Le entrego a la doctora un pequeño ataúd
cuando me pide ver mi colección de
palabras hirientes que me han dicho.
La caja da vueltas en sus manos.
—Ahí es donde guardo la lista —le digo.
—La verdad, tengo que admitirlo:
nunca dejas de sorprenderme.
¿Por qué un féretro?
Podría decirle que es porque estaba
de oferta después de Halloween,
que así fue,
pero le cuento toda la verdad.
—Llevar un diario me mostró
que entierro mis emociones,
así que me pareció apropiado.
Sonríe.
—Ahora sí que estamos avanzando.
—Incluí también las cosas hirientes
que yo misma me digo.
Regla para Chicas Gordas:
Tienes que hacerte bullying a ti misma,
tanto,
si no más,
que lo que te hacen los demás.
—Cuéntame más
sobre las Reglas para Chicas Gordas —dice la doctora
y las hojea—.
¿Vives según estas reglas?
Asiento.
—Por cierto, son muchas, Ellie.
—Y agrego nuevas todo el tiempo.
Solía pensar que si cumplía
las reglas, entonces
la gente dejaría
de ser mala conmigo.
Pero, obvio, no sucedió.
La doctora me pide prestada la lista
para leer con cuidado las reglas.
Se la doy.
Las tengo memorizadas.