No sabía cuánto tiempo llevaba allí; no había ventanas, la luz estaba permanentemente encendida, y el único rostro que había podido ver era el del fotógrafo del centro de tortura. ¿Cuartel? ¿Comisaría? Le mandó quitarse la capucha, puso la cámara delante de su cara, de modo que no se viese que estaba desnudo, le pidió que se colocase de perfil, sacó otra foto y salió sin mediar palabra alguna.
Los golpecitos en la puerta no obedecían a una pauta que le permitiese determinar una rutina (a veces, al desayuno lo seguía la comida tras sólo un pequeño intervalo de tiempo, y la cena tardaba muchísimo). Cuando necesitaba ir al baño, golpeaba la puerta con la capucha ya puesta, hasta que, a través del cristal opaco, deducían lo que quería. A veces intentaba hablar con el tipo que lo llevaba hasta el baño, pero no obtenía respuesta. Sólo silencio.
Dormía la mayor parte del tiempo. Un día (¿o noche?) intentó usar la experiencia para meditar o concentrarse en algo superior; recordó que san Juan de la Cruz hablaba de la noche oscura del alma, recordó que hay monjes que permanecen años en cuevas en el desierto o en las montañas del Himalaya. Podría seguir ese ejemplo, usar aquello que le estaba pasando para tratar de ser mejor persona. Dedujo que el recepcionista del hotel —debían de ser los únicos huéspedes— los había denunciado; algunos momentos quería volver allí y matarlo en cuanto lo soltasen, pero, en otros momentos, pensaba que la mejor manera de servir a Dios sería perdonarlo desde el fondo de su corazón, porque no sabía lo que hacía.
No obstante, el perdón es un arte muy difícil. Él buscaba el contacto con el universo en todos los viajes que había hecho, pero eso no incluía, al menos en ese momento de su vida, aguantar a los que siempre se reían del pelo largo, que preguntaban en mitad de la calle cuánto tiempo hacía que no pisaba la ducha, que decían que la ropa de color demostraba que no estaba convencido de su sexualidad, cuántos hombres habían estado en su cama, deja de hacer el vago, apártate de la droga y busca un trabajo decente, colabora para que el país salga de la crisis.
El odio de la injusticia, el deseo de venganza y la ausencia de perdón no lo dejaban concentrarse bien, y pensamientos sórdidos y justificados, en su opinión, le impedían meditar. ¿Habrían avisado a su familia?
Sus padres no sabían cuándo iba a volver, así que no deberían extrañarse ante la prolongada ausencia. Ambos le echaban la culpa al hecho de tener una novia once años mayor que él, que lo utilizaba para sus deseos inconfesables, para romper su rutina de famosa fracasada, extranjera en el país equivocado, una manipuladora para los chicos que necesitan una madre postiza en lugar de una compañera (como todos sus amigos, como todos sus enemigos, como el resto del mundo que seguía adelante sin causar problemas a nadie, sin obligar a la familia a dar explicaciones, a ser reprochada por no haber sabido educar bien a sus hijos). La hermana de Paulo estaba haciendo la carrera de Ingeniería Química y destacaba como una de las alumnas más brillantes, pero no era un motivo de orgullo; a sus padres les preocupaba mucho más meterlo a él en su mundo.
Al final, pasado un tiempo, cuya duración era imposible calcular, Paulo empezó a creer que se merecía todo lo que le estaba pasando. Algunos de sus amigos se habían unido a la lucha armada y sabían lo que les esperaba, pero él sólo había pagado las consecuencias; aquello debía de ser un castigo del cielo, no de los hombres. Por todas las penurias provocadas se merecía estar desnudo, en el suelo de una celda, buscando en su interior y sin encontrar fuerza, ni consuelo espiritual, ni una voz que le hablase igual que en la Puerta del Sol.
Lo único que hacía era dormir. Siempre pensaba que se iba a despertar de una pesadilla, pero se despertaba siempre en el mismo sitio, y en el mismo suelo. Siempre creyendo que lo peor ya había pasado, pero despertando siempre sudado, con miedo, cada vez que oía los golpes en la puerta (podía ser que no hubieran encontrado nada de lo que les había contado y que la tortura volviese con más violencia).