“Estás segura que papa no se enojará si me quedo?” Preguntó David, tomando un gran sorbo de agua fría de una botella. “Me dijo que no quería que la joven mujer que encontraste para el se acostara conmigo.”
“Por supuesto, el estaría demasiado celoso,” dijo Melissa.
“Eso es lo que dijo, está bien.”
El y la buena amiga de Papá (madame? Chulo?-podrían las mujeres ser chulos? Mamasan?) estaban sentados uno al lado del otro, en un gran sofá de cuero negro. El sistema de sonido tocaba el álbum de Enya que Papá había puesto ande de partir, dejando a David solo con Melissa.
La habitación olía a detergente y a abrillantador. Los muebles parecían nuevos y de
buen gusto, ordenados con estilo, pero demasiado masculino para que sirviera de residencia para Melissa.
Era aquí donde Papá...intimaba-cual era la palabra correcta?-con mujeres de diez y ocho años fingiendo ser su...que? El dijo que su fantasía era diferente, por que el era mayor.
El no quería saber las fantasías que su padre actuaba con siete jovencitas que fingían ser su...que?
Puede ser que por eso, notó cuando uso el baño, que todas las puertas de las habitaciones estaban cerradas. A lo mejor escondían las evidencias de secretos horrorosos. Orgías elaboradas que hacía su padre.
“Estoy segura que estaría celoso,” dijo Melissa, tomando un poco de vino de una copa. “Pero la verdad es, que le pedí que buscara otro...cliente.”
David dijo, “Pienso, buscar mujeres para esto será difícil.”
“Es y no es, dijo Melissa. “El problema es, las mujeres que encuentro para tu padre,
ha sido difícil, y lo pude hacer solo por que he tenido un vida dura, y he aprendido muchas cosas diferentes que nadie debió aprender.”
David se sentó en el borde del sofá, nervioso y agitado, pero escuchando con atención.
“Las primeras siete damas-les dije que fueran cuidadosas, pero todas ellas conocen a alguien que se ha dado cuenta que ya no sufren mas. Amigos. Familia. Incluso otros estudiantes en sus clases universitarias. Ellas saben que no tiene que decir la verdad, pero igual terminaron enviando a otras mujeres jóvenes a mi.”
“Pero ellas no entendían la verdad.”
“Muchas de ellas pensaron que era un trabajo relacionado con sexo,” dijo Melissa. “Nunca pensaron postular a un trabajo como escort o prostituta o desnudista o incluso una voz de sexo telefónico o una operadora de una sala de chat. Pero cuando vieron a sus amigas de pronto tener mucho efectivo, y no estaban metidas en crack o muriéndose de SIDA o golpeadas por un chulo, repentinamente lo pensaron mejor.”
David sacudió su cabeza, aun mareado por todas las nuevas revelaciones de la tarde. “Pero actuando extrañas fantasías...eso es-“
“No para todos,” dijo Melissa. “Estoy totalmente de acuerdo. El sexo es la parte sencilla, y esas primeras siete lo disfrutaron con tu padre. O no debe mencionar eso?”
David miro al techo. “Por que no me sorprende escuchar eso?”
“De todas maneras, tuve que eliminar a la mayoría de ellas. Muchas prostitutas, no bromeo, son flojas. Piensan que el hombre debe hacer todo el trabajo mientras ellas se acuestan de espaldas. Ni menos preparadas para actuar y fingir. Y, por supuesto, las que escogí tenían que cumplir con altos estándares de belleza y erotismo. Aun así, pude encontrar una magnífica, maravillosa y estupenda actriz que estoy seguro te gustará.”
“Lo siento, todavía me tiene en shock el deseo de mi padre de financiar tu parte para esto.”
Melissa sonrió y puso la mano en su rodilla. “No es para ti, de verdad.”
Sus dedos le quemaban, aun con sus pantalones livianos khaki. “Para ti?”
“Puede ser, pero realmente es por que el quiere ayudarlas.”
“El no las conoce.”
“No importa. Conoce a las primeras siete, y las quiere mas de lo que el reconoce.”
“Por lo tanto tu eres solo otra caridad esperando por una donación?”
Melissa sonrió. David sonrió para adentro con la idea de su Papá casándose con ella. Que madrastra. Una belleza encantadora, por un lado. Solo unas pequeñas arrugas en sus mejillas y en el borde de sus ojos aun escondidas a su verdadera edad de treinta y ocho. Ojos marrón oscuro tiznados que parecían disparar energía como Gandalf en la Tierra Media. Pelo negro largo brillante que olía a coco y damasco, flotando hacia atrás detrás de sus orejas para darle a su cara una mirada madura y sofisticada que contrastaba con su sonriente boca y alegre y abultada nariz.
Ella vestía un simple traje. David no podía saber, pero sospechaba que el estilo estaba muy pasado de moda. Calzas negras ajustadas sobre sus delgadas piernas. Una falda verde oscura plisada. Una blusa blanca de manga corta. Y pantalones cortos. Su cabeza casi llegaba a su barbilla. Y delgada, como si el pudiera aplastarla con un abrazo de oso.
“Salvo que, insisto que trabajen por lo que ganan. Tu padre paga mucho en impuestos para apoyar a mujeres que no trabajan. Si alguna mujer joven no quiere
trabajar, mejor que no se acerque a mi!”
Y su palma aun descansaba en su rodilla. O había subido por su muslo?
“Quieres un trabajo como supervisor de RRHH?” David dijo, sonriendo. Muchos de mis empleados creen que un trabajo es otro tipo de beneficencia que el mundo les debe.”
De pronto se dio cuenta de que si conociera a Melissa en una fiesta, el la pasaría por alto, aun si ella vistiera ropa mucho mas elegante. Baja y delgada, modesta, bonita pero no maravillosa, ella no sobresalía. No dispararía neones. No podría sobrepasar a las mujeres mostrándose desnuda, por que ella no tenía suficiente piel para impresionar a hombres aun si ella estuviera totalmente desnuda
Aun, de alguna manera, en este extraña e impersonal sala de estar, el sol de la tarde brillando a través de la ventana con luces anaranjadas oscureciendo, ejercía una sutil atracción en el. Como un hechizo.
Se sintió de nuevo en la secundaria, sentado en el sofá familiar de Summer Sharpe mientras ellos miraban Los Sopranos. Debería poner mi brazo sobre sus hombros o no? Se atrevía? Lo objetaría ella? Lo odiaría para siempre? O ella también lo quería? Ella lo veía como un absoluto idiota por estar atemorizado?
Melissa se echó para adelante y tomo su mano, quemando su piel con su calor.
Noqueándolo con la intensidad de su voz.
“Mira, David, pareces un tipo correcto. Eso es en parte por lo que tu padre te trajo
aquí, sabes. El te avaló, pero no quiero a mis chicas con un tipo quien les vaya a hacer daño, así que tenía que asegurarme por mi misma.”
“No soy violento, si a eso te refieres,” dijo David. “Bueno, nunca he golpeado a una
Mujer.”
“Sabes, si alguna vez le pegas a una de las mujeres, tendré que mandarte a matar, y ciertamente quiero evitar eso. Pero me refiero...a todo.”
“Todo?”
“Sin escenarios violentos, aun fingiendo. Y, espero...tu la puedas apreciar a ella.
Solo...respetarla.”
David miro a sus manos unidas, y apretó con fuerza.
“Me refiero”, dijo Melissa, “Yo se que le están pagando mucho dinero, aun así ella estará haciendo mucho por ustedes. Si no lo van a apreciar puede...ser, a lo mejor que esta fantasía no es para ti. Tu padre dijo que la disfrutarías, pero-“
Algo-algún sentimiento, o poder, o un duende-se apoderó de la garganta de David así que tuvo que toser. Estuvo complicado por más de diez minutos.
Melissa afirmó la botella de agua en sus labios e intentó que la tomara, pero seguía ahogado
Se ubicó detrás de él, puso sus brazos alrededor de el, e intentó apretar su plexo solar con su pulgar, la maniobra Heimlich, pero el se apartó. No había nada atascado en su garganta.
Solamente su...que?
Reticencia para admitir la verdad, así que dilo en voz alta.
Esta era su fantasía sexual favorita de todos los tiempos.
Así, lo admitió para el. Silenciosamente. Aun, medio sorprendido el relámpago de Dios no lo golpeó de muerte. Ahora, tenía que decir las palabras en voz alta a Melissa.
Sin que Dios lo golpeara con un relámpago.
Pero se sintió muy asustado. Sin importar que cosas retorcidas ella y su padre hicieran juntos, el no quería contarle a nadie mas la verdad sobre su vergonzoso secreto.
Empezó a hervir, haciendo que su estómago se inflamara. Su corazón se agitó como un ruiseñor borracho.
Su perfume olía dulce, vigorizante, como incienso de burdel.
Sacó sus brazos de su pecho, se giró para mirarla a la cara. “Alguna veces tengo...fantasías sexuales. Pero eso no quiere decir que quiera hablar de ellas.”
“Quien quiere?” Preguntó Melissa. “Escucha, mi pequeño recatado atuendo no está funcionando para ti.
Vamos entonces en forma indirecta.”
“Que quieres decir?”
“Iré a la pieza del medio, en el pasillo. Dame unos minutos para cambiarme. Cuando escuches música estruendosa, abre la puerta del dormitorio y me miras.
Empezaremos desde ahí.”
Confundido, David asintió. Ir donde? A que se cambiará? Por que música
estruendosa? Que debiera estar haciendo ella?
Fue hasta la habitación del medio sin darle oportunidad de hacer mas preguntas, y dió un portazo detrás de ella.
Suspiró y se sentó. Las mujeres lo enredaban. Su cabeza, su estómago, y por sobre
todo su corazón.
Melissa era la amiga de su padre, le dijo a David. Aun así ella conseguía mujeres para el para que tuviera fantasías sexuales. Bueno, sin duda que el sexo era real-las circunstancias eran una fantasía.
Así que, eso que estaba pasando lo ponía mal.
A David le gustaba la vida sencilla, de texto. Si el no quería hacerse millonario, el habría estado feliz como un ingeniero o un contador.
Pero al parecer las formulas y ecuaciones no aplicaban a Melissa. Las desafiaba,
tal como ella rechazaba verse como la verdadera edad de treinta y nueve.
Le golpeó a David que Melissa quisiera tener sexo con el. Y Papá lo sabía, y por eso
dejó a David solo con Melissa.
El mundo giraba, Escondido en la bruma y niebla. Nunca había tenido sexo con una mujer de mas de un par de años mayor que el.
Pero Melissa, cercana a sus cuarenta-solo seis años menor que su padre, por el amor de Dios, estaba caliente.
Pequeña, pero caliente-
Ella no podía...Papá no lo haría...era todo esto un complot?
Pero, como mucho que su Papá lo mistificara, Papá lo amaba, y no quería nada mas que lo mejor para el.
Fuerte, música moderna con golpes de ritmo monótono de un bajo noqueó a David
A lo mejor debiera irse. Salir por la puerta. No mirar para atrás. Irse antes de que fuera demasiado tarde. Antes que esta situación loca lo atrapara de las bolas, tal como Melissa tenía a su Papá.
Papá podía poner en riesgo su carrera para complacer a su polla. Tenía suficiente dinero, como había dicho, podía vivir bien sin hacer ningún otro negocio o asistir a otra
reunión de directorio.
Eso no aplicaba a David.. Todo lo que tenía estaba amarrado al negocio. Si eso
se cayera, quedaría en la calle-un delincuente sexual avergonzado públicamente.
Quien, todos sabían, querían sexo pervertido.
Entró al pasillo. Tomo un respiro hondo, y tomo fuertemente el marco de la puerta
Caminó hasta la puerta del dormitorio del medio.
La abrió solo un poco y husmeó al interior.
Mellissa llevaba puesto, un buzo de trabajo liviano rosado. Y bailaba al incesante ritmo de la música. Un cintillo rosado rodeaba su frente.
Entonces David se dio cuenta que Melissa se miraba al espejo. Cuando su atención
no estaba puesta en la pequeña pantalla de una tablet tocando algún video. En ella, una mujer joven vestida con un bikini de dos piezas dorado brillante, bailaba alrededor de un escenario.
Al fin, se dijo. Uno de sus vice-presidentes le contó de eso semanas atrás. La
última moda. Perreo.
Moviendo tu culo mientras bailas.
Tal como Melissa meneaba su pequeño culo.
Y dejando a David con una tremenda erección.
Era solo el meneo. Ese era el punto. No pensaba que la mujer en el video se viera sexy, pero ella si lo parecía cuando estaba meneando su trasero.
No era solo mover las cadera en una manera sexy, era algo totalmente novedoso. El
abuelo de David una vez le contó sobre Elvis Presley en un programa de televisión antiguo. Cuando Elvis sacudió sus cadera, la cámara solo lo tomo de las cintura para arriba.
A David le pareció divertido que nunca nadie se preocupó tanto del movimiento de las cadera de Elvis Presley.
El traje de calentamiento que llevaba Melissa no mostraba su piel desnuda, pero la ropa apretada destacaba las suaves curvas de su cuerpo.
Mucho chicos dirían que no tenía mucho-pecho pequeños y culo pequeño-pero ella
de seguro lo podía sacudir.
La práctica en frente del espejo parecía parte del juego.
David detuvo la respiración. Por supuesto. Un escenario de fantasía. Un pequeño acto-para su beneficio?
Vete, vete-vete ahora! De prisa!
Aun así el culo y caderas de Melissa lo hipnotizaron. Cruzó sus brazo, haciendo su pecho vibrar. A pesar de no tener mucho de pecho que hacer vibrar, David no podía
dejar de mirar.
Su cara roja de esfuerzo, Melissa rebotaba y temblaba al ritmo de la música.
A veces parecía perderse en el ritmo. Otras, miraba a la mujer del video con pelo corto y blanco pavoneándose en algún escenario, luego ella se miraba en el espejo.
Todo lo que preocupaba a David, era que Melissa perreaba tan bien como la mujer en el video.
Esforzándose por reventar a través de la parte delantera del pantalón, la polla de David estuvo de acuerdo.
No, no podía quedarse ahí. Aun cuando esta Melissa planeara acostarse con el, o no-no, el no podía.
Pretender dormir con...no, demasiado loco. Muy pervertido. No era tan retorcido...lo era?
Pero no podía irse. Y no podía dejar de mirar a Melissa, actuando para su beneficio. Pero cual era el objetivo de su actuación? No solo para mostrar su baile, eso era seguro-
Aunque, de seguro, eso estaba demasiado bien.
“Si me quieres ver perrear, entra y cierra la puerta,” le gritó Melissa a David, impactándolo.
No se movió ni habló.
“Davey, vamos entra. Sabes lo que detesto que me espíes, viéndome en secreto
como un viejo sucio. Entra, para que puedas disfrutar del show sin fingir
que solo caminas por el pasillo.”
David respiró hondo. Entró solo un poco, cerrando la puerta detrás de el,
aunque no había nadie en el departamento excepto el y Melissa.
No hay vuelta atrás ahora, hay?
De verdad quería devolverse?
Su garganta, aun ahogada por el miedo, dijo si.
También su cerebro, se empañó con nubes de precaución.
Y su estómago, sonando y quemando con temor.
Pero su polla dijo que no.
“Que haces?” Preguntó, sintiéndose estúpido.
“Haciéndote un show,” dijo ella, su trasero sin perder el ritmo.
Miro alrededor. Además de el amplio espejo de piso a cielo, la habitación tenía una
cama matrimonial con una cubierta de blanca con velos. Una cómoda con cajones rematada con un gran paño. Un computador de escritorio, con un IPhone enchufado cargándose a un costado.
Posters de Justin Bieber, Lady Gaga, y los Jonas Brothers. Una pequeña mesa de maquillaje con los envases abiertos de lápiz labial y sombra de ojos. Un hilera de botellas de perfume derramando dulces olores al aire.
La clase de dormitorio en que una adolescente dormiría.
“Quieres bailar como ella?” dijo el, apuntando a la pantalla de la tablet donde la joven mujer en dorado brillante frotaba su culo en la ingle de un chico.
“No me digas que la prefieres como Hanna Montana?”
“A quien?” dijo David.
Melissa pareció disgustada. “Niños! Demasiado ocupados jugando video juegos para mirar un show de niñas en la TV. Pero ahora estás mirando.”
“Te miro a ti,” dijo David.
Y estás teniendo una tremenda vista?” preguntó con voz despreciativa.
Ooooooh!
David sonrió, asombrado con todo, incluyéndola a ella con su actitud presumida.
“Solo por que te espiaba, no significa que me importe lo que piensas de mi,” respondió David
“Solo te gusta mi culo,” dijo Melissa, aun despreciativa. “Niños.”
“Bailas bien, dijo David en tono de voz conciliatorio.
“Quieres decir que te gusta mirarme sacudir mis caderas,” dijo ella.
“Es por que lo haces muy bien.”
A veces, la exposición prolongada a la música pop moderna le daba a David dolor de cabeza. La canción sonando una y otra vez mientras ella bailaba y ambos conversaban, no lo afectó, por alguna razón. La podía ignorar, enfocarse en la bailarina, no en la música.
Y su fuerte energía del bajo, golpeando su plexo solar, llenándolo con una rápida y creciente vibración.
Melissa le hizo un gesto para que se pusiera a su lado. “Vamos, te enseño,” le dijo. Serás el único chico que sabrá como perrear. Eso te hará popular entre las chicas.”
“Nada lo ha hecho,” dijo David.
“Por que eres espeluznante, espiándome de esa manera. Así que vamos.”
Melissa paró de bailar y le dijo que se parara con los pies separados, con los dedos de los pies hacia fuera, las rodillas dobladas. Y de como poner las manos en los huesos de la cadera y los pulgares atrás, eso le ayudaba a proyectar sus caderas. Luego sus dedos empujaban su cadera hacia atrás, adelante, atrás, adelante.
Ella lo hizo parecer fácil, pero David tenía problemas en poder mover bien sus caderas, y poder moverse sin que se sacudiera todo su cuerpo.
“No sirve de nada, dijo. “Bailo como un tipo blanco. Puede ser por que sea blanco.”
“Eso es tonto”, dijo ella. Y le mostró los movimientos otra vez. Lo hizo practicar.
Tomó tiempo y esfuerzo, pero con el tiempo pudo hacia adelante y hacia atrás sin caerse casi. No tan rápido como la música, pero no mal.
Se paró y frotó sus adoloridos muslos. “Eso es bastante duro”, dijo. Apuesto a que estaré adolorido en la mañana.”
“No está mal, dijo Melissa riendo. “Para nada mal. Sabes, cuando tu perreas, te ves... “Hizo una pausa, haciéndose la nerviosa. “Sexy.”
“Sexy,” dijo David una voz ronca. “Me gusta verme sexy. No creí que tu lo pensaras.
Su cara aun estaba roja, pero no del esfuerzo. Melissa abrió la puerta y miró por el pasillo.
Melissa apagó la música. El silencio de alguna manera amplificó el volumen de la mirada entre ellos.
La forma en que los ojos café oscuro miraron fijamente a los de el, molestó a David. No podía pensar en lo que decir. Pudo adivinar sus intenciones.
Quería quedarse con ella, pero el miedo en su palpitante corazón le dijo que se fuera, mientras podía, antes que una cámara escondida capturara su crimen, para que todos lo viera en Youtube.
Pero si ella tenía treinta y nueve...ningún crimen.
Ningún crimen para ser visto por los adultos. Fingir. Tener fantasías. Conocía a varias parejas que reconocían cuanto se divertían usando su imaginación para mejorar sus vidas sexuales. Cuanta parejas lo hacían sin decirles nunca a sus amigos?
No había prometido nada o pagado algún dinero.
“Melissa...”
Puso sus dedos en sus labios. “Shhh.” Apagó la luz.
Por un Segundo, no pudo ver nada a la distancia. En unos momentos, una luz de estacionamiento proyectó un destello naranjo por una abertura de las cortinas cerradas.
“Melissa...”
Ella dio un paso, mas cerca de el. “Davey, pensé que tu nunca...tu sabes, me tomarías en cuenta.
“Me di cuenta”, dijo David. “No podía decir nada. No me atrevía.”
“Lo se,” susurró ella.
Y luego se besaron.
En la oscuridad, a David le costó encontrar sus labios. Primero se encontró con su pómulo, y ella continuó moviendo su boca para encontrar los suyos.
Y luego sus labios se apretaron. Los suyos húmedos y tibios, vibrantes, temblando de excitación.
Por un Segundo, David se mantuvo como un adulto besando a una hermosa mujer catorce años mayor que el, pero aun deseable.
Luego se sintió como un adolescente besando a una chica adolescente en su cuarto.
Sus brazos se cerraron en su espalda y la acercó. Una masas de huesos y carne caliente llena de deseos.
Con una lengua húmeda y caliente en su boca.
“Melissa!” jadeó.
“Shh,” respondió.
“No me puedo detener,” dijo David. “Me da lo mismo lo que piense cualquiera, te deseo, te deseo.”
Ella se refregó en su pecho y su entre pierna. Oh palpitante, celestial y curvilínea joven mujer. “Te deseo tanto, Davey. Sufría por ti.
Su cintillo contuvo a su pelo mientras se besaban, las cabezas se meneaban hacia delante y hacia atrás con el ritmo apasionado de sus besos. Sabía a vino y a rosas y a estrellas fugaces.
Movía sus palmas arriba y abajo de su espalda, empujándola hacia el lo mas posible. Su mano bajó, hasta la curva de su culo. El temía su rechazo, pero ella seguía moviendo la entre pierna contra la suya.
Movió su otra mano hacia el frente. Quería sentir sus pechos. Pequeños, pero una maravilla encontrar esas protuberancias en la palma de sus manos. Apretar y presionar.
“Vamos,” dijo Melissa. “Hagámoslo, pero silenciosamente.
Dio un paso hacia atrás, y rápidamente se sacó la parte de arriba de su buzo rosado por encima de su cabeza. Luego se quitó los pantalones y medias al mismo tiempo.
David quería seguir su ejemplo, pero la desnudez de Melissa lo hizo jadear. Tan delgadas y suaves curvas. Pequeños y alegres pechos cayendo solo un poco. Una firme y redonda barriga bajando a la pequeña, y depilada hendidura entre sus piernas.
Una depilada Brasilera completa.
Viéndola tan vulnerable, de frágil encanto, y tierna femineidad que ninguna mujer con su experiencia podía igualar.
Davíd vio repentinamente-y se percató-lo que había querido y soñado toda su vida, pero que recién ahora descubría.
“Vamos Davey, sácate la ropa,” dijo Melissa en un susurro intenso. “No tenemos toda la noche. No pueden pillar. Oh Dios mío, que dirían, nunca deben saber!”
Con dedos temblorosos, desabrochó todos los botones de su camisa deportiva, luego se la sacó. La camiseta sobre sus hombros, y las patió lejos.
Imaginarse el riesgo de ser descubiertos hacía de la situación más emocionante.
Las hormonas de David hervían hasta el vapor, en su sangre, y su corazón golpeaba un como un combo en su pecho. Jadeaba y se ahogaba, apenas pudiendo respirar.
Su desnuda y caliente Melissa apegada a el-piel caliente a su tacto. Pechos para acariciar y cintura para abrazar y pliegues de carne blanca entre sus piernas para...
Delgada, torneados muslos pequeños, llevándolo a su hendidura, al tesoro entre sus piernas.
Su polla olía, y gruñía, y avanzaba hacia adelante mientras se juntaban, besándose y abrazándose, cada uno tratando de absorber el cuerpo del otro en su propia carne, haciendo que los dos fueran uno.
Cayeron a la cama, a las blancas sábanas con vuelos y brillo. Rodaron por ellas, se besaron, rieron y volvieron a rodar.
“Mi bailarina,” le dijo David en su oído. “La bailarina que perrea.”
“Famosa,” dijo ella. “Y nunca nadie sabrá por que no quiero casarme con ningún tipo rico y otras estrellas.
“Tu solo me deseas a mi?” Preguntó David, incrédulo.
“Cuando estás conmigo.”
Una cosa loca de decir como lo haría cualquier mujer.
Rodaron nuevamente, vuelta y vuelta, alrededor y alrededor, casi cayéndose de la cama-y luego de nuevo a ella. Besándose con una pasión que encendería la bomba-H. Cada centímetro cuadrado de su piel desnuda generaba chispas de electricidad al cerebro de David y luego aceleradamente a su polla, amenazando con explotar de lujuria incontrolable.
Solo su desnudez cercana a el generaba generaban electricidad estática que centellaba y los salpicaba a ellos, impactándolo y sorprendiéndolo, haciendo que sus nervios explotaran y su pene saltara.
Y que su boca se hiciera agua.
Desde su lengua, David chupó su oreja. Enterró su boca en su garganta, mordiendo y chupando en ella como un vampiro.
Sus hombros, royendo los huesos. Sobre sus brazos, marcando sus axilas con chupones, arrastrando su lengua hacia la palma de su mano hasta su muñeca, donde muchos tendones y venas esperaban cerca de la piel.
Y sus pechos pequeños. Chupando los pezones con la punta de su lengua, saboreando la pequeña piel café arrugada del cono de su areola. Su parte inferior, la piel blanca, delgada y sensible, como la pequeña panza de los peces.
Tomo uno entero con su boca, chupando, envolviendo su lengua alrededor de el, tratando de no dañarlo con sus dientes, calentando el techo de su boca, estirando los tendones bajo su boca, mientras una mano hendía los dedos en su culo, acercando su cuerpo, hacia la cañería de acero que se estiraba frente a el, cada vez mas cerca...
“Melissa”, dijo el, jadeando por aire, lujuria por su carne, la sangre caliente adentro, sus jugos, el olor de sus propias secreciones hormonales, enviando feromonas.
“Davey,” dijo ella, jadeando, gimiendo. “Coge a tu muñeca, Davey. Te deseo tanto. Mi pequeño coño se muere por tu grande y dura polla.”
“Espera,” dijo David, deseando extender el éxtasis, para hacer que este momento de felicidad divina dure para siempre, amen, sin parar, poder disfrutar todo lo posible de su pequeño marco de carne que alimenta el agujero mas profundo de su alma. Explorar todo, hacerlo todo. Conocer cada agujero, cada entrada a ella, penetrarla una y otra vez.
Su masculinidad estirada y como un caballo de carrera campeón fina sangre ansioso antes de la partida del Derby de Kentucky.
Pero David sabía que no duraría mucho dentro del coño de Melissa, por lo que siguó usando su lengua, deseando saborear cada centímetro de su lujuriosa piel.
Desde sus pechos hasta las crestas de las costillas, hileras de huesos, hasta la cima de su plexo solar, donde sopló fuertemente lo que hizo que Melissa riera y se golpeara los hombros.
Lamiendo el resto de sus músculos abdominales, suavizados con una pequeña capa de grasa, manteniendo su estómago plano. Suavemente redondeado.
Su ombligo. Mientra ella reía y giraba alrededor como si le hicieran cosquillas, David hundió su lengua profundamente en los pliegues de carne doblados, excavando y rotando.
Mientra hacía eso, mantenía una mano bien al sur, tocando y moviendo sus dedos en los muslos delgados, redondeados y lisos.
Encremados con jugos de amor. El lubricante natural hervía desde dentro de su coño y corría por sus muslos, haciendo el aire fragante con su lujuria. La piel de sus dedos absorbiéndolo.
Su lengua en el abdomen inferior de ella. Lamiendo a lo largo de las crestas llevándolo a la hendidura del Monte de Venus. Serpenteando, tejiendo y haciendo rizos desde los huesos de su cadera y espalda, tratando de saborearla entera, consumirla hasta la médula. Chupar su sangre y comer su carne y devorar sus partes privadas y penetrar sus agujeros y sentirla clavada bajo el, tomando la felicidad y comodidad y su cuerpo, en su propia cama.
“Davey,” Melissa susurró entre los gruñidos y el creciente deseo
“Melissa, mi amor,” dijo David.
“Acuéstate sobre tu espalda, yo perrearé para ti,” dijo ella. “Te mostraré de adonde viene el baile.”
David pensó que sabía, pero quería experimentarlo por el mismo, de todas las mujeres del mundo especialmente con ella, aun cuando la había conocido solo hace unas pocas horas. No importaba ahora.
Cambió de posición, y giró sobre ella. De espalda, su polla estaba tiesa como un asta de bandera.
Melissa lo miró hambrienta, y se puso justo frente a el. Se arrodilló a horcajadas sobre el, el peso en sus rodillas. Y levantó su torso.
Mientras David miraba, sonriendo como un tonto tranquilizado, sus manos detrás de la cabeza, Melissa usó sus manos para poner su herramienta justo bajo su coño.
David jadeó cuando su cabeza se deslizó a través de los resbaladizos labios vaginales. No hay nada como la sensación de la entrada inicial.
Y nada como la húmeda y aceitosa carne que lo envolvía mientras Melissa bajaba lentamente hacia el. Acomodó sus caderas, cambiando el ángulo, y centímetro por centímetro bajó por completo, su vagina estrecha lo apretaba.
Melissa acomodó sus rodillas, y luego, poniéndose recta, piso sus manos en su cadera y perreó. La pelvis adelante y atrás, adelante y atrás. Torpemente al principio, pero luego acelerando, bailando al ritmo de la música que retumbaba desde el MP3.
David jamás había sentido algo más loco.
Melissa tomó sus manos. Con los dedos entre lazados, se echó hacia atrás, casi tocando con su cabeza el colchón. Seguía con su rítmico perreo, doblando mucho su verga hasta un ángulo que le hacía sentir extraño.
El la subió, y Melissa continuó perreando, pero con un movimiento circular. Girando y girando. Y, justo antes de acabar, ella cambió de dirección. Girando y girando en el otro sentido.
David trató de arquear su columna, pero el peso de ella mantuvo su polla enterrada lo mas profundo posible.
“Davey, gimió ella.
“Mellissa, respondió el. “Vamos, te fascina la polla de Davey bien dentro de tu chocha, no es así?”
“Adoro la tremenda polla de Davey en mi pequeño coño,” dijo ella.
Aprietame fuerte, cariño. Muéstrame lo bien que te sientes. Hazme sentir bien.”
“Si,” dijo ella jadeando. “Adoro follar a mi Davey. Oh, David, oh Dios, oh David, oh Davey, OH!”
David disfrutó mirando su cara. Roja ya de esfuerzo. Sus ojos se apretaron fuertemente. Una mueca de total placer distorsionó sus facciones a una máscara aterradora. Sostuvo sus dedos mientras ella se echaba hacia atrás, o intensificando la sensación, o desfalleciendo por ella.
El la enderezó, y lentamente, comenzaron con un ritmo lento para llevarlo al límite.
No explotó inmediatamente por que la abertura de su vagina, con su hueso púbico, maniobraba la base de su pene en vez de estimular su punta.
Pero su vagina envolvía toda su polla, y el perreo lo retorcía y lo giraba como nunca, y pronto disparó profundamente en ella cuatro, cinco veces.
Si! La fantasía se sintió mucho mejor que lo que imaginó. Quería saltar arriba y abajo y gritar.
Melissa sonrió con el. “Entonces, tenemos un trato.”