Capítulo 15

 

 

 

 

 

KYLIE respiró aliviada cuando Evan entró en la comisaría, seguido por una morena muy alta con un maletín en la mano.

—¿Por qué has tardado tanto?

—He tenido que buscar a la mejor abogada de Filadelfia —contestó su hermano—. Te presento a Chandra Coffman. Chandra, esta es mi hermana Kylie.

—Encantada. Evan me ha hablado mucho de ti.

—¿Ah, sí? —murmuró ella, mirándola con atención.

Pero no tanta como su hermano. ¿Estaría enamorado de la abogada?, se preguntó. Eso sí que sería una sorpresa.

—Parece que estás metida en un lío.

—Más que eso —intentó sonreír Kylie.

—No sé por qué sigues aquí —dijo entonces su hermano—. ¿No le has dicho a la policía que Harry Hanover ha desaparecido?

—Unas mil veces, pero como Dexter no está aquí para confirmarlo, no me creen. No me han detenido, pero creo que están a punto de hacerlo.

Chandra levantó una ceja.

—¿Quién es Dexter?

—Dexter «Formal» Kane —contestó Kylie—. El gigoló que contraté para que se hiciera pasar por Harry Hanover.

—¿Alto, moreno, con gafas? —preguntó la joven.

—Pues… sí. ¿Lo conoces?

—Desde luego. Pero Dexter no es un gigoló —rio Chandra—. Es el heredero de la empresa Kane.

—¿La de los juegos de mesa?

—La misma. El propietario es Amos Kane, un hombre muy excéntrico. Si Dexter está haciéndose pasar por un gigoló, supongo que está tan loco como su abuelo.

Kylie negó con la cabeza.

—No puede ser. Me lo habría dicho…

¿Se lo habría dicho? ¿Qué sabía ella de su vida? Nada, en realidad.

—Dexter es el director de un programa benéfico al que yo también pertenezco, pero no vino a la última reunión. Y es la primera vez que ocurre. Es un hombre tremendamente responsable y me extrañó, así que lo llamé a la oficina, pero su secretaria no quiso decirme dónde estaba. Y tampoco dónde estaba su hermano Sam.

Sam. Sam era el nombre de su hermano, pensó Kylie. Estaban hablando del mismo hombre. Dexter le había mentido. Era un ejecutivo, el heredero de una gran empresa. Entonces… ¿por qué se hacía pasar por un gigoló? ¿Era una broma de mal gusto? ¿Estaría tan loco como su abuelo?

Angustiada, cerró los ojos. Desde el principio le pareció que no podía ser un gigoló, pero estaba tan desesperada por encontrar a alguien que hiciera el papel de Harry Hanover que no quiso pensarlo.

—Sigo sin creer que estamos hablando de la misma persona —dijo Chandra entonces—. Dexter no es precisamente un cachas. Inteligente, desde luego. Pero un gigoló… me resulta difícil creer que alguien pudiera confundirlo con uno de esos tíos tan guapos.

Kylie abrió la boca para decir algo, pero se lo pensó mejor. Dexter no era el hombre que ella había creído. Y le mostró su verdadera identidad cuando la abandonó en el hotel.

Evan apretó su mano al verla tan compungida.

—Sé que esto es duro para ti, cariño. Pero ahora lo importante es que salgas de aquí. Si necesitamos que Dexter corrobore tu historia, lo buscaremos por todas partes.

—Buena suerte —murmuró ella.

No quería volver a verlo porque si lo veía… si lo veía se echaría en sus brazos. Dexter F. Kane era el único hombre al que había amado en toda su vida.

Y probablemente no volvería a enamorarse jamás.

—Podemos llamarlo al móvil —sugirió Chandra.

—No vendrá.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Evan.

—Lo sé.

—No contesta —dijo Chandra unos segundos después—. Si pudiera hablar con él… siempre ha sido un poco tímido, pero es una persona muy responsable.

—¿Cuándo lo viste por última vez, Kylie? —le preguntó su hermano.

—Anoche —contestó ella.

Aunque no pensaba decirle cómo lo había visto. Ni que habían dormido juntos, por supuesto.

Pero por la mirada que Chandra y Evan intercambiaron, no tenía que dar explicaciones.

La abogada se levantó de la silla.

—Voy a hablar con alguien para saber cuándo puedes marcharte.

Su hermano esperó hasta que estuvieron solos para volverse hacia ella.

—¿Y bien?

—¿Qué?

—¿Vas a contarme qué ha pasado con Dexter?

—No —contestó Kylie, muy decidida.

Pero entonces sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Oh, no. Ese canalla te ha roto el corazón, ¿verdad?

—No es la primera vez —sollozó ella—. Se me pasará.

—No lo creo —dijo su hermano, secándole las lágrimas con un pañuelo—. Me parece que Dexter era muy importante para ti.

—Porque soy una idiota. Una idiota impulsiva. La culpa es mía.

—Sí, claro. Seguro que tuviste que atarlo a la cama.

—No es eso, bruto.

—Ya lo sé, tonta.

—¿Cuándo voy a aprender, Evan?

—Los errores son parte de la vida —sonrió su hermano—. Así se aprende.

—Yo no aprendo nunca —murmuró Kylie.

—Ya verás como sí. Y cuando salgamos de aquí, pienso invitarte a un buen helado de chocolate. Eso lo cura todo.

Ella intentó sonreír. Evan había logrando vencer una terrible enfermedad. Comparado con eso, lo suyo era una niñería.

En ese momento, se abrió la puerta y Chandra asomó la cabeza.

—Podemos irnos. Siguen investigando, pero no van a presentar cargos contra ti por el momento.

Kylie se levantó, suspirando.

—No tienen que seguir investigando. Diles que compren los periódicos mañana.

—¿No has dicho siempre que no hay mala publicidad? —sonrió su hermano.

—Esto no va a ser malo, Evan. Va a ser absolutamente desastroso.

—Venga, anímate. Te he prometido un helado y vamos a tomar un helado.

—De acuerdo. Estoy deseando llegar a casa.

 

 

Dexter estaba en su oficina, frente al ordenador. Llevaba horas intentando redactar un documento, pero solo veía la cara de Kylie. Recordaba su gesto angustiado y se le encogía el corazón.

—Concéntrate, Kane —se regañó a sí mismo, corrigiendo el último párrafo.

Aquello era lo más importante que había escrito jamás y tenía que hacerlo bien.

Por fin, pulsó el botón de la impresora. Había hecho todo lo que pudo y rezaba para que fuese suficiente.

Cuando miró el reloj, vio que tenía una hora para cambiar de opinión. Solo necesitaría una llamada de teléfono. Pero no quería hacerla. No tenía ninguna intención de hacerla.

Algo había cambiado en él durante aquellas semanas.

O, más específicamente, alguien lo había cambiado: Kylie Timberlake.

Y su vida no volvería a ser la misma.

Solo esperaba que, cuando todo hubiera terminado, ella le diera una segunda oportunidad.

Había llamado a su apartamento, pero estaba puesto el contestador. Le dejó numerosos mensajes, pero Kylie no le había devuelto la llamada.

Seguramente, estaba furiosa con él. Y no podía culparla. Sabía que lo había visto en el hotel y, sin duda, pensaba lo peor al ver que no acudía a su lado. Pero necesitaba tiempo.

Tiempo para arreglarlo todo.

En ese momento se abrió la puerta de la oficina.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó su abuelo.

—Comprobar que la empresa Kane sigue funcionando sin mí.

Dexter pensó entonces en su hermano. Seguro que a él todo le había salido bien y estaría vendiendo lencería femenina hasta en Japón.

Amos sonrió.

—¿No confías en que tu abuelo sepa dirigir la empresa? No te preocupes, Dexter. La empresa Kane seguirá aquí cuando tu hermano o tú ganéis el juego.

—No estoy preocupado —dijo él—. Solo quería ahorrarte un poco de trabajo —añadió, señalando un montón de archivos—. Por cierto, he pedido cita para ti con el doctor Baynes. Deberías haber ido a hacerte un chequeo hace meses.

Su abuelo lo miró, sorprendido.

—¿Te pasa algo?

—No. ¿Por qué?

—No sé. Te veo… diferente.

—No olvides ver las noticias de las seis, abuelo —se despidió Dexter—. Entonces te enterarás de todo.