En la clase de inglés,
la señora Boardman nos pide
resumir lo que hemos leído usando
nuestras citas favoritas del libro.
Yo sé la cita perfecta
de Canción para una ballena.*
Levanto la mano y
ella me llama.
—“La ballena no necesitaba cambiar.
Era la ballena quien
cantaba su propia canción”.
Esa frase me conmovió profundamente.
Eso es lo que mejor hacen los libros.
Te hacen pensar
y repensar
cómo te ves
a ti misma,
cómo ves a los demás
y al mundo.
Sobre todo,
te hacen tener
sentimientos hacia otras personas
que no son como tú.
Sentimientos que no sabías
que tenías.
La señora Boardman me pide un ejemplo
de cantar la propia canción.
—Buenos, mucha gente sigue ciegamente a otros
en lugar de pensar por sí mismos,
de encontrar su propia voz.
—Mis ojos se cruzan con los de Kortnee—.
Está bien ser diferente.
Por dentro, lo que todos quieren es ser
aceptados tal como son,
pero luego actúan como los demás
para encajar.
—¿Y tú qué sabes?
Tú no encajas en ningún lugar
—susurra Kortnee.
Yo soy una ballena
y ella es como una cazadora,
siempre lista para arrojar
el arpón de su lengua.
Pienso en lo que dijo la doctora,
que necesito reemplazar todos mis
pensamientos falsos, negativos por
pensamientos verdaderos, positivos.
Entonces me digo a mí misma:
“Yo no soy una ballena.
Yo soy Ellie”.
* El título original de la novela es Song for a Whale, de Lynne Kelly, publicada en 2019. Tanto la traducción del título al español como del pasaje citado fueron traducidos para esta edición.