Se asomaron los abuelos a ver la cueva donde se metía aquel tronco que de tan largo parecía camino. Pero la voz de la montaña les advirtió:
—¡No miren ahí! —y lo hizo con tanta autoridad que los nawales dejaron de ver.
Pero la montaña sintió el respeto de los abuelos y les dijo:
—Vaya pues, les voy a contar.