Dante está en el mundo virtual de los cielos. Es un inmenso barrio de chalets adosados que se pierde en el horizonte.
Suena entonces una voz en la mente de Dante, acompañada de una música de centro comercial.
—Bienvenido al cielo virtual estándar de Alpha, donde mil millones de nuestros clientes viven felizmente_
—Saltar intro.
Dante mira a su alrededor. La gente está en sus jardines, tomando el sol. Tranquilamente. El cielo estándar es poco más o menos una infinita sucesión de chalecitos creados usando un modelo estandarizado, que ocupan unos espacios en forma de anillos en cada uno de los cuales caben sesenta millones de viviendas. Ya hay diecisiete anillos orbitando unos alrededor de otros, y el espectáculo que se puede observar en el cielo de puro azul del día que ilumina el lugar durante doce horas, es alucinante.
El interior de cada chalet es otra cosa. Puede llevar a diversos mundos, pero al ser cielos de bajo coste, esos mundos están limitados a unos presets y también están realizados con estructuras obtenidas en una gran librería de objetos CGI. Puedes tener dentro de tu casa otra casa rodeada de jardines, o un castillo, o una barca por la que desplazarte en un lago virtual... Cualquier cosa es posible, siempre que lo que elijas esté dentro del catálogo de presets del cielo estándar. Sólo puedes elegir un cielo, y si quieres cambiar tienes que ponerte en lista de espera. Además, el espacio de cada cielo también está limitado; son unos cien mil metros cuadrados. Puede parecer mucho; se trata del tamaño medio de un pequeño rancho en Estados Unidos. No está mal, la verdad, y dentro de la vivienda tienes, además, todos los entretenimientos que te puedas imaginar.
Es en estos cielos estandarizados donde las grandes compañías han hecho su agosto, ya sea vendiendo a Alpha los sabores de sus productos —los acuerdos con Nestlé y Coca-Cola, los más recientes, han supuestos pagos milmillonarios para las marcas— o las imágenes de sus iconos —los grandes estudios de Hollywood venden en el cielo estándar paquetes de simulaciones de sus grandes estrellas, de modo que puedas pasar unos días en compañía de una versión virtual de Lauren Bacall, o de John Wayne; aquello supuso cambiar la legislación del país y que, a su vez, los estudios pagaran millonadas a los herederos de los actores famosos ya fallecidos.
Dante está mirando alrededor, intentando encontrar algo en el vasto escenario de chalets que se pierden en la lejanía, y despliega sus interfaces de diseñador intentando localizar una de las viviendas.
La localiza en poco tiempo gracias a una rutina de búsqueda inspirada en el Algoritmo de Grover que había programado un día en que tenía una tarde libre pensando que nunca le haría falta, y es transportado instantáneamente al exterior de uno de los chalets, para encontrarse de bruces con Samantha, la madre de Lara. La persona que estaba buscando.
—¡Dante!
Sonriente, siempre feliz, Dante ha conocido a Samantha, Sam, cuando estaba viva. Era una mujer encantadora y vivaz. Y, claro, lo sigue siendo en su nueva vida virtual en los cielos. Se le detectó una enfermedad infecciosa, una neumonía de origen hospitalario especialmente agresiva, que contagió a su marido. Los dos estaban en estado prácticamente terminal cuando Lara decidió ofrecerles vivir en el cielo estándar. Lara odia su trabajo, odia lo que ofrece Alpha y siempre ha estado en contra de usar sus servicios. Por eso tuvo que saltarse muchos tabúes personales cuando instó a sus padres a entrar en el Sistema. Ellos aceptaron, felices, y desde entonces viven allí.
—Caray, Sam, qué coincidencia.
—Y que lo digas. ¿Cómo estás?
—Bien, bien. Voy tirando. ¿Y vosotros?
—Genial, genial, estoy estupendamente. Ven a casa, Joseph estará encantado de saludarte. Así te tomas un café.
En ese momento Dante ve una sombra desplazándose en el suelo del cielo estándar. Algo anormal que le hace elevar la mirada, para ver cómo una figura negra, alada, cruza el cielo. Y con ella una miríada de otras, que parecen provenir de un vórtice. Son miles. Y parecen buscar algo.
—Son los Arcángeles. Los ha creado Alpha para patrullar los cielos estándar. Parece ser que así se fomenta la seguridad.
—¿La seguridad? ¿En un espacio virtual?
Samantha se encoge de hombros y mira a Dante con su irresistible sonrisa, que Lara ha heredado.
—¿Vienes?
Dante se queda un instante mirando cómo el cielo se llena de criaturas aladas. Qué extraño es todo. Qué cosas tan raras están pasando. Empieza a caminar siguiendo a Samantha.