LECCIONES DE ARTE

Es como si todo mi peso estuviera en mis pies,

tan pesadamente los arrastro

cuando entro y encuentro

a la doctora Notegustaríasaberlo

frente a una mesa cubierta de materiales de arte.

 

—Debe estar bromeando.

 

El arte es lo de Viv, no lo mío.

 

—Podríamos hablar por una hora.

—Parpadea aleteando las pestañas mientras

me mira por encima de los anteojos

que descansan sobre la punta de su nariz—.

Entonces, hagamos arte.

 

Hago una mueca de procasmo:

una parte protesta, tres partes sarcasmo.

 

Me entrega una hoja de papel.

—Piensa en todas las palabras hirientes

que últimamente te han dicho.

Elige la que más te duela

—ella abre una caja de lápices de colores—.

¿Tienes ya una palabra en mente?

 

Asiento.

 

—Dibújala.

 

Usando los lápices de color gris y metal,

lentamente mis trazos dibujan una forma y

el sombreado atrae tu mirada

directo al rojo.

La doctora Notegustaría saberlo

le echa un vistazo de reojo a mi trabajo.

Uso mi brazo libre para protegerlo.

—Los ojos en su propia hoja, doctora.

 

Ella trata de reprimir la risa

y termina resoplando.

 

Bordes dentados forman letras,

y continúo dibujando.

Pierdo noción del tiempo

y no me doy cuenta

cuánta presión ejerzo hasta que

uno de los lápices se quiebra por la mitad.

 

La doctora me cubre las manos con las suyas.

 

Me detengo y miro el papel.

Me conmueve mi propio dibujo.

 

Un pez abierto de un tajo

con sus entrañas derramadas

y su sangre deletreando COSA.