar en trance mientras intentan buscar a Dios, tienen sus orígenes a principios del siglo trece, en una antigua ciudad de cuatro mil años cerca de Listra, Galacia, donde Pablo inició una iglesia.
• La provincia romana de Galacia obtuvo su nombre de los galos del occidente de Europa, quienes comenzaron a establecerse allí aproximadamente doscientos años antes de Cristo.
Autor y fecha
La carta es de «Pablo, apóstol» (1.1) a todas las iglesias de Galacia, una provincia romana en el occidente de Turquía.
No se sabe a ciencia cierta cuándo escribió Pablo la epístola. Esta no ofrece pruebas sólidas acerca de la fecha, de dónde la escribió el apóstol, o cúales iglesias en Galacia tenía en mente. Debido a que la teología de la carta se parece más a 1 Tesalonicenses que Pablo escribió antes, que a su posterior carta a los romanos, eruditos bíblicos especulan que el apóstol escribió Gálatas aproximadamente en el 55 d.C., o pocos años antes.
Ubicación
Pablo escribe a iglesias no identificadas en Galacia, una franja de tierra de casi quinientos kilómetros de largo y de más de ciento cincuenta de ancho, localizada en el occidente de Turquía. No se sabe si el apóstol escribió la carta a iglesias que él fundó en el sur de Galacia en su primer viaje misionero (nombradas en la Biblia), o a iglesias que inició en el norte de Galacia en su segundo viaje (no nombradas en la Biblia). Quizás tenía en mente ambos grupos.
Escenas extraordinarias de Gálatas
Después que Pablo sale de Galacia llegan misioneros judío-cristianos y contradicen su enseñanza de que la gente se salva solo por fe en Jesús. Sostienen que la fe en Jesús no es suficiente. Cualquiera que desee ser cristiano debe obedecer también las leyes de Moisés.
Esta es una antigua herejía, explica Pablo en su carta de defensa a las iglesias de Galacia. Dice que años atrás había corregido públicamente a Pedro por esta misma creencia errónea. Pedro llegó de visita cuando Pablo estaba pastoreando en Antioquía, Siria. Al principio Pedro comía con miembros no judíos, y los trataba como hermanos y hermanas espirituales. Pero después, cuando llegaron de Jerusalén otros líderes de la iglesia, de repente a Pedro le dio temor asociarse con cristianos no judíos. Según parece, estos dignatarios visitantes creían, igual que otros judíos, que los gentiles eran ritualmente impuros.
«Nosotros somos judíos de nacimiento y no “pecadores paganos”—dice Pablo a Pedro—. Si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en vano» (2.15, 21, NVI).
Más tarde Pedro se pondría de parte de Pablo en este asunto en una reunión cumbre de dirigentes cristianos en Jerusalén (Hechos 15). Aunque estos estuvieron de acuerdo, poniéndose a favor de Pedro y Pablo, muchos judíos cristianos disidentes llevaron su caso a Galacia y más allá.
Pablo discute con Pedro
(2.11–21)
Si la enseñanza de Pablo se hubiera eclipsado por la de sus oponentes, la que se afianzó en Galacia, el cristianismo pudo haber resultado de manera muy diferente. Todos los cristianos se pudieron haber vuelto judíos, atados por las restricciones de la ley judía. Quizás el cristianismo no se hubiera convertido en una importante religión mundial, sino en una de varias ramas o denominaciones del judaísmo. Además, tal vez a los no judíos que se habían convertido a la rama cristiana del judaísmo los pudieron haber tratado como miembros de menor posición, así como hoy día sucede en muchas sinagogas con gentiles convertidos al judaísmo.
Pablo no quiere ver nada con un cristianismo preocupado por posiciones, que coloca a algunas personas por delante de otras. «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois» (3.28–29).
Sin embargo, libertad de las leyes restrictivas judías no significa libertad de responsabilidad. «No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna» (6.7–8).
Iguales ante los ojos de Dios
(3.26—4.7)
Reseñas
Características de un cristiano. Las particularidades de un cristiano, que Pablo identifica en Gálatas 5.22–23, son increíblemente coherentes con las características que el apóstol menciona en otras cartas: 1 Corintios 13.3–8; Filipenses 4.8; y Colosenses 3.12–16.
Compare, por ejemplo, Gálatas y Filipenses:
«El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza» (5.22–23).
«Consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio» (Filipenses 4.8, NVI).
Pablo, ¿hipócrita amargado? ¿Cómo pudo Pablo escribir que el Espíritu de Dios otorga a las personas «mansedumbre y templanza» (5.23), solo algunos párrafos después de desear esto a los misioneros intrusos en Galacia: «¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!» (5.12)?
Además, ¿por qué un apóstol manso y moderado hace esta pregunta retórica a los gálatas que aceptaron la versión judía del evangelio: «¿Tan necios sois?» (3.3).
Esta es una carta virulenta.
Si Pablo permitió que su emoción humana sacara lo mejor de él, solo Jesús que volteó mesas de mercaderes en el templo lo puede juzgar (Mateo 21.12). Sin embargo, así como Jesús, quizás Pablo sabía cuándo un asunto vital exigía una respuesta severa.
Libros afines
Para un informe de la reunión cumbre en Jerusalén que discutió el mismo asunto que enfrentaban los gálatas, lea Hechos 15.
Para entender mejor la enseñanza de Pablo acerca de la salvación por medio de la fe, lea Romanos 3.21—4.25.