Epílogo

 

 

 

 

 

EL teléfono sonó un par de horas más tarde y Nic alargó la mano por encima del cuerpo cansado de Joel para contestar.

—¿Dígame?

—Hola —la saludó Aislinn—. ¿Cómo estás?

El tono de voz de su amiga hizo sospechar a Nic que ya sabía cómo iban las cosas, pero ella respondió de todos modos.

—Joel y yo estamos juntos otra vez.

Él sonrió y le acarició el rostro, sus ojos color avellana brillaban de satisfacción física y con una paz interior que Nic no había visto nunca antes. Ella se sentía exactamente del mismo modo.

—Me alegro —dijo Aislinn—. Te dejo que vuelvas a… lo que estuvieses haciendo.

—¿Qué? ¿No haces ninguna predicción? —preguntó Nic medio de broma.

—Me da la sensación de que esta vez va a salir bien —respondió cariñosamente—. Si de verdad fuese vidente, predeciría una vida llena de felicidad para ambos.

A Nic se le hizo un nudo en la garganta.

—Gracias, Aislinn. Nos vemos mañana, ¿de acuerdo?

Colgó el teléfono y se acurrucó sobre el hombro de Joel.

—Aislinn ha predicho que seremos felices.

—Me alegra oírlo. Aunque tu amiga sigue poniéndome un poco nervioso, Nic.

Ella rió.

—No le gustaría oírte decir eso. Me pregunto si se entendería bien con Ethan.

Joel rió.

—Estás loca si piensas que podrías emparejarlos. Será mejor que nos concentremos en nuestra propia relación y que dejemos que Aislinn y Ethan encuentren su propio destino, ¿de acuerdo?

—Tienes razón. Era sólo una idea.

Joel le acarició la espalda desnuda, avivando rescoldos que Nic creía ya apagados por aquella noche.

—Yo tengo mis propias ideas —murmuró—. Te quiero, Nic.

Ella se olvidó de Aislinn y de Ethan… y de todo el mundo, salvo del hombre al que amaba con todo su corazón y lo besó apasionadamente.