UN BUEN TRUCO DE PERROS

—Ellie, ¿te molestaría si

traigo a mi perro hoy?

No lo haré si te molesta.

 

—¿Molestarme?

Claro que no.

Prefiero los perros a los humanos.

 

—Trataré de no sentirme ofendida por eso

—dice la doctora Notegustaríasaberlo y sonríe.

 

Cuando su border collie entra en la oficina

y salta sobre mí como si fuera

del tamaño de mi pug y no de un poni,

estoy tentada de hacer una broma sobre

que es un día de perros para la terapia

de la doctora Notegustaríasaberlo

 

Miro su collar: Mancha.

—Nombre muy apropiado con tus

manchas blancas y negras.

Y mira esos ojos tan azules.

Me recuerdan a los de mi mamá.

Bueno, a su ojo azul.

Ella tiene uno azul y uno marrón.

Heterocromía.

Es genético.

 

Pienso cómo los genes pueden hacer

que seas más propensa a la gordura, también.

 

La hermana de mamá, la tía Zoey, es gorda

y también lo son varios de sus otros parientes.

Es gracioso que mi gen de gordura

venga de mamá.

 

La doctora Notegustaríasaberlo

me pregunta si tengo perro.

 

Asiento.

—Una pug beige.

Gigi.

 

—Háblame de ella.

 

—La saqué de la perrera.

La encontré temblando

en el fondo de su jaula

cuando fui

al día de adopciones del Refugio Pugs Por Siempre.

Ella ni siquiera miraba a su alrededor,

como si supiera que nadie sería bueno con ella

porque nadie nunca lo había sido.

—Rasco a Mancha detrás de la oreja,

y él me agradece con un beso—.

He sido voluntaria en Pugs Por Siempre desde entonces.

 

—¿Por qué?

 

—Los perros son indefensos cuando la gente

es mala con ellos.

Y mucha gente lo es.

 

—Escucharte hablar de Gigi y

verte interactuar con Mancha

me dice que eres una persona

amable y cariñosa, Ellie.

 

—Los perros escuchan cuando las personas no.

 

Ella se acomoda el pelo detrás de las orejas.

Las mueve.

—Estoy escuchándote.

 

No puedo evitar reírme,

Pero es una de esas risas

que se vuelven lágrimas.

 

La doctora me alcanza una caja de pañuelitos.

Uso tres antes de que las lágrimas

disminuyan lo suficiente para poder hablar.

 

—Mamá está siempre encima de mí, por mi peso.

La escuela es una cámara de tortura,

sobre todo desde que

se mudó mi mejor amiga.

 

—Suena a que estás sufriendo bullying.

Eso duele. Es tremendo.

 

—No hay nada que pueda hacer.

 

—Puedo ayudarte a enfrentar a tus agresores

y lidiar con tus sentimientos,

si quieres.

Solo dímelo.

 

—Lo —susurro.

 

La doctora usó a Mancha para hacerme hablar.

Qué buen truco de perros.