LA COLA DE UN COMETA

“Estuve guardando un secreto”,

me mensajea Viv.

 

“Me asustas.

¿Estás bien?”.

 

“Míralo tú misma”.

Me envía el link de un video.

Una mascota que parece una bola de nieve,

pero con una cola llameante, naranja y azul,

baila en un campo de fútbol.

La multitud grita:

¡Cometa, Cometa!

Los tambores de la banda resuenan:

pum, pum-pum, pum.

Cometa menea la cola

hacia el equipo contrincante:

zumm, zumm-zumm, zumm.

El equipo local estalla

en hurras.

 

Cometa baila hasta que

los jugadores entran en el campo,

sus brazos volviéndose serpientes

y sus caderas dibujando ochos.

 

¡Reconozco esos pasos!

¡Viv es la mascota!

 

Luego Viv y yo chateamos por video, y

es tan bueno escuchar la voz de mi amiga.

—Nunca antes me habían vitoreado

mis compañeros de clase.

Ser elegida como la mascota

es un gran honor.

 

—¡Estoy tan orgullosa de ti!

¡Me alegro tanto!

Lo digo sinceramente,

pero también siento envidia.

 

Viv encontró una forma fantástica

de sentirse bien

con su tamaño.

¿Cómo hago eso?

A mí,

me parece tan imposible como

encontrar un unicornio.