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Battiato respondió furioso a aquella voz temerosa.

—¿Qué pasa? Tengo que preparar mis oraciones para mi nuevo cargo. ¿No lo pueden resolver ustedes?

En ese momento, un delgado ayuda de cámara de Battiato entraba en la sala. Casi se cae sobre el cadáver del papa.

—¡Dios santo! Pobrecito, pobrecito. ¡Santo Padre...! ¡Qué pérdida para la cristiandad...! —chilló con un falsete casi perfecto.

—¿Qué coño está pasando? —gritaba Battiato al comunicador, sin prestar atención al ayuda de cámara.

—Santidad, el Sistema de Alpha ha caído. No exactamente, es decir... no sólo eso... Ha sido totalmente borrado. Formateado. No hay nada —dijo el soldado desde el puente.

—¿Hemos perdido las almas? Pobrecillos. Rezaré por ellos.

—No es eso, Santidad... es que...

—¿Qué? ¡Explícate, soldado!

—Santidad, eso ha desactivado las unidades gravitatorias que mantenían esta zona del Cinturón de Asteroides libre de colisiones, y en realidad se ha invertido la polaridad. Como consecuencia...

—¡¿Qué?! ¡Abrevie, coño!

—Vamos en trayecto de colisión contra el asteroide de Alpha, señor... hmmm... Santidad.

Battiato se quedó congelado unos instantes.

—¡Maniobra evasiva! —gritó, como el capitán de un barco pirata del siglo XVII.

—No es posible, Santidad. Vamos a chocar en pocos segundos. Creo que lo mejor es que se despida, se confiese, o lo que carajo sea que haga usted cuando le quedan unos minutos de vida.

Battiato se quedó paralizado, mirando al intercomunicador, como si de repente hubiera olvidado para qué servía aquello.

—No... ahora no...

—Santidad, si quiere puedo absolverlo de sus pecados, y usted a mí también. —Gimió el ayuda de cámara, que lo había oído todo y estaba postrado en actitud orante ante el cadáver del papa.

—¡Maldito imbécil, cállate!

Battiato miró a la enorme cristalera panorámica que mostraba el asteroide que ocupaba el ordenador de Alpha, a punto de colisionar con ellos, llenando el campo de visión, cada vez más cerca.

Se preparó para el impacto.

Efectivamente, ya casi no quedaba tiempo.

Y fue desintegrado en décimas de segundo.

Battiato había batido un récord histórico. Había sido papa durante unos tres minutos con cuarenta y cinco segundos, aproximadamente.