Consejos para cristianos a punto de renunciar
Hebreos es un libro para cristianos marginales en potencia.
A primera vista parece que el escritor no identificado solo se hubiera enfocado en judíos cristianos a punto de volverse a sus orígenes espirituales: el judaísmo. Sin duda se ha concentrado en estas personas debido a que en esta, la discusión más larga sostenida en la Biblia, el escritor presenta una asombrosa selección de evidencia para convencer de que Jesucristo—y la fe en él—cumple las promesas de Dios para Israel. Dice que el antiguo pacto, o acuerdo entre Dios e Israel, ha dado paso al nuevo pacto que profetizó Jeremías. La ley de Dios escrita en rollos se ha reemplazado por la ley de Dios escrita en el corazón humano. Además, los sacrificios de animales por el pecado se han vuelto obsoletos debido a la muerte expiatoria del Hijo de Dios.
Este es un libro para judíos cristianos, correcto. Pero también es un libro para cualquier otro cristiano que enfrenta obstáculos en su fe: tentaciones, frustraciones, desilusiones. Las dudas que judíos cristianos del primer siglo experimentaron quizás se debieron a judíos romanos y ortodoxos que los estaban persiguiendo.
Cualquiera que sea el obstáculo, el escritor de Hebreos anima a los cristianos a mantener los ojos en la meta. «Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús […] el cual […] se sentó a la diestra del trono de Dios» (12.1–2).
Frases célebres
«Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (13.8).
«Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» (11.1).
Tras bastidores de Hebreos
Papeles protagónicos
Jesús, Hijo de Dios, quien establece un nuevo pacto entre Dios y la humanidad; una mejor alianza que la instituida por Moisés y practicada en el templo (2.9).
Trama
Aproximadamente una generación después de la resurrección de Jesús, algunos judíos cristianos están empezando a abandonar el movimiento cristiano primitivo, y a regresar a la fe judía, quizás debido a la persecución. Para recuperar la lealtad de ellos, un dirigente no identificado de la iglesia escribe el libro de Hebreos, un ensayo que sostiene que la fe en Cristo es mejor que el judaísmo.
El escritor resalta tres puntos principales: (1) Jesús es superior a los héroes del Antiguo Testamento, incluso los profetas, Moisés y los ángeles. (2) Jesús es superior al sumo sacerdote, quien sirve como intermediario entre Dios y la humanidad. (3) Jesús es un sacrificio mejor que cualquier animal ofrecido en un altar.
Además, agrega el escritor, Jesús ha hecho obsoleto el antiguo pacto, el cual se basaba en reglas preservadas en las páginas de los primeros cinco libros de la Biblia. En su lugar hay un nuevo pacto, basado en leyes que Dios ha escrito en el corazón humano. El escritor explica que para los cristianos no hay cómo volverse atrás, porque no hay nada a qué volverse.
Qué buscar
Citas del Antiguo Testamento. Para convencer a judíos cristianos que la fe cristiana es idea de Dios y retoño del judaísmo, el escritor cita aproximadamente cuarenta pasajes del Antiguo Testamento para apoyar sus argumentos.
Por ejemplo, el escritor dice que el sacrificio animal no es lo que agradaba a Dios. Tales sacrificios eran sencillamente un medio para un fin, una manera de recordar al pueblo que el pecado es malo. Para probar su punto, cita Salmos 40.6: «Sacrificio y ofrenda no te agrada». Ese pasaje sigue revelando que lo que Dios desea en realidad es que las personas confíen en él y le obedezcan.
Jesús, el mejor camino. Observe que el escritor compara a Jesús con muchas personas y costumbres reverenciadas en el judaísmo. Observe también que Jesús siempre sale como ganador.
Mejor que ángeles, profetas y Moisés. Los ángeles lo adoran (1.6). Los profetas son solo voceros de Dios; Jesús es el Hijo de Dios (1.1–2). Moisés dijo al pueblo de Dios cómo sería el futuro; Jesús está a cargo del futuro (3.5–6).
Mejor que un sumo sacerdote. Los sumos sacerdotes interceden por las personas en un templo; Jesús intercede en el cielo (7.23—8.1). Los sumos sacerdotes han pecado; Jesús no (4.15).
Mejor que sacrificios animales. Por lo general se sacrifica un animal por el pecado de una persona; Jesús fue sacrificado por todos los pecados de todas las personas (9.26).
¿Sabía usted?
• «No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles» (13.2). Ejemplos de la Biblia incluyen Abraham (Génesis 18), Gedeón (Jueces 6), y Manoa (Jueces 13).
• El sacrificio de Jesús dio fin a la necesidad de las personas de ofrecer sacrificios a Dios. Cuarenta años después Roma finalizó por la fuerza el sistema expiatorio judío al destruir el templo, el cual nunca se ha reconstruido. Una mezquita de mil trescientos años se sitúa ahora en la colina de Jerusalén donde los judíos adoraron antiguamente.
Autor y fecha
El escritor no se identifica. A mediados del siglo segundo algunos dirigentes cristianos atribuyeron el libro a Pablo. Pero es improbable que él lo escribiera. El apóstol se identifica en sus otras cartas, y escribía en un estilo más sencillo. Es probable que Hebreos lo haya escrito alguien que, a diferencia de Pablo, nunca había visto a Jesús sino que había oído del Señor a través de testigos presenciales (2.3).
Dos candidatos firmes para la autoría son Bernabé y Apolos, colaboradores de Pablo. Allá por el año 200 d.C. un teólogo llamado Tertuliano citó de Hebreos, al cual identificó como «una epístola a los hebreos bajo el nombre de Bernabé». Bernabé era copastor con Pablo en una iglesia en Antioquía, Siria. Más tarde Bernabé sirvió como misionero que predicó en todo el oriente del Mediterráneo. Apolos «era un hombre ilustrado y convincente en el uso de las Escrituras» (Hechos 18.24, NVI). Un judío bien educado debió haber escrito Hebreos, libro que está entre los escritos más complicados en el Nuevo Testamento, y que se encuentra muy íntimamente relacionado con las Escrituras judías.
La fecha de la escritura también es incierta. Es posible que se haya escrito en algún momento en la séptima década, cuando en la segunda generación de cristianos comenzaban a surgir los líderes de la iglesia. Las muchas referencias del libro al templo judío y al sistema expiatorio sugieren que el escritor lo terminó antes del 70 d.C., cuando Roma destruyó el templo, poniendo un fin repentino a la era de sacrificios. Clemente, un líder de la iglesia en Roma, citó varias secciones del libro en una carta que escribió en el 95 d.C.
Ubicación
El mensaje parece dirigido a cristianos en todo el imperio romano, pero en especial a los de herencia judía. El escritor envía saludos de creyentes en Italia, lo que sugiere que vivía allí, tal vez en Roma (13.24). Esta posibilidad la fortalece el hecho de que Clemente, obispo de Roma, citó del libro en el 95 d.C. (Vea el mapa en Hechos.)
Escenas extraordinarias de Hebreos
Ajudíos cristianos que están a punto de renunciar al cristianismo y regresar al judaísmo, el escritor les recuerda lo que estarán abandonando.
El autor explica que Jesús es superior a profetas, Moisés e incluso ángeles. «Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, [Jesús] se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. […] ¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra?» (1.3, 13).
Hebreos también presenta a Jesús como superior a cualquier sumo sacerdote que alguna vez intercedió ante Dios por el pueblo. Cristo no necesita dirigirse al Padre por medio de ritos en el templo; él tiene acceso directo a Dios en el cielo.
Jesús al costado derecho del Padre.
(1.1–14)
Los judíos que desean perdón ofrecen sacrificio animal. Esto no aplaca a un Dios enojado, pero da al pueblo un medio de perdón y un recordatorio gráfico de la gravedad del pecado. Cuando los judíos imponen sus manos sobre la cabeza de una inocente oveja—como símbolo de la expiación que el animal hará por el pecado—y cuando el pueblo ve la sangre que drena del animal, se hace dramáticamente real la gravedad de vida y muerte del pecado.
Dios dijo a Moisés: «La vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas» (Levítico 17.11).
Sin embargo, según promesa hecha a los profetas, Dios establece un nuevo medio de perdón. Jesús murió como el sacrificio definitivo, reemplazando al sistema expiatorio. «Con una sola ofrenda [Jesús] hizo perfectos para siempre a los santificados» (10.14).
Sacrificio por pecados
(10.1–18)
Hebreos nos dice que la fe es «la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos» (11.1–2).
Usando un enorme elenco de héroes del Antiguo Testamento, el escritor prueba su punto de que a Dios le agrada la confianza que las personas tienen en él. La fe es más importante para el Señor de lo que alguna vez fueron los rituales judíos, sistema este que se volvió obsoleto. Antes de que Israel tuviera un sistema de leyes y ritos religiosos, la fe de hombres y mujeres piadosos—personas como
Abel, Noé, Abraham, Sara, Isaac, Jacob y Moisés—motivó en Dios inmenso placer.
El escritor insta a sus lectores a aferrarse a su fe en el Hijo de Dios: «El justo vivirá por fe» (10.38).
Abraham llega a Canaán, probando su fe
(11.1–40)
Reseñas
El nuevo pacto prometido. Es comprensible que los judíos fueran reacios a abandonar las leyes y los rituales prescritos en sus santas Escrituras… reglas que Dios mismo había dado por medio de Moisés, su profeta más venerado. La ley, como se llaman las reglas, representaban la parte israelita de un pacto que el Señor hizo con ellos. Si obedecían estas leyes, entonces Dios protegería y bendeciría su nación.
Ese es un tremendo «si». En toda la historia de Israel, el pueblo rompía reiteradamente la ley; a veces abandonándola por completo, cuando reinaban reyes impíos.
Dios dijo por medio del profeta Jeremías: «He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo» (Jeremías 31.31–33).
El escritor de Hebreos explica que «al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer» (8.13). Así como Moisés entregó el primer pacto a Israel, Jesús entregó el nuevo: «Por eso Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna prometida, ahora que él ha muerto para liberarlos de los pecados cometidos bajo el primer pacto» (9.15, NVI).
¿No hay segunda oportunidad? El escritor de Hebreos da una advertencia que no presagia nada bueno a los judíos creyentes que piensan volverse al judaísmo. Dice que si los cristianos le dan la espalda a Jesús, «vuelven a crucificar, para su propio mal, al Hijo de Dios, y lo exponen a la vergüenza pública» (6.6, NVI).
Este pasaje ha dejado perplejos a eruditos bíblicos.
Para el lector ocasional las palabras pueden parecer un intento final, desesperado y exagerado de un ministro por evitar que un grupo de miembros abandone la iglesia: «¡Si pasan por esa puerta saldrán para siempre del reino de Dios!»
Algunos eruditos toman literalmente el pasaje, insistiendo que los cristianos que abjuran de su fe en Jesús están perdidos sin esperanza. Otros eruditos insinúan que quienes recaen son individuos que solo han degustado el cristianismo, pero que nunca han experimentado una verdadera fe en Jesús.
Otros sostienen que la fe del creyente es auténtica, pero aun así este tiene el derecho de aceptar o rechazar a Jesús… incluso después de la conversión. Creyentes caídos como este se salen por su cuenta del pie de la cruz, y se vuelven a colocar entre la burlona multitud de pecadores que crucificaron a Jesús. Puesto que Dios se niega a meter a rastras a su reino a las personas que no lo desean, no puede hacer nada para salvarlas. Estos eruditos sostienen que si tales individuos quieren volver a entrar arrepentidos, lo único que deben hacer es seguir este consejo de Jesús: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá» (Mateo 7.7).
Libros afines
El escritor de Hebreos compara a Jesús con el sistema sacerdotal y expiatorio del Antiguo Testamento. Para examinar algo del material original en el cual se apoyó el escritor, vaya a Levítico, especialmente los capítulos 1—9.