Apesto a perfume de cloro de piscina,
mi fragancia distintiva,
cuando nos amontonamos en la van.
—Hola, Ellie. —Su mamá, Sonya, me sonríe.
Catalina me presenta al resto de su familia.
—Llámame Eduardo. —Un minúsculo saludo con la mano de su papá.
—Mi hermano mayor, Javier.
La que le sigue, Natalia.
La tercera, Isabella.
—Y yo soy la más chica,
no el bebé —dice Catalina.
—Lo mismo yo —digo mientras
intento meterme entre
la segunda y tercera línea de asientos.
—Tengo una idea —dice Javier.
Me pongo tensa, a la espera de la broma.
—Ustedes dos siéntense aquí.
—Da unas palmadas en el asiento de la segunda fila—.
Nat, Izzy y yo nos sentaremos atrás.
—Buena idea —dice Sonya—.
Para los invitados, lo mejor.
Elllos me aceptaron,
tal como soy,
en menos de cinco segundos.
¿Por qué mi familia no puede hacerlo?