Gracias a mamá,
si una dieta existe,
yo la probé.
Dos veces.
Probablemente, tres.
¿La dieta del pomelo?
Perdí peso y gané
llagas en la boca
por todo el ácido cítrico.
¿La dieta de alta fibra?
Perdí peso y gané
eso horrible que llamamos hemorroides.
Mejor no te cuento más.
¿La dieta del pollo?
Perdí peso y gané
plumas.
Está bien, está bien.
Resultaron ser
plumas salidas de un almohadón
que se pegaron a mi brazo.
Pero igual.