Al siguiente pueblo le llamábamos El de las Niñas. Tenía pocos habitantes y, entre ellos, tan solo un niño. El resto de los menores eran niñas. No muchas, cuatro, de nuestra edad. Un día, no sé cómo, nos llegó la noticia de que las niñas habían iniciado un nuevo juego. Hacían regalos. Metían objetos en cajas de zapatos, envueltas para regalo. Dejaban los regalos abandonados en la carretera. Sin contrapartidas. Sin condiciones. Y eso nos pareció muy divertido. Una noche fuimos en bicicleta hasta el pueblo De las Niñas. Y, en efecto, en un recodo de la carretera, antes de llegar al pueblo, vimos tres paquetes perfectamente envueltos. Los abrimos con sumo cuidado. En uno había una piedra. En otro unas flores silvestres, un tanto secas –nadie, parecía, recogía esos regalos–. En el tercero, había una carta. Era una carta a un desconocido, en la que, recuerdo, se hablaba de la soledad absoluta en un pueblo pequeño. La carta no ofrecía ni pedía nada. Sin saberlo la redactora, y sin saberlo nosotros, hablaba de la necesidad de ser rescatado, de una suerte de rescate que era más nebuloso y complicado que un rescate, pues la carta planteaba que era imposible cualquier rescate. De alguna forma –éramos niños–, vimos que todo aquello nos superaba. Era de otra talla. Con sumo respeto volvimos a envolver los regalos. Y abandonamos nuestro proyecto original, que supongo que era reírnos de todo ello. Nunca más volvimos a hablar de aquel juego. Un par de años más tarde, nos sorprendimos a nosotros mismos yendo cada día al pueblo De las Niñas. No lo sabíamos, pero llevábamos regalos. Éramos nosotros. Ellas, a su vez, también nos dieron regalos. Ellas. Aquellos regalos nos superaban. Eran de otra talla. Pero ya los comprendíamos. Los seguimos comprendiendo. De vez en cuando, suceden. En ocasiones son piedras, en ocasiones, flores, en ocasiones, algo parecido a un rescate donde es imposible rescatar nada ni a nadie. Pero siempre son regalos abandonados. Carecen de condiciones. Carecen de contrapartidas. Son, por tanto, regalos. Los únicos posibles.
14 de octubre de 2018