No es nunca una buena señal cuando
en gimnasia eligen a la gorda primero.
Estamos jugando a la batalla de fuerza.
Es un nombre adecuado ya que
la escuela es un campo de batalla.
—Al parecer, a veces conviene
tener de nuestro lado un culo grande
—dice Marissa mientras ata la soga con un nudo de ancla
alrededor de mi cintura.
Mis compañeros de equipo se ríen.
—¡No es justo!
—grita Kortnee desde el otro extremo de la soga—.
Splash puede anclar un buque mercante.
El equipo de Kortnee hace trampa,
tira de la soga aun antes
de que el profesor de gimnasia sople el silbato.
Varios de los que están delante de mí no están listos,
y todos nosotros
caemos
como fichas de dominó.
Siento el nudo ancla apretándome más y más
mientras el equipo de Kortnee me arrastra por el suelo.
—Tiren de la cuerda, la ballena está muerta.
Tiren de la cuerda, la ballena está muerta.
Kortnee inicia el cántico y
pronto las palabras hacen eco por todo el gimnasio.
Así es como voy a morir,
con la gente riéndose de mí,
igual a como he vivido.
Está claro que algunos ven mi sufrimiento
pero nadie detiene la batalla para ayudar.
Ni siquiera el profesor.
Cuando el equipo de Kortnee gana,
me quito la soga y
el alivio inunda mi cuerpo,
hasta que Marissa y algunos compañeros
se acercan y me gritan
por haberlos convertido en grandes perdedores
como yo.