Capítulo 4

 

 

 

 

 

NIC casi podía notar los ojos pegados en ellos mientras avanzaban hacia la barra. Joel fue saludando a unos y otros por el camino. Era evidente que a ella la miraban con curiosidad. Debían de estar preguntándose qué papel desempeñaba en la vida de Joel. Nic sabía que era muy diferente a la impresionante pelirroja que había sido su novia y mujer, y aunque no solía preocuparse por su apariencia, era consciente de que ella no era tan guapa como Heather.

Aunque eso daba igual. Ya estaba acostumbrada a que la describiesen como «mona» o «agradable». Había aprendido a estar satisfecha con esa imagen, aunque ser mona no fuese una ventaja en su trabajo. Y dado que no estaba compitiendo por Joel con el recuerdo de una despampanante pelirroja, no había motivo alguno para que se comparase con ella.

Un par de minutos después se acercaron a ellos dos hombres fornidos, idénticos, con las cabezas rapadas y sonrisas bobaliconas. Ambos golpearon a Joel en la espalda con fuerza al mismo tiempo.

—Joel Brannon —lo saludaron al unísono—. Qué alegría verte.

—Eh, Ernie, Earl. ¿Qué tal estáis?

—Bien —contestó Ernie—. Kay y yo ya tenemos tres hijos. Earl y Cassie tienen dos. Y Hellions, un montón.

Joel rió al escuchar el resumen y les presentó a Nic. Los gemelos Watson la saludaron como había hecho Heidi, con simpatía y curiosidad al mismo tiempo.

Una vez terminadas las presentaciones, Joel les preguntó:

—¿Seguís trabajando en el negocio de calefacción y aire acondicionado de vuestro padre?

—Ahora lo llevamos nosotros —le corrigió Earl—. Papá se jubiló el año pasado.

—¿Sí? ¿Qué tal está?

—Le encanta vivir ocioso —explicó Ernie—. Se dedica a pescar, cazar, jugar al dominó y volver loca a mamá.

—Me alegro —rió Joel.

—Eh, ¿te acuerdas del partido contra Penderville del último año? ¿Cuando le hiciste aquel pase de casi sesenta metros a González?

Joel dio un trago a su cerveza antes de contestar:

—Perdimos… 35 a 14.

—Sí, pero fue un pase buenísimo.

—Seguro que las animadoras se quedaron impresionadas —añadió Ernie—, en especial la capitana.

Earl se aclaró la garganta y le dio un codazo a su hermano en las costillas. Ernie pilló la indirecta. Se ruborizó y murmuró:

—Lo siento, Joel.

La expresión de Joel no cambió.

—No pasa nada. Creo recordar que impresionar a la capitana de las animadoras era mi objetivo aquel año. Quizás por eso fuese tan mediocre como jugador.

Los hermanos respondieron con una sonrisa y cambiaron de tema. A Nic no le costó imaginar quién había sido la capitana de las animadoras.

La sombra de Heather se cernió sobre ellos durante el resto del tiempo que estuvieron allí, mientras Joel presentaba a Nic a sus antiguos compañeros e ignoraba sus expresiones de curiosidad. Era evidente que todo el mundo intentaba evitar mencionar a la que había sido mujer de Joel, lo que todavía hacía más evidente que estaban pensando en ella. Lo que era normal, dado que había pertenecido a su promoción y que había sido muy popular.

Nic habló poco y observó cómo actuaba la gente con Joel. Era evidente que caía bien y que lo respetaban. Varias personas le hicieron preguntas de carácter médico, acerca de ellos mismos y de sus hijos, y él respondió con soltura. Lo que peor llevaba era su compasión, que siempre iba implícita y que a veces era casi descarada.

Nic se dio cuenta de lo que había querido decir Joel al quejarse de que estaba cansado de que lo tratasen como a un santo o un caso perdido.

Se preguntó si aquello habría sido todavía peor si ella no lo hubiese acompañado. Aunque le costaba admitirlo, lo cierto era que había sido una buena decisión. Y, dada la situación, lo mejor había sido que lo acompañase ella, ya que entendía el aprieto en el que estaba metido. No obstante, creía que lo mejor habría sido que no hubiese ido, ni solo, ni acompañado.

 

 

Una vez en el coche de camino al campo, Nic se quejó:

—Debiste decirme que iba vestida con los colores del equipo rival.

—Lo siento. No me acordaba de cuáles eran sus colores.

Nic se resignó a que los compañeros de Joel la viesen como una representante del equipo enemigo. Se pasó una mano por el pelo y se puso cómoda. Al menos le gustaba el fútbol, seguro que se divertía durante el partido.

Los amigos de Joel los rodearon al llegar al estadio e insistieron en sentarse todos juntos. Una de las parejas Watson se sentó a la izquierda de Nic y la otra, a la derecha de Joel. Heidi se instaló en la tribuna que había delante de ellos, al lado de su taciturno marido, y se volvió frecuentemente a charlar con ellos. Casi no prestó atención al partido.

Nic intentó concentrarse en el juego, pero no era fácil cuando todo el mundo le hacía preguntas para intentar sonsacarle información acerca de su relación con Joel. La que más preguntaba era Heidi, por supuesto, aunque lo hacía de un modo tan educado que habría sido difícil enfadarse con ella.

Nic contestó a todo con brevedad, pero educadamente. En cuanto pudo, cambió de tema de conversación y se puso a hablar del partido.

—¿Te gusta el fútbol americano? —le preguntó Earl con interés—. ¿De qué equipo profesional eres?

—Del Kansas City —respondió ella rápidamente.

Siguieron hablando de fútbol, interrumpiendo la conversación de vez en cuando para animar a los Cardenales. Cuando llegó el descanso, Nic se había hecho amiga de los gemelos Watson, algo que parecía divertir a Joel.

—No hay muchas mujeres que sepan tanto de fútbol americano como tú —le dijo Earl señalando a su mujer—. Cassie prefiere ir de compras antes que ver un partido.

Su mujer asintió con la cabeza.

—A mí siempre me han gustado los deportes —respondió Nic—. Supongo que es porque rivalizaba con mi hermano mayor. Sentía que tenía que ser tan buena como él, a pesar de ser más pequeña de talla.

—¿Y ahora practicas algún deporte?

—Estoy en un equipo de softball. Y juego un poco al flag football. Y al frisbee de vez en cuando.

Earl parecía impresionado.

—¿Sí? ¿A qué te dedicas? ¿Eres profesora de educación física o algo así?

—Soy policía.

—¿Eres poli? Eh, Ernie, ¿has oído eso? Nic es poli.

Ernie parecía tan sorprendido como su hermano y todo el mundo que podía oír la conversación se volvió a mirarlos, sobre todo Heidi. A Nic le dio la sensación de que acababa de anunciar que trabajaba en un circo. ¿Por qué les parecía tan extraño que trabajase para las fuerzas de seguridad?

—Policía —repitió Heidi dándose la vuelta casi completamente—. Nunca lo habría imaginado. Eres tan… menuda. ¿No te impide realizar bien tu trabajo? ¿No te resulta peligroso?

—La verdad es que no. Estoy bien entrenada… y Cabot es una ciudad pequeña. No hay demasiada delincuencia.

—Parece que te has olvidado del tipo que te disparó con una escopeta la semana pasada —murmuró Joel.

—¿Con una escopeta? —repitió Heidi dando un grito ahogado.

Nic reprendió a Joel con la mirada.

—Sólo estaba cargada con sal. Y el viejo señor Barnett no habría acertado a darle ni a la pared del granero.

—¿Y a ti… te gusta ese trabajo? —preguntó Heidi.

¿Por qué le preguntaban siempre lo mismo?

—Sí —respondió ella con firmeza—. Me gusta.

Heidi se puso nerviosa y miró hacia el campo, donde unos padres orgullosos escoltaban a sus hijas que iban ligeras de ropa por el césped.

—Esto me trae viejos recuerdos. Fui princesa el último año en la fiesta de inicio del curso. Y Heather fue reina, ¿te acuerdas, Joel?

Todo el mundo se calló a su alrededor.

—Lo recuerdo —murmuró Joel.

Cómo no iba a ver sido reina Heather, pensó Nic. Y cómo no iba a haber sacado el tema Heidi justo cuando Joel empezaba a relajarse un poco y disfrutar del presente. No pensaba que Heidi estuviese siendo cruel a propósito, pero el ambiente se ensombreció a partir de entonces.

Quizás Heidi se dio cuenta de lo que había hecho, porque cambió de tema y miró a Nic.

—¿Cómo eran las fiestas de inicio del curso en tu colegio? ¿Participabas en ellas?

Nic se encogió de hombros.

—Nunca fui princesa, si es eso lo que quieres saber. No era demasiado femenina y no me interesaban ni los vestidos ni las diademas.

Y, no, tampoco había sido animadora. Ni había ido a la universidad, ni había hecho los cursos de doctorado, ni había trabajado como orientadora familiar. Nunca había sido una belleza, ni creía que sus compañeros de clase la considerasen la perfección personificada.

Se compadeció de cualquier mujer que fuese a convertirse en la próxima señora de Joel Brannon. ¿Quién iba a competir con Santa Heather?

Joel debió de sentir que estaba incómoda. O tal vez él también lo estuviera. El caso es que volvió a cambiar de tema a uno que la hiciese sentir mejor: los deportes. A Nic le alegró que los hermanos Watson también cooperasen.

Dejó que Heidi y las otras dos esposas hablasen de moda y ella se concentró en la conversación acerca de fútbol americano y baloncesto. Se encontraba mucho más a gusto hablando con los hombres. Al fin y al cabo, siempre se había considerado uno de ellos.

 

 

Joel se preguntó en qué había estado pensando cuando le pidió a Nic que lo acompañase a aquella reunión. Había estado tan preocupado por él mismo que no se había dado cuenta de que también sería duro para ella.

Había pensado que dejar claro que sólo eran amigos la haría sentir menos tensa y que, no obstante, sus ex compañeros se darían cuenta de que tenía una vida llena, que no se sentía triste, ni solo.

Había imaginado que la gente se haría preguntas acerca de Nic y él. Al fin y al cabo, ambos estaban solteros, y ella era guapa y agradable. En realidad era fascinante, con esa franqueza y ese deseo de individualidad.

Algunos de sus amigos pensarían que estaba loco si no intentaba tener algo más con ella. O tal vez pensasen que todavía estaba demasiado dolido para salir con otra mujer.

Se preguntó si lo entenderían si les contaba que tenía sus motivos para guardar las distancias con Nic. Al fin y al cabo, ella estaba saliendo con alguien cuando se habían conocido, así que se habían hecho amigos sin querer nada más. Y, en esos momentos, la amistad era demasiado importante para él como para hacer algo que pudiese estropearla.

Además, a juzgar por su último novio, él no era su tipo. Él era un soso en comparación con el fiestero de Brad. Tenía una vida estable, rutinaria, convencional, todo lo contrario que Brad, que hacía paracaidismo, participaba en rodeos y le encantaban los deportes de riesgo.

Y encima, había hecho a Nic pasar por aquello. Sufrir el escrutinio de sus viejos amigos, que eran desconocidos para ella, y de su familia, que la habían tratado como si fuese un bicho raro. ¿Sería porque era tan refrescantemente diferente? ¿O sólo porque estaba con él?

Durante el tercer tiempo, Nic decidió que quería tomar un refresco. Joel se ofreció inmediatamente a ir a buscárselo, pero ella se negó. Dijo que necesitaba estirar las piernas.

—Es muy especial, Joel —le dijo Ernie cuando Nic se hubo marchado—. ¿Dónde has conocido a una poli tan mona?

—Vive en la casa de al lado de la mía en Cabot —le recordó él—. Somos vecinos y amigos. Necesitaba tomarse unos días libres y a mí no me apetecía hacer el viaje solo, así que me ha acompañado.

—¿Entonces no hay nada entre vosotros?

Joel se dio cuenta de que había varias personas escuchando, esperando su respuesta.

—Somos amigos —repitió—. Buenos amigos, evidentemente.

—¿Entonces no…?

—Amigos —insistió él.

—Por supuesto que sólo son amigos —comentó Heidi—. Yo me he dado cuenta nada más verlos. Nicole es una chica muy agradable, pero no es el tipo de Joel.

Joel levantó las cejas, pero se controló. No quería discutir con Heidi esa noche.

Le caía bien, pero tenía la manía de pensar que sabía lo que era mejor para todo el mundo. Una vez le había dicho que le habría gustado poder escribir una columna en el periódico para dar consejos, porque era muy buena resolviendo los problemas de los demás. Tenía talento, había añadido sin una pizca de modestia.

A Joel le habría gustado preguntarle por qué Nic y él no hacían buena pareja. ¿Era sólo porque Nic era muy distinta a Heather? ¿Pensaba Heidi que él buscaría a una mujer idéntica a Heather si quisiese volver a casarse?

Nic volvió y se sentó a su lado, le tendió uno de los dos refrescos que llevaba en las manos y dejó entre ambos una bolsa de palomitas. Joel se preguntó si habría oído el comentario de Heidi, pero Nic no le dio ninguna pista con su expresión, se metió un puñado de palomitas en la boca y se concentró en el partido.

Por alguna razón, Joel tuvo que hacer un esfuerzo por apartar la mirada del rostro de Nic. Se aseguró que el hecho de que la encontrase mucho más interesante que el partido no tenía ninguna importancia, a pesar de lo que opinasen sus amigos.

 

 

Los Cardenales de Danston ganaron el partido. Después de gritar hasta quedarse ronco, el público local empezó a salir del estadio. Joel y Nic se dieron la mano para no perderse. Avanzaron muy despacio, sobre todo porque muchas personas se pararon a saludar a Joel.

Nic se había fijado en que había policías en el estadio. Ella también había trabajado a menudo cubriendo acontecimientos deportivos. Vio un grupo de unos diez chicos, la mitad iban de rojo y la otra mitad, de negro y morado, en una esquina del aparcamiento, pero no había ningún policía cerca. Soltó la mano de la de Joel.

—Genial —murmuró con resignación al ver que uno de los chicos daba un golpe a otro.

El instinto la hizo correr hacia uno de los chicos que tenía el puño levantado para pegar a otro. Esquivó el puñetazo y agarró al chico por el cuello para echarlo hacia atrás.

—¡Basta ya! —gritó alargando la mano para sujetar a otro de los chavales.

El chico al que sujetaba por el cuello se echó hacia delante cuando los otros se burlaron de él porque lo estaba agarrando una «mujercita». Un segundo después Nic le había doblado el brazo en la espalda. El furioso adolescente hizo un gesto de dolor cuando ella le levantó el brazo para que se diese cuenta de que podía hacerle daño.

—Como te sigas resistiendo vas a terminar mordiendo el asfalto —le advirtió en voz alta.

El chico se estuvo quieto y para entonces ya habían llegado otras personas para parar la pelea, entre ellos Joel, los gemelos Watson y un policía de uniforme. Después de un par de advertencias, los dos grupos se marcharon en direcciones opuestas.

Nic charló con el policía unos minutos y luego le dijo a Joel que podían marcharse, estaba siendo otra vez el centro de la atención de sus antiguos compañeros.

Se estremeció al darse de cuenta de la imagen que había dado al meterse en una pelea y agarrar así a uno de los adolescentes. Dudaba mucho de que Heather hubiese reaccionado así ante semejante situación. La adorada psicóloga habría sugerido a los chicos que se sentasen y hablasen de sus problemas.

—Guau, Joel —bromeó Earl—. Será mejor que no se enfade contigo. Seguro que te puede

A él no pareció molestarle el comentario.

—No me cabe la menor duda —contestó riendo—, por eso no discuto nunca con ella.

—Sí, claro —dijo Nic.

—Vayámonos de aquí —dijo él todavía sonriendo.

—Nos vemos mañana, Joel —se despidió Heidi—. Y a ti también, esto… Nicole.

—No puede contener su entusiasmo —murmuró Nic.

—¿Qué pasa? —preguntó Joel mientras arrancaba el coche.

Ella se abrochó el cinturón de seguridad y le dedicó una sonrisa falsa.

—Nada. Ha sido un buen partido, ¿verdad?

—Sí, siempre alegra que tu equipo gane el partido.

—Siento haberte avergonzado interrumpiendo la pelea. No he podido evitarlo.

—No me has avergonzado —respondió él sorprendido por su comentario—. Me habría gustado reaccionar tan rápidamente como tú.

—He trabajado en muchos partidos y sé cuándo está empezando una pelea.

—Has manejado a ese chico alto muy bien. ¿No te preocupa que tu tamaño te ponga en una situación de desventaja?

—He aprendido a utilizarlo en mi favor. Ya sabes lo que dicen, pequeña pero matona. Además, era alto pero estaba muy delgado, no creo que pesase mucho más que yo.

—Creo que no me gustaría probar la teoría de Earl.

—¿Qué teoría es ésa?

—Que podrías conmigo. Seguro que es verdad.

A la mayoría de los hombres no les gustaba que una mujer fuese físicamente superior que ellos. Brad, por ejemplo, siempre había intentado demostrar que era más fuerte que ella.

Era como si pensase «quizás tú formes parte de las fuerzas de seguridad, pero aquí el hombre de verdad soy yo». Nic había pillado el mensaje, pero no había retrocedido. Y Brad la había respetado. Hasta que se había cansado y había preferido buscar a otra con la que no tuviese que pasarse el día luchando para mantener su ego.

Si Joel pensaba lo mismo, lo disimulaba muy bien. Aunque quizás fuese porque sólo eran amigos. ¿Qué opinaría de tener una relación amorosa con una mujer como ella?

Desde que lo conocía, sólo había salido con un par de mujeres para que lo acompañasen a algún acto social. Su elección había sido bastante predecible: una guapa profesora infantil que había participado en el concurso de Miss Arkansas; una atractiva divorciada que tenía una agencia de viajes; y una veterinaria que le habían presentado unos amigos comunes.

Nic no sabía si había salido con ellas más de una vez. Pensaba, al igual que Aislinn, que Joel no había querido que ninguna creyese que él estaba interesado en algo más que una agradable noche en buena compañía. Cuantas más cosas sabía de la que había sido su esposa, mejor comprendía lo difícil que debía de ser para él encontrar a alguien que estuviese a su altura.

Un tanto deprimida, o tal vez sólo cansada, se apoyó en el respaldo del asiento y fingió escuchar la música que salía por los altavoces.