The Road Back (1937)

Título original: The Road Back

Productora: Universal Pictures

Productor: Edmund Grainger

Director: James Whale

Guion: Charles Kenyon, R. C. Sherriff, sobre la novela de Erich Maria Remarque

Fotografía: John Mescall, George Robinson

Música: Dimitri Tiomkin

Montaje: Ted Kent, Charles Maynard

Intérpretes: John King, Richard Cromwell, Slim Summerville, Andy Devine, John Emery

País: Estados Unidos

Año: 1937

Duración: 105 min. Blanco y negro

Aunque el británico James Whale encontró un lugar privilegiado en la historia del cine gracias a su aportación al género fantástico con las cuatro películas que dedicó a este —El doctor Frankenstein (Frankenstein, 1931), La novia de Frankenstein (Bride of Frankenstein, 1935), El caserón de las sombras (The Old Dark House, 1932) y El hombre invisible (The Invisible Man, 1933)—, dentro de su filmografía encontramos también el mismo número de filmes alineados con asuntos bélicos: Los Ángeles del infierno (Hell’s Angels, 1930), donde su participación no figura acreditada, siendo el magnate Howard Hughes el director oficial, limitándose supuestamente la labor de Whale a la dirección de las escenas con diálogos, una especialidad muy habitual en los primeros tiempos del sonoro; Journey’s End (1930), que ya había dirigido con éxito en el teatro tanto en Londres como en Broadway; El puente de Waterloo (Waterloo Bridge, 1931) y The Road Back (1937).

The Road Back aspira a adaptar la novela del alemán Erich Maria Remarque (1898-1970) publicada en 1931 (título español: El camino de regreso) y que forma parte de una trilogía sobre la Primera Guerra Mundial, compuesta por esta; por la previa y primera de las novelas del escritor, Sin novedad en el frente (1929); y por la posterior, Los tres camaradas (1937). Las tres publicadas conjuntamente en España por la editorial Edhasa. El notable éxito de la primera adaptación cinematográfica de su ópera prima, Sin novedad en el frente (All Quiet on the Western Front, Lewis Milestone, 1930), animó a Universal, también propietaria de los derechos de The Road Back, a encargar la adaptación de la segunda novela de Remarque a James Whale, un director que contaba con cierto prestigio en el género gracias a sus anteriores películas ambientadas en la Primera Guerra Mundial.

A diferencia de Sin novedad en el frente, The Road Back, que nos cuenta la situación que encuentra un grupo de soldados alemanes en su vuelta a casa tras el armisticio firmado el 11 de noviembre de 1918, es una película muy poco conocida y de difícil acceso (salvando su reciente disponibilidad en YouTube) que, con todos sus defectos, muchos no imputables a Whale, merece una revalorización capaz de situarla en el lugar que le corresponde dentro de la historia del género bélico.

La situación política mundial de entreguerras no era el mejor contexto donde buscar apoyos para historias de ficción tan contundentemente antibelicistas como son ambas novelas y sus respectivas adaptaciones cinematográficas, contando estas últimas con numerosas presiones, así como prohibiciones y limitaciones, para su posterior exhibición. La Alemania nazi previa a la Segunda Guerra Mundial, por descontado si la acción estaba situada en su país, prohibió ambas obras literarias y las películas, tan contrarias a esa hegemonía del militarismo que formaba parte tanto de sus propios postulados como del clima político internacional, con las consecuencias que esa dinámica traería para el mundo. Así lo sugiere, y de algún modo anuncia, The Road Back en un epílogo que asusta por el certero presagio que hace sobre lo que no tardará mucho tiempo en acontecer: el mundo no parecía haber aprendido la lección e iba a embarcarse en un nuevo desastre con el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Dentro de los avatares sufridos por The Road Back durante su producción, finalmente determinantes para un resultado final alejado de lo que James Whale pretendía, debe destacarse el modo en que actuaron las presiones de los diplomáticos alemanes (que llegaron incluso a confeccionar una lista negra con los participantes técnicos y artísticos en el proyecto) y el propio miedo del estudio frente a la posibilidad de ver restringida su exportación a muchos países de Europa (especialmente a Alemania). De esa situación derivó que se efectuaran veintiún cortes en el montaje previo al estreno, que reducían la carga antimilitarista más fiel a la novela de Remarque para introducir, a cambio, insertos cómicos protagonizados por los actores de carácter Andy Devine y Slim Summerville, rodados para la ocasión por el director Ted Sloman, siguiendo la orden del estudio, y carentes de la aquiescencia de Whale. Con todo, el conjunto final mantiene el talante crítico con la guerra en general y presenta con claridad los conflictos morales y filosóficos que de ella derivan: ¿qué diferencia hay entre matar a un hombre que te ha ofendido en tiempo de paz y matar, en tiempos de guerra y durante la batalla, a quienes ni conoces ni nada te han hecho, solo que llevan un uniforme distinto al tuyo?

Reivindicable James Whale como autor completo según los principios de la política de autores, está presente en The Road Back ese espíritu tan particular que Whale supo aportar a muchas de sus películas. Pero el efecto es más sorprendente en su cine bélico, donde la especial sensibilidad que le caracterizaba y que lograba transmitir a través de las afinadas interpretaciones de sus actores masculinos, tan alejadas de la virilidad y la rudeza que siempre han acompañado a este género, consigue humanizar al mismo hasta unos extremos que hoy continúan inexplorados. De igual modo, exhibe su habitual e innovadora inquietud técnica (sorprendente para los estándares del cine americano de la época) y el regusto teatral de las interpretaciones fruto de su pasado como director de escena.

La ineludible conexión estética de Whale con el cine expresionista alemán, tan visible y aprovechada en su cine de terror, deja en The Road Back su huella en el modo en que ilumina el set, pero sobre todo en el recurso utilizado en la escena en que, en formación, los supervivientes de la compañía donde se integran los protagonistas son despedidos por su capitán para su vuelta a casa. El plano general del reducido grupo de soldados en formación deja ver a su alrededor la magnitud de aquellos que faltan, los caídos en combate, mediante la inserción fantasmagórica de sus imágenes traslúcidas, evocadoras de esa ausencia. Un plano que resume por sí solo toda la melancolía y tristeza implícita en la película, la que los añadidos cómicos no consiguieron difuminar.