NÚMEROS

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Cuarenta años en el desierto

No se engañe por el título. Números no es solo un reporte de empadronadores.

El libro incluye dos de estos reportes (por los cuales tomó su nombre): un censo al principio del libro, cuando los israelitas se alistan para dejar el Monte Sinaí; y otro censo al final, cuando acampan cerca de la frontera de lo que hoy día es Israel. Pero el libro también está lleno de historias dramáticas que revelan mucho acerca de quién es Dios y de cómo trata con seres humanos siempre quejumbrosos y rebeldes.

Los judíos en la antigüedad conocían el libro con el nombre «En el desierto». Ese es un título más descriptivo, porque de eso se trata la mayor parte de la obra: lo que pasó durante los cuarenta años que necesitaron los israelitas para llegar a Israel, a seiscientos cincuenta kilómetros de distancia… y por qué tardaron tanto tiempo.

La razón de esta tardanza se resume en una palabra: pecado. Es más, uno de los puntos principales del libro, y un mensaje para todas las generaciones, es que Dios castiga el pecado. Él ayuda cuando se lo piden. Muestra compasión no solicitada. Ofrece amor eterno. Pero frente al pecado sabe que este no desaparecerá si él le hace caso omiso. Por tanto no lo pasa por alto.

Sin embargo, incluso al castigar ciudadanos, líderes y la nación entera, Dios ofrece ánimo y esperanza. Así lo observó el apóstol Pablo: «Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza» (Romanos 15.4).

Frase célebre

• «Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos» (14.18). El pecado puede tener consecuencias perdurables y dolorosas. El pecado de los padres puede dejar marcas de por vida en los hijos.

Tras bastidores de Números

IL-starPapeles protagónicos

Moisés, líder de los cuarenta años de vagar por el desierto hacia la tierra prometida (1.1)

Aarón, sumo sacerdote y hermano mayor de Moisés (1.2)

María, hermana de Moisés (12.1)

Balaam, hechicero contratado para maldecir a Israel (22.5)

Eleazar, hijo de Aarón y sucesor como sumo sacerdote (19.3)

Josué, espía que exploró la tierra prometida, sucesor de Moisés (11.28)

IL-bookTrama

Aproximadamente después de un año de acampar al pie del Monte Sinaí, los israelitas parten hacia la tierra prometida. Al viajar por el desierto del Sinaí enfrentan muchas dificultades, como hambre, sed y enfermedad. Son prontos para quejarse pero lentos para pedir la ayuda de Dios. No parecen confiarle su futuro a él, aunque solo poco tiempo atrás los ha hecho sobrevivir en maneras espectaculares. Su falta de confianza se hace aparente en gran manera al llegar a los límites de Canaán, ahora Israel. Se niegan a atravesar la frontera. Confían menos en Dios que en el informe de los espías israelitas que regresan con aterradoras noticias de ciudades enormes y fortificadas, y de gigantes: «y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos» (13.33).

Debido a que los israelitas no quisieron confiar en que el Dios que los salvó de los poderosos egipcios también podía salvarlos de los cananeos, el Señor los condena a vagar en el desierto hasta que muera la generación de la época.

¿Sabía usted?

• El símbolo médico de dos serpientes sobre una vara (caduceo) se asemeja al descrito en Números. Cuando serpientes venenosas entran al campamento israelita, Dios dice a Moisés que haga una serpiente de bronce y la ponga sobre un asta. El Señor dice: «Cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá» (21.8).

• Dios sentenció a Israel a cuarenta años en el desierto, un año por cada día que los espías exploraron la tierra prometida. Diez de los doce no aconsejaron la invasión… consejo que aceptó la mayoría de israelitas.

• La estrella de David, que se ha convertido en el emblema nacional para el moderno Israel, viene de la profecía de Balaam de un rey futuro de Israel que aparecerá como una estrella, y conquistará naciones vecinas del desierto.

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IL-cameraQué buscar

Castigo por el pecado. Observe cuán rápidamente Dios castiga el pecado. Pero observe también con cuánta rapidez perdona a esta nación de ofensores continuos. Vez tras vez murmuran, critican con dureza, y se rebelan abiertamente. Pero cada vez que se arrepienten, él los perdona. El pueblo debe sufrir las consecuencias de sus acciones, pero no tiene que sufrir en soledad. Dios está con él.

IL-computerAutor y fecha

Se supone que Moisés es el autor principal. Números 33.2 dice que él escribió al menos una parte del libro. Quizás se agregaron otras. Por ejemplo, parece improbable que Moisés escribiera esto: «Aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra» (12.3).

Tal vez Moisés escribió la mayor parte de Números durante el viaje de la nación por el desierto después del 1400 a.C. Otros escritores cultos, como por ejemplo sacerdotes, pudieron haber añadido material y haber recopilado la obra en una forma definitiva después que los israelitas se asentaran en la tierra.

Quizás la razón principal de que Moisés escribiera este libro es mostrar que Dios castiga el pecado. Es más, debido a que pecaron los israelitas debieron esperar cuarenta años antes de poder entrar en la tierra prometida.

IL-worldUbicación

Números se sitúa en la Península de Sinaí, al este de Egipto y al sur de lo que ahora es Israel. Este es un terreno escabroso y reseco por el sol donde Dios condena a los israelitas a pasar cuarenta años antes de entrar a la tierra prometida. El mapa muestra solo el primer año de su viaje.

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Escenas extraordinarias de Números

Después de dar a Israel—durante el año que acampa al pie del Monte Sinaí—las leyes que los habrían de gobernar, el Señor pide a Moisés que prepare a los israelitas para salir. Puesto que invadirán una tierra ocupada, Dios da instrucciones de hacer un censo y determinar con cuántos hombres de combate cuentan. Entre las doce familias descendientes de los hijos de Jacob hay 603.550 hombres en edad de luchar, mayores de veinte años.

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Moisés realiza un censo de los hombres que puedan salir a la guerra
(1.1–54)

Una nube que representa la presencia de Dios entre el pueblo se levanta del tabernáculo y comienza a moverse. Esta es la señal de que para Israel es hora de levantar el campamento y avanzar. Al frente de esta emigrante nación están los sacerdotes que cargan el arca del pacto, el cofre que contiene los Diez Mandamientos. Cuando el arca se dispone a salir cada día, seguida por la gran masa de personas, Moisés hace esta corta oración: «Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen».

Cuando el pueblo viaja de noche, la nube se convierte en una columna de fuego.

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El arca dirige el viaje por el desierto
(10.11–36)

Cuando el rocío cubre la tierra en la mañana, también lo hace el maná, una sustancia desconocida «parecida a la semilla amarillenta del cilantro», que sabe «a tortas de harina con aceite». Finalmente los israelitas se cansan de esta misma comida.

«Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto—se quejan—, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos».

Dios envía un viento que trae codornices de la costa. Las aves cubren la tierra a «casi un metro de altura por kilómetros en toda dirección». Cada persona recoge al menos dos toneladas; entonces comienzan un festín. Lo que no pueden comer en ese momento lo secan al sol para usarlo después.

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Dios provee maná y codornices
(11.4–32)

Con los israelitas que acampan en la frontera sur de Canaán, Moisés envía doce hombres—uno de cada tribu—para explorar la tierra. Él quiere saber si las ciudades están fortificadas con muros, si la tierra es buena, y si hay árboles. Los exploradores regresan cuarenta días después. Dos de ellos, Josué y Caleb, hacen alarde de las uvas, las granadas y los higos que traen, entonces instan al pueblo a tomar la tierra.

Pero los otros diez exploradores argumentan: «La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura».

Los israelitas se niegan a avanzar. Por su falta de fe Dios condena a la nación a vagar en el desierto por cuarenta años, hasta que muera la mayoría de adultos que salieron de Egipto.

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Doce exploradores investigan la tierra prometida
(13.1—14.4)

Los israelitas se retiran al sur de Cades, un oasis donde aparentemente pasan la mayor parte de los cuarenta años. Allí el agua se seca y el pueblo se lamenta con amargura por haber salido de Egipto. Moisés y Aarón piden ayuda a Dios.

«Reúne la congregación—dice Dios—, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua». Los dos hombres reúnen a la nación y Moisés grita enojado: «¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?» Entonces golpea la roca dos veces con su vara.

Puesto que Moisés y Aarón no hablan a la roca como Dios ordenó, para que el Señor obtenga el crédito por el milagro, Dios se enoja con ellos. Les dice a Moisés y Aarón que ellos no introducirán al pueblo en la tierra prometida.

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Brota agua de la roca sólida
(20.1–13)

La nación de Edom, la cual hoy día constituye el occidente de Jordania, se niega a permitir el paso seguro a Israel. Esto habría ofrecido a los israelitas un camino directo hasta el Río Jordán, así como llegar a Canaán. Por consiguiente, Israel vuelve hacia el sur, penetra en el desierto, y rodea a Edom. Allí de nuevo el pueblo critica duramente a Dios por hacerlo soportar semejante hambre y sed.

El Señor envía al campamento serpientes venenosas, las cuales matan mucha gente. Los israelitas se arrepienten y piden liberación. Dios dice a Moisés que levante un asta con una serpiente de bronce en el extremo superior. Todo aquel que sea mordido y mire el asta no morirá.

Siglos después Jesús compara este acontecimiento con su crucifixión, la cual brinda salvación eterna (ver Juan 3.14–15).

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Serpientes venenosas invaden el campamento
(21.4–9)

Cuando Israel regresa al norte y avanza hacia la frontera oriental de la tierra prometida, se acerca a Moab; ahora es la región del Mar Muerto del Jordán. El rey de Moab se desespera y envía mensajeros a lo que tal vez es la región de Irak para contratar a Balaam, un profeta y vidente famoso internacionalmente. El rey quiere que Balaam maldiga a Israel.

Balaam carga su asna y comienza el viaje. En alguna parte del camino encuentra un ángel con una espada. Al principio solamente la bestia logra ver al mensajero divino, así que se sienta y se niega a avanzar. El contraste es poderoso: un burro lento puede ver lo que no logra ver un aclamado.

Cuando Balaam golpea al animal, el Señor permite que este hable y pregunte: «¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces?»

De repente Balaam logra ver al ángel. Este ser divino permite al profeta ir a Moab con la condición de que hable solo el mensaje de Dios.

En vez de maldecir a los israelitas, Balaam los bendice y maldice a sus enemigos. Además profetiza que «una estrella saldrá de Jacob; un rey surgirá en Israel. Aplastará las sienes de Moab y el cráneo de todos los hijos de Set». El rey David logró esto más o menos en el 1000 a.C. (2 Samuel 8.2, 11–14).

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Habla el asna de Balaam
(22.1—24.25)

Antes de la muerte de Moisés, Dios le dice que comisione a Josué como sucesor. Moisés lleva a Josué ante una gran asamblea del pueblo, pone las manos sobre él, y lo nombra líder de Israel.

Aunque Dios no permite a Moisés entrar a la tierra prometida, le deja verla. Moisés trepa una montaña al este del Jordán. Allí bajo él, exactamente al otro lado del río, se extiende la tierra «que fluye leche y miel».

Allí sobre la montaña, con esta vista maravillosa y conmovedora ante él, Moisés muere (ver Deuteronomio 34.5–6).

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Josué es ungido líder cuando Moisés muere
(27.12–23)

Reseñas

Balaam fuera de la Biblia. El nombre de Balaam, hijo de Beor—como se identifica en Números—aparece en una inscripción del siglo séptimo a.C., encontrada entre antiguas ruinas no israelitas en Jordania. Las palabras describen a Balaam como un «vidente de los dioses» que recibió un mensaje divino acerca de un desastre venidero.

Infladas estadísticas de población. El informe del censo sugiere que Israel contaba al menos con dos millones de personas… más que la mayoría de naciones de la época. Este cálculo se basa en el reporte de que Israel tenía más de seiscientos mil hombres de combate. Si cada uno tenía en promedio una esposa y dos hijos estamos viendo un mar de dos millones cuatrocientas mil personas vagando por el desierto durante cuarenta años, y manteniéndose vivos. También vemos seiscientos mil hombres que capturan lentamente Canaán, una tierra de ciuda-des-naciones con una población aproximada de doscientas mil personas. Además lo que Números dice de que solamente los primogénitos varones son 22.273 (3.43). Si observamos hubiera una cantidad igual de hijas primogénitas, cada familia habría necesitado más de cincuenta hijos para que Israel tuviera una población de 2,4 millones.

Los críticos señalan estas cantidades increíbles como evidencia de que la Biblia no es confiable del todo.

En realidad los israelitas podrían haber sido mucho menos de lo que según parece se informó.

La palabra hebrea para «mil» también puede significar «grupo», «unidad» o «familia». Así que en este caso quizás sean solo seiscientas mil unidades de hombres de pelea… unidades de tamaño desconocido.

Otra teoría es que los escribas que más tarde preservaron el libro en nuevos rollos se confundieron por las variadas categorías y fusionaron las cantidades. Tal vez no comprendieron, por ejemplo, la diferencia entre guerreros entrenados y milicia sin entrenamiento, por tanto trataron a cuarenta y cuatro guerreros en la familia de Rubén como unidades de miles, que luego agregaron a los mil quinientos milicianos, lo que da como resultado 45.500 hombres.

Cualquiera que fuera la población, Israel llegó a ser tan grande en Egipto que Faraón se quejó: «He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros» (Éxodo 1.9).

La prueba de una adúltera. Las mujeres bajo sospecha de cometer adulterio debían beber un brebaje de agua mezclada con barro del piso del tabernáculo de adoración. Si se enfermaba, era culpable.

Los críticos dicen: «¿Quién no enfermaría?» La prueba evoca imágenes del cruel sufrimiento medieval del suplicio, en el cual la gente acusada debía probar su inocencia soportando fuego o agua hirviendo.

Sin embargo, en el caso de Israel, Dios estableció la prueba, los sacerdotes la administraban, y el pueblo creía que el Dios que creó la tierra, el agua y los seres humanos controlaría el resultado.

Libros afines

• Para averiguar lo que ocurrió una vez que los israelitas finalmente entraron a Canaán, lea el libro de Josué.

• Para ver el cumplimiento de la promesa de Dios de recompensar a Josué y a Caleb por ser los dos únicos espías que instaron a Israel a invadir Canaán, lea Josué 14.6–15; 19.49–51. Los otros diez espías «murieron de plaga» (14.37).

DEUTERONOMIO

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Las últimas palabras de Moisés

¿Qué les dice usted a sus seres queridos cuando se encuentra a punto de morir? ¿Cómo animarlos cuando usted sabe que ellos enfrentarán el más grande desafío de sus vidas?

Toda la nación de israelitas acampa exactamente detrás de la frontera oriental de Canaán, llamada ahora Israel. Dios ha prometido darles la tierra, pero ellos deberán luchar por ella; el territorio está lleno de ciudades reinos, muchas protegidas por muros de piedra y guerreros experimentados.

Moisés ya no estará allí para ayudar. No abrirá las aguas del mar cuando deban escapar. No sacará agua de la roca sólida cuando tengan sed. No hará caer codornices cuando necesiten comer carne.

Moisés se habrá ido. Pero no Dios.

«No tengas temor de esas naciones—dice Moisés—, acuérdate bien de lo que hizo Jehová tu Dios con Faraón y con todo Egipto … Así hará Jehová tu Dios con todos los pueblos de cuya presencia tú temieres» (7.18–19).

Para reforzar la fe de los israelitas, Moisés les recuerda con ternura de dónde vienen, en qué tierra están, y cómo llegaron allí.

Frases célebres

• «Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es» (6.4). Declaración del credo de la religión judía.

• «Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas» (6.5). Palabras que Jesús citó cuando le pidieron que identificara el mandamiento más importante.

• «La niña de su ojo» (32.10). Esta es la primera de varias ocasiones que la conocida frase aparece en la Biblia. Aquí describe el amor de Dios por Israel.

fTras bastidores de Deuteronomio

IL-starPapeles protagónicos

Moisés, quien se despide después de guiar a Israel por cuarenta años (1.1)

Josué, ungido por Dios para suceder a Moisés (1.38)

IL-bookTrama

Los israelitas están listos para atravesar el Río Jordán e invadir Canaán, la tierra prometida. Ha muerto la mayoría de adultos que escaparon de Egipto cuarenta años atrás. Moisés también está a punto de morir. La nueva generación reunida ante él creció durante el viaje por el desierto. No fueron testigos del glorioso escape. Tampoco estuvieron al pie del Monte Sinaí cuando sus padres prometieron obedecer a Dios a cambio de su guía, protección y bendición.

Moisés prepara una serie de sermones para esta nueva generación, lecciones de historia que resumen las fiestas de Dios y las leyes que Israel ha jurado obedecer. Les advierte que el futuro de Israel se determinará por cómo el pueblo responda a Dios.

«He puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal—dice Moisés—. Escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia … a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar» (30.15, 19–20).

La pregunta es: ¿Escogerá esta nueva generación la muerte, como hicieron sus padres?

¿Sabía usted?

• La idea de refugio para los fugitivos se inicia en Deuteronomio, entre una nación de ex fugitivos de Egipto. Moisés ordena que una vez que los israelitas se hayan instalado en Canaán deben establecer seis «ciudades de refugio» esparcidas por toda la nación. Estas son localidades adonde las personas pueden ir después de matar accidentalmente a alguien. Aquí obtienen juicio justo y protección contra la venganza de parientes y amigos de la víctima. Otros códigos de leyes de esta época ordenan el regreso del fugitivo.

• Aquí empieza la idea de una relación de padre a hijo entre Dios e Israel: «En el desierto has visto que Jehová tu Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo» (1.31).

• Jesús cita más este que cualquier otro de los cinco libros de Moisés. En el Nuevo Testamento hay casi cien citas o referencias a Deuteronomio.

• El antiguo adagio «los cielos son de bronce», como queja de que parece que Dios no está escuchando, viene de la lista de advertencias de Deuteronomio acerca de lo que ocurrirá si Israel rompe su pacto con el Señor. «Los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro» (28.23).

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IL-cameraQué buscar

El libro se interpreta como un pacto con Dios. Expertos bíblicos dicen que el bosquejo de Deuteronomio sigue el formato de los antiguos pactos entre reyes y súbditos.

En estos tratados, como el de los hititas en la época de Moisés, el rey ofrece una idea general de qué espera del pueblo y qué les dará a cambio. El trato también advierte al pueblo lo que sucederá si rompe su parte del acuerdo.

He aquí el bosquejo básico de antiguos tratados, comparado con las secciones de Deuteronomio que parecen ajustarse a la norma.

• Preámbulo, que identifica al gobernante (1.1–5).

• Prólogo, que describe la historia de la relación entre gobernante y siervo (1.6—3.29).

• Reglas del tratado (capítulos 4—26).

• Juramento de lealtad, con beneficios por guardar el pacto y consecuencias por romperlo (capítulos 27—30).

• Instrucciones para observar el tratado, como leerlo periódicamente en público (capítulos 31—34).

El centro del pacto de Israel con el Rey de reyes se resume en los Diez Mandamientos. Deuteronomio 28.1–14 explica los beneficios de obedecer la ley de Dios: fértiles cosechas, grandes familias, prosperidad, protección contra enemigos, fama nacional. Deuteronomio 28.15–68 explica las advertencias por la desobediencia: hambrunas, plagas e invasiones en que el pueblo termina arrancado y «esparcido en todas las naciones de la tierra». Incluso a algunos se les pondrá en barcos y se les enviará de vuelta a Egipto.

IL-computerAutor y fecha

Deuteronomio dice una y otra vez que Moisés lo escribió. También lo afirman Jesús y otros libros del Antiguo Testamento. Es posible que el último capítulo, la muerte de Moisés, lo agregara Josué o un sacerdote.

Quizás fue poco antes de su muerte, más o menos en el 1400 a.C., que Moisés escribió los sermones que completan Deuteronomio. Expuso estos mensajes para recordar a los israelitas que debían a Dios su propia existencia, y para motivarlos a mantenerse fieles al Señor.

IL-worldUbicación

Los israelitas salen del desierto y acampan en lo que hoy es Jordania, cerca de la desembocadura del Río Jordán en el Mar Muerto. Al poco tiempo se dirigen al oeste y atraviesan el río hacia Canaán, la tierra que Dios les había prometido. Moisés da un vistazo a la tierra desde el Monte Nebo.

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Escenas extraordinarias de Deuteronomio

En uno de los varios discursos de despedida antes de morir, Moisés recuerda a los israelitas su rico patrimonio y las leyes que los distinguen de otras naciones. «Estos son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase—dice Moisés—, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis».

Lo más importante de la ley es esto: Israel debe adorar solo a Dios.

«Estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón—sigue explicando Moisés—; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes».

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Padres enseñan a sus hijos acerca de Dios
(6.1–9)

Como cuarenta años después que Dios hiciera un pacto con los israelitas en el Monte Sinaí, Moisés se lo recuerda al pueblo. «Estas son las palabras del pacto que Jehová mandó a Moisés que celebrase con los hijos de Israel … Guardaréis, pues, las palabras de este pacto, y las pondréis por obra, para que prosperéis en todo lo que hiciereis».

«Estamos en este lugar de adoración para prometer que cumpliremos nuestra parte del pacto con el Señor nuestro Dios», añade Moisés. A Israel le corresponde obedecer las leyes de Dios.

Este pacto no es solo para la generación congregada, así como el pacto ante el Monte Sinaí no fue solo para la generación anterior. «También es para sus descendientes», les recordó Moisés.

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Renovación del pacto con Dios
(29.1–29)

Moisés tiene ciento veinte años de edad. Ya murieron su hermano y su hermana, Aarón y María. También ha muerto la generación que sacó de la esclavitud en Egipto. Ahora le ha llegado la hora de morir al patriarca.

Moisés sube al Monte Nebo, que se levanta por sobre el valle del Río Jordán y Jericó, el oasis de «la ciudad de las palmeras». En la cumbre Moisés ve la tierra de la promesa, y después muere.

A Moisés lo entierran en una tumba sin nombre. Durante un mes el pueblo se conduele por la pérdida del único profeta que hablaba «cara a cara» con Dios.

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Moisés muere
(34.1–12)

Reseñas

Colinas de hierro y cobre. Moisés dijo a los israelitas que las colinas de la tierra prometida estaban llenas de hierro y cobre (8.9). Las montañas al oriente del Mar de Galilea contienen hierro. Además, el escarpado territorio al sur del Mar Muerto ha tenido ricos depósitos de hierro y cobre. Algunas de las minas de cobre en la región datan de antes de la época en que Israel tuviera reyes (que inicia alrededor del 1000 a.C.), y se volvieron a abrir con la llegada de los romanos. Apenas hace poco se abandonó allí la extracción de cobre.

¿Escrito mucho después que Moisés? Muchos eruditos bíblicos dicen que Moisés no escribió Deuteronomio, y que ni siquiera se escribió en tiempos de Moisés. Sugieren que se recopiló siglos después, en el siglo séptimo a.C., durante los movimientos reformadores religiosos iniciados por los reyes Ezequías y Josías.

Varias claves llevan a creer esto. Deuteronomio advierte contra la adoración al sol, la luna y las estrellas, costumbre asiria que quizás se introdujo en Israel en el siglo octavo a.C. El libro dice que Dios odia que el pueblo «levantara piedra» (ver 16.22), aunque esto parecía aceptable incluso en la época de Josué (Josué 24.26). Además, la fraseología y el estilo de los discursos no se encuentran en ningún libro de la Biblia escrito antes del siglo séptimo a.C.

En realidad los eruditos que sostienen que Moisés escribió Deuteronomio responden con varios puntos. Las dudas acerca de la autoría solo surgieron en los últimos doscientos años. Sin embargo, las tradiciones judías y cristianas más antiguas aceptan la afirmación explícita del libro de que Moisés lo escribió. Además, el ambiente histórico parece exacto: las naciones vecinas se nombran correctamente, y la estructura de la obra parece basada en tratados comunes en la época de Moisés.

Libros afines

• Para ver a un anciano Josué que sigue el ejemplo de Moisés de despedirse y de hacer una ceremonia de renovación del pacto, lea Josué 24.

• Para seguir a Israel en su conquista de la tierra prometida, lea el libro de Josué.

• Para descubrir cómo Israel incumple repetidamente su pacto con Dios, lea el libro de Jueces.

JOSUÉ

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Israel lucha por una patria

Esta es la historia del cumplimiento divino de una promesa de setecientos años hecha a un anciano sin hijos.

«Vete … a la tierra que te mostraré—dijo Dios a Abraham de setenta y cinco años—. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición» (Génesis 12.1–2). Cuando Abraham obedeció y llegó al centro de Canaán—ahora Israel—el Señor dijo: «Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre» (Génesis 13.14–15).

El nieto de Abraham, Jacob, llevó la familia a Egipto para huir del hambre. Allí aumentó en tal cantidad que los egipcios temieron que los hebreos invadieran el país, por lo tanto los esclavizaron.

Pero Moisés los liberó por orden de Dios.

Ahora, por orden de Dios, Josué los lleva a su patria.

Muchas escenas de esta historia son tan dramáticas como las del gran éxodo. El agua del Río Jordán deja de fluir para que los israelitas puedan entrar a la tierra prometida. Los muros de Jericó se derrumban espontáneamente ante el ejército de Josué. El soy y la luna se detienen para que los soldados de Josué puedan concluir una importante batalla.

La narrativa clarifica que la conquista de Canaán tuvo poco que ver con la viveza militar de Josué o la valentía de los israelitas. Todo tuvo que ver con una promesa que Dios hizo a un anciano que no tenía hijos. Dios cumple sus promesas.

Frases célebres

• «Los sacerdotes tocaron las bocinas … el pueblo … gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó» (6.20).

• «Escogeos hoy a quién sirváis … pero mi casa y yo serviremos a Jehová» (24.15). Parte del adiós del anciano Josué para Israel.

Tras bastidores de Josué

IL-starPapeles protagónicos

Josué, líder y comandante militar de los israelitas (1.1)

Rahab, prostituta de Jericó que escondió a dos espías israelitas (2.1)

Acán, israelita cuya codicia costó una batalla a su nación (7.1)

IL-bookTrama

Después de escapar de cuatrocientos años en Egipto—muchos de ellos en esclavitud—y luego de vagar durante cuarenta años en el Desierto del Sinaí al oriente de Egipto, los israelitas llegan finalmente a la frontera de la tierra que Dios les había prometido. Su misión es tomar la tierra por la fuerza y purgarla de la adoración a los ídolos que profesan los pueblos que viven allí.

IL-cameraQué buscar

La tierra es regalo de Dios, no botín de guerra. Exactamente antes de la invasión, cuando Josué debe haber estado tramando su estrategia de guerra, Dios garantiza a su líder escogido que las victorias son seguras si los israelitas siguen confiando en el Señor. «Pasa este Jordán—dice Dios—a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel» (Josué 1.2). Y antes de que sonara la primera trompeta en la batalla de Jericó, el Señor dice a Josué: «Yo he entregado en tu mano a Jericó» (Josué 6.2). La batalla está ganada antes de que empiece.

¿Sabía usted?

• Josué y Jesús tienen el mismo nombre. Jesús es una forma griega del nombre hebreo para Josué, así como Peter es el equivalente inglés de Pedro. Tanto «Josué» como «Jesús» significan «Dios salva».

Dios premia la obediencia y castiga la desobediencia. En tiempos de obediencia los israelitas ven cómo Dios arrasa los muros de Jericó, cómo envía piedras de granizo para matar soldados enemigos, y cómo detiene la puesta del sol quizás para darle a Israel todo el tiempo que necesita para derrotar al enemigo.

Pero cuando un hombre toma posesiones de los enemigos muertos, en contra de las órdenes de Dios, los israelitas pierden su próxima batalla. Además, los engañan cuando hacen un tratado de paz sin consultar a Dios (ver Josué 9).

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IL-computerAutor y fecha

El libro no identifica a su autor. Pero debido al papel protagónico de Josué en el libro que lleva su nombre, tradicionalmente se le ha considerado el escritor principal. El reporte de su muerte lo pudo haber añadido el sacerdote Eleazar (hijo de Aarón) o Pinelas (nieto de Aarón).

Es probable que Josué haya escrito el libro durante los últimos años de su vida, allá por el 1375 a.C., y que informara sobre los veinticinco años que tardaron los israelitas en conquistar y colonizar gran parte de la tierra que Dios les prometió.

Josué se escribió principalmente para recordar a los israelitas, la primera audiencia del libro, que ellos no obtuvieron su patria mediante genio militar ni valentía. La tierra fue un regalo de Dios.

IL-worldUbicación

La mayor parte de la historia encaja en lo que ahora es Israel. Pero los israelitas también conquistaron y reclamaron territorio alrededor en lo que ahora son partes de Jordania, Siria y Líbano. Después de Jericó fueron al occidente, luego al sur (mapa de la izquierda). Solo entonces atacaron las regiones del norte, hasta pasar el Mar de Galilea (Chinnereth).

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Escenas extraordinarias de Josué

Antes de llevar a los israelitas a Canaán, Josué envía dos espías a explorar la ciudad fronteriza de Jericó, exactamente al occidente del Río Jordán. Allí saben por Rahab, una prostituta que los ayuda, que el pueblo ha descubierto la llegada de los israelitas y que está aterrado. Los ciudadanos de Jericó han oído las historias acerca del milagroso escape de los israelitas desde Egipto, y de cómo la nación de antiguos esclavos derrotó los ejércitos que trataron de detener su marcha hacia la tierra prometida.

Los espías regresaron con un buen informe: «Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros».

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Espías israelitas investigan Jericó
(2.1–24)

Cuando los israelitas entran finalmente a la tierra prometida, después de esperar cuarenta años, lo hacen al estilo milagroso. Al frente de la invasión están los sacerdotes que llevan el arca del pacto, un cofre sagrado que contiene los Diez Mandamientos. Cuando los sacerdotes entran al Río Jordán, la frontera oriental de Canaán, el río deja de fluir. Las aguas «se detuvieron como en un montón bien lejos de la ciudad de Adam», a poco más de treinta kilómetros al norte.

Los israelitas entran a la tierra prometida del mismo modo que salieron de la tierra de esclavitud: sobre un camino que Dios hace separando un río, así como antes separó las aguas del Mar Rojo.

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Israel atraviesa el Río Jordán
(3.1–17)

Aproximadamente ocho kilómetros después de atravesar el río los israelitas encuentran sus primeros enemigos, quienes se protegen detrás de los muros de Jericó. Por seis días los soldados marchan alrededor de la ciudad, dirigidos por siete sacerdotes que continuamente hacen sonar trompetas de cuerno de carnero. Al séptimo día marchan siete veces alrededor de la ciudad. Entonces los sacerdotes hacen sonar las trompetas, los soldados dan un grito al unísono, y los muros de Jericó se derrumban. El primero de muchos enemigos es derrotado.

Sin embargo, los israelitas pierden la siguiente batalla. Esto se debe a que uno de los soldados, Acán, desobedece la orden de Dios de no tomar botín de guerra. Acán roba como cinco libras de plata, una libra de oro, y un hermoso manto importado desde lo que ahora es Irak. Por esto es ejecutado. Después los israelitas reanudan una campaña triunfante, azotando el sur y después el norte.

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Los muros de Jericó se derrumban
(6.1–27)

Cuando Josué llega a saber que una coalición de ejércitos de cinco ciudades, entre ellas Jerusalén y Hebrón, acampa en las colinas de Gabaón a veinticinco kilómetros al occidente, dirige una marcha colina arriba toda la noche. En lo álgido de la batalla Josué pide a Dios que extienda el día, quizás para dar a Israel tiempo de acabar con el enemigo. Como resultado, «el sol se detuvo y la luna se paró».

Finalmente los enemigos dan la vuelta y huyen. Pero cuando llegan a un paso montañoso más o menos a ocho kilómetros mueren en una tormenta de enormes piedras de granizo. «Fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos de Israel mataron a espada».

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El sol y la luna se detienen en el cielo
(10.1–28)

Después que el ejército de Josué conquista treinta y un ciudades en las altiplanicies de Canaán, él divide la tierra entre las doce tribus de Israel y dice a cada tribu que termine de asegurar su propio territorio. Aún es necesario capturar poderosas ciudades en las llanuras costeras, como las colonizadas por filisteos, quienes también están recién llegados a Canaán.

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Josué divide la tierra entre doce tribus
(capítulos 13—22)

El anciano Josué reúne a los líderes de Israel para despedirse de ellos. Igual que Moisés antes que él, Josué recuerda al pueblo su pacto de adorar a Dios y no a los ídolos que han sido muy populares en todo Canaán.

Josué muere a los ciento diez años de edad y lo entierran en las escarpadas colinas al norte de Jerusalén.

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Despedida y muerte de Josué
(capítulos 23—24)

Reseñas

Ruinas de una ciudad quemada por Josué. La Biblia dice que el ejército de Josué capturó la ciudad de Hazor, al norte del Mar de Galilea, «y a Hazor pusieron fuego» (11.11). Excavaciones arqueológicas confirman que la ciudad fue destruida por fuego durante la época en que los israelitas estaban capturando y colonizando la tierra.

El Río Jordán se detiene. Cuando los israelitas atravesaron el Jordán hacia Canaán, Dios hizo que el agua se represara varios kilómetros al norte, en la ciudad de Adam. Desprendimientos de tierra han bloqueado el caudal del Jordán varias veces en la historia escrita. Un historiador árabe escribió en el 1267 que un «montículo elevado» por encima del río se derrumbó y lo taponó, bloqueando el cauce por dieciséis horas. Terremotos produjeron el mismo efecto en 1906 y 1927. Es sorprendente que el de 1927 sucediera en Adam. Sobre el río cayó tierra de acantilados de hasta cincuenta metros, y lo bloqueó por veintiún horas.

¿No muros en Jericó? Los arqueólogos que han explorado las ruinas de Jericó confirman que la ciudad tenía muros de ladrillo que fueron destruidos violentamente. Pero los eruditos no están de acuerdo en cuándo se derrumbaron.

Kathleen Kenyon, una conocida arqueóloga que investigó las ruinas en la década de los cincuenta, concluyó que la ciudad fue completamente destruida más o menos en el 1550 a.C., mucho antes que Josué llegara. Pero una investigación anterior, en la década de los treinta, llevó al arqueólogo John Garstang a decir que la ciudad tuvo un feroz final durante la época de Josué, cerca del 1400 a.C. Más recientemente, eruditos que revisaron la obra de Kenyon dicen que ella fechó equivocadamente la ciudad, y que en realidad cayó cerca del 1400 a.C. El asunto sigue siendo candente entre los eruditos bíblicos.

¿Se detuvieron el sol y la luna? Los críticos sostienen que si el sol y la luna se detuvieron en el cielo, como la Biblia dice que sucedió durante la batalla israelita en Gabaón, los humanos habrían sido lanzados del planeta por la sacudida de una súbita parada.

Los eruditos bíblicos no saben qué ocurrió. Quizás la referencia es figurativa, y significa que el día pareció más largo porque Israel logró mucho, o quiere decir que el sol permaneció frío y el cielo cubierto de tal modo que el calor del día no afectó a los israelitas, cansados de caminar toda la noche. Algunos estudiantes bíblicos sostienen que si Dios pudo crear los cuerpos celestiales del universo, seguramente pudo ponerlos en una modalidad de pausa por un tiempo.

Holocausto cananeo. Antes que Moisés muriera dejó a su pueblo esta orden aparentemente bárbara: «De las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida» (Deuteronomio 20.16). Comenzando con Jericó, los israelitas «destruyeron … hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos» (Josué 6.21).

¿Qué amenaza podía representar un bebé cananeo para los invasores hebreos? ¿Y por qué matar animales perfectamente útiles, y dejar que sus cadáveres se pudrieran?

La única explicación que tenemos viene de Moisés: «Para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis contra Jehová vuestro Dios» (Deuteronomio 20.18). Al crecer, los niños cananeos adoptados por hebreos habrían buscado su cultura y su religión perdida. Los animales alimentados para sacrificar a los ídolos servirían como un constante recordatorio de que había otros dioses a disposición; quizás mientras el Señor prestaba ayuda en la guerra, el dios Baal de la lluvia ayudaría en las cosechas.

Lo que Moisés advirtió es exactamente lo que ocurrió. Jueces, la continuación de Josué, informa que los hebreos fracasaron en su misión de exterminar a los cananeos. Al contrario, aprendieron a vivir junto a ellos, «y sirvieron a sus dioses» (Jueces 3.6).

Libros afines

• El libro de Jueces continúa donde Josué termina, con los israelitas asentados en la tierra.

• Si usted disfruta del libro de Josué, lea Deuteronomio. Este también invita al pueblo de Dios a dedicarse al Señor y a confiar en él para sus necesidades. Entre las palabras de Moisés están estas: «El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos» (Deuteronomio 33.27). El discurso final de Josué, una generación después, brinda evidencia de esa promesa: «Vosotros habéis visto todo lo que Jehová vuestro Dios ha hecho. … Guardad, pues, con diligencia vuestras almas, para que améis a Jehová vuestro Dios» (Josué 23.3, 11).

JUECES

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Héroes que salvan a Israel

Los productores de películas que buscan argumentos que resulten en éxitos de taquilla, llenos de escapadas sexuales, horripilante violencia, y héroes sensacionales, ya no deben buscar más. El libro de Jueces tiene todo esto.

Entre las historias fascinantes está una acerca de la esposa de un líder religioso que muere violada por una pandilla de hombres israelitas de la tribu de Benjamín. Esto desata una guerra civil que casi aniquila a esa tribu.

Luego está Sansón, el hombre fuerte de Israel, con una debilidad por mujeres inmorales. Termina en un innecesario corte de cabello, se socavan sus fuerzas, le arrancan los ojos, y muere en un suicidio.

Estas son narraciones desgarradoras y angustiosas de lo que ocurrió a Israel después de la muerte de Josué. Lo sucedido, en una palabra, es pecado … seguido de repetición tras repetición de más pecado. Los lectores a menudo reaccionan con ira ante estas historias. Desean agarrar a Israel por la garganta colectiva y gritarle en la cara: «¿No recuerdas todo lo que Dios ha hecho por ti? ¿No recuerdas tu pacto de obedecerle, ni cuál es el castigo por no hacerlo?»

La realidad es que los israelitas no lo recordaban.

Pero Dios sí. Él los castigó por sus pecados. Pero a pesar de lo que hacían, él se negaba a dejar de amarlos. Siempre que se metían en graves problemas y le pedían ayuda, él estaba allí.

Frases célebres

• «Pondré un vellón de lana en la era» (6.37). Esto fue lo que Gedeón hizo para probar que Dios lo ayudaría.

• «[Dalila] hizo que él [Sansón] se durmiese sobre sus rodillas, y llamó a un hombre, quien le rapó las siete guedejas de su cabeza; y ella comenzó a afligirlo, pues su fuerza se apartó de él» (16.19).

Tras bastidores de Jueces

IL-starPapeles protagónicos

Sansón, hombre fuerte y último de los doce jueces de Israel (13.24)

Dalila, atracción fatal de Sansón (16.4)

Gedeón, un agricultor que se convierte en comandante de trescientos milicianos (6.11)

Débora, la única mujer juez (4.4)

IL-bookTrama

Los israelitas han capturado y asegurado la mayor parte de las altiplanicies de Canaán, ahora Israel. Josué ha muerto, dejándolos con la comisión de seguir sirviendo a Dios y de concluir el trabajo que iniciaron: conquistar la tierra y exterminar a todos los cananeos idólatras.

Los israelitas no hacen nada de eso. Se asientan en las altiplanicies, aprenden a vivir como vecinos con los cananeos, y empiezan a adoptar su religión y su forma de vida. Al poco tiempo se confunden las líneas de distinción entre cananeos e israelitas.

Dios castiga a los israelitas enviándoles invasores. Israel soporta el sufrimiento por un tiempo, y luego pide liberación a Dios. El Señor envía un líder—llamado juez—que salva a su pueblo. Esta trama se repite una y otra vez por doce veces.

¿Sabía usted?

• La frase «fallar por un pelo» pudo haber venido de Jueces. La tribu de Benjamín tenía setecientos guerreros zurdos «todos los cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no erraban» (20.16).

• La mayoría de los doce jueces de Israel no eran expertos legales que resolvían disputas, como los jueces modernos. La palabra hebrea que mejor describe a estos jueces significa «salvador» o «liberador». Casi todos los jueces israelitas fueron líderes militares. Dios los escogió para dirigir campañas regionales contra sus enemigos. Sansón fue la excepción; este fue un ejército de un solo hombre que no dirigía a nadie. Sin embargo, como a los demás jueces, se le recuerda como un héroe militar. Los doce jueces, en el orden que aparecen, son Otoniel, Aod, Samgar, Débora, Gedeón, Tola, Jair, Jefté, Ibzán, Elón, Abdón y Sansón.

IL-cameraQué buscar

Repetición. Jueces tiene un guión o patrón básico que se repite en todo el libro. Los israelitas prosperan, luego dejan de adorar a Dios, enfrentan las consecuencias del castigo, claman la ayuda del Señor, y obtienen esa ayuda en la forma de un líder escogido por Dios. Observe que para el final del libro Israel se hunde en una maldad novedosa y sin precedentes.

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Misericordia y amor constante de Dios. Los israelitas incumplen el contrato, o pacto, con el Señor. Por esto sufren algunas de las consecuencias que Moisés les advirtió. Esta es una de tales advertencias: «Enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma; y sembraréis en vano vuestra semilla, porque vuestros enemigos la comerán» (Levítico 26.16–17).

Por violación repetida del pacto, Dios tiene todo el derecho de hacer más: «Pereceréis entre las naciones, y la tierra de vuestros enemigos os consumirá» (Levítico 26.38). Pero el Señor no permite que esto ocurra, porque había explicado a través de Moisés: «Aun con todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos, yo no los desecharé, ni los abominaré para consumirlos, invalidando mi pacto con ellos; porque yo Jehová soy su Dios» (Levítico 26.44).

IL-computerAutor y fecha

No se nombra al escritor. Tradicionalmente se le ha atribuido a Samuel el profeta. Él fue el líder religioso de Israel unas décadas después de los jueces, cuando muchos creen que las historias se recopilaron en un libro.

El libro cubre más o menos trescientos años, exactamente desde la muerte de Josué en el 1375 a.C. hasta antes que Saúl sea coronado el primer rey de Israel por allá en el 1050 a.C. Las narraciones que abarcan estos siglos quizás se recopilaron y se conservaron en escritos en algún momento después de que Israel tuvo un rey. Una clave firme es que el escritor dice una y otra vez que «en aquellos días no había rey en Israel» (17.6). El libro se pudo haber recopilado durante el reinado de Saúl o David, los dos primeros reyes. Samuel, el posible autor, ungió a ambos reyes.

El libro se escribió para preservar un importante—aunque muy poco halagüeño—tramo de la historia de Israel. Las narraciones muestran vívidamente las consecuencias de la desobediencia, así como el amor eterno de Dios.

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IL-worldUbicación

Las historias ocurren en lo que hoy día es Israel. El mapa muestra localidades donde se establecieron las doce tribus de Israel.

Escenas extraordinarias de Jueces

La gente de la generación de Josué no hace bien el trabajo de transmitir la fe a sus hijos:

«Se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel». Por eso el pueblo deja de adorar al Señor y comienza a adorar los dioses de Canaán.

«Se encendió contra Israel el furor de Jehová, el cual los entregó en manos de robadores que los despojaron».

Sin embargo, de vez en cuando la opresión se vuelve tan insoportable para los israelitas, que claman al Dios de sus padres. Él contesta enviando líderes que rescatan a Israel de sus enemigos. El Señor «los libraba de mano de los enemigos todo el tiempo de aquel juez. Mas acontecía que al morir el juez, ellos volvían atrás, y se corrompían más que sus padres».

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Israel empieza a adorar ídolos
(2.6–23)

Por veinticinco años el pueblo del norte de Israel sufre a causa de un rey cercano y hostil de más al norte. Cuando los israelitas al fin piden ayuda a Dios, él responde por medio de la profetisa Débora. Ella pide al pueblo que se reúna en un ejército. Las posibilidades parecen a favor del enemigo, porque este tiene una fuerza de novecientos carros conducidos por profesionales experimentados. Israel tiene milicia sin capacitación, convocada a toda prisa para defenderse.

Los israelitas se reúnen en el Monte Tabor, una empinada colina en la cual le importaría pelear a cualquier auriga. Pero la montaña rápidamente se vuelve la menor de sus preocupaciones. Cae lluvia repentina del cielo, que transforma el valle en un enorme campo de barro que no permite el movimiento de las ruedas metálicas de los carros. Los enemigos se lanzan de sus carros y huyen, pero nadie escapa.

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Débora empieza la batalla del Monte Tabor
(4.1–24)

Los israelitas vuelven a sus caminos pecaminosos. De modo que en la época de cosecha cada año Dios permite que asaltantes a lomo de camello invadan Israel. Cuando el pueblo pide ayuda a Dios, él llama a Gedeón, quien responde: «¿Con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre».

El renuente Gedeón levanta un ejército de treinta y dos mil hombres, pero Dios le dice que lo reduzca a solo trescientos. En la oscuridad de la noche los soldados de Gedeón rodean en secreto el campamento enemigo, que está atiborrado de decenas de miles de invasores. Cada israelita porta una antorcha encendida oculta en un cántaro de arcilla. A la señal de Gedeón rompen los cántaros, levantan las antorchas, y hacen sonar trompetas. Los horrorizados merodeadores dan la vuelta y huyen.

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Ejército de trescientos hombres de Gedeón derrota a miles
(7.1–25)

Sansón es como ninguno de los otros jueces. No resuelve disputas entre su pueblo ni lleva a nadie a luchar. Él es un ejército de un solo hombre que odia a los filisteos porque le mataron la nueva novia quemándole el cuerpo. Por tanto él quema las cosechas de ellos, luego mata a mil de sus soldados usando solo una quijada de asno.

Sansón tiene fuerzas increíbles dadas por Dios. También tiene un voto que guardar: nunca debe permitir que le corten el cabello.

Cuando Sansón se enamora de Dalila, los filisteos le ofrecen a ella casi catorce kilos de plata para que descubra la debilidad de él. Ella triunfa después de dos intentos fallidos. Mientras él duerme, ella corta el cabello que antes ha peinado en siete trenzas. Entonces ella llama a los filisteos que esperan.

Los soldados entran, capturan a Sansón, le sacan los ojos, y luego lo ponen a trabajar en un molino. Para cuando deciden exhibirlo como trofeo de guerra frente a multitudes reunidas en un festival religioso, su cabello ha crecido. De pie entre dos columnas, construidas quizás de bloques de madera o piedra, Sansón ora pidiendo fuerzas, y una vez más logra matar más filisteos y muere con ellos. En un poderoso arrebato rompe las columnas. El techo se derrumba, matando al menos a tres mil filisteos. Sansón, el último de doce jueces de Israel, también muere.

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Sansón encuentra la horma de su zapato: Dalila
(16.4–31)

El libro de Jueces termina con historias que demuestran que la vida en Israel no puede empeorar mucho. Un israelita contrata un orfebre para crear un ídolo. Luego contrata a un sacerdote para que viva con él, pensando: «Ahora sé que el Señor me favorecerá». Según parece no conocía el primero de los Diez Mandamientos: «No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Éxodo 20.3).

En otra narración más perturbadora—y hasta escalofriante—un líder religioso israelita viaja con su esposa al centro de adoración del país en Silo, cuando lo ataca una turba. El populacho rodea la casa en que la pareja está pasando la noche en territorio que pertenece a la tribu de Benjamín. Exigen que el hombre salga para tener sexo con él. En vez de eso, el hombre saca a su esposa. Ella es violada toda la noche, y muere al amanecer. El esposo la corta en pedazos y envía las partes del cuerpo a las doce tribus de Israel, con una petición de venganza. El resultado es una guerra civil en la cual once de las tribus casi exterminan a la de Benjamín.

El libro concluye con este inquietante retrato de anarquía: «En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía».

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Los israelitas adoran a Dios y a los ídolos
(17.1–13)

Reseñas

Exacta representación de Israel. Las narraciones en Jueces corresponden a lo que ha salido a la luz acerca de la historia israelita en esta época. Israel aún no era una nación unida, dirigida por un líder central. Era una colección de tribus independientes, o grupos extendidos de familias, que ocasionalmente se juntaban para luchar contra invasores. La más antigua referencia no bíblica de los israelitas está inscrita en una piedra del siglo trece a.C. La inscripción habla de un asalto egipcio a Canaán.

¿Por qué Dios escogería gente como Sansón? Para ser un héroe escogido por Dios, Sansón, fue sorprendentemente injusto y terrenal.

Dotado de fuerzas increíbles, Sansón tenía una lamentable debilidad por mujeres inmorales. En realidad todos sus roces con los filisteos empezaron por mujeres: primero su novia, luego una prostituta, después Dalila.

Sansón también había jurado desde la infancia evitar cualquier cosa ritual-mente impura, abstenerse de beber vino, e impedir que le cortaran el cabello. Según parece violó todos estos votos. Comió miel del cadáver de un león, sabiendo que al tocar ese cadáver se volvería ritualmente impuro. El vino fluyó libremente en su fiesta de bodas; además permitió que lo engañaran y le cortaran el cabello.

El libro de jueces representa a Sansón como un individuo egoísta que se dejaba llevar por sus apetitos. Hasta las pocas oraciones que hacía fueron egoístas. Su oración final fue por venganza: «Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos» (16.28).

No obstante, por imperfecto que fuera Sansón, Dios lo utilizó como cuña entre filisteos e israelitas. Esto fue importante porque en esa época las dos naciones se estaban llevando bastante bien, permitiendo matrimonios y tratos comerciales. Filistea, sin embargo, era el poder más fuerte, e Israel estaba en peligro de ser asimilado por su cultura. Sansón hizo mucho más difícil la coexistencia pacífica, ayudando a preservar a Israel como pueblo distinguido. Como cincuenta años después el rey David concluyó lo que Sansón inició, acabando con el dominio filisteo en la región.

Libros afines

• Para continuar la fluidez de la historia de Israel, lea 1 Samuel. Este empieza donde termina Jueces.

• Hebreos 11 nombra varios de los jueces, y los llama modelos de fe.

RUT

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Madre de los mejores reyes de Israel

La conmovedora historia de la bisabuela del rey David es una de las obras más dominantes de toda la literatura hebrea. El suspenso empieza en la primera frase, con una hambruna que saca a la familia de su hogar. Para el final del siguiente párrafo han muerto todos los tres hombres de la familia, y sus viudas quedan en la indigencia.

El suspenso no desaparece hasta que la historia llega a su sorpresiva e impactante conclusión: Rut—una extranjera—da inicio a la familia de los reyes más famosos de Israel. No solo está emparentada con el rey David, nacido en Belén, sino que también es antepasada del Rey de reyes nacido allí mismo (Mateo 1.5).

Sin embargo, hasta el momento en que el lector llega a esta sorpresiva conclusión, Rut parece maldecida por Dios. En esa época el mayor logro de una mujer era tener hijos. Rut no los tenía. Además, casi todos los derechos legales de una mujer—incluso el derecho de tener propiedades—dependían del esposo. Rut no tenía marido. Para colmo de males, en la diminuta aldea de Belén las personas tenían aceptación y apoyo si formaban parte de la familia israelita unida, el pueblo escogido de Dios. Rut no era israelita.

Frase célebre

• «A dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios» (1.16). Esto dijo Rut a Noemí después que las dos quedaran viudas.

Rut era extranjera, pero escogió a Dios; y él la llevó hasta el mismo corazón de la fe israelita, transformándola en un modelo de amor y en la madre de los reyes más respetados de Israel.

Tras bastidores de Rut

IL-starPapeles protagónicos

Rut, joven viuda de Moab y bisabuela de David (1.4)

Noemí, suegra de Rut, una viuda anciana de Belén (1.2)

Booz, segundo marido de Rut (2.1)

IL-bookTrama

Para escapar de una hambruna en Israel un hombre de Belén se muda con su esposa y sus dos hijos a una nación vecina. Allí sus hijos se casan con mujeres de la localidad. Luego mueren los tres hombres, dejando a sus viudas en la miseria. La matrona, Noemí, decide regresar a su familia extendida en Belén. Insta a sus nueras a regresar también a sus familias. Una regresa, pero Rut se niega a abandonar a la anciana Noemí.

Las dos viudas llegan a Belén a tiempo para la cosecha primaveral de cebada y trigo. Un agricultor amable deja que Rut recoja cereales para Noemí y para ella. Rut averigua más tarde que este hombre está emparentado con Noemí. Rut le propone matrimonio, él acepta, y tienen un hijo: Obed, el abuelo del rey David.

¿Sabía usted?

• La figura de televisión y cine Oprah (Ofra) Winfrey recibió su nombre por Ofra, la nuera que escogió no seguir a Noemí y Rut.

• La madre de Booz fue Rahab, posiblemente la prostituta que ayudó a los espías israelitas en Jericó. Eso la convertiría en tatarabuela del rey David y antepasada de Jesús (Mateo 1.5).

• Hoy día los judíos honran a Rut leyendo su historia durante una fiesta religiosa anual al final de la cosecha de cereales.

IL-cameraQué buscar

Salvación. Este es el tema del libro. La vida de Rut da un giro de ciento ochenta grados, de las privaciones a la bendición. Pasa de pobreza a riqueza, de viuda a esposa, de no tener hijos a madre, y de extranjera a israelita. Su salvador es Booz, un «pariente redentor». Según una antigua costumbre el pariente más cercano de una viuda podía redimirla de una vida de pobreza casándose con ella, cuidando de ella, y dándole hijos que hereden la tierra del difunto padre. Booz no se casa con Noemí porque ella es demasiado vieja para tener hijos. Por tanto decide casarse con Rut y cuidar a ambas mujeres.

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Muchos eruditos bíblicos ven en Booz un ejemplo del Dios que redime a Israel de la esclavitud, y más tarde de Jesús que redime al mundo del pecado.

Bendiciones verbales. En todos los capítulos se ve a una persona expresando un mensaje de bendición a otra. Noemí bendice a sus nueras viudas con una oración para que Dios tenga compasión de ellas y les dé nuevos esposos y hogares. También cuando Booz saluda a los obreros que recogen sus cereales, él dice: «Jehová sea con vosotros» (2.4), a lo cual ellos contestan: «Jehová te bendiga».

La frecuencia de estas bendiciones sugiere que el pueblo que cree en Dios tiene el derecho de expresar bendiciones en el nombre del Señor… y que Dios oye y responde esas oraciones.

IL-computerAutor y fecha

Se desconoce quién escribió el libro. La tradición judía lo atribuye a Samuel. Pero esto parece improbable porque el punto culminante del libro identifica a Rut como bisabuela de David, quien solo después de la muerte de Samuel es coronado rey. (Sin embargo, antes de que el pueblo aceptara a David como rey, Samuel lo ungió como alternativa de Dios para suceder al rey Saúl.)

La historia acontece «en los días que gobernaban los jueces» (1.1). Quizás entonces la leyenda pasó de boca en boca por varias generaciones, antes de que fuera escrita en algún momento durante o después de la época de David, quien comenzó a reinar alrededor del 1000 a.C.

No está claro por qué alguien decidió conservar esta historia. Una teoría dice que se escribió para rastrear el árbol familiar de David, el rey más popular de Israel. Pero tal vez hubo además otras razones: animar a los israelitas a adoptar extranjeros que aman a Dios (como Dios adopta a Rut), y permitir que futuras generaciones aprendan del ejemplo de amor de Rut por Noemí.

IL-worldUbicación

La historia comienza en Belén, luego cambia brevemente a Moab, lindante de Israel al oriente del Mar Muerto en lo que ahora es Jordania. Pocos párrafos más adelante el escenario regresa a Belén, donde se desarrolla el resto de la narración. Más de mil años después Lucas llama «la ciudad de David» a esta Belén (Lucas 2.4) debido a lazos familiares que se remontan a Booz y Rut.

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Escenas extraordinarias de Rut

Una hambruna en Belén obliga a un israelita a salir de su nación. Se va con su esposa y sus dos hijos al oriente del Jordán, a Moab, en lo que hoy es Jordania. Allí sus hijos se casan con mujeres moabitas. Pero en un período de diez años mueren todos los tres hombres.

Noemí, matrona de la familia, decide regresar a su pueblo natal, quizás con la esperanza de que algún miembro de la familia se haga cargo de ella; insta a sus dos nueras a que no la sigan. Si ellas regresan a sus familias quizás se puedan volver a casar. Sin embargo, para la anciana Noemí es muy tarde. En una época y una cultura donde las mujeres dependen del cuidado de un esposo o un hijo, Noemí no tiene ni lo uno ni lo otro.

Una de las nueras se va, pero Rut se niega con firmeza a abandonar a Noemí. «No me ruegues que te deje, y me aparte de ti—implora Rut—; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada».

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Rut se queda con Noemí
(1.1–22)

Noemí y Rut llegan a Belén en primavera, cuando se cosecha la cebada. Esto es afortunado para ellas porque el sistema israelita de beneficencia exige a los agricultores dejar parte de su cosecha a los pobres; esta parte «será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda» (Deuteronomio 24.19).

Rut va al campo de un hombre llamado Booz, y obtiene permiso del encargado de la recolección para segar detrás de los cosechadores. Cuando Booz averigua que Rut es la mujer que ayuda a Noemí da disposiciones a sus criados de dejar cebada extra para ella. También invita a Rut a comer con el grupo.

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Rut recoge cebada sobrante en un campo de cereal cosechado
(2.1–23)

Cuando le cuentan a Noemí que Booz—un pariente de ella—trató con mucha amabilidad a Rut, le cuenta a la moabita la costumbre del «pariente redentor». Quizás Booz se case con Rut y redima de la pobreza tanto a ella como a Noemí.

«Te lavarás y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, irás a la era—Noemí da instrucciones a Rut—. Y cuando él se acueste, notarás el lugar donde se acuesta, e irás y descubrirás sus pies, y te acostarás allí; y él te dirá lo que hayas de hacer».

Rut obedece a Noemí, se desliza bajo las mantas de Booz mientras él duerme. Más tarde él despierta en la noche y encuentra a alguien acurrucado a sus pies.

«¿Quién eres?», pregunta Booz.

«Soy Rut tu sierva—contesta ella—, extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano».

Booz está impresionado por la lealtad de Rut con la familia de él y con las tradiciones judías. Ella se puede casar con alguien fuera de la familia y abandonar a Noemí por ser una molesta carga. Pero no lo hace. Booz acepta casarse con ella.

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Rut pide a Booz que se case con ella
(3.1–18)

Booz se casa con Rut, y también cuida de Noemí. Para felicidad de los padres y la abuela, la pareja tiene un hijo.

Al niño le ponen el nombre de Obed, quien al crecer se convierte en padre de Isaí, abuelo del rey David, bisabuelo del rey Salomón, y antepasado de Jesús.

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Rut y Booz tienen un hijo
(4.13–22)

Reseñas

Protección de las cosechas contra ladrones. El libro de Rut se desarrolla en la dura época de los jueces, cuando muchos israelitas perdieron de vista las leyes de Dios. Este ambiente parece confirmado por el hecho de que Booz, un terrateniente tan rico como para contratar obreros, prefiere dormir al aire libre al lado de sus cereales… aparentemente para protegerlos de los ladrones.

La astuta Rut. Una vez bañada, perfumada, y vestida con su mejor ropa, Rut se mete silenciosamente bajo las cobijas de Booz, según parece tiene en mente algo distinto al matrimonio.

No obstante, sus primeras palabras cuando Booz despierta, y la respuesta de él, sugieren que ella está siguiendo una costumbre aceptada en la época. Como viuda sin hijos Rut tiene el derecho de pedir a un pariente que se case con ella, cuide de ella y la ayude a procrear hijos que puedan heredar la propiedad de su padre muerto. A las mujeres en esta cultura no se les permite tener propiedades.

La propuesta de Rut es un juego de palabras. Le pide a Booz que extienda sobre ella el borde de su «manto». La palabra hebrea para «manto» es la misma para «alas». Cuando la pareja se conoció por primera vez, Booz dijo que esperaba que Rut encontrara recompensa en el Señor Dios de Israel, «bajo cuyas alas has venido a refugiarte» (2.12). Rut estaba pidiéndole a Booz que le sirviera como alas de protección de Dios.

Tan pronto Rut termina de hablar, Booz revela su respeto hacia ella. «Bendita seas tú de Jehová—dice él—, has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca de los jóvenes, sean pobres o ricos. Ahora pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa» (3.10–11).

Libros afines

• Para historias de otras mujeres que obtuvieron entrada en Israel por iniciativa propia, lea acerca de la cananea Tamar (Génesis 38) y la prostituta de Jericó, Rahab (Josué 2; 5.13—6.25).

• Ester es el único otro libro de la Biblia con nombre de mujer. Así como a Rut, se le representa como una valiente heroína leal a su familia.

• La narración neotestamentaria de José y María tiene similitudes con la historia de Rut y Booz. Rut era afuereña, y así es como los lugareños habrían tratado a María una vez que supieran que tuvo un bebé. Booz mostró compasión por Rut al decidir casarse con ella. José hizo lo mismo por María, aunque él sabía que no era el padre del niño divino. Rut y Booz levantaron una familia de reyes. José y María criaron al Rey de reyes. Usted puede leer la historia de José y María en Mateo 1—2 y Lucas 1—2.

1 SAMUEL

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Israel consigue un rey… y su bagaje

Aquí hay mucho más que el relato de cómo Israel cambió de ser un grupo de tribus con cierta relación, a una nación unida gobernada por un rey. Hay humanidad, con imperfecciones en lo más profundo; y a pesar de eso también está Dios… consiguiendo sus planes.

Usted verá importantes fallas de personalidad en todos los protagonistas, así como en muchos de los actores secundarios.

El sacerdote Elí no parece tener firmes habilidades paternales. Sus dos hijos se crían descarriados.

Samuel tuvo un problema similar con sus hijos. Sin embargo, trató de designarlos como la siguiente generación de líderes espirituales. Le hirió en gran manera que los ancianos de Israel dijeran que en realidad preferían tener un rey.

Saúl, el primer rey de Israel, parecía médicamente deprimido gran parte del tiempo. Y cuando David intentaba calmarlo con la suave melodía de una lira, Saúl le arrojó una lanza. Dos veces.

Además David, el hombre que posteriormente se convertiría en el más respetado de todos los reyes de Israel, tenía un ídolo de tamaño natural en su casa. Una noche su esposa vistió al ídolo con un manto, le puso cabello de cabra en la cabeza, y lo metió bajo las cobijas para engañar a los soldados de Saúl que llegaban a matar a David.

Estos son personajes pintorescos que vivieron y aprendieron en un momento crítico en la historia israelita. Lo que estaban aprendiendo es la profundidad del amor de Dios por su pueblo, y la amplitud de sus recursos para probarlo.

Frases célebres

• «¡Viva el rey!» (10.24). Respuesta de la multitud israelita a Samuel cuando presentó a Saúl como el primer rey de la nación.

• «Obedecer es mejor que los sacrificios» (15.22). Crítica que Samuel hiciera de Saúl cuando este desobedece a Dios al quedarse con ganado como botín de guerra para utilizarlo como sacrificio.

Tras bastidores de 1 Samuel

IL-starPapeles protagónicos

Samuel, profeta y líder espiritual de Israel (1.20)

Saúl, primer rey de Israel (9.2)

David, sucesor de Saúl (16.1)

IL-bookTrama

El profeta Samuel se convierte en el líder espiritual de la nación, sirviendo principalmente como profeta que transmite al pueblo los mensajes de Dios, y como juez que soluciona disputas. Cuando envejece, el pueblo decide que quiere un rey, «como todas las naciones».

Pero los israelitas no son como las demás naciones. Esa es la realidad del pacto de Dios con ellos, que son el pueblo de Dios, y él es su rey. Sin embargo, el Señor concede el deseo del pueblo. Escoge a Saúl como su primer rey. Pero después que Saúl desobedece una y otra vez, Dios lo rechaza como rey. El Creador escoge un sucesor… un pastor llamado David.

¿Sabía usted?

• Icabod Crane, el vanidoso y cobarde a quien aterra un hombre disfrazado como jinete sin cabeza en «La leyenda de Sleepy Hollow», obtiene su nombre de un nieto de Elí. Cuando la nuera de Elí da a luz poco después que los filisteos derrotan a los israeli-tas, roban el arca del pacto, y matan a su esposo, ella pone al niño el nombre de Icabod, que significa «la gloria se ha ido».

• El antiguo refrán «quedarse con el bagaje» viene de 30.24. David sostenía que los soldados que permanecían atrás para resguardar el campamento merecían parte del botín tomado en batalla.

IL-cameraQué buscar

Nacimiento de Samuel. Observe que el libro narra la historia del nacimiento de Samuel, pero no la del nacimiento del primer rey de Israel, y ni siquiera la del rey más venerado de Israel en todos los tiempos. Esta es una señal de la importancia que tiene Samuel para la historia. Él desempeña un papel preponderante en la transición israelita de ser una amplia coalición de familias a ser una nación gobernada por un rey. Desde Moisés, cuya historia de nacimiento relata Éxodo, Israel no ha visto un líder tan carismático y dinámico.

Características que admira Dios. En este libro usted encontrará muchas flaquezas humanas. Pero observe también los rasgos de carácter que Dios admira y premia: la sincera oración de Ana, la confianza de Elí en el Señor incluso cuando enfrenta dolorosas noticias, la seguridad de David de que Dios lo ayudará a dar muerte a un gigante, aun hallándose su vida en peligro.

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IL-computerAutor y fecha

Un escritor desconocido escribió originalmente los dos libros de Samuel como uno solo. Puesto que los libros dan información detallada y personal acerca de Samuel, Saúl y David, parece probable que el escritor tuviera acceso a registros de líderes nacionales. La Biblia dice que tales registros existían: «Los hechos del rey David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas de Samuel vidente, en las crónicas del profeta Natán, y en las crónicas de Gad vidente» (1 Crónicas 29.29).

El libro se escribió en algún momento después que Salomón murió e Israel se dividió en dos naciones, aproximadamente en el 930 a.C. El escritor habla de las dos naciones, Israel en el norte y Judá en el sur (17.52).

El libro existe para preservar la historia de la nación israelita cuando pasó de ser una asociación de doce tribus independientes a ser una nación unida gobernada por un rey.

IL-worldUbicación

Las historias se llevan a cabo en Israel. Cuando Saúl se convierte en rey establece su capital en Hebrón, en la aldea donde nació, unos cuantos kilómetros al norte de Jerusalén. En esta época Jerusalén aún estaba en poder de los jebuseos; todavía no estaba conquistada esta fortaleza montañosa (ver Jueces 1.21).

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Escenas extraordinarias de 1 Samuel

Siendo una mujer estéril, Ana le pide a Dios que le permita tener un hijo, y le promete que el muchacho servirá a Dios toda la vida. Un año más tarde nace Samuel. Tan pronto como es destetado, quizás a los tres años de edad, Ana lo lleva al centro de adoración nacional en Silo.

«Yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová—le recuerda Ana al sacerdote Elí—. Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová».

Ana tiene después otros hijos, pero nunca olvida a su primogénito. Siempre que va a Silo para adorar a Dios le lleva una túnica nueva.

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El joven Samuel va a vivir con el sacerdote
(1.21–28)

Una noche mientras duerme, el joven Samuel oye su nombre y supone que Elí lo está llamando. Pero cuando va a averiguar lo que quiere el sacerdote anciano y casi ciego, Elí dice que no llamó a Samuel. Cuando esto sucede otra vez, Elí comprende que debe ser el Señor. Por consiguiente le dice a Samuel: «Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye».

En efecto, Dios vuelve a llamar. Le dice a Samuel que debido a que los dos hijos de Elí son egoístas y malvados, él no permitirá que se conviertan en los líderes espirituales de Israel.

La mañana siguiente, cuando Elí oye la desilusionadora profecía, responde con resignación y fe: «Jehová es; haga lo que bien le pareciere».

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El joven Samuel oye la voz de Dios en el tabernáculo
(3.1–21)

Cuando soldados israelitas empiezan a perder una batalla con los filisteos envían un grupo a Silo, unos treinta kilómetros tras ellos, para que lleven el arca del pacto, que es el objeto más sagrado de Israel: un cofre bañado en oro que contiene los Diez Mandamientos. Los guerreros piensan que el arca servirá como amuleto mágico que les ayudará a derrotar al enemigo.

Los guerreros están totalmente equivocados. Se pierde la batalla, en la lucha mueren los hijos de Elí, y los filisteos se llevan el arca. Cuando Elí oye lo sucedido cae hacia atrás de la silla, se desnuca, y muere.

Los filisteos ponen el trofeo en su templo, al pie de una estatua de su dios. Siete meses más tarde devuelven el arca a Israel, después de descubrir que esta parece ocasionarles males.

Samuel se convierte en el líder espiritual del pueblo.

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Filisteos capturan el arca del pacto
(4.1–10)

Cuando Samuel envejece designa a sus hijos para que sirvan como líderes espirituales y jueces. Pero ellos son tan corruptos como eran los hijos de Elí, pues aceptan sobornos. Los ancianos de la tribu se dan cuenta de esto y le dicen a Samuel: «Tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones».

Samuel se siente rechazado, pero está de acuerdo en llevar el asunto ante Dios.

El Señor dice: «Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado».

Dios escoge a Saúl, a quien Samuel presenta a una multitud que responde con júbilo: «¡Viva el rey!»

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Saúl se convierte en el primer rey de Israel
(9.1—10.26)

Cada mañana y cada noche durante cuarenta días de empate entre los ejércitos de Israel y Filistea, un campeón filisteo llamado Goliat provoca a sus enemigos: «Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos».

Ninguno de los israelitas acepta el desafío, porque Goliat mide más de dos metros setenta, y usa una armadura que pesa setenta kilos. La espada que porta fácilmente puede cortar la cabeza de un hombre.

Cuando David, el muchacho pastor, llega con comida para sus hermanos en la milicia, oye el reto y lo acepta. Usando el arma con la cual ha ahuyentado a los depredadores de su rebaño—una honda cargada con una piedra—David golpea a Goliat en la frente. El gigante cae de bruces sobre la tierra, y David usa la espada de Goliat para cortarle la cabeza.

Los filisteos huyen, perseguidos por los israelitas.

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David mata a Goliat
(17.1–52)

Aumenta la popularidad de David. El pueblo hasta escribe cánticos acerca de él. Uno de ellos, que molesta a Saúl, incluye estas letras: «Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles».

Celoso, pensativo y profundamente deprimido, Saúl actúa como un demente dentro de su casa. Mientras David está tratando de calmarlo con la suave melodía de una lira—una técnica que había funcionado en el pasado—Saúl levanta la lanza y la arroja hacia David. Dos veces la avienta, y David la esquiva dos veces.

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Saúl trata de incrustar a David en la pared
(18.1–11)

Temiendo que David le robe el reino, Saúl da la orden de que muera en el acto. David se convierte en fugitivo, con una creciente banda de seguidores.

En una ocasión Saúl persigue a David y sus hombres en una región de oasis cubierta de cuevas. Por desgracia Saúl escoge para descansar la misma cueva en que se esconde David. Una sencilla puñalada pudo haber terminado con los problemas de David. En vez de eso este se desliza detrás del rey y en silencio corta una esquina del manto real.

Una vez que Saúl está fuera, David sale de la cueva levantando en alto la tela como bandera. «No extenderé mi mano contra mi señor—grita David—, sin embargo, tú andas a caza de mi vida para quitármela».

Humillado, Saúl retira a sus soldados y regresa a casa. Pero más tarde renueva su búsqueda irracional para tratar de matar al matador de gigantes.

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David y sus hombres se esconden de Saúl(24.1–22)

Cuando el ejército filisteo penetra profundamente en territorio israelita, Saúl se apresura a enfrentarlo, pero está lleno de terror. Él quiere saber lo que Dios desea hacer, pero nadie se lo dice. Samuel ha muerto de viejo. Otros profetas no tienen noticias. Además las oraciones de Saúl no tienen respuesta de Dios debido a la anterior desobediencia del rey.

Desesperado, Saúl visita una médium cercana, y le pide que conjure el espíritu de Samuel. Ante el horror de los presentes, incluso de la adivina, el espíritu de Samuel aparece.

«Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí—dice Saúl a Samuel—, por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer».

«¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo—contesta Samuel—. Mañana Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos».

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Saúl consulta una médium
(28.1–25)

Saúl regresa al campamento antes del amanecer. Como Samuel predijo, los filisteos atraviesan las defensas israelitas y comienzan a acercarse a Saúl y a sus tres hijos. Uno a uno caen los príncipes: Jonatán, Abinadab y Malquisúa. Luego los arqueros enemigos hieren gravemente a Saúl.

El rey pide a su escudero que acabe con él antes que los filisteos los capturen y lo torturen. Pero el soldado no puede hacerlo. Saúl apoya el mango de su espada en tierra y se deja caer sobre la hoja.

El primer rey de Israel está muerto.

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Saúl se mata cuando la batalla está perdida
(31.1–13)

Reseñas

Templo filisteo de Dagón. Cuando los filisteos capturan el arca del pacto, un cofre de oro que contiene los Diez Mandamientos, la llevan a «la casa de Dagón, y la ponen junto a Dagón» (5.2). Arqueólogos han encontrado el nombre de esta misteriosa deidad en varios lugares de la región. Un documento del siglo catorce a.C. dice que Dagón es el padre de Baal, el dios cananeo de la lluvia y la fertilidad.

En-gadi. David y sus hombres se escondieron de Saúl en una cueva «en el desierto de En-gadi» (24.1). El oasis de En-gadi habría sido un lugar perfecto para esconderse porque está oculto en un estrecho barranco. Salientes y montículos llenos de cuevas rodean tres lados del oasis. El cuarto lado va a dar a la playa del Mar Muerto. En tiempos bíblicos En-gadi era famoso por sus viñedos, sus blancas flores de henna, y sus palmeras. En-gadi en hebreo significa «manantial del cabrito», llamado así por una fuente que cae en picada desde un acantilado de cien metros a un refrescante charco.

¿Por qué Dios escoge un perdedor como Saúl? El Señor elige un hombre tímido y humilde para convertirlo en el primer rey de Israel. La primera vez que se encontró con Samuel, Saúl estaba fuera buscando algunas asnas de su padre que se habían perdido. Allí fue cuando el profeta le dio la noticia de que sería el primer rey de la nación. Saúl quedó estupefacto. «¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel?—dijo Saúl—. Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín?» (9.21).

Más tarde, cuando Samuel estaba a punto de presentar a Saúl al pueblo, nadie lograba encontrar al reacio monarca, quien se había escondido entre una manada de animales.

Saúl tuvo tanto el potencial como la oportunidad de servir fielmente a Dios. Pero igual que otros antes y después de él, dejó que el poder lo convirtiera en una criatura diferente y de menor valía. Samuel se lo explicó más adelante: «Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre» (13.13).

Libros afines

• Para leer el resto de la historia vaya a 2 Samuel. Originalmente los dos libros eran uno, pero los separaron cuando los tradujeron del hebreo al griego, más o menos en el 300 a.C. Según parece esto hizo más manejable el tamaño al hacer que cada volumen cupiera en un solo rollo.

• Para la historia de otra mujer estéril que tiene un hijo, y que promete que ese hijo servirá a Dios, lea acerca de la madre de Sansón en Jueces 13.

• Para un cántico en el espíritu como el de Ana en 2.1–10, lea el cántico de María en Lucas 1.46–56.