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Pepe Gallego ya se había encargado de arreglar todo para el regreso de su hermano a México luego de la tormentosa aventura caribeña. Sin embargo, no es eso lo que cuenta a la gente del medio, ni menos todavía a los periodistas en la rueda de prensa improvisada que le organizaron a su llegada el 30 de julio de 1970. Los fotografiaron saliendo del avión como si se tratara de la llegada de una celebridad. Luisito sale de la mano de una Marcela que luce radiante, y con ellos llega un precioso bebé vestido con sus ropitas blancas con el que posa el artista orgulloso. La CBS iba a apostar nuevamente por él con el disco El lavaplatos, cuya dirección artística corrió a cargo de Jaime Ortiz Pino, otra de las personas importantes en el desarrollo de los acontecimientos al que también tuve ocasión de entrevistar para la elaboración de la biografía de Luis Miguel y al que nos volveremos a referir más tarde en el regreso de Luisito a México en 1980, cuando Ortiz trabajaba para la disquera EMI.
Todavía había personas en México que recordaban aquella presentación y cómo el artista, cuando le preguntaron por su bebé y le felicitaron por la paternidad, decía que se llamaba Luis Miguel en homenaje a su paisano el célebre torero Luis Miguel Dominguín, su gran ídolo, y añadía sin ningún rubor que había nacido en el transcurso de la gira que hizo por Nueva York en la que dijo tuvo un éxito arrollador en La Maisonette, para lo cual mostraba el recorte del New York Times que así lo demostraba. Nadie dudó de sus palabras. No eran tiempos en los que la comunicación internacional tuviera la fluidez de hoy en día con la aldea global de internet.
Los medios publicaron que era la segunda vez que el cantante llegaba a México y que esta vez era ya para radicar definitivamente allí. Él usó frases como “me quedo por la gran hospitalidad que encontré aquí” y otras menos brillantes: “El tequila me abre el apetito.” Anunció que México sería su centro de operaciones aunque saldría puntualmente al extranjero.
Era otra nueva oportunidad, otra vez el reloj en marcha con la cuenta regresiva hasta que el crédito se agotara, y el crédito se agotaría pronto, apenas en año y medio. Una reconocida actriz que quería abrirse paso en el mundo de la música le confió la producción de su disco y le adelantó para ello una cantidad que algunas fuentes cifraron en 10,000 dólares de 1970. Luisito se quedó con el dinero, no hizo el disco y fue demandado por estafa con amenaza de cárcel y restricción para no salir del país. Antes de que eso pasara, los Gallego no desperdiciaban cualquier ocasión para jugar sus cartas debidamente, en las reuniones sociales eran diestros en captar a gentes que les ayudaran de cualquier manera. El pequeño Luis Miguel tenía que ser bautizado y luego confirmado, dos excelentes ocasiones para mover los hilos de las relaciones públicas, este tipo de ceremonias era normal que se organizaran con esos fines, ya de hecho antes de salir de Puerto Rico estaban pensando en organizar algo parecido que no cuajó porque a Herger le pareció horrible el detalle de sustituir a su esposa, que iba a ser la madrina, por la señora de un amigo cubano del entorno de Pepe Gallego que según me decía “era mala gente, de negocios sucios y de algunos pasatiempos de ellos que yo no compartía”.
Luisito no quería saber nada de curas, de iglesias ni de religiones, mostraba a veces, incluso de manera obscena, su rechazo y hasta odio a todo ello, pero estaba dispuesto a cumplir los sacramentos con el niño porque podían traducirse en algún tipo de beneficio con sus contactos. De este modo, el 21 de agosto de 1970, cuando el bebé tenía exactamente cuatro meses y tres días, se organizó un bautizo por todo lo alto, con selecta elección de invitados y sobre todo de los padrinos. Guillermo Núñez de Cáceres, un hombre fuerte y con influencia en Televisa, fue elegido como padrino, y Yolanda Sasea, la esposa de Jaime Ortiz Pino, otra persona de mucho peso en este caso en los medios de comunicación y en la disquera CBS, fue la madrina. La ceremonia religiosa se celebró en la parroquia del Purísimo Corazón de María, en la calle Gabriel Mancera de la colonia del Valle de la Ciudad de México. La ofició el párroco Constantino Armendáriz y entre los asistentes estaba también el cantante José José.
Después de la ceremonia religiosa todos los invitados se trasladaron al departamento al que habían regresado los Gallego en la calle Insurgentes con Xola, donde nuevamente hubo paella española cocinada por Pepe y donde la noche se haría muy larga con la guitarra de Luisito y los bailes de Mauricio Garcés. Veladas interminables típicas de una bohemia en las que se vio envuelto sin querer Micky. Este entorno y este tipo de ambientes pueden afectar a la personalidad futura del individuo. El bebé no podía aislarse de la algarabía que le rodeaba. Según han demostrado estudios científicos que fueron publicados en la prestigiosa revista Science, los mismos neuromarcadores de consciencia encontrados en adultos pueden ser encontrados en bebés de cinco meses de edad. Con esto resulta fácil imaginarse cómo pudieron influir en el crecimiento del niño las constantes fiestas que se organizaban en las diferentes casas por las que fue peregrinando desde su mismo nacimiento y el pesado ambiente en el que se crio, donde había alcohol, drogas y promiscuidad. No debe extrañar por tanto su precocidad en tantas cosas que irán aconteciendo según vayan pasando los años. Hasta que cumplió la mayoría de edad Luis Miguel no fue dueño de su propio destino, y para ese entonces ya había vivido demasiado, ya su ser se había encallecido, fortalecido y blindado de tal manera que hoy en día, cerca de cumplir los 50 años, sigue siendo un muro infranqueable e imprevisible que desde luego hay que comprender y respetar a tenor de los acontecimientos que le rodearon.
La partida de bautismo número 1,545 asentada en el libro 34 de la mencionada Parroquia del Purísimo Corazón de María es una de las obras maestras del arte falsificador de los Gallego. Un documento al que tuve acceso en 1996 durante mi investigación y que cualquiera puede consultar. En el libro consta Nueva York como la ciudad de nacimiento del pequeño Luis Miguel. Obviamente tenía que sostener la mentira que iba contando a todo el mundo sobre su gira neoyorquina. Y hay otro dato que llama la atención, es el apellido del bautizado, puesto que Luisito se movía con su falso nombre compuesto y su apellido modificado, el apellido de su hijo aparece igualmente falsificado. En dicha partida, el futuro cantante aparece como Luis Miguel Gallegos.
Pero Luisito se superó a sí mismo en el arte del embuste y el cinismo apenas un año después, cuando con motivo de la Confirmación, que tuvo lugar en Monterrey, vuelve a cambiar la historia. Entonces ya el niño no había nacido en Nueva York sino en Veracruz, una versión que se retomaría una década después cuando lo lanzaron como cantante. Antes de llegar a la Sultana del Norte, el cantautor andaluz emprendió una gira por todo México acompañado de su familia. En algunas de las estaciones de aquel nomadismo quedarían huellas para la posteridad del hermoso bebé que el destino había señalado ya para reinar en aquella tierra de mariachis. Un periódico de Jalisco publicó una curiosa imagen del pequeño con un sombrero charro que decía le habían regalado sus papás.
El fin de año de aquel 1970 lo pasaron en Acapulco, y el único documento que da una pista de lo que estaba pasando es una postal que Marcela envió al domicilio de su padre y su madrastra, que esta última conservaba. El literal de la misma decía lo siguiente:
Estoy en Acapulco, pero dentro de una semana voy a estar en casa. Luis Miguel ya tiene un dientito, si lo vieras que hermoso que es. Mira está tan grande que parece mentira que tenga ocho meses. (…) Luis chocó, compramos un Mercedes, menos mal que yo no fui con él, si no me hubiera matado. Espero que hayáis pasado bien las fiestas.
El día del primer cumpleaños de Luis Miguel se volvió a organizar una fiesta en el departamento de Insurgentes con Xola del que quedó constancia fotográfica. Ahí estaban las comadres Marcela y Jessica, la esposa de Marco Antonio Muñiz, con los dos pequeños, Toño Muñiz, dos meses mayor, y el cumpleañero Luis Miguel, al que todos llamaban Micky, al que su tío Pepe sostiene en brazos. En la reunión se ve también al actor Jorge Mistral, de cuya amistad los Gallego presumían. Según la versión de ellos, fue Jorge el que logró que el niño diera su primer paso.
La siguiente estación iba a ser Monterrey. El empresario José Cervantes lo contrató por medio de Pepe Jara para que actuara en el Casino Michoacano. Cervantes, que fue a recogerlos al aeropuerto Mariano Escobedo, acabaría dando posada en su casa de la calle Hermosillo, en la zona de Mitras Centro, a todo el clan Gallego, pues poco después le cayeron los hermanos Pepe y Tito y hasta la madre de todos ellos, Matilde, abuela de Luis Miguel. Marcela no tuvo nunca buena química con su suegra Matilde, de ahí que durante aquel tiempo con quien acabara compartiendo conversaciones fuera con Rosa María Correa, la esposa de Cervantes, con quien se desahogaba en las quejas de la vida bohemia que llevaban.
La convivencia provocó que el matrimonio Cervantes fuera involuntario testigo de los roces de la pareja, en la que el talante autoritario del temperamental andaluz dejaba siempre por debajo a la resignada Marcela, actitud que se repetía en cuanto tenía una discrepancia con Matilde Sánchez, Luisito siempre defendía a su madre y humillaba a su compañera. Así sería durante todo el tiempo, y este testimonio se repetirá hasta la época de la desaparición de Marcela Basteri en 1986, no sin antes haber contado a sus familiares toscanos el maltrato al que se veía sometida dentro del clan Gallego y su complicada convivencia con la madre de Luisito.
Para sostener convenientemente aquella manutención a costa de los Cervantes, los Gallego volvieron a recurrir a un sacramento donde dar protagonismo al matrimonio. Organizarían la Confirmación de Luis Miguel, Rosa María y José fungirían de padrinos. Así fue como el 31 de octubre de 1971 se celebró la ceremonia en la iglesia de San Juan Bosco de la capital regiomontana, oficiada por el arzobispo Alfonso Espino y Silva. Los protagonistas recordaban que era un día soleado, típico del clima de Nuevo León, y que el niño, cuyo comportamiento fue exquisito en todo momento, se encaprichó al ver un señor vendiendo globos a la salida de la iglesia, por lo que le compraron su globito y se puso todo feliz. El acto religioso quedó registrado en el libro 38 del archivo de la Curia, donde nuevamente el apellido del pequeño debía concordar con el falsificado de su padre, por lo que en dicho documento aparece como confirmado el niño Luis Miguel, hijo de Luis Gallegos. Así lo pude comprobar en la copia que me expidieron el 12 de junio de 1996 durante mi estadía en Monterrey para la investigación.