Mira la cara de los que manejan: “insípida”,
me decía el otro día un conductor de taxi;
la codiciosa y dura caída en la rutina,
nadie quiere caer, pero una vez aquí,
en el suelo, pareciera que nos han fundido
contra las entrañas de la tierra,
no sé si sea el orgullo de haber alcanzado
la supuesta vida soñada o el dolor de
haber dejado atrás nuestros anhelos;
todos viviendo desde el mismo lugar,
buscamos progreso sin intentar andar.
Yo sabía de este pantano, pero no que aquí
iba a parar, no parece tan malo
sólo que no me voy a quedar [...]
“Niña, tú tienes algo distinto” quizá
habrá sido mi sutil saludo de buenas noches
o mi accesible sonrisa
reflejada en el retrovisor
¿cómo que mi “vibra” me protegerá
de toda malicia?
-----Tres-----