PERDONADO

Cuando nos subimos a la camioneta de papá,

después de la tercera cita,

él no enciende el motor.

Llora.

 

Miro por la ventanilla como si

la “W” anaranjada y titilante del letrero

de Whataburger me hipnotizara.

No puedo mirar a papá cuando llora.

Me haría llorar.

 

—Lo lamento tanto, Ellie.

Ojalá hubiera sabido que tu mamá

te estaba paseando por la ciudad,

de un médico a otro y les

permitía que te trataran así.

 

—No quería provocar

otra pelea contándotelo

si no lo sabías.

 

—¿Me perdonas?

 

Perdono a papá, pero

es mamá la que necesita pedir

perdón.