David: Súper rey, lamentable hombre de familia
Un príncipe se enamora de su media hermana, la seduce, la viola, luego la odia. Entra el príncipe número dos, hermano de padre y madre de la hermana. Este mata al príncipe número uno, luego huye del país y permanece marginado de la familia por cinco años.
Estos son hijos del rey David.
De tal padre, tal hijo. Porque cuando David alcanza a divisar a una mujer casada que toma un baño, la invita al palacio, la embaraza, mata al esposo, y se casa con la mujer.
Este es David, a quien Dios describió como «conforme a su corazón» (1 Samuel 13.14, La Biblia de Las Américas).
Las historias son desgarradoras y la teología desconcertante. Solo esto hace de 2 Samuel un libro cautivante tanto para lectores casuales como para consagrados eruditos bíblicos.
Sin embargo, hay más que nos atrae: un mensaje perdurable para todo aquel que ha hecho de su vida un desorden tan lamentable que se pregunta si Dios podría perdonarlo algún día.
Dios perdona a David una y otra vez… siempre que David pedía perdón, sin importar lo que hubiera hecho.
Esta misericordia, tan irracional como el amor de un padre por un hijo rebelde, está a disposición de todo el mundo. David lo manifestó así en un cántico: «Aclamad a Jehová, porque él es bueno; porque su misericordia es eterna» (1 Crónicas 16.34).
Frases célebres
• «¡He pecado!» (12.13, NVI). Respuesta de David cuando Natán lo acusa de cometer adulterio con Betsabé, y de matar al esposo de ella.
• «Hijo mío, hijo mío … ojalá hubiera muerto yo en tu lugar» (18.33, NVI). Reacción de David al oír que su hijo Absalón había muerto en su intento de golpe de estado.
Tras bastidores de 2 Samuel
Papeles protagónicos
David, rey de Israel (1.1)
Absalón, príncipe de la corona que dirige una rebelión (3.3)
Natán, profeta y principal consejero de David (5.14)
Trama
David se convierte en el nuevo rey, en reemplazo de Saúl. Durante los cuarenta años de su reinado extiende las fronteras de Israel al norte hasta el Río Éufrates, en lo que hoy día es Irak, y hacia el oriente hasta Jordania. Los impuestos que obtiene de estos vecinos conquistados ayudan a bajar los impuestos a los israelitas. Pero el reino de David no es solo una historia de éxitos. Aunque asegura sus fronteras y su trono, empujando a Israel a la cima entre las naciones del Oriente Medio, descuida a su familia. Una buena parte del libro es una sorprendente serie de narraciones acerca de los problemas hogareños de David, entre los cuales está su adulterio con Betsabé, la violación de una de sus hijas por parte de uno de sus hijos, y el intento de revolución de otro de sus hijos.
¿Sabía usted?
• La novela de William Faulkner, Absalón, Absalón—que cuenta de un aristócrata del sur que al regresar de la Guerra Civil descubre que su hijo ha desaparecido y que su plantación está al borde de la ruina—fue inspirada por la trágica historia del rey David y su hijo.
Qué buscar
Al desnudo. El escritor narra las cosas tal como son. No trata de sacar héroes perfectos de seres humanos imperfectos. David es el rey más venerado en toda la historia de Israel. Con toda razón. Él es un hombre piadoso a quien el poder y el prestigio no se le suben tanto a la cabeza, que se niegue a reconocer sus pecados ni a arrepentirse. Pero comete pecados. El más famoso es el adulterio con Betsabé, el cual trata de ocultar haciendo matar al esposo de la mujer. Sin embargo, David se arrepiente; y Dios lo perdona.
Dinastía eterna de David. «Será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente» (7.16).
Los reyes que gobiernan en Jerusalén son descendientes de David… parte de una dinastía que reina por casi medio milenio, hasta que Israel es derrotada en el 586 a.C., y gran parte de su población va al exilio. Después la promesa de Dios a David se convierte en un trampolín para la expectativa de un Mesías: un nuevo rey de la dinastía de reyes.
El Nuevo Testamento presenta a Jesús como ese Mesías. Cuando entra en Jerusalén el día que se ha llegado a conocer como Domingo de Ramos, el pueblo lo reconoce como Mesías gritando: «¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David!» (Marcos 11.10, NVI).
Autor y fecha
El escritor no identificado es la misma persona que escribió 1 Samuel. Originalmente los dos libros constituían un solo volumen, pero los separaron en dos cuando el texto hebreo fue traducido para judíos de habla griega más o menos en el 300 a.C. Los dos libros en hebreo cabían en un solo rollo porque el lenguaje hebreo antiguo no usaba vocales. Pero el griego sí las usaba, y requería aproximadamente doble espacio.
Así como 1 Samuel, la historia se escribió en algún momento después de la muerte de Salomón y luego de la división de Israel en dos naciones, más o menos en el 930 a.C. El libro se escribió para preservar la historia del gobierno de cuarenta años de David sobre Israel.
Ubicación
La mayoría de las historias tienen lugar en Israel. Pero algunas, como ciertas batallas, ocurren en naciones de los alrededores que incluyen Jordania y Siria. La región sombreada muestra la extensión del reino de David. Después que él convirtiera a Jerusalén en su capital, esta se llegó a conocer como la ciudad de David.
Escenas extraordinarias de 2 Samuel
La desastrosa derrota del rey Saúl y su ejército deja a Israel en peligro de ser invadida por los filisteos. Líderes tribales se unen tras David, un guerrero probado, y lo nombran como el nuevo rey. Esto cumple la profecía de Samuel años antes, y su secreta unción del muchacho pastor.
David gobierna en Hebrón por siete años y medio. Pero esa es una ciudad dentro del territorio de su familia, en la parte sur de Israel. Según parece David decide que para unir por completo las doce tribus, y eliminar cualquier insinuación de favoritismo, necesita una capital neutral. Escoge a Jerusalén por varias razones: está en el límite de dos tribus, y cerca del centro de la nación. Además los israelitas aún no se la han arrebatado a los jebuseos que viven allí.
Cuando los hombres de David capturan Jerusalén, en un temerario ataque a través de un desagüe subterráneo, la aldea se llega a conocer como Ciudad de David, más tarde llamada Jerusalén.
Las tribus se reúnen para confirmar a David como rey
(5.1–5)
Desde la época del sacerdote Elí, décadas atrás, cuando los filisteos capturaron el arca del pacto, esta no ha estado en primer plano. Aunque los filisteos regresaron este cofre que contiene los Diez Mandamientos, yacía abandonado en un altar privado. Sin embargo, David lo reconoce como el objeto más sagrado en todo Israel, un símbolo de la presencia de Dios entre su pueblo. Decide llevar el arca a Jerusalén, en un paso que unirá en una localidad el trono del rey y el trono simbólico del Señor.
En una alegre procesión llena de música y gritos de júbilo David danza mientras acompaña al arca. Su entusiasmo es tan desenfrenado que su esposa, una hija del rey Saúl, lo critica más tarde por actuar con poco decoro y danzar medio desnudo. Pero David dice que a él no le importa lo que ella piense, que estaba celebrando en honor del Señor.
David coloca temporalmente el arca en un tabernáculo, pero desea construir un templo. «Yo habito en casa de cedro—dice—, y el arca de Dios está entre cortinas».
No obstante, el Señor dice que una tienda es buena por ahora. «No he habitado en casas desde el día en que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta hoy—dice Dios por medio del profeta Natán—, sino que he andado en tienda y en tabernáculo». Dios manifiesta que el templo vendrá después. La construirá el próximo rey, uno de los hijos de David.
David lleva el arca a Jerusalén
(6.1–23)
Una noche primaveral en que aparentemente David no logra conciliar el sueño, se levanta de la cama y se pone a caminar por la terraza de su palacio. Abajo ve una hermosa mujer bañándose; se trata de Betsabé, esposa de un soldado que está en la guerra. David la invita al palacio, tiene relaciones sexuales con ella, y la mujer se va. Más tarde ella descubre que está embarazada.
David hace llamar al esposo de Betsabé, con la esperanza de que duerma con ella y crea que el hijo es de él. El soldado duerme afuera, pues sus compañeros están sufriendo en el campo de batalla. Entonces David hace arreglos para que el hombre pelee en primera fila mientras las tropas retroceden. El soldado muere y David se casa con Betsabé.
El profeta Natán confronta después a David por este pecado. Aunque el rey se arrepiente, el hijo de Betsabé muere. Ella después da a luz a Salomón.
David observa cuando Betsabé se baña
(11.1–26)
E1 resentimiento entre David y Absalón empieza cuando David no castiga a otro de sus hijos, medio hermano de Absalón, por violar a la hermana de este. El muchacho se venga dando muerte a su medio hermano y luego huye del país. Tres años después David invita a casa a su hijo errante, pero este se niega a encontrarse con su padre por otros dos años.
Para entonces Absalón ha decidido derrocar a su padre. Viaja por toda la nación suscitando animadversión, y luego se auto proclama rey. Sus seguidores son tan fuertes que David huye de la capital.
Los ejércitos de padre e hijo chocan en un bosque espeso. Allí Absalón cae de su mulo cuando su largo cabello se enreda en las ramas de un árbol. La bestia sigue adelante, dejando a Absalón colgado. Algunos de los soldados de David lo rodean y, en contra de las órdenes del rey, lo matan.
Absalón muere en una rebelión contra su padre David
(18.1–33)
David ha convertido a Israel en una poderosa nación de combate. Ensancha su reino hasta llegar a ser un imperio que rodea a los filisteos en la costa mediterránea, y se extiende al oriente dentro de lo que hoy día es Jordania y al norte hasta lo que es Irak.
En el proceso David comete un pecado indeterminado que Dios se siente obligado a castigar. Quizás el rey confía demasiado en su poder militar y muy poco en el Señor. Cualquiera que sea el pecado, Dios deja que David escoja el castigo: tres años de hambruna, tres meses de persecución de enemigos, o tres días de peste. El rey escoge la peste, la cual mata a miles.
Cuando termina la peste, Dios da instrucciones a David de comprar una era en lo alto de la colina desde donde se divisa la capital de Israel. Allí el rey levanta un altar. Más tarde su hijo Salomón levantará en ese sitio el primer templo de Israel.
David levanta un altar
(24.18–25)
Reseñas
Ciudad de David. En la cima de un farallón en el exterior de los muros de Jerusalén, arqueólogos han encontrado los restos de la capital de David. La fortaleza amurallada que David capturó yace entre la colina del templo, que divisaba la ciudad, y el Valle del Cedrón abajo.
La ciudad cubría alrededor de seis hectáreas—más o menos la mitad del interior de un enorme centro comercial—con una población aproximada de dos mil personas. Al agregar la cumbre sobre la cual edificó un magnífico templo, Salomón, el hijo de David, añadió más del doble al tamaño y a la población de la ciudad.
¿Fueron David y Jonatán amantes homosexuales? Cuando David oyó que Jonatán, su mejor amigo e hijo de Saúl, había muerto en batalla hizo un cántico de lamento que incluía estas palabras: «Más maravilloso me fue tu amor que el amor de las mujeres» (1.26). Esto ha llevado a muchos a especular que los dos hombres eran más que amigos, que eran amantes homosexuales.
Sin embargo, esto no calza con la reiterada condenación que el Antiguo Testamento hace de la homosexualidad, ni con las muchas relaciones heterosexuales de David. La Biblia nombra a ocho de sus esposas, y tuvo muchas otras.
Cuando David hablaba del amor de Jonatán probablemente se estaba refiriendo a la lealtad desinteresada de Jonatán hacia él, y de la profunda amistad que los dos hombres tuvieron.
¿Por qué Dios mata a alguien que trata de evitar que caiga el arca? Cuando David decide trasladar a Jerusalén el arca del pacto sufre un contratiempo importante. Aunque el cofre era transportado en una carreta halada por bueyes, uno de los bueyes tropieza y el arca empieza a caer. Uza, hijo del hombre que ha estado cuidado el arca en los últimos veinte años, impide que el cofre caiga.
La Biblia dice: «El furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al arca de Dios» (6.7). Inmediatamente David cambia sus planes, y deja el arca en casa de alguien más por tres meses antes de intentar llevarla otra vez con éxito.
La muerte que Dios propina a Uza parece más la clase de comportamiento caprichoso que esperaríamos de uno de los perversos dioses de la mitología griega.
¿Por qué mató Dios al hombre? La Biblia no lo dice. Incluso David no lo entendió, «y se enojó porque el Señor había matado a Uza» (6.8, NVI). No obstante, está claro que el arca no se estaba transportando como Dios ordenó en Números 4.4–20.
El arca era el objeto más sagrado de Israel. Representaba la presencia de Dios entre su pueblo. Solamente a los coatitas, una rama de la tribu de Leví, se les permitía cargarla; aun entonces el arca y otros objetos sagrados del tabernáculo se debían cubrir, pero los coatitas no deberían tocarlos, «no sea que mueran» (Números 4.15). En una ocasión en que algunos israelitas trataron de mirar su interior, Dios los mató.
Quizás el Señor mató a Uza por la evidente desobediencia de transportar el arca de modo inadecuado, y para recordar dramáticamente a los espectadores que deben tomar en serio las advertencias del pacto que sus antepasados habían hecho con él.
Libros afines
• La narración de la historia de Israel continúa en 1 Reyes. Allí el moribundo rey David nombra a su desprevenido sucesor: pasando por sobre el hijo mayor que le sobrevive, David nombra a Salomón, el hijo que tuvo con Betsabé.
• Para ver la clase de relación íntima que David tenía con Dios, lea algunos de los salmos que escribió. El Salmo 51 parece expresar el tipo de tristeza que sintió después de cometer adulterio con Betsabé.
• El Salmo 18 transmite la clase de sentimiento que David pudo haber experimentado cuando su hijo dirigió un golpe de estado en su contra.