Mi amor huele a leche y a sangre y duerme, agotada, tras el trabajo. Agotado, me dispongo a dormir, tras horas de trabajo. En mi mano tengo un cartón de leche. No huele a leche ni a sangre. Y, en él, puedo leer que la empresa envasadora dispone de un certificado de bienestar animal. Se trata de una certificación sustentada en la observación del propio animal, mediante el control directo de cuatro principios. Se especifican. Buena alimentación, buen alojamiento, buena salud y cuidados sanitarios, y comportamiento apropiado, supongo que por parte de los seres humanos que emplean al animal.
Y tú, nosotros, no.
26 de julio de 2020