—Hay una canción sobre una playa llamada “Kokomo”,*
pero las únicas olas por aquí
son las olas de maíz y soya
y ahora ya han sido cosechadas
—dice Viv.
Apenas nos damos un respiro,
hablando sin parar durante
el viaje por carretera de Indy** a Kokomo.
—La próxima vez, te visitaré en el verano
—soplo mis manos para descongelarlas—.
¿Cómo puede vivir alguien
con este frío?
—Un plato caliente hace maravillas
—dice Sue cuando llegamos a casa.
Se escabulle hacia la cocina.
El aroma dulzón de
los panecillos que dejó levando
tienta a mis papilas gustativas
mientras ella prepara la cena.
Me concentro en una pizarra:
Buena suerte en tu examen de hoy.
Te quiero, mamá.
Yo también, chiquita.
Leo un mensaje tras otro
y no hay ningún artículo
sobre perder peso.
Entonces, se me ocurre una idea
para la nevera de mi casa.