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El amor en tiempos de guerra

El distanciamiento entre Luis Miguel y su padre empezó a forjarse mucho antes de su mayoría de edad y de la explosión definitiva en el hotel Villa Magna de Madrid, en 1989. Ya en 1987, en vísperas de su debut con WEA, la situación era muy delicada. Luis Miguel regresó a México como una estrella internacional de primer nivel, su popularidad era enorme, lo cual llamó la atención de las marcas publicitarias. La gallina de los huevos de oro había crecido notablemente aunque para tomar una cerveza tuviera que pedirle dinero a su padre. Una de las tantas irascibles reacciones de Luisito con el contador Armando Serna fue cuando este decidió que el chico podía tener una tarjeta de crédito y una chequera a su nombre. La tromba de groserías y vejaciones que le cayó encima por parte de Luisito Rey fue impresionante.

Micky permanecía en Los Ángeles y su padre en Madrid. El manejo autoritario ya no lo toleraba. No era el niño que cantaba en Ciudad Juárez, que tuvo que aguantarse que su padre vetara unas versiones en español de unos temas de Elvis Presley que EMI iba a publicar y que tenía que grabar comerciales en Polanco con jugosos acuerdos económicos de por medio, como la popular campaña para Sabritas, que necesariamente pasaba por las manos de su tutor. Era un adolescente a las puertas de la mayoría de edad que tenía que pedir permiso para que le dieran dinero así fuera para tomarse una malteada; que veía con preocupación cómo su padre interrumpía las grabaciones con unas groserías horribles tratando a las personas como si fueran esclavos, entre ellas al difunto Peque Rossino, al que el propio Luis Miguel consoló en una ocasión prometiéndole que todo cambiaría cuando él se hiciera cargo.

A algunos medios de comunicación mexicanos se les hizo rara la ausencia del cantante a lo largo de 1987. Algunos ya eran conocedores de los problemas que surgían dentro de la empresa de El Sol. El 6 de mayo de aquel año, cuando aterrizó nuevamente en Ciudad de México luego de un tiempo sin hacerlo, a los periodistas no se les escapó el detalle de que en el aeropuerto sólo estaba el director de WEA, René León, para esperarlo, y el cantante llegó solo, sin la sombra que siempre había sido su padre. Algunos párrafos de las notas publicadas entonces empezaban a dar pistas: “Hay gente que quiere vivir a tu costa, mételos en cintura porque la estrella eres tú y no ellos.”

Al margen de la cada vez mayor complicación para convivir profesionalmente con su padre, pronto se dio cuenta que la versión sobre el paradero de su madre no era cierta y que esta no aparecía por ningún lado. Luis Miguel se bloqueó y decidió no querer saber nada de su padre, se negaba a atender sus llamadas y la situación empezó a ponerse complicada para el “general en jefe”, que puso en marcha su maquiavélica imaginación para revertir las cosas y lograr que su hijo viajara a Madrid. Para ello, pediría ayuda a un viejo amigo, el actor Andrés García.

Él sabía del cariño y la estrecha relación de su hijo con Andrés, al que seguía llamando tío y al que tenía un gran respeto y aprecio. Luisito contactó primero con Andrés para convencerlo de que fuera a visitarlo a Madrid. Hizo hincapié en que era el cumpleaños de su sobrino y que a este le hacía una ilusión enorme que pudieran unirse a ellos para celebrarlo. Acabó convenciéndolo, ajeno el actor en ese momento a que todo era una burda mentira para usarlo a él como cebo para Luis Miguel. Cuando ya tuvo el visto bueno de Andrés, entonces avisó a su hijo de que su tío Andrés estaría en Madrid en los días de su cumpleaños y que le hacía una ilusión enorme que pudieran compartir.

Andrés recordaba perfectamente aquella anécdota y me reconoció que fue a partir de entonces cuando se empezó a dar cuenta de los problemas que había entre ellos: “En Madrid me di cuenta de todo, la situación era muy rara, cuando llegué a la casa de Luisito allá en Las Rozas, que era fabulosa, realmente era una casa de ricos. El día que yo llegué estaba con unos ejecutivos que me dijo eran de la nueva compañía de discos y que estaban arreglando todo para el nuevo disco de Luis Miguel. Cuando se fueron y me quedé a solas con él lo vi muy nervioso, muy extraño, buscó cualquier excusa para que nos fuéramos de allí, y se ponía más nervioso todavía cuando le pregunté por Marcela, él decía que se había ido con un mafioso y hablaba muy feo de ella, yo le preguntaba por qué hablaba así, que yo la conocía y ella no era la mala mujer que él quería hacer ver; incluso delante de los hijos hablaba muy feo y yo le decía que eso no era verdad, que el culpable de la separación fue él, que andaba con 14 mujeres por lo menos y se las paseaba casi a Marcela como quien dice. Cuando llegué allí a Madrid estaba con él Abril Campillo.”

Lo primero que le sorprendió fue no ver a Micky. El Sol, por su parte, como tampoco se fiaba ya nada de su padre, llamó a Madrid para ver si era cierto que estaba allí Andrés García, quien añade: “Me lo pasaron al teléfono y le dije que dónde estaba, que estaba allí en España preciso para verlo, que su padre me había dicho que le hacía una gran ilusión. Y la respuesta fue toda extraña, me dijo que estaba en Estados Unidos pero que no me preocupara que en dos días estaba allí, pero que sólo venía por mí. ‘No te preocupes, si tú vas a estar yo voy, después te contaré’, fue lo que me dijo.”

Así fue, él llegó después y se reencontraron: “A Micky también lo vi como bajo de ánimo, con una relación muy tensa con el padre, creo que sólo mientras estuve allá con mi hijo fue que la cosa estuvo un poco más disimulada, pero saltaba a la vista el distanciamiento que había entre ambos, me dijo que en cuanto cumpliera la mayoría de edad rompería con Luisito, que lo seguía tratando como un esclavo, que no le dejaba manejar ni un peso de su propio dinero, que no quería sino estar con todas las mujeres que se acercaban a él, que hablaba muy mal de su madre y que ellos no sabían en realidad dónde estaba… O sea, un pedo total, pero es que no puedo decir que se me hiciera raro, Luisito era una cagada, siempre con tranzas, y ni me quería imaginar cuando le entró todo ese dinero. Me pidió que yo intermediara, que hablara con él y le hiciera entender que tenían que separarse porque Micky no hacía sino llorar diciendo que el único modo para que siguiera siendo su padre es que dejara de ser su manager.”

La reunión se produjo y fue muy tensa. Andrés es una persona muy directa y le dijo a la cara todo lo que tenía que decirle a Luisito, le pidió que dejara volar a su hijo, que le dejara manejar su propio dinero, que se quedara con su porcentaje como manager y el resto se lo dejara a él, que le dejara tomar sus propias decisiones, acababa de cumplir 17 años, estaba a uno de la mayoría de edad. El famoso Chanoc era una de las pocas personas que podía frentear el temperamento de Luisito Rey, le echó en cara sus mentiras y este no tuvo más remedio que aceptar, con su hijo como testigo. Pero no fue una respuesta sincera, como el tiempo demostraría, más bien otra mentira para salir del paso, huir y quitarse de encima la presión que sintió en aquella reunión frente a alguien a quien poco podía manipular.

El instinto del amor de hijo luchó todo lo que pudo en el corazón de Luis Miguel. Siempre había un deseo romántico en el subconsciente de ver que las cosas podrían dar un vuelco y que su padre mostraría un lado bueno. Ese deseo, como en aquel instante cuando nació una nueva esperanza de que las palabras de Andrés surtieran efecto, se plasmaba en declaraciones a la prensa intentando defenderlo: “Todo lo que soy se lo debo a mi padre, sé que tengo talento pero sin sus consejos no hubiera llegado a donde estoy. Tiene defectos, como todo ser humano, pero sus virtudes lo superan. Ha sido importante para mi evolución como persona y como artista, siempre ha estado a mi lado.” Desafortunadamente para él, no pasaría mucho tiempo desde que esas declaraciones se publicaran hasta que los defectos de su progenitor dieran un triple salto mortal sobrepasando de largo a las supuestas virtudes, que para quienes le conocieron no iban más allá de su talento con una guitarra en la mano.

Después de aquella reunión se fueron todos a Cádiz, a Andalucía, a la tierra natal de los Gallego, para que Andrés y su hijo conocieran y saludaran a Rafael, el abuelo de Luis Miguel: “Yo pensaba quedarme como diez días en Madrid, pero Luisito quería que nos fuéramos de allí, propuso que fuéramos al sur de España, una tierra muy bonita por cierto. No sé qué le pasaba con aquella casa suya del campo de golf, pero lo noté todo el rato muy nervioso allí y buscando excusas siempre para que saliéramos. En el viaje no hubo más peleas entre ellos, creo que Micky confió en su palabra después de lo que dijo cuando tuvimos la reunión. Lo que sí me acuerdo de aquel viaje es que me rompí dos costillas por querer hacer una broma cuando íbamos en los carros.” Nada comparado a lo que se rompería después entre su sobrino y su indomable compadre andaluz, que obviamente no iba a cumplir con lo prometido.

Andrés acabó reconociendo que todo cuanto pasó fue la crónica de una muerte anunciada. “No cumplió y el final se veía venir, cuando se estaba muriendo Pepe me localizó pero no le creí, él y Mario eran dos cuentistas y ya nadie los creía, a pesar de que yo sabía que estaba enfermo. En los últimos años evité también a Luisito, ya su bebida y su perico lo hacían insoportable con todo el mundo, con la servidumbre, con los meseros, ya no había quien lo aguantara. Me siguió llamando porque decía que su hijo no lo recibía, yo lo esquivaba y he de decir que en realidad mereció lo que le pasó con el hijo. Micky es un tipo decente, aguantar a los Gallego fue una cruz que le va a pesar toda la vida.”

***

A finales de 1987 sucedió algo extraordinario en la vida del adolescente Luis Miguel. Con su nuevo disco en el mercado y funcionando bien en ventas, se programó la grabación de un videoclip en las playas de Acapulco para la versión que aparecía en el álbum Soy como quiero ser de la célebre canción “Cuando calienta el sol”, que inmortalizaran Los Hermanos Rigual. La versión de Luis Miguel estaba muy alejada a la del trío cubano o a la de Los Panchos, y eso debía reflejarse en la pequeña historia que se contaría en el vídeo. Su director fue Pedro Torres, quien también llevaría luego las riendas del vídeo que metió a Micky de lleno en su papel de mexicano con el ejército y la bandera en “La incondicional”. Torres también proyectó otra serie sobre la vida de Luis Miguel, sin embargo, como vimos al principio, tuvo que desistir ante el proyecto de Gato Grande (MGM) que iba de la mano del propio cantante.

El vídeo no dejó indiferente a nadie. Lleno de sensualidad, los chismes empezaron a hablar de gran bacanal, de connotaciones orgiásticas, con cuerpos cincelados de hombres y esculturales mujeres luciendo juventud e insinuaciones entre los rayos del sol y las aguas de Acapulco. Algunos comunicadores insinuaban que aquello era parte de lo que realmente había ocurrido fuera de cámaras. La reputación de otro de los participantes en la grabación, parte del círculo de amigos del cantante en la época, el Burro Van Rankin, ayudaba a fomentar todo tipo de rumores y fantasías. En el año 2002 pude entrevistarlo para el documental Los Beatles Latinos que escribí y dirigí con motivo del reencuentro de los Hombres G, pero quedaba ya fuera de tiempo y de lugar meter la cuchara con aquella época de reventones y amanecidas en Acapulco.

No sólo el Burro arrastraba fama de mujeriego, aquel vídeo era la proyección simbólica de todos los amigos de la época del reventón de los antiguos “Vampiros”, incluido por supuesto nuestro protagonista, que andaban un poco desmadrados con las hormonas y las mujeres en esos años 80. Palazuelos, tras haberse encontrado con su amigo de infancia en Miami en una comida en la que lo acompañaba Miguel Alemán, dijo hace muy poco: “Tengo muchos recuerdos bonitos con Luis Miguel, por ejemplo, cuando nos íbamos al Ajusco a pasear, a pasar el día y con nosotros un grupo de amigos. ¡Cómo nos divertíamos! Corríamos, en verdad que fueron tiempos gloriosos. Hubo una época que estábamos enamorados de la misma mujer, la actriz Mariagna Prats. ¡Nos parecía una mujer hermosísima y todos estábamos enamorados de ella! Siempre andaba con sus pantalones pegaditos, su pelo relamido y unos ojazos...”

En varias entrevistas recientes, surgidas a raíz del hecho de la producción de la serie sobre su vida, señaló entre otras cosas que su amigo siempre fue “un caballero, esa era una de las cualidades de él con las mujeres, sumamente caballero, no como la bola de otros patanes. Llegaba una mujer a la mesa y él se paraba, sea quien fuera ella. Luis Miguel entraba al antro y partía plaza. Ni modo, así era y más bien había que ver qué dejaba él, porque lo que él agarraba era suyo. Yo no creo que nadie pudiera competir contra lo que Luis Miguel representaba en ese momento, porque estaba en su gran momento, era muy guapo y todas querían con él, incluso las que iban con el novio miraban a ver qué onda”.

Ni qué decir del hijo de Andrés García, Leonardo, al que conocen por el apodo de “El Oso”, el propio Roberto Palazuelos o Héctor Suárez Gomís. Al que más conocí de todos ellos y más traté fue a Leonardo, a raíz de la elaboración de mi libro El consentido de Dios durante la convivencia con el propio Andrés.

El tono de la cosa bajaría en algunos de ellos con el paso de los años, Palazuelos por ejemplo, hizo compatible su carrera como actor con los estudios y llegó a terminar la carrera de Derecho, se volvió empresario en el sector de la hostelería, se casó con Yadira Garza, tuvo un hijo, Roberto Jr., y posteriormente se divorciaron en 2016 con un comunicado oficial que pretendía dejar el final en un cariz amistoso y beneficioso para el hijo de ambos.

Héctor Suárez Gomís ha llevado una vida lejos de los escándalos. Otra amistad relevante de estos años, en los que los amoríos se mezclaban con la guerra familiar de los Gallego, es la de Jaime Camil, quien acabaría muy distanciado y molesto con el cantante. Aunque públicamente nunca se haya manifestado al respecto sobre las causas de la ruptura, sí llegó a ser muy franco al decir, en alusión a Luis Miguel: “Yo le tengo mucho respeto al concepto de ser amigo de alguien. Yo sé ser muy buen amigo de mis amigos. Entonces cuando hay personas que no entienden ese concepto pues no vale la pena estar cerca de ellas.” No sabemos si ese distanciamiento tenga que ver con el romance que Micky tuvo con su hermana política Erika Ellice, conocida como Issabela Camil, hija de Tony Starr y Armando Sotres, a la que Micky conoció gracias a su amistad, pero es curioso al menos saber que ella tampoco parece guardar muy buen recuerdo de su romance. Hoy día, felizmente casada con el actor Sergio Mayer, se mostró incluso esquiva cuando la requirieron para enriquecer el contenido de la serie biográfica de Luis Miguel en la parte que ella estuvo involucrada. Dijo a El Universal y otros medios que no estaba interesada en compartir ni comentar esa etapa de su vida, aunque sí hubiera tenido “mucho que decir”, según sus propias palabras. Insistió en otro momento ante los medios que era hasta “de mal gusto” rememorar una relación pasada, así hubiera sido “importante”.

Es esta una época de intensidad amorosa muy alocada en la vida de la joven estrella, y en algún caso la pasión traerá consecuencias, como su romance con Stephanie Salas, hija de Sylvia Pasquel y Micky Salas, y nieta de Silvia Pinal, que dejó una huella indeleble para la posteridad en forma de una preciosa niña, hoy una atractiva mujer, Michelle Salas. Luis Miguel tardó tiempo en tener reconocimiento público como su padre, pero a nivel privado estuvo enterado desde un primer momento y dispuesto a asumir la paternidad de su hija. Esto me lo contó con gran detalle la familia italiana, que recordaban a la perfección, tanto su abuelo como sus tías y primas, cómo en una de las últimas presencias suyas por allá en 1989 quiso comprar un regalito para la bebé, reconociendo que había sido padre de una niña pero que era algo que se quería mantener en absoluta discreción.

No deja de tener su pizca de curiosa casualidad que la propia Michelle y Diego Boneta, que da vida a Luis Miguel en la serie, fueran grandes amigos y en un momento dado, en 2013, se llegara a pensar en un noviazgo entre ellos, sin embargo esto nunca sucedió según me comentó Juan Manuel Navarro: “Si llegaron a salir en LA desde luego nunca supimos, de haber sido así creo que le hubiera preguntado cuando me lo encontré en el evento en la mansión PlayBoy y me comentó lo de su protagónico en la serie cuando yo le hablé de ella, en ese momento nadie sabía nada. Él iba con su manager, ahí mismo me lo presentó.”

Michelle sería protagonista de un romance que acarreó un tremendo escándalo. Fue en 2008, con el por entonces íntimo amigo y representante de su padre, el español Alejandro Asensi. Esta relación supondría la traumática y abrupta ruptura de la amistad y el vínculo profesional entre ambos, pues el artista lo desaprobó por completo.

De repente se grabó aquel vídeo de Acapulco y en medio de todo ese torbellino de hormonas y primera juventud, algo cambió. Así como cuando más allá de la pasión a uno le tocan el corazón, y ese corazón era en aquella época un corazón muy sensible que estaba sufriendo las consecuencias de un drama familiar. A una de aquellas atractivas mexicanas del video insinuante de Torres, con un cuerpo perfecto y unos hermosos rasgos de origen árabe, tuve ocasión de conocerla en el año 1996 a raíz de mi investigación de la vida de Luis Miguel. Mariana Yazbek tenía más bien un recuerdo divertido del video y de lo que vino después, me habló sobre las habladurías de lo que pasó durante el rodaje, dijo que no eran más que eso, habladurías, pero lo que sí fue cierto y real fue el nacimiento de su intensa relación con el protagonista.

Mariana me recibió por vez primera en su estudio fotográfico de la Ciudad de México, y luego de muchas y amplias horas de conversación tomamos la suficiente confianza para ampliar las pláticas en sucesivos encuentros. Agradecí entonces y agradezco ahora también la confianza de la exnovia de Luis Miguel en mi profesionalismo. Descubrí una mujer muy interesante, muy centrada, segura de sí, grandísima fotógrafa y muy aficionada al arte flamenco, muy atractiva en sus aproximadamente 30 años de aquella época, con un recuerdo agradable por la experiencia vivida y sin demasiados anclajes en el “pudo haber sido y no fue”. Porque, aunque pudo ser mucho más, las cosas pasaron así. Ambos se enamoraron sinceramente, pero el yate del amor que zarpó del puerto de Acapulco no navegaría precisamente en una coyuntura de viento a favor como para que aquel amor pudiera prolongar mucho su travesía, por lo que apenas unos meses después del pasional inicio, el barco se fue a pique.

Me llama mucho la atención que Luis Miguel quiera restarle importancia al que fue su primer gran amor, porque lo fue, vivió algo distinto a las aventuras que hasta el momento había tenido y se convirtió en ese gran amor pasional de juventud, una relación sincera y espontánea con una persona desinteresada que podía amarlo de verdad y evadirlo de los intereses y acosos que lo atenazaban en su mundo, que finalmente acabaría afectándole a ella misma. Tuve un testimonio muy directo de alguien que recordaba haberle oído decir en Acapulco que “era la única persona que pudo ser la madre de mis hijos”, frase pronunciada mucho antes de su posterior paternidad reconocida con Aracely Arámbula. Mariana no fue una persona que en los años posteriores al romance quisiera explotar aquello en su beneficio, se dedicó a seguir adelante con su trabajo y con su vida.

La historia comenzó porque el hermano de Mariana, el reconocido Sergio Yazbek, era socio de Pedro Torres y a su vez el fotógrafo del videoclip. Sergio formó pareja y se casó con la actriz Patricia Bernal, la mamá del actor Gael García Bernal, fruto de su primer matrimonio con José Ángel García, y ambos son papás de Darío Yazbek, quien intenta labrar su propia carrera como actor al igual que su famoso hermanastro. Precisamente me volví a ver con Mariana Yazbek casualmente en Madrid, cuando ella acompañaba a Gael García. Fue a raíz de la elaboración de un reportaje en el año 2000 sobre el rodaje de Sin noticias de Dios, dirigida por Agustín Díaz Yanes, con Demián Bichir y con Juan Manuel Navarro, que lo cubría para Editorial Televisa en aquella época. En esa cinta, que se estrenó un año después, Bichir y Gael compartían reparto con la española Penélope Cruz. Al año siguiente, si no me falla la memoria, volví a coincidir en Madrid con Gael García, acompañado de Diego Luna, junto a la actriz española Maribel Verdú, cuando cubrí la presentación en la capital de España del film Y tu mamá también para el grupo Editorial Televisa.

Mariana Yazbek fue a Acapulco para ayudar como productora, se encargó del casting y de las locaciones, y sin proponérselo acabó como modelo. Cuando se lo pidieron se negó en un principio, abrumada por una terrible pena, aduciendo que ése no era su papel y que se sentía más cómoda detrás de las cámaras que delante, pero la insistencia fue tal que acabó aceptando, y el flechazo con Luis Miguel fue prácticamente instantáneo.

Muy poco después se convirtieron en una pareja normal haciendo las cosas normales que haría cualquier pareja, reuniones con amigos, cenas, salidas al cine, etcétera. El problema era que la popularidad de él impediría que aquello fuera realmente algo normal, y luego de unos seis meses de tórrido romance y diversas vicisitudes, se separaron. Mariana conocería al Micky más íntimo, al muchacho triste y abrumado por su padre, al adolescente inseguro y celoso que temía que su novia pudiera seguir enamorada de su expareja y que acabaría creyendo el chisme urdido por la maquinaria manipuladora que había detrás de él, con su papá a la cabeza, y que lo querían de cualquier manera menos enamorado y entregado a los brazos de Mariana. La canción “Culpable o no” es todo un himno que representa aquel inmenso chisme.

La fama de Luis Miguel como amante era muy extendida en los pequeños círculos del medio, quién sabe si por el deseo de algunas mujeres de presumir haber estado en su cama. En Argentina tuve algún que otro testimonio al respecto, Mariana fue siempre prudente en los detalles, pues tampoco se trataba de componer un texto morboso más allá de lo erótico, pero aun así admitía sin ningún tipo de rubor que la pasión entre ambos era inmensa y muy desbordada, cosa por otro lado lógica en dos jóvenes de esa edad con una orgía de hormonas al más alto nivel, completamente enamorados y entregados.

Durante su relación pudo ser un testigo más de la explosión que se venía entre padre e hijo. Después de mucho pelear, el joven enamorado logró que le habilitaran un departamento para su propia intimidad, donde escapar entre otras cosas de la Sodoma y Gomorra en la que su papá había convertido la vivienda de Monte Elbruz. Aquel sería su nido de amor con Mariana y su diván al mismo tiempo. Se muestra aquí un joven tímido, inseguro, vulnerable, que confiesa el calvario que está viviendo con su padre y la zozobra de no encontrar a su madre. Muchas veces que acudía a su departamento, ella se lo encontraba encerrado y llorando continuamente.

Por el relato de los hechos que me hizo Mariana no tengo duda de que Luis Miguel veía en ella de algún modo el refugio en la figura maternal. Era mayor que él, aunque no mucho, pero sí había diferencia de edad con otras mujeres con las que se relacionó. Mariana lograba rescatarlo y llevarlo a otro mundo, como en la fiesta de su cumpleaños de abril de 1988. Ella quiso preparar algo muy especial en el departamento de Tecamachalco, pero el papá boicoteó esa fiesta organizando otra, siguiendo con su modus operandi habitual. Convirtió el penthouse en un avispero de gentes donde no quería ver ni en pintura a la novia de su hijo. Pero esta apareció, acudió atendiendo la llamada de auxilio de su amado. Se sorprendió de la escena, lo encontró solo y deprimido en un cuarto, le dijo que se alistara porque se iban a la otra casa, y allí fue otra cosa. Él se transformó, compartió, disfrutó de la comida árabe especial que habían preparado, cantaron con mariachi y por momentos creían que era posible el triunfo del amor verdadero y de la persona verdadera, que no era otra que el joven que se mostraba sensible con los pobres de la calle, el que se ponía feliz porque al fin tenía su propia tarjeta para gastar su dinero, e ingenuo a la vez por querer sacar una cantidad desorbitada de dinero para ir a un restaurante o a un cine. Eso daba una clara pista de lo que había sido, o todavía era, su vida bajo el fuerte yugo del menor de los Gallego. El sufrimiento de su pareja conmovía a Mariana, quien no tardó en darse cuenta que era un estorbo para la alargada sombra del papá.

Un día recibió una llamada para, en pocas palabras, prohibirle que acompañara al cantante a un evento, con el pretexto de que no era bueno para el negocio que los vieran tanto juntos. La fotografía que les interesaba de aquella velada en la sala Premier era la de Luis Miguel junto a la cantante Sasha. Al final de aquello se produjo una anécdota muy llamativa. Bien entrada la madrugada, le pidió al “Doc” Octavio, ya por entonces su inseparable acompañante, que lo llevara a la casa de Mariana. Ella se sorprendió, de la hora y del tono, parecía obvio que su novio andaba con unos tragos de más: “Lo único que me dijo era que había visto a mi ex y que se veía bien feo, aquello no tenía sentido.” No y sí. A Luis Miguel empezaron a llenarle la cabeza de chismes para alejarlo de Mariana, y uno de ellos era que ella le estaba siendo infiel con una expareja, que era nada más y nada menos que el hoy conocido director Alejandro González Iñárritu, al que se referían como el “Negro”.

Mariana recordaba con cierta tristeza la escena del adiós, abrumada por los chismes que él había creído a pies juntillas: “Abandoné aquella casa con una mezcla de rabia e impotencia ante tantas mentiras… Pero bueno, ya pasó. No lo he vuelto a ver pero siempre lo he recordado con cariño.” Según pude ver de un reciente testimonio de ella, tampoco lo volvió a ver 20 años después de aquellas entrevistas. Lo que sí le quedó muy claro a ella, y a todos cuantos hemos recogido testimonios similares, era que había un personaje público y una persona real, y esta última era tremendamente vulnerable, por lo que a modo de autodefensa iría con el tiempo formando un hermético escudo protector para esquivar todo lo que se le venía por delante.

Luego de cumplir los 18 años, alejado de Mariana y de su padre, declaró a la prensa: “Para mí, cumplir 18 años implicó muchas cosas, es una edad muy importante en el hombre, es momento de tomar decisiones serias, aunque en mi caso empecé a tomarlas hace varios años.” Los periodistas que conocían lo que estaba pasando, le preguntaron si por fin podía manejar el dinero: “Creo que hay cosas más importantes que el dinero. Yo lo que quiero y puedo comprar lo compro. Soy ambicioso en mi carrera, pero no en lo económico ni en lo material.”