—Me encanta tu tienda.
¡No sé por dónde empezar!
—le digo a Diana.
—Gracias.
He soñado con tener
una tienda como esta
desde que tenía tu edad.
Diana se apoya en un mostrador, cerca de mí,
mientras busco en los percheros de camisas y jeans.
—Tienes suerte —me dice—.
Encontrar tallas grandes es más fácil ahora.
Cuando era joven,
las prendas para zatfigs eran ¡uf!
Se pone una mano en el cuello
como si los recuerdos la estrangularan.
Zaftig significa “rolliza y atractiva”.
Viene del
yiddish zaftik.
Bobeshi* hablaba yiddish
todo el tiempo,
por eso conozco la palabra.
Pero ninguna palabra positiva para gorda
existirá jamás en el vocabulario de mamá.
—Así que mi mamá aprendió a coser —continúa Diana—.
Creaba modelos especiales para mi cuerpo.
Siento un poquitín de envidia
imaginando una madre como la suya,
alguien que nos acepta
y adapta el mundo a nuestra medida,
en lugar de tratar que nosotras
nos hagamos a la medida del mundo.
Cada vez que puedo,
miro a Diana y
descubro detalles en ella.
Por ejemplo, cómo usa
una blusa con hombros descubiertos y una falda corta
para mostrar sus curvas,
en lugar de esconder
su cuerpo todo lo posible
como hago yo.
Cómo viste de amarillo brillante
en lugar de colores oscuros.
Cómo camina con seguridad,
con la cabeza en alto,
feliz de que la vean,
en lugar de mirar al suelo
como hago yo.
Quiero ser más como Diana.
Libre para ser yo misma.
Una zaftig.
Ojalá fuera un pulpo
mientras compro.
Dos brazos no pueden sostener
toda la ropa que quiero.
Por primera vez,
encuentro cosas que me hacen sentir
linda.
* Abuela en yiddish.