HÁGASE UN SABLE DE LUZ

Más aterrador

que un huracán viniendo hacia ti

es un tornado de emociones en tu interior.

 

Quiero hablar con Viv, no con la terapeuta.

Me derrumbo en el sofá.

 

—¿Qué pasa? —pregunta la doctora.

Me cruzo de brazos.

 

—Oh, volvemos al principio.

Ya entiendo.

Si necesitas algo,

estaré por allá

haciendo mi práctica de Jedi.

 

Ella camina hasta los estantes

cargados de juegos y útiles de arte,

agarra un sable de luz, y

lo enciende.

Bzzzmmm.

Lo gira y lo descarga en el aire

en una especie de duelo imaginario.

Agarra otro sable

y me lo arroja.

—¡Ayúdame, Obi-El!

 

Bueno, qué más da.

Bzzzmmm.

Entro en la batalla.

 

Cada vez que golpeo el sable de la doctora,

ella se defiende.

—A ver, cuéntame sobre la escuela.

—Marissa y Kortnee...

—Ah, claro, el lado oscuro —comenta.

—Marissa se puso mi camisa nueva después de gimnasia.

Le dijo a Kortnee que tal vez entraran las dos.

Y la rompió.

 

Me abalanzo, lanzando un golpe bajo.

La doctora se sube a una silla para evitarlo.

 

Al blandir mi sable,

ella se defiende,

y nos trabamos,

formando una “X”.

 

—¿Les devolviste el ataque?

—Me burlé de la nariz de Marissa y

el acné de Kortnee.

La doctora se acerca.

Los sables silban y zumban,

resplandecen rojos y azules.

—¿Te sentiste bien?

 

—No, en realidad.

 

Ella apaga su sable.

—Empecemos por ahí.

 

Me derrumbo otra vez en el sofá.

—Cuando intento hacerles frente

¿por qué termino sintiéndome peor que

cuando me hacen bullying?

 

—Piensa en nuestro pequeño duelo.

¿Qué aprendiste?

 

—¿Que te gustan los juguetes?

—Es verdad, pero concéntrate en la batalla.

¿En algún momento usé el sable para golpearte?

 

Niego con la cabeza.

—Entonces, ¿puedo defenderme

sin atacar a los otros?

—Buen Jedi tú eres.