Vik y yo nos paramos fuera de la puerta del recibidor y escuchamos a Henry, que rasgueaba su guitarra y cantaba:
Dicen que mis ojos dejan huella, tan castaños y claros, dicen que mi piel es de crema, como canela bajo los faros, soy el mejor actuando en escena, pero si tuviera que escoger, diría que mi voz es más bella, lo que nunca quisiera perder…
Vik se rio tan fuerte que empezó a ahogarse y a toser. Lo miré con los ojos entrecerrados, luego me acerqué y abrí con sigilo la puerta.
—¡Henry! Justamente te estábamos buscando.
—Voy temprano al ensayo para poder darles mis notas individualizadas a todo el mundo antes de empezar —dijo—. Y así puedo cantar mi canción dedicada a Lily.
Vik se dejó caer en el banco junto a Henry.
—Henry, tienes que probar esto. —Le tendí la bandeja—. Son los mejores brownies que he hecho en mi vida.
—Oye, Mimi, sé que te encanta hacer dulces, pero tengo que estar en plena forma para la obra —dijo Henry, intentando mirarse de reojo en el espejo del recibidor. Y yo necesitaba estar en plena forma para el concurso, que era el mismo día, pero no podría hasta que todo el mundo hubiera vuelto a la normalidad.
—Pero estos brownies son sanos.
—¿Y eso? —preguntó Henry. Dejó de hacerse el escurridizo y se plantó delante del espejo, con la guitarra todavía colgando, mientras levantaba las cejas y se miraba la cara desde distintos ángulos—. ¿Cuál crees que es mi mejor lado de la cara, el derecho o el izquierdo? Quiero estar seguro de que utilizo mi mejor ángulo cuando cante para Lily.
Vik se mondaba de risa en silencio y yo lo fulminé con la mirada.
—Uh… los dos lados están muy bien. No creo que tengas que preocuparte por eso. Pero, en serio, prueba un brownie. Están rellenos de cosas verdes sanas, con, ya sabes, anti… anti…
—¿Antioxidantes? ¿En serio? —El reflejo de Henry parecía intrigado.
—Sí, no los puedes notar en el sabor, pero están ahí. ¿Verdad, Vik? —pregunté con intención.
Vik asintió; las lágrimas se le escapaban de los ojos.
—Voy a darte un trozo pequeño. Por favor, Henry. Valoro mucho tu opinión, y sabes que solo quedan seis días para el concurso.
Henry me sonrió con afecto.
—Bueno, está bien, probaré uno. Haré uso de mis prodigiosas destrezas para ayudar a mi hermana pequeña. Ven aquí: estoy aquí. ¿Correcto, Mimi Mouse? —Me guiñó un ojo.
Sonreí forzadamente. Esto tenía que funcionar, por la propia salud de Henry, porque estaba consiguiendo que me dieran ganas de matarlo.
—Toma —dije, ofreciéndole un brownie. Vik temblaba de risa en su banco.
Henry dio un mordisco.
—Mimi, esto está delicioso. Siguió masticando y se terminó el brownie, chupándose las migas de los dedos.
Luego, de repente, se estremeció. Su guitarra tintineó cuando la dejó deprisa en el suelo.
—Madre mía —dijo Henry—. ¿Qué he estado haciendo? —Cruzó las manos sobre su cabeza.
—Estás pálido —dije—. Quizás deberías sentarte.
Miré de reojo a Vik para que se apartase.
Henry se desplomó en el banco y se frotó los ojos.
—Le he escrito una canción a Lily… pero es sobre mí… y es malísima…
—Sí, lo es —convino Vik.
—¡Para! —le susurré a Vik—. Henry, ¿te encuentras bien?
—Y estuve… diciéndole a todo el mundo lo que tenía que hacer anoche… y… ¡Ay, madre! ¡Lily! ¡Tengo que llamarla!
Henry se sacó el teléfono del bolsillo y salió corriendo del dormitorio.
—¡Para de reírte! —Le di un empellón a Vik en el brazo.
—¿No se suponía que era un genio de la música? —Vik se desplomó contra la pared.
—¡Y lo es! —dije—. Pero no puedes culparle si ha escrito una canción mala cuando estaba en pleno… ¡delirio madreselva!
Vik rio entre dientes.
—No lo hago, pero aun así… ¡Es la canción más graciosa que he oído en mi vida!
Ahora que sabía que Henry estaría bien, no pude evitar sonreír.
—¿Te imaginas que se la hubiera tocado a la chica que le gusta?
Aunque todavía no podía relajarme. Tenía dos menos, quizás, pero todavía no estaba segura de Cole. Faltaban dos.
Cogí la bandeja de brownies.
—Vamos a mi habitación —dije—. Tenemos más planes pendientes.
—Qué chula —dijo Vik mirando mi habitación y percibiendo las paredes color lavanda con las mariposas negras—. De momento lo estamos consiguiendo.
—No sé qué decirte con Cole —dije mordiéndome un mechón de pelo.
—Me habría encantado estar en el partido de fútbol. Un balón de fútbol gigante suena… divertidísimo. ¡Y la canción aborrecible de Henry! Me gustaría escucharla más.
Enarqué las cejas.
—Vivir con unas personas que se comportan tan raro es menos divertido de lo que piensas.
—Supongo. ¿Quién es el siguiente?
—Pues está Fletcher —dije—. Es amigo de Riya y se desvivía por ella, pero desde que se comió las galletas, ha perdido la chaveta por Jules.
—¿Cómo podemos llegar a él?
—No lo sé. Participa en la obra de teatro de Henry. ¿Y si le pido a Henry que le dé un brownie en el ensayo?
—Pero puede que Henry se coma el brownie —dijo Vik—. Yo lo haría… es que se te hace la boca agua.
Me rasqué la cabeza.
—¿Y si voy al ensayo? Quedaría raro, ¿no?
—Pues mira, no creo que tengas que ir. —Vik señaló por la ventana—. Fletcher acaba de llegar.
—¿Qué? —Corrí junto a la ventana y vi a Fletcher cruzando a zancadas el jardín trasero—. Un momento, ¿lleva puesto un traje?
Vik empezó a carcajearse otra vez, pero lo cogí de los hombros y lo sacudí.
—Tenemos que curarle antes de que cometa alguna tontería, como… ¡como pedirle a Jules que se case con él!
—Pero es que todo es tan entretenido. —Vik tenía lágrimas en los ojos otra vez.
—¡Riya echó a perder su baile ayer por saltar del escenario y darle una bofetada! ¡Es posible que haya arruinado su oportunidad de ir a la escuela de sus sueños! ¡Si alguna vez descubre que yo soy la responsable de todo este delirio, me matará!
—Vale, vale —dijo Vik secándose los ojos y recuperando la compostura—. ¿Cuál es el plan, jefa?
—Vamos a interceptarlo antes de que hable con nadie.
Vik hizo una reverencia.
Nos precipitamos escaleras abajo. Cuando llegamos a la cocina me contrarió encontrar a Riya bebiendo un vaso de limonada junto a la encimera.
—¿Qué me contáis, chicos?
Estaba tecleando distraídamente en su teléfono.
—No mucho —dije—. Vamos fuera.
Corrimos a la puerta trasera.
Sin embargo, Fletcher entró antes de que pudiéramos interceptarlo. Lucía un traje de vestir azul marino y una gruesa corbata roja y llevaba una caja de bombones enorme en la mano.
—¡Ey! —dijo Vik cogiendo un brownie de la bandeja que yo llevaba—. Gracias por echarle una mano a Cole.
Cogió el brownie y se lo embutió a Fletcher en la boca. Los ojos de Fletcher se agrandaron, pero masticó.
Miré de reojo a Vik, perpleja, y él enarcó las cejas y ladeó la cabeza hacia Riya. ¡Ah, sí!
—Sí, gracias —le dije a Fletcher—. Jules también te lo agradece.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Riya levantándose y cruzando los brazos. Tenía ojos felinos y parecían peligrosos—. Fletcher, ¿a qué has venido? ¿No sabes que no eres bienvenido? ¿Y por qué ayudarías a Cole con nada? ¿No seguís a la greña por Jules?
Fletcher se tragó el brownie, dejó la caja de bombones y se apartó el pelo lacio de los ojos.
—Yo…
La cabeza me daba vueltas.
—Yo puedo explicarlo. Fletcher se enteró de lo mucho que a Jules le gustaba Cole y se imaginó que la única forma de conseguir que Cole se decidiera era fingir que a él también le gustaba Jules —dije. Cogí una servilleta y se la di a Fletcher.
El semblante de Riya se suavizó.
—Bueno —dijo, todavía mirando a Fletcher—, si me hubieras preguntado sobre la situación de Jules y Cole, sabrías que le dije una y otra vez desde el día que se mudó que fuera a hablar con ella y ya está. —Resopló—. Se comportó como si fuera una especie de estrella de cine o algo así. Le dije que ella se pondría muy contenta si le pedía para salir, pero él me dijo que se sentía muy intimidado. ¿Desde cuándo ha sido Jules una persona que intimidara?
Un momento. ¿A Cole le gustaba Jules desde el día que se había mudado? Vik enarcó las cejas con un semblante del tipo «te lo dije».
—Yo… —dijo Fletcher haciendo trizas la servilleta en sus manos.
—Y a él le ponía malo que Cole no parase de mariposear a tu alrededor —dije—. ¿A que sí, Fletcher?
—Uh…
—Así que deberías estarle agradecida, Riya. Toma, cómete un brownie. —Sintiéndome temeraria, le di uno.
Para mi sorpresa, Riya empezó a comérselo.
—Mimi, ¿por qué no dejas de interrumpirle y que se explique él mismo?
Su mirada fulminante como un láser seguía puesta en Fletcher.
—He traído esto para ti —dijo Fletcher, pasando por delante de mí con una mirada de agradecimiento para ir junto a Riya.
Riya se terminó el brownie y dejó tranquilo el teléfono.
—¿Para mí? —Parecía escéptica.
—Para decirte cuánto siento lo de ayer. No quería causar tanta conmoción y echar a perder tu recital.
—¿Conmoción? Hundiste mi danza solista —dijo Riya.
—Lo sé, lo sé, y no sé en qué estaba pensando. Es que me sentí obligado a… um… no tengo una explicación —dijo.
Riya lo miró fríamente mientras hacía jirones la servilleta y miraba al suelo.
—Me vino bien —dijo Riya despacio.
Vik y yo intercambiamos una mirada perpleja.
—Estoy harta de que los chicos se pirren por mí —dijo Riya apartándose el pelo de la cara—. Fue… esclarecedor saber qué se siente cuando el chico que te gusta se fija en otra.
Sonrió con tristeza.
—¿Quieres decir que te gusto? ¿Todavía? —preguntó Fletcher.
Riya se rio.
—Fletcher, eres el único chico que me ha tratado como a una persona, que ha sido mi amigo antes de intentar nada romántico. Ni siquiera estaba segura de que yo te gustara.
—¿Podemos intentarlo de nuevo? Ser amigos, quiero decir… al menos al principio. Siento mucho haberlo echado todo a perder. ¿Podrás perdonarme? —Le dio la caja de bombones.
Me di cuenta de que Riya intentaba no sonreír.
—Debería echarte a patadas, pero resulta que me has hecho un favor —le dijo aceptando la caja.
—¿Un favor? —pregunté.
—El hombre del mostacho sentado al lado de Mimi era el profesor de la escuela de arte —dijo Riya enseñando su teléfono—. Creyó que Fletcher era parte de mi número de danza: el paso ligero, mi salto del escenario y la bofetada. —Se encogió de hombros—. Pensó que era la mejor actuación que había visto en su vida. Muy creíble. —Riya soltó una risita—. ¡Quieren que asista a un programa de danza exclusivo con ellos el mes que viene!
»Entonces, si me prometes que no harás nada imprevisible otra vez… —Riya rasgó la caja y sacó un bombón— sí, podemos empezar de cero como amigos.
—Lo prometo —dijo Fletcher.
Cogí a Vik del brazo.
—Vamos —susurré—, nuestro trabajo aquí ha terminado.
Salimos al porche justo a tiempo de cruzarnos con Jules, que volvía de su partido.
Algo llegó rodando hasta ella, y se agachó para mirarlo.
—Uy, ¿qué es esto? —dijo.
El minirrobot de Cole se paró en la hierba delante de ella.
—¡Qué bonito! ¿Y qué tienes para mí? ¿Una nota?
Cogió un sobre de las manos del robot, lo rasgó para abrirlo y lo leyó rápidamente. Miró en derredor, recogió al minirrobot y corrió al porche.
—Es Cole —dijo sin aliento—. ¡Se disculpa por todo! Quiere empezar de cero. Dice que lo llame si quiero y cuando quiera. —Ladeó la cabeza y sonrió—. Es posible que le dé otra oportunidad después de todo. ¡Y qué partido más increíble acabamos de jugar! Empezó irregular y no tenía ni idea de cómo nos recuperaríamos, pero al final remontamos.
Me dio un abrazo exuberante y entró volando en casa.
Yo choqué los cinco con Vik.
—Parece que al final lo hemos conseguido.